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viernes, 1 de noviembre de 2013

PSICOLOGÍA EN EL MÁS ALLÁ


Janaina Minelli de Oliveira
Tomado de la Revista Espírita
Número: 4 • Edición Septiembre 2012


Doctora en Lingüística Aplicada y profesora de Habilidades Comunicativas en la Universidad Rovira i Virgili. Colabora en los proyectos de asistencia social y divulgación del Centro Espírita Amalia Domingo Soler de Barcelona.


Para algunas personas, la idea de una “psicología en el más allá” puede parecer difícil de aceptar o de comprender. Es innecesario decir que para el que no cree en nada más que en la materia y piensa que con la muerte del cuerpo físico se extingue la existencia, una psicología al otro lado de la tumba no es más que una fantasía. Sin embargo, tampoco está del todo claro qué puede ofrecer una terapia psicológica en el plano espiritual entre aquellos que sabemos que somos seres espirituales inmortales en transitoria experiencia corpórea. Esto sucede porque no deja de estar extendida una percepción un poco mágica del momento de la muerte. Son muchos los que ignoran que hacer balance de lo vivido en la última encarnación puede llegar a ser una tarea muy difícil y penosa, aunque esencial. La comprensión de la vida en el plano espiritual y la planificación de futuras existencias están íntimamente relacionadas con la capacidad del desencarnado de sopesar sus recientes logros y fracasos con sinceridad y serenidad, armonizándolos con los archivos del inconsciente aún inaccesibles al desencarnado en los primeros momentos del regreso a la patria espiritual.

Gracias a la psicografía, hoy conocemos relatos que nos exponen cómo los espíritus desencarnados son amparados psicológicamente en el plano espiritual. Reciben así el auxilio terapéutico necesario para que puedan comprender la nueva etapa de vida que se revela ante sus ojos tras la muerte física. No hay que subestimar el choque que puede suponer para una persona que no creía en nada más que en la materia, que despierte al otro lado de la vida, habiendo dejado atrás todo cuanto pensaba ser lo único que poseía. Tampoco hay que infravalorar el inmenso desamparo emocional que experimentan algunos espíritus que, creyendo saberlo todo sobre la vida espiritual cuando están encarnados, se encuentran algunas veces como niños que deben reaprender tantas cosas. Todo esto, sin mencionar la angustia que puede provocar la separación de la familia o la decepción que resulta de la constatación de que los méritos conquistados en la Tierra, si no están avalados por una conducta ética, moral y humana, no tienen ningún valor en el más allá.

La verdad es que la muerte nos devuelve a la realidad creada y alimentada por nuestra propia conciencia durante nuestra jornada en la Tierra. Despojarse del cuerpo físico no implica un conocimiento inmediato de las vidas pasadas del espíritu, ni tampoco una capacidad de auto-análisis sincera y realista. Puesto de otra manera, el paso por la carne deja reminiscencias en el periespíritu que no se eliminan tan fácilmente con la muerte. Cuanto más apegados estamos, más ayuda necesitamos para eliminar los registros asociados al orgullo, a la vanidad y al egoísmo. Desencarnado, el hombre debe verse frente a frente con su propia verdad. Pero nadie puede ver la verdad mientras tenga la visión ensombrecida por el orgullo, el egoísmo o la vanidad. Precisamente por esto, en la condición evolutiva en la que nos encontramos en la Tierra, es muy raro que un desencarnado se acuerde automáticamente de todo cuanto vivió en otras encarnaciones. El acceso sin restricciones a la información archivada en el propio espíritu sobre la historia evolutiva de cada uno es tan raro como lo son la auténtica humildad y el altruismo legítimo en nuestro planeta. 

El hombre encarnado es de una triple naturaleza: cuerpo, periespíritu y espíritu. Durante su jornada física todo lo que hace, piensa y siente queda registrado en todas las zonas de su ser, que son interdependientes. Se podría decir que el objetivo de la psicología en el más allá es ayudar al hombre a enfrentarse a su nueva situación, en la que ya no posee un cuerpo físico, sino que vive según la cosecha de lo que haya cultivado durante su paso por la carne. No se pretende que el desencarnado supere imperfecciones como el orgullo, el egoísmo y la vanidad, tarea que le corresponde en el transcurso de su inmortalidad. Se trata, sin embargo, de ofrecer al ser situaciones en las que, analizando su propia condición, cada uno sea capaz de reducir su orgullo, vanidad y egoísmo apenas lo suficiente para comprender el presente, empezar a armonizar el pasado en su fuero interno y posibilitar la elaboración de planes más realistas y útiles para el futuro.

La atención psicológica en el más allá se ocupa fundamentalmente de la delicada tarea de ayudar a los recién llegados de la jornada física a comprender por qué están donde están. Es importante observar que para acceder a este tipo de tratamiento el espíritu debe estar en posesión de sus facultades mentales, aunque se sienta aturdido o tratado injustamente. Para los espíritus que desencarnan en penosas condiciones de inconsciencia y desequilibrio mental y emocional hay que ofrecerles, antes de la atención psicológica, los servicios de primeros auxilios. Solamente una vez que el espíritu ya se encuentra en posesión de sus facultades mentales podrá obtener el debido provecho de las sesiones psicológicas que le serán ofrecidas.

La literatura mediúmnica nos ha ofrecido relatos en los que queda evidente que el apego es uno de los principales obstáculos al que nos enfrentamos en la condición de recién desencarnados. Podemos sentir diferentes niveles y diferentes tipos de apego. Por ejemplo, podemos sentir apego a las condiciones transitorias de la vida de encarnados, echando en falta los bienes materiales o la condición de superioridad que el poder o los recursos económicos nos concedían en la Tierra. Esta forma de apego está directamente relacionada con la vanidad y el desencarnado debe comprender que en la nueva realidad en la que ha penetrado, tras su muerte física, el único valor es el bien que haya hecho o el esfuerzo de educación que haya realizado.

Otra forma de apego es el que sentimos por las personas que quedan atrás, como familiares, cónyuges y amigos. Pese a que lo que inicialmente anima dicho afecto sea un sentimiento positivo, el apego a los lazos establecidos en la Tierra puede dificultar que el desencarnado se centre en lo que es su nueva tarea: armonizarse con su pasado, comprender su nueva situación y empezar a caminar hacia adelante. El egoísmo es la emoción desequilibrante que ofrece el trasfondo de este tipo de apego, sea porque deseamos ardientemente volver a disfrutar de la compañía de los que amamos, sea porque nos creemos indispensables para la vida de los nuestros, olvidando que en los planes de la Espiritualidad Superior no existe espacio para improvisaciones. Podemos además experimentar el apego a un sentimiento de superioridad espiritual o auto-iluminación. Personas que, cuando estaban encarnadas, desempeñaban posiciones de orientación espiritual, pueden experimentar el apego por las ideas que defendieron en el campo religioso o filosófico al que estaban afiliadas. Éstos necesitan hacer grandes esfuerzos para superar el orgullo por su conocimiento de la realidad espiritual o por la elevación moral que creen tener.

La psicología del más allá está fundada en el tratado psicológico más sencillo y sublime del que se tiene conocimiento en la Tierra, el Evangelio de Jesús. ¿En qué se basa esta terapia? El Médico de Almas ofrecía información a sus discípulos en la medida de su capacidad de comprensión de las cosas del cielo y de la tierra; también dialogaba con ellos, les hacía preguntas, desafiándoles a pensar sobre el significado de sus parábolas; Jesús no esperó hasta que sus discípulos fueran moral o intelectualmente perfectos para enviarles a difundir su palabra. Por el contrario, el Maestro consideró que el propio trabajo edificante, aliado a lo que habían escuchado de él, les enseñaría a superar sus límites y crecer espiritualmente. Hay diversos ejemplos en la literatura mediúmnica que nos demuestran cómo estos principios son aplicados de forma sistemática en la espiritualidad para ayudar a los desencarnados a enfrentarse al orgullo, la vanidad y al egoísmo del que llegan impregnados a la patria espiritual. 

En Nuestro Hogar, André Luiz nos cuenta, por las manos del inolvidable Chico Xavier, cómo tras recibir los primeros auxilios y sentirse más fuerte, le invadió un gran deseo de colaborar con los demás. Su orgullo de la condición de médico en la Tierra, sin embargo, le hizo creer que sus conocimientos serían útiles en la colonia espiritual que le acogiera. Nuestro querido amigo tuvo que empezar colaborando en la limpieza de la enfermería, trabajo que, hasta entonces, había considerado inferior. Durante la realización de esta tarea, pasó a observar a los pacientes allí ingresados. Abandonando la máscara del médico de la Tierra que sólo veía a pacientes, pasó a ver hermanos de sufrimiento. Durante su trabajo en la enfermería, mientras hacía tareas que nunca había realizado en su última encarnación, André Luiz aprendió a amar el servicio y a servir con humildad. La forma como consigue autorización para la tarea tampoco debe ser olvidada. André Luiz solicita una cita con Clarencio, Ministro del Auxilio, y se da cuenta que el honorable bienhechor recibe a los que le vienen a consultar de dos en dos. De esta manera, cada uno de los entrevistados no sólo tiene que superar la vergüenza de exponer su caso ante otra persona, sino que también tiene la oportunidad de aprender de las elucidaciones recibidas por su compañero de cita.

En Memorias de un Suicida, psicografiado por Ivonne do Amaral Pereira, vemos cómo las labores educativas se entremezclan con la revisión del pasado delictuoso de los espíritus “aprisionados” en la Torre. Allí, espíritus, antes criminales en la Tierra o en la espiritualidad, reciben lecciones sobre los derechos de cada individuo en la sociedad terrena y en la espiritual. Los reclusos viven en pequeños recintos para estudio y residencia, recibiendo amplias oportunidades de reflexión. Conocemos además una especie de gabinete de fenomenología transcendental donde un complejo equipo, cuyo magnetismo ejerce la influencia de un imán, posibilita la visión de los pensamientos y acciones pasadas de los sujetos investigados. Para la reeducación de los espíritus ignorantes e inferiores, dicha clase de aparatos es muy útil e indispensable. Esto sucede porque pese a recibir las instrucciones más elevadas, muchos siguen cegados por el orgullo. Éste sofoca las conclusiones lógicas del razonamiento, que prefiere presentar quejas y otros argumentos para justificar las faltas. Pese a que intentemos esquivar nuestras responsabilidades por miedo al futuro preparado por nuestras actitudes del pasado, la espiritualidad dispone de métodos tan energéticos como nuestra resistencia en asumir nuestros compromisos.

No podría terminar esta colaboración sin recordar al Hospital Esperanza, que conocemos en el libro Lirios de Esperanza, psicografiado por Wanderley de Oliveira y dictado por el espíritu Ermance Dufaux. El objetivo de dicha institución erguida en la psicosfera brasileña, es ofrecer socorro y orientación a los seguidores de Cristo de distintas tradiciones filosóficas y religiosas, que no supieron o no quisieron asumir el compromiso con su mensaje de amor. Quizá sorprenda al lector saber que en este hospital existe un área, denominada Judas Escariotes, dedicada especialmente a la recuperación mental de líderes espiritistas que analizaron con gran atención las necesidades de los demás, pero se olvidaron de su propia liberación. Los que ingresan allí entienden el mensaje de Jesús y del Espiritismo por las vías de la razón, pero son adictos a la admiración y a la notoriedad, aún principiantes en el amor desinteresado y fraterno.

En conclusión, debemos comprender que el hombre desencarnado es simplemente el hombre desprovisto de su cuerpo físico. Cuando volvemos a la espiritualidad llevamos con nosotros todo el progreso moral que hayamos realizado, pero obviamente también cargamos con todas nuestras imperfecciones. Éstas siguen poniendo trabas a nuestro progreso en la espiritualidad, así como lo hacían en la carne. Gracias a la misericordia divina y a la tolerancia y dedicación de la Espiritualidad Superior, el hombre no estará jamás desamparado en cualquiera que sea el plano en el que se encuentre. Los métodos y equipos utilizados por los trabajadores de la psicología del más allá lo demuestran. Demos gracias a Dios y a los amigos y mentores que, pese a nuestras imperfecciones, nos siguen ofreciendo la oportunidad de armonizarnos con el pasado, comprender el presente y construir un futuro de más luz para toda la humanidad.

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           GRADUACIÓN DEL AMOR

En las más humildes manifestaciones de los reinos inferiores de la Naturaleza la exteriorización del amor se observa en su modalidad divina. En el polvo cósmico, síntesis de la vida, tenemos las atracciones magnéticas profundas. En los cuerpos simples vemos los que en química reciben el nombre de “precipitados”. En el reino mineral y  vegetal se verifica el problema de las indispensables combinaciones. En las expresiones de la vida animal advertimos, en todo, la presencia del amor, en gradaciones innumerables, que van desde la violencia hasta la ternura, dentro de las manifestaciones que hacen los irracionales.

Entre los hombres es así mismo el amor el que preside todas las actividades de la existencia, así como en la familia como en la sociedad.

El amor constituye la ley misma de la vida, y bajo su dominio sagrado todas las criaturas y la totalidad de las cosas vuelven a reunirse al Creador.

El amor divino es un atributo de los seres angélicos.

Cada corazón posee en lo infinito un alma gemela de la suya, compañera  divina para el viaje  hacia la gloriosa inmortalidad.

Creados la una para la otra, las almas gemelas se buscan siempre que se hayan separadas, esperando consumar su unión perenne. Millares de seres que se extraviaron en el crimen o en la inconsciencia experimentan la separación de las almas  que los sostiene como la más severa y dolorosa de las pruebas y en el drama de las existencias más oscuras asistiremos  siempre a la atracción eterna  de las almas que se aman más íntimamente  evolucionando unas hacia otras en una aborígenes de ansiedades angustiantes. Esa atracción es superior a todas las expresiones convencionales de la vida terráquea. Y cuando se encuentran, en el conjunto de los trabajos humanos, se sienten en posesión de la verdadera dicha para sus corazones: la ventura de su unión, que no cambiarían por todos los imperios del mundo. La única amargura que empaña su jubilo es la perspectiva  de una nueva separación causada  por la muerte, tristeza que la luz de la Nueva revelación ha venido a disipar, mostrando los horizontes eternos de la vida a todos los espíritus amantes del bien y de la verdad.

En los textos sagrados existe un elemento de comprobación para la teoría de las almas gemelas, en las primeras paginas del Antiguo Testamento, base de la Divina Revelación, se expresa: “Y dijo Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le hare ayuda  idónea para el”.

La unión de las almas gemelas no restringe el amor universal pues el amor de las almas gemelas es aquel que el espíritu sentirá algún día por la humanidad entera.

La tierra es una escuela de luchas  regeneradoras o expiatorias, el hombre puede asociarse varias veces, sin que su unión conyugal se lleve a cabo con el alma gemela a la suya, la que muchas veces se encuentra fuera de la esfera carnal.

La distancia que separan a los dos Espíritus que se aman, uno de los cuales se halla, respecto al otro, en un plano de superior comprensión, lejos de menospreciar las  buenas experiencias que está cosechando el compañero de sus afectos que se encuentra en la tierra, trata de ayudarlo con su máxima dedicación, de modo de facilitarle su progreso directo hacia las más elevadas conquistas espirituales.

Los espíritus Superiores no quedan ligados al orbe terráqueo. Pero no pierden el interés afectivo que sienten por los seres amados que dejaron este mundo, trabajan con ardor en el bien de ellos, impulsándolos por las sendas de las luchas redentoras, en busca de las cimas de la perfección.

En Esas almas santificadas y puras la nostalgia es mucho más intensa y sublime, puesto que nace de una sensibilidad superior, que convertida en un interés divino, genera las grandes abnegaciones del Cielo que siguen los pasos vacilantes del Espíritu encarnado a través de su peregrinaje expiatorio o redentor sobre la faz de la Tierra.

La oración es eficaz para auxiliar y ayudar  al que se ha ido, que muchas veces está enredado su Espíritu en la maraña de ilusiones de la vida material.

El corazón amigo que quedó en el mundo, por medio de la vibración silenciosa y el deseo tenaz de ser útil al compañero  que lo antecedió en la tumba para proseguir  el curso de la vida puede en los instantes de reposo corporal, cuando el alma evolucionada goza de relativa libertad, localizar al espíritu sufriente o errante de su amigo desencarnado y hacer que despierten en el los deseos de cumplir con su deber, así como orientarle sobre la nueva realidad, y esto, sin que su memoria consciente registre el suceso después, cuando se halle en estado de vigilia.

De hay nace la afirmación de que solo el amor es capaz de salvar el abismo de la muerte.

Algunas almas llamadas eunucos  para obtener en si mismas las sacras realizaciones de Dios, se entregan a tareas de renunciación, en una existencia de santificada abnegación.

En ese menester es común que se priven transitoriamente  de los vínculos humanos, a fin de acrisolar sus afectos y sentimientos en vidas de ascetismo y de prolongadas disciplinas materiales.

Casi siempre, los que en la tierra se hacen eunucos por causa del reino de los cielos están obrando de acuerdo con las sagradas  disposiciones de misiones redentoras, en las cuales, mediante su sacrificio y dedicación, se redimen Seres amados o la alma gemela de la suya, exiliados en los caminos de la expiación. Muchos espíritus reciben de Jesús permiso para realizar esa clase de esfuerzos santificadores, por cuanto en dicha tarea, los que se hacen eunucos por causa del reino de los cielos aceleran los procesos de redención del Ser o los Seres a quienes aman, que se hallan sumergidos en las pruebas, y en forma simultánea, por su condición de evolucionados pueden con más facilidad ser transformados en la tierra en instrumentos de la verdad y del bien, de modo que su trabajo reporta inestimables beneficios, tanto para Sus seres queridos como para la colectividad y también para si mismos.

El amor muchas veces nos hace realizar las acciones más sublimes, hasta el punto de importarnos más que el otro a quien amamos sea feliz a costa de nuestra propia desgracia.


Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro de Chico Xavier “El Consolador”
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             DELANTE DE LOS PIONEROS

Recuerda los sacrificios de los pioneros del progreso que te precedieron en la jornada humana, para que avances en la Tierra sin la ceguera de la ingratitud.

Recuerda las manos anóni­mas que te irguieron el hogar, los brazos que te embalaron la cuna y las voces amigas que te enseñaron a mover los labios en el idioma del entendimiento.

No olvides aquellos que llora­ron y sufrieron, labrando el suelo en el que ingeriste la primera ben­dición del pan y no te olvides de cuantos se vieron mutilados en el trabajo para que el confort y la hi­giene te sustentasen el cuerpo.

No reliegues a la indiferencia los que se vieron en suplicio para que tuvieses el orden legal, garantizándote la seguridad, y los que mu­rieron en las cárceles, muchas veces, calumniados y traicionados, para que la libertad te bendiga la existen­cia.

Consagra en la memoria un altar de reverencia para con aque­llos que te donaran los tesoros de la educación, a fin de que el aprendi­zaje en la Tierra se te haga camino hacia la Espiritualidad Superior.

Usufructuario del campo en el que fuiste acogido por la bondad y la esperanza de los que te vieron nacer, recogiste de ellos la expe­riencia que el sufrimiento les otorgó, reclamándote también sudor y bue­na voluntad en el mundo, para que la vida en el mundo se haga mejor.

No te pierdas en los laberin­tos de la indagación sin provecho, preguntando si la crueldad es hoy mayor que la de ayer en el camino de las criaturas.

Cede a la Tierra lo mejor de ti, en el servicio desinteresado y constante para que el bien prevalezca, iniciando en la propia alma la obra redentora del amor que todo lo abarca, y, volviendo mañana a la gran escuela de la experiencia hu­mana, la encontrarás más nobles y más bella, convertida, con la parcela de tu esfuerzo, en antecámara para la Vida en los Cielos.
Nacer y Renacer
Médium. FRANCISCO CÂNDIDO XAVIER.
Espiritu. EMMANUEL.
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"La fe en Dios, el respeto al prójimo y el ejercicio del amor transforma al hombre" (Anónimo)