NUEVAS RESPONSABILIDADES
Hijos del alma: que Jesús nos bendiga
El siglo XXI continúa guindando a la más alta tecnología de última hora los infinitos horizontes de la ciencia.
Antiguos misterios del conocimiento son desvelados. Enigmas, que permanecían incomprensibles, son descifrados y el materialismo sonríe burlando los mensajes sublimes de amor.
Paradojamente,
los avances respetables de esas áreas del intelecto no lograron
modificar las ocurrencias traumáticas que tienen lugar en el orbe, en la
actualidad. En el auge de las conquistas de las inteligencias,
permanecen con las convulsiones sociales a las convulsiones planetarias en el momento de la gran transición que pasa a la Tierra amada por todos nosotros.
De un momento para otro, una erupción volcánica revienta las capas que ocultan el magma, y las cenicas – arrojadas por encima de los 10 mil metros de
la superficie terrestre – modifican todo el paisaje europeo amenazando
las comunicaciones , la unidad, mientras se piensa en otras y continuas
erupciones que pueden venir señaladas por gases venenosos o por la lava
incandescente… Fenómenos de tal monta pueden ser detectados, más no
impedidos, demostrando que el vacio de la inteligencia no puede ultrapasar la sabiduría de las leyes cósmicas establecidas por Dios.
Y Gaia – la gran madre planetaria – mientras en su superficie irrumpe la violencia en cascadas, amenazando la estabilidad de la civilización: política, economía, social y, sobretodo, moral, caracterizando estos como los días de las antiguas Sodoma y Gomorra en las anotaciones bíblicas…
Se podría acreditar que el caos seria la conclusión final inevitable, entre tanto, la barca terrestre que sangra los horizontes inmensos del cosmos se encuentra a la deriva.
Jesús está a la cabeza y Sus arquitectos divinos comandan los movimientos que producen alteración en la masa geológica, mientras se operan las trasformaciones morales.
Iniciada
la era nueva, surge, en este mismo siglo XXI, el periodo pronunciador
de la paz, de la fe religiosa, del arte y de la belleza, del bien y del
deber.
Señalando
ese periodo de transformación estamos convidados, encarnados y
desencarnados, a contribuir a favor del progreso que nos llega de forma
compleja, sin embargo bien direccionada.
Avancemos con las huestes del Consolador en la dirección del puerto del mundo de regeneración.
Sean nuestros actos señalados por las propuestas de Jesús, de tal forma que se definan las directrices de comportamiento.
…
Y que todos puedan identificarnos por la manera como enfrentaremos los
sinsabores y angustias, testimonios y holocaustos, a la semejanza de los
cristianos primitivos que vivieron, manteniendo las proporciones en
periodo equivalente, instaurando en la Tierra el Evangelio libertador,
desfigurado en los últimos diecisiete siglos, mientras, con Allan
Kardec, surgió el Consolador trayéndonos de vuelta a Jesús.
Es
comprensible, por tanto, que los Espíritus comprometidos con el pasado
dilictuoso intenten implantar el desorden, establecer el desequilibrio
de las emociones para que pontifique el mal, en la versión mitológica de
la perturbación demoniaca. En nombre de la luz inapagable de aquellos
momentos en los días de la Galilea, particularmente durante la sinfonía
incomparable de las bienaventuranzas, demostremos que nuestra es la
fuerza del amor y nuestras reflexiones en el mundo intimo trabajan por nuestra iluminación.
En
los días actuales, como en el pasado, amar es ver a Dios en nuestro
prójimo; meditar es encontrar a Dios en nuestro mundo íntimo, con el fin
de esparcirse la caridad en la dirección de todas las criaturas
humanas.
Trabajar,
por tanto, el mundo intimo, no temer cualquier amenazas de naturaleza
calamitosa a través de las grandes destrucciones que hacen parte del
progreso y de la renovación, o aquellas de dimensión no menos
significativas en la intimidad doméstica, en los conflictos del
sentimiento, demostrando que la luz de Cristo brilla en nosotros y nos
conduce con seguridad.
La
Eurasia, cansada de tantas guerras, de destrucción, de ceguera
materialista, de los continuos holocaustos de razas y etnias, de
gobiernos arbitrarios y perversos, clama por Jesús, como el mundo necesita todo de Jesús. Sus emisarios, de Krishna de Bahá’u’lláh, de Moisés a Allan Kardec, de Buda a los peregrinos de la no violencia, de
Mahoma a los pacificadores musulmanes, todos esos ministros de Jesús, le preparan, a través de los milenios, el camino para que a través del Consolador – aun mismo sin cambios de directrices fisiológicas o religiosas – para que predomine el amor.
Mahoma a los pacificadores musulmanes, todos esos ministros de Jesús, le preparan, a través de los milenios, el camino para que a través del Consolador – aun mismo sin cambios de directrices fisiológicas o religiosas – para que predomine el amor.
Sigan celebrando y
viviendo la creencia en Dios, en la inmortalidad, en las vidas o
existencias sucesivas, haciendo que las criaturas se den las manos
construyendo el mundo de regeneración y de paz por el cual todos anhelamos…
Jesús, hijos míos, antaño, hoy y mañana, es nuestra brújula es nuestro puerto, es la nave que nos conduce con seguridad a la plenitud.
Porfiar
por el bien en cualquier parte. Una existencia corporal, por más larga
que esta sea, es siempre muy breve en el reloj de la inmortalidad.
Sembrar, por tanto, hoy el amor, redimiéndoos de los equívocos de entonces con seguridad, ahora, en la certeza de que estos son los sublimes días del gran cambio para mejor.
Aun verteremos muchas
lagrimas, oiremos muchas profecías alarmantes, más la Tierra saldrá de
ese proceso de transformación más feliz, más depurada, con sus hijos
dichosos dirigiéndose para un mundo superior en la escala evolutiva.
Saludándoos a
todos los compañeros de los diversos países aquí reunidos, y en nombre
de los Espíritus que forman parte del equipo del Consolador, exoramos al
Maestro inolvidable que prosiga bendiciéndonos con Su paz, en la certeza de que con El – el amor no amado – venceremos todos los obstáculos.
Mucha paz, hijos del alma y que Jesús permanezca con nosotros.
Son los votos del servidor paternal y humilde de siempre.
Por
el Espíritu Becerra de Meneses –Mensaje psicofónico recibido por el
Médium Divaldo Pereira Franco, en la mañana del 9 de mayo del 2010, en
el Encuentro del Consejo Espirita Internacional, reunido en Varsovia,
Polonia.
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Dos seres que se han conocido y amado ¿pueden volver a encontrarseen otra existencia corporal y reconocerse?-
Reconocerse, no. Pero sentirse atraídos recíprocamente, sí. Y a
menudo ciertos lazos íntimos basados en una afección sincera no tienen
otra causa que esa. Dos seres son acercados el uno al otro por
circunstancias que en apariencia son fortuitas, pero que constituyen el
resultado de la atracción de ambos Espíritus, que a través de la
muchedumbre se buscan.
. ¿No sería más grato para ellos el reconocerse? -
No siempre. El recuerdo de las pasadas existencias tendría
inconvenientes más serios de lo que creéis. Después de la muerte se
reconocerán y sabrán en qué tiempo han estado juntos.
. La simpatía ¿tiene en todos los casos por motivo un conocimiento anterior?-
. La simpatía ¿tiene en todos los casos por motivo un conocimiento anterior?-
No. Dos Espíritus que armonizan se buscan naturalmente, sin que se hayan conocido como seres humanos. .
Los encuentros que se han verificado a veces entre ciertas personas, y
que se atribuyen al azar, ¿no serían el efecto de una especie de
relaciones simpáticas?
Hay entre los seres pensantes lazos que
todavía no conocéis. El magnetismo es la explicación de esa ciencia que
más adelante comprenderéis mejor. .
¿A qué se debe la repulsión instintiva que a primera vista experimentamos hacia ciertas personas?-
Espíritus antipáticos, que se adivinan y se reconocen sin hablarse.
La antipatía instintiva ¿denota siempre una condición malvada?-
Dos Espíritus no son por fuerza malos porque no simpaticen el uno con
el otro. La antipatía puede nacer de una falta de similitud en la
manera de pensar. Pero, a medida que se elevan, los matices se van
borrando y la antipatía desaparece.
La antipatía entre dos personas ¿nace primero en aquella cuyo Espíritu es peor, o en la otra, cuyo Espíritu es mejor?-
En una y en otra, pero las causas y efectos son diferentes. Un
Espíritu malo siente antipatía por cualquiera que pueda juzgarlo y
desenmascararlo. Al ver a una persona por primera vez, sabe que va a ser
desaprobado por ella. Su distanciamiento se trueca en odio, en envidia,
y le inspira el deseo de hacer el mal. El Espíritu bueno experimenta
repulsión hacia el malvado, porque sabe que éste no le comprenderá y que
no comparten iguales sentimientos. Pero, apoyado en su superioridad, no
siente hacia el otro ni odio ni envidia. Se limita a evitarlo y
compadecerlo.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS. ALLAN KARDEC.
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La Vida es...
La Vida, es un reto. ¡Afróntala!
La vida es un eterno dejar ir solamente con las manos vacías, podrás agarrar algo nuevo.
La vida es Amor.¡Vívela honesta y profundamente !.
La vida es esperanza. ¡ Nunca la pierdas !.
La vida es un eterno dejar ir solamente con las manos vacías, podrás agarrar algo nuevo.
La vida es Amor.¡Vívela honesta y profundamente !.
La vida es esperanza. ¡ Nunca la pierdas !.
La Vida es un camino. ¡ Camina siempre hacia delante !.
La Vida es creer. ¡ Nunca dejes de hacerlo !.
La Vida también es muerte. Morir un poco cada día. ¡ Debes estar consciente de eso !.
La vida es aprender siempre, en todas partes y hasta el final.
La Vida es un regalo. Debes estar siempre agradecido por ello.
La Vida es amistad. ¡ Cuídala !.
La Vida es hermosa. ¡ Abre bien los ojos !.
La Vida es Verdad. ¡ Nunca la traiciones !.
*La Vida es emocionante. ¡ Mantente curioso !.
La Vida tiene una meta. ¡ Trata de llegar a ella !.
Fuente: Un Rincón del Alma
La Vida es creer. ¡ Nunca dejes de hacerlo !.
La Vida también es muerte. Morir un poco cada día. ¡ Debes estar consciente de eso !.
La vida es aprender siempre, en todas partes y hasta el final.
La Vida es un regalo. Debes estar siempre agradecido por ello.
La Vida es amistad. ¡ Cuídala !.
La Vida es hermosa. ¡ Abre bien los ojos !.
La Vida es Verdad. ¡ Nunca la traiciones !.
*La Vida es emocionante. ¡ Mantente curioso !.
La Vida tiene una meta. ¡ Trata de llegar a ella !.
Fuente: Un Rincón del Alma
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Aunque
tengamos el corazón destrozado, sonriamos. La sonrisa aunque no nos
llegue a los ojos, hace que ciertas hormonas sean creadas por nuestro
cerebro que nos harán sentir mejor. Lo mejor de todo esto es que es
gratis y esta terapia tan eficaz es gratuita.
-Mercy Ingaro-
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LA HUMILDAD DE SER HOMBRE
JOSE SANCHEZ JIMENEZ
La
vida es el gran maestro del hombre, y como gran maestro, pone a
disposición de todos sus discípulos, su inagotable capacidad de
sabiduría.
De él recibimos cada día, cada momento, una lección para nuestro aprendizaje en el gran oficio de ser hombre humilde.
Se
extienden estas lecciones a todos los órdenes de la vida, pero
principalmente, son las lecciones de observación, de percepción, de
sensibilidad. Y, no podemos sacar buen provecho de ellas si no somos
buenos y atentos observadores, perceptores y sensibles a todo cuanto nos
rodea. Porque, si no observamos, no percibimos, y si no percibimos no
sentimos, y sin sentimiento, la vida no tendría sentido.
Queda
bien probado este hecho, no ya en el sentimiento que posee todo ser
humano, por ser un ser racional, sino en el profundo sentimiento que
existe en todo ser irracional o animal por feroz que éste sea. Es decir,
que el sentimiento es fundamento primordial para el progreso humano.
Por
eso, las lecciones más importantes que nos hace aprender el sabio
maestro, que es la vida primero que ninguna, son las del sentimiento,
porque es la que más falta nos hace para nuestra completa y mejor
formación de hombre.
Para
desgracia de todos, son éstas las lecciones menos asimiladas, menos
percibidas por la generalidad de los hombres; son las que pasan
constantemente junto a nosotros sin fijar en ellas los ojos de la
sensibilidad que son los que recogen con mayor exactitud las realidades
de la vida.
Por
el contrario, las lecciones captadas con los ojos de la cara, con los
ojos materiales, dejan mayor impresión en nosotros y somos arrastrados
por ellas porque éstas suelen ser de mayor agrado a los apetitos, deseos
o pasiones del cuerpo.
Por
otra parte también recibimos en la vida las llamadas lecciones
intelectuales y técnicas. Para mi concepto, éstas son el complemento de
las anteriores. No obstante las anteponemos a ellas en la creencia de
que las lecciones intelectuales son las principales y más importantes
para el progreso del hombre.
Si
como progreso entendemos solamente los conocimientos que se adquieren
por el estudio de las ciencias y las artes, desde luego que sí; pero, si
el conocimiento de la ciencia lo entendemos como complemento del
progreso del hombre que ya de por sí es ciencia, sabiduría y
entendimiento en su forma espiritual según la elevación adquirida por
cada cual, llegaremos a la lógica conclusión de que el hombre progresa
porque es causa y no efecto de la ciencia; porque es espíritu antes que
materia.
Soy
de los convencidos de que en el fondo de cada ser humano existe una
gran porción de bondad, de predisposición a lo bueno, a lo razonable, a
lo justo, ya que el ser esencial es el espíritu y éste procede de la
inmaculada fuente del bien; pero al mismo tiempo, también lo estoy de
que la mayoría de los seres humanos hacemos poco aprecio, poco uso de
esas virtudes, porque tenemos la creencia de que no son agradables, que
no satisfacen las necesidades del cuerpo.
Esta
creencia es el producto de un error, y, como todas las cosas, tiene su
causa en el desconocimiento de los placeres espirituales, producidos por
la admiración de las cosas con los ojos del espíritu, que son los que
nos trasmiten dichos placeres a través del sistema nervioso que es
conductor de los placeres espirituales y materiales a la vez; pero en
esta transmisión nos cabe a cada cual la obligación de distinguir estas
sensaciones, estos placeres, porque el cuerpo material precisa y siente
necesidades y placeres totalmente distintos a los placeres y necesidades
del espíritu.
Por
conducto del sistema nervioso, nos damos cuenta de la necesidad de
comer, beber, dormir; sentimos el frío, el calor, el dolor y las
sensaciones de agrado o desagrado que percibimos por el paladar, el
olfato o la vista. De todas estas sensaciones rechazamos las que no nos
agradan y nos quedamos con las que nos agradan.
Pues,
exactamente igual ocurre con las sensaciones espirituales, las
recibimos a través de los nervios, éstos nos las transmiten al corazón y
este las pasa al cerebro, que es el encargado,
valiéndose de la inteligencia, que no tiene forma material, de
transformarlas en acciones y obras. En la realización de esas obras y
acciones está la parte directamente responsable del hombre. Por ellas,
por las obras y acciones que realizamos, queda reflejado y comprobado
quienes somos, porque con ellas demostramos si somos modestos u
orgullosos; si somos sinceros o hipócritas; si leales o falsos; si
tolerantes o intransigentes; si bondadosos o egoístas, virtudes y
defectos adheridos al hombre como la sombra al cuerpo, y que le acusa
como un severo fiscal que posee todas las pruebas acusatorias.
El
hombre no quiere darse cuenta de este peso acusatorio, que, a través de
los años de cada cual, se van acumulando y forman un pesado legajo en
nuestra conciencia, cuyo peso no nos deja vivir tranquilamente, los que
llamamos últimos días de nuestra vida porque los años juveniles los
pasamos con más irresponsabilidad, por lo que cometemos mayores
desaciertos, ya que todas las cosas las vemos de color de rosa y las
basamos en ilusiones vanas.
Cuando
los años han pasado sobre nosotros y vemos la vejez acercarse, es
cuando nos quisiéramos descargar del peso de nuestros errores, del peso
de nuestras culpas. Por esta razón es por lo que el resto de la
existencia la pasamos intranquilamente, en la mayoría de los casos,
deseando que la muerte nos alivie de dicho peso. El deseo de morir es el
mayor error que podemos cometer en nuestra vida, ya que la muerte es
continuación y no fin de la existencia, y con ella no descansamos, sino
que continuamos la marcha emprendida hacia nuestra propia regeneración,
nuestra propia elevación y salvación.
Para
llegar al punto de salvación no hay otros medios y procedimientos más
sencillos y prácticos que los imperecederos que el gran maestro Jesús
enseñó en el sermón de la montaña: «Amaos los unos a los otros y no
quieras para otro lo que no quieras para ti.
Son
estas palabras sencillas, pero profundas y sabias. Por su sencillez
pueden penetrar en todos los corazones y cerebros humanos, por su
filosófica sabiduría son insustituibles como procedimiento de salvación y
convivencia humana.
En
todos los tiempos han aparecido muchas doctrinas filosóficas con los
sanos propósitos de redención y emancipación de la sociedad, pero
ninguna, hasta hoy, ha conseguido su propósito de imponerse, ni tampoco
el de eliminar aquella fértil semilla sembrada en el huerto del olivo,
sino que, por el contrario, se van eliminando unas a otras a medida que
los hombres van comprobando sus fracasos, y. las reponen o cambian por
otras que pronto terminan también por agotarse o desaparecer, y, así, de
esta manera ininterrumpida y errónea van los hombres desgastando sus
fuerzas físicas, morales y espirituales, sin conseguir un resultado
positivo que libre a la humanidad del peligro de destrucción que sobre
ella se cierne.
Tiene
el hombre en sus manos el poderoso instrumento de salvación contra ese
peligro, pero el hombre cierra los ojos y no quiere verlo; no quiere ver
que ser hombre es cosa humilde; no quiere admitir que mientras no
emplee el arma de la humildad y no el de la soberbia y el egoísmo no
puede haber paz ni seguridad en los bienes ni en las almas; no quiere
comprender ni conocer que lo más grande, sabio y poderoso es saber
valorar la humildad de ser hombre ante Dios, ante los demás hombres y
ante sí mismo.
Humildad
ante Dios como prueba del conocimiento de su sabiduría, de su justicia,
de su amor, de su infalibilidad, de su omnipotencia; humildad ante los
demás hombres en prueba del reconocimiento de que todos somos hermanos
eternos y como tales nos debemos un recíproco amor, sin el cual no
existe la forma de convivencia humana de la que tanto se habla ahora; y,
humildad ante uno mismo, como prueba de conformidad de nuestra
condición de hombres, que reconocemos la soberanía de las LEYES DIVINAS y
nos encontramos dispuestos a cumplirlas, como único medio de salvación y
felicidad humana.
Tomado del Congreso Nacional de Espiritismo 1981
Publicación De La Asociación Parapsicològica
Villenense
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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