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lunes, 1 de agosto de 2011

Materia cósmica- Materializaciones

Leon Denis

Del mismo modo que los fenómenos de incorporación nos inician en las leyes profundas de la psicología, la reconstitución de las formas de espíritus va a familiarizarnos con los estados menos conocidos de la materia.
Al mostrarnos la acción que la voluntad puede ejercer sobre los imponderables, nos descubrirá los más íntimos secretos de la creación, o mejor aún, de la eterna renovación del Universo.
Sabemos que el fluido universal o fluido cósmico etéreo representa el estado más simple de la materia; es tan grande su sutileza que escapa a todo análisis. Y no obstante, de este fluido proceden, mediante condensaciones graduales, todos los cuerpos sólidos y pesados que constituyen el fondo de la materia terrestre.
Estos cuerpos no son tan densos ni tan compactos como a primera vista nos parece; son atravesados  con la mayor facilidad por toda clase de fluidos, y aun los mismos espíritus los atraviesan sin dificultades. Éstos, por la concentración de su voluntad, ayudados por la fuerza psíquica, pueden disgregarlos, disociar sus elementos, volverlos al estado fluídico, trasladarlos y reconstituirlos luego en su primer estado.
Así se explican los fenómenos de traslación de objetos materiales a través de obstáculos materiales también.     
Recorriendo estos grados sucesivos de rarefacción, vemos a la materia pasar del estado sólido al líquido, de éste al gaseoso y finalmente al fluídico.   Los cuerpos más duros pueden de este modo volver al estado  invisible y etéreo.  En sentido inverso, también el fluido más sutil  puede cambiarse, gradualmente, en un cuerpo opaco y tangible.
La Naturaleza entera nos demuestra, el encadenamiento de las transformaciones que conducen a la materia, desde el estado etéreo más puro, al más grosero estado físico.
A medida que se verifica y se hace más sutil, la materia va adquiriendo propiedades nuevas, fuerzas de una intensidad creciente. Los explosivos, las radiaciones de ciertas substancias, la potencia de penetración de los rayos catódicos, la acción a grandes distancias de las ondas Hertz, nos dan de ello abundantísimos ejemplos, llevándonos a considerar el éter cósmico como medio en que la materia y la energía se confunden, constituyendo el gran foco de las actividades dinámicas, la parte de las fuerzas inagotables que la voluntad divina dirige y de donde surgen en ondas incesantes las armonías de la vida y el pensamiento eternales.     
¡Pues bien!  y aquí la cuestión va a tomar una no esperada amplitud, la acción ejercida por la potencia creadora sobre el fluido universal para dar vida a sistemas de mundos, vamos a encontrarla en manifestaciones más modestas, aunque sometida a leyes idénticas, en la acción del espíritu reconstituyendo las formas pasajeras que han de establecer, a los ojos de los hombres, su existencia y su identidad.       
Las mismas nebulosas, agregados de materia cósmica condesada, germen de mundos, que nuestro telescopio nos muestra en el fondo de los espacios, van a aparecer también en la primera fase de las materializaciones de espíritus.  Por este camino vemos cómo la experimentación espirita nos conduce a las más amplias consecuencias.  La acción del espíritu sobre la materia puede hacernos comprender, de qué modo se elaboran los astros y se desenvuelve la obra gigantesca del Cosmos.
  Con respeto y amor
Marco Antuan.-  Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta