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lunes, 9 de enero de 2012

Visiones en el momento de la muerte(1)


PRESENTACION
Sir William Barrett está considerado como uno de los investigadores más prestigiosos dentro de los fenómenos paranormales. Sus trabajos y observaciones, realizadas con objetividad y sentido crítico, le llevaron a afirmar públicamente su adhesión al Espiritismo, como ciencia experimental que demuestra la supervivencia del alma y la posibilidad de comunicación entre los mundos visible e invisible.
Barrett fue un hombre de grandes inquietudes, sistemático y meticuloso. Nació en 1845 y murió a la edad de 81 años (1926). Eminente físico, catedrático en la Universidad de Dublín, contribuyó con sus investigaciones en física a un logro de la humanidad tan esencial y que nos es tan familiar como es el teléfono

Introducción
Sabido es que existen muchos casos notables en los que una persona moribunda, poco antes de abandonar la tierra, cree ver y reconocer algún pariente o amigo difunto.
Sin embargo, hay que tener presente que las alucinaciones de los moribundos son muy frecuentes. No obstante, se han dado casos en que la persona moribunda ignoraba la muerte previa de la persona cuya imagen ve, y, por lo tanto, se asombra de hallar en la visión de su difunto pariente a una persona a quien el moribundo juzga todavía en la tierra.
La Srta. Barrett recibió un aviso urgente de la Dra. Phillips, médico permanente de la Casa, para que fuera a asistir a una paciente, la Sra. B., que estaba de parto y sufría una grave debilidad cardíaca. La Srta. Barrett acudió en el acto, y el niño nació sano y salvo, aunque la madre se hallaba en período de agonía. Después de visitar a otras pacientes, la Srta. Barrett volvió al departamento de la Sra. B., en donde tuvo lugar la siguiente conversación, que fue escrita poco después. 
Barrett:
Cuando entré en su departamento la Sra. B. me tendió las manos diciendo:
-Gracias, muchas gracias por lo que ha hecho usted por mi para que diera a luz. ¿Es niño o niña?
Luego, volviéndose de nuevo hacia la visión, añadió:
-No me deje, no se vaya, por favor.
Y a los pocos minutos, mientras el cirujano de la casa ponía en práctica algunas medidas para reanimarla, ella se quedó mirando hacia la parte vacía de la estancia, que estaba brillantemente iluminada, y dijo:
-¡Oh! No dejen que oscurezca. Está oscureciendo... Cada vez se pone más oscuro. Entonces se mandó llamar a su marido y a su madre. Súbitamente, la Sra. B. se quedó mirando con ansiedad hacia un punto de la estancia, mientras una sonrisa radiante iluminaba toda su fisonomía.
-¡Oh, qué hermoso, qué hermoso! -dijo.
-¿Qué es lo que es hermoso? -pregunté yo.
-Lo que estoy viendo -repuso ella en voz baja e intensa.
-¿Qué ve usted?
-Un resplandor sublime... seres maravillosos.
Difícil es describir la sensación de realidad que daba su intensa absorción en la visión. Luego -como si concentrara un momento su atención con más intensidad en un solo punto exclamó lanzando casi un grito de alegría:
¡Cómo! ¡Si es mi padre! ¡Oh, cuánto se alegra de que vaya! ¡Cuanto se alegra! Para ser perfecto sólo bastaría que w. (su marido) pudiera venir también.
Entonces se le llevó el niño para que lo viera. Ella lo miro con interés y luego dijo:
-¿Creen ustedes que debo quedarme por amor al niño? Luego, volviéndose de nuevo hacia la visión, añadió:
-No puedo, no puedo quedarme. Si ustedes pudieran ver lo que yo, sabrían que no puedo quedarme.
Pero se volvió a su marido, que ya había llegado, y dijo:
-No dejarás que se lleve el niño nadie que no lo quiera, ¿verdad?
Luego lo apartó suavemente, diciendo:
-Déjame ver el bello resplandor.
Yo me fui poco después y la comadrona me sustituyó a la cabecera. La Sra. B. vivió aún una hora y pareció conservar hasta el último momento la doble conciencia de las brillantes imágenes que veía y de las personas que la asistían a la cabecera. Por ejemplo: convino con la directora que su niño prematuro permaneciera en la Casa hasta que fuera lo bastante fuerte para poderlo criar en un hogar.
La Dra. Phillips, que se halló presente, después de leer las anteriores notas me escribe diciéndome que "coincide en absoluto con el relato de la Srta. Barrett".
La prueba más importante, sin embargo, es la facilitada por la directora del hospital, que ha enviado el siguiente relato:
Yo me hallé presente poco antes de que muriera la Sra. B. en unión de su esposo y su madre. Su esposo estaba hablándole inclinado sobre ella, cuando la Sra. B. le apartó (1) diciendo: "¡Oh, no lo tapes! Es muy hermoso." Luego, volviéndose hacia mí, que me encontraba al otro lado de la cama, añadió: "¡Oh! ¿Cómo está ahí Vida?", refiriéndose a una hermana suya de cuya muerte, ocurrida tres semanas antes, no se le había hablado.
Posteriormente, la madre, que se halló presente a esto, me dijo, como ya he indicado, que Vida era el nombre de una hermana de la Sra. B., cuya enfermedad y muerte ignoraba ésta por completo, ya que ellos habían cuidado de que no supiera la noticia a causa de la gravedad de su estado. ( continúa en el siguiente)....
William Barret                                                                  Adaptación; Oswaldo E. Porras Dorta

"Cada día es una bendición nueva que Dios te concede, dándote una prueba de amor"
- Juana de Angelis-

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