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viernes, 14 de febrero de 2014

CAMBIOS


CAMBIOS

Al describir la naturaleza siempre cambiante de la vida, el Dalai Lama explicó:
-Es extremadamente importante investigar los orígenes del sufri­miento, saber cómo surge. Para iniciar ese proceso se ha de ser cons­ciente de la naturaleza cambiante de nuestra existencia. Todas las cosas, acontecimientos y fenómenos son dinámicos, cambian a cada momento; nada permanece estático.
 Meditar sobre la circulación sanguínea puede servimos para reforzar esta idea: la sangre está fluyen­do constantemente, nunca se está quieta. Y puesto que es propio de la naturaleza de todos los fenómenos el cambiar continuamente, con­cluimos que a las cosas les falta capacidad para perdurar, para seguir siendo lo mismo.
Y si todas las cosas se hallan sujetas al cambio, nada existe en un estado permanente, nada es capaz de programarse para permanecer. Por tanto, todas las cosas se encuentran bajo el poder o la influencia de otros factores.
Nada durará, al margen de lo agrada­ble o placentera que pueda ser la experiencia. Esto se convierte en la base de una categoría de sufrimiento conocida en el budismo como el «sufrimiento del cambio».

Tomado del libro “DALAI, ARTE Y FELICIDAD”
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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EXISTENCIA TERRESTRE
(Emmanuel)
Muchos compañeros en el mundo se preguntan hoy por el sentido de la vida.
Muchos científicos responden que la vida es un punto de interrogación.
Varios poetas afirman que se trata de una sucesión de adioses.
Criaturas inmaduras de entendimiento la interpretan por una fiesta sin lógica, apropiándose de los placeres inmediatos; y los pesimistas aseveran que todo o nada, como si de nada pudiésemos formar alguna cosa.
La Tierra, no obstante, es una escuela de vida y, en las múltiples clases en que se subdivide, cada alumno o espíritu inmortal usa el cuerpo físico, deseando alcanzar determinados fines:
Ese vino a aprender enseñando;
Otro llegó para dirigir el trabajo;
Otro aún se integra en los cuadros de lo subalterno a fin de pulirse;
Aquel es repetidor de lecciones en las cuales fallo en otra época; Otro es llamado a la revisión del propio comportamiento;
Y aquel otro, todavía se ve obligado al reencuentro con amigos que un día fueron adversarios, con el fin de remodelar con ellos la armonía necesaria para la construcción del bien.
Deja que la reencarnación te ilumine la mente con las realidades que nos presiden los caminos evolutivos y observarás la sabiduría que nos rige la existencia en cualquier plano del universo.
La cuna es tu ficha de entrada en la escuela en la cual te perfeccionarás.
Con el núcleo familiar dispones de las personas concretas y de los problemas que te piden respeto.
En el panorama social en que te mueves tienes la oportunidad de servicio que te solicita demostraciones de aprovechamiento y valor.
En las pruebas y dificultades del día a día posees el esquema de las tareas de mejoría y elevación.
Por lo que sientes, sabes con claridad en qué materia se te exige una aplicación más intensa.
Y, por los que te rodean, reconoces a los compañeros de fatigas o verificas cuales son los compañeros más íntimos, con los que debes construir y aprender, servir y trabajar.
Piensa en la existencia terrestre como siendo una vida educativa, dentro de la vida imperecedera y, por medio de los obstáculos cotidianos, percibirás que te encuentras en un curso temporal de aprendizaje, mientras que los astros, en el cosmos, te harán sentir que, si te matriculaste en la escuela de la experiencia humana, estás igualmente en el camino de regreso al Hogar Mayor, donde te esperan las luces del Eterno Amanecer.
Del libro “Hora de testimoniar” de J. Herculano Pires 

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Miguel Vives
EL ESPIRITA EN EL MUNDO ACTUAL
La vida es igual al Sol que nace y se pone, obedeciendo a determinado espacio de tiempo, para volver a renacer. Nada muere, esta es nuestra alegría. Todo vivió, vive y vivirá siempre. Dios es la realidad cósmica, sin disfraces, y el  espíritu es el movimiento divino que nunca se detiene. El sufrimiento se da la mano con la ignorancia, que es un ropaje  que el tiempo cambia por otro, comprometiéndose cada vez más, con la Verdad.
La Tierra está pasando por un periodo crítico de crecimiento. Nuestro pequeño mundo, cerrado en concepciones mezquinas y obtusos y estrechos límites, madura para el infinito. Sus fronteras se  abren en todas direcciones. Estamos  en vísperas de una Nueva Tierra y un nuevo Cielo, según las expresiones del Apocalipsis. El Espiritismo vino para ayudar la Tierra en esa transición.
La mayor realidad sustentadora de la vida es el Amor. El Amor Dios presente en la Tierra, es el canal de la Vida, es la Verdades dividiéndose de acuerdo con nuestras necesidades. El deber del hombre es seguir a Dios  con fe y coraje y con la dinámica apropiada al crecimiento de todos los sentimientos que coinciden con los preceptos mencionados por la Buena Nueva del Reino de Dios.
Dios nuestro Padre nos rodea de bendiciones,  las cuales nos hacen comprender  los medios para liberarnos de los enemigos, no solamente de aquellos que, por nuestra flaqueza, creemos que lo sean, sino que además, nos entrego a Jesús, para hacernos santos, para volvernos espíritus superiores, como ciudadanos universales, dignificando  la propia vida por el Amor y por la Gracia.  Sin embargo, sin luchar  con ciertos enemigos existentes  dentro de nosotros, se hace imposible alcanzar esa misericordia, esa felicidad. Tales demonios se llaman odio, venganza, envidia, celos, mal querer, estupidez, maledicencia, orgullo. Nuestro esfuerzo debe ser en el sentido de no hacer a los otros lo que no aceptamos para nosotros. Seremos redimidos, esto es propio de la justicia divina; con todo, esa redención tiene un precio bastante alto en el cambio de la ley: el esfuerzo propio. Fuera de eso, ¿Cómo liberarnos de la ignorancia? Dios derrama todo el bien sobre las criaturas de la Tierra. No obstante, cada uno asimila de acuerdo con su capacidad. ¿Él daría a unos más que a otros?  ¡No!... Nosotros somos  los que no soportamos bendiciones mayores de las que recibimos de las manos del Divino Donador.
Todas las cualidades están dentro de nosotros.  Las puertas  para el infinito se abren dentro del corazón, por medio de la lucidez racional. La facultad de ver no constituye  la ideal, sino la que nos muestra el cielo  y que nos vuelve Ángeles. La verdadera esperanza es la certeza absoluta  que sentimos dentro del alma. Esta es la mayor videncia de todos los tiempos.  La herencia a que estamos predestinados, por la misericordia del Señor, es la herencia divina, que la polilla no corroe, ni el tiempo consume, ni la herrumbre deshace. Es la herencia de la tranquilidad de conciencia, es la riqueza de la alegría, es la abundancia de la felicidad. Consiste en alimentar la fe , la confianza en las promesas del Evangelio y la lucha de cada uno contra su naturaleza inferior, venciendo las dificultades que ellas nos imponen, con eso lograríamos la paz en el corazón. Esa es la garantía de nuestra herencia en Cristo. Es la mayor realidad  que podemos alcanzar  en el mundo: conocernos a nosotros mismos  conociendo a Cristo, que vive fuera  y dentro  de cada uno.
Procuremos, pues, comprender  nuestra responsabilidad de espiritas, en todos los sectores de la vida contemporánea. No somos espiritas por acaso, ni porque precisamos  del auxilio de los Espíritus para la solución de nuestros problemas  terrenales. Somos espíritas  porque asumimos en la vida espiritual graves responsabilidades  para esta hora del mundo. Tenemos que ayudarnos a nosotros mismos, ampliando nuestra comprensión del  sentido  y de la naturaleza del Espiritismo, de su importante misión en la Tierra. Nuestro deber es ayudar al Espiritismo a cumplirla.
El mundo actual está lleno de conflictos. El crecimiento de la población, el desarrollo económico, el progreso científico,  el mejoramiento técnico y la profunda modificación de las concepciones  de la vida y del hombre,  nos coloca  delante  de una situación de asustadiza inestabilidad.  Sin embargo, el Espirita  no tiene el derecho de temer  y asustarse, ni huir de sus deberes entregándose  a los instintos. Su deber es uno solo: luchar por la implantación del Reino de Dios en la Tierra.
Pero nos preguntamos: ¿Cómo luchar, cual es el campo de batalla, que armas debe utilizar el espirita?  La lucha espirita es incesante. Sus frentes de batalla  comienzan en su propio interior y van hasta los límites del mundo exterior. Más para todo eso el espirita no está solo,  pues cuenta con el auxilio  constante  de los Espíritus del Señor, que presiden la propagación y el desarrollo del Espiritismo en la Tierra.
Una de las armas  de la que puede servirse el espirita más eficaz es la oración, así nos lo enseña Kardec, proclamó León Denis y acentuó Miguel Vives. La oración verdadera, que brota de nuestro interior,  como el agua transparente que brota de la fuente de las entrañas de la tierra. Ella nos calmará el corazón inquieto y nos aclarará los caminos del mundo. El espírita no puede poner en duda el valor de la oración, tan pregonado por el Espiritismo.
El espirita tiene que enfrentar el mundo actual con la confianza que el Espiritismo le da, esa confianza racional en Dios y en sus admirables leyes, que rigen las constelaciones atómicas en el seno de la materia y las constelaciones astrales en el seno del espacio infinito.
El mundo actual es el campo de batalla del espirita. Más también su oficina, aquella oficina donde forja un mundo nuevo. Día a Día debe batir el espirita  en la bigornia  del futuro. A cada día que pasa, un poco de trabajo habremos hecho. Somos los constructores de nuestro propio futuro, somos auxiliares de Dios en la construcción del futuro del mundo. Si el espírita , recula, si teme, si vacila, puede comprometer  la gran obra. Nada debe perturbar nuestro trabajo en las filas del Espiritismo, en la turbulenta más promisora oficina del mundo actual.
El espirita es el consciente constructor de una nueva forma de vida humana en la Tierra y de vida espiritual en el Espacio; nuestra responsabilidad es proporcional a nuestro conocimiento de la realidad, que la nueva Revelación nos dio; nuestro deber es afrontar las dificultades actuales y transformarlas en nuevas oportunidades de progreso, no puede ser olvidado un momento siquiera; debemos cumplir con nuestro deber.
Cristo nos dio vida, cuando estábamos muertos en la ignorancia y en el error, a través de la Doctrina espirita,  vino, por misericordia de todas las instancias  de los cielos, para mostrarnos los caminos por los que deberíamos andar,  y, por encima de todo, para enseñarnos con habilidad  y mansedumbre, los preceptos liberadores, como  seguridad  para nuestra jornada evolutiva. Hagamos pues nuestra parte, levantemos nuestra moral, ayudando así, al surgimiento de la conducta ajena que se encuentra vinculada a la nuestra, por sintonía que nuestro corazón plasmo y la lluvia mental irrigo con el paso de los tiempos.
Si nos unimos a Cristo, comenzando en el templo intimo de nuestro corazón y lo hacemos un sagrado recinto espiritual comulgando con El a todas horas, todos seremos salvos por esa avalancha doctrinaria, diseminada por Aquel  que era desde el principio, nuestro Señor Jesucristo… su presencia dentro de nosotros es realmente  motivada de gloria, pues fuera del amor  no habrá solución para el mundo, ni para la humanidad. El Evangelio es  Dios manifestándose en la Tierra, como fuerza divina; nadie lo destruirá. El propio tiempo y el progreso son medios grandiosos para conservarlo y engrandecerlo para la eternidad, porque él es la concentración de todas las leyes y de todos los profetas. Es la síntesis reunida por Amor, en la expresión de un testamento que todo rebaño  y que todas las generaciones  heredaran. Fue hecho por Dios, por las manos de Cristo.
Jesús nos invita  al gran festín  de las Bodas Celestiales. Preparémonos con ilusión, entusiasmo y alegría, es la gran fiesta en donde la Humanidad entera está invitada,  el único requisito para poder acceder a ella, es procurarse el traje para ese festín de Bodas.
Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro “Francisco de Asís”  de Juan Nunes Mata  y del libro: “El tesoro de los Espiritas” de Miguel Vives.