Sigue avanzando
Ya en camino, sigue avanzando.
Si todos te abandonan, sigue tu marcha.
Si en tu derredor crecen las tinieblas, existe una razón más para que tú mantengas encendida la pequeña llama de tu fe.
No dejes que esa luz se apague, para no quedarte en tinieblas.
Ilumina con tu luz las tinieblas que te rodean.
Minutos de Sabiduría
C Torres Pastorino
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COMENTANDO EL EFECTO DE LA ORACIÓN EN LAS SESIONES MEDIUMNICAS.
Cada estrella que brilla en el cielo nos enseña una lección; cada tumba que se cava
en la tierra fría nos da un aviso. La existencia terrestre pasa como una sombra,
pero la vida celeste es infinita. En cambio, nuestras vidas humanas, por muy cortas
que sean, pueden ser fecundas para nuestro progreso; pese a su carácter precario
, ellas forman los materiales con cuyo auxilio se edifican nuestros destinos; ellas
son como piedras que componen el inmenso edificio del futuro del alma.
Esforcémonos, por tanto, en pulir esas piedras, tallarlas y esculpirlas, para
con ellas construir un monumento de líneas puras, de formas grandiosas y
armoniosas.
Vivimos en una época notable en la Historia del mundo. El universo desconocido
e invisible levanta, lentamente, los velos que nos ocultaban sus mayores
secretos. Fuerzas de una potencia incalculable se han revelado, y el hombre, con
creciente éxito, trabaja para su aplicación.
El pensamiento de lo Alto sobrepasa, en energía, a todas las fuerzas de la
Tierra, pero para que se comunique con los humanos es preciso ofrecerle condiciones
favorables.
La plegaria es un grito del corazón, la suplica ardiente, la improvisación
calurosa que comunica impulsión irresistible a nuestras energías ocultas.
La plegaria es, para las religiones, una fuente preciosa para elevar y mejorar al
ser humano, pero la práctica se convierte en banal, si ella deja de ser ese impulso
espontáneo del alma, que le hace vibrar las cuerdas profundas.
En las sesiones espíritas donde no existe ni el recogimiento ni unión de pensamientos
o unión de fuerzas, se crean corrientes diversas y frecuentemente opuestas que
forman como una tempestad de fluidos, en la cual las entidades elevadas sienten
un real malestar e incluso un sufrimiento que paraliza su acción. Por otra parte, los
espíritus inferiores, de vibraciones bajas, ahí se complacen y proceden tanto más
fácilmente por cuanto son más groseros, más cercanos a la materia. Pero su influencia
es perjudicial para los médiums, a quienes desgastan y desequilibran con el correr del
tiempo.
Todos los que, por el estudio del mundo invisible, en sus contactos con el Más Allá,
buscan las certezas que fortalecen y consuelan, las grandes verdades que iluminan
la vida, trazan el camino a seguir, fijan el objetivo de la evolución; todos los que
buscan adquirir las fuerzas espirituales que sostienen en la lucha y en la probación,
que nos preservan de las tentaciones de un mundo material y engañador, deben unir
sus pensamientos, oraciones y voluntades, deben hacer surtir de sus almas esas
corrientes poderosas y fluídicas que atraen hacia vosotros a las entidades
protectoras y a los amigos fallecidos. Si sabéis perseverar en vuestras peticiones, en
vuestras pesquisas, en vuestros deseos, ellas se acercarán; esas almas, y sus
consejos, enseñanzas y ayudas se derramarán sobre vosotros como un rocío
bienhechor. En esa comunión creciente con lo invisible, gozaréis de una vida
nueva y os sentiréis reconfortados, regenerados.
Y si, por vuestra asiduidad y fe, obtenéis bellos fenómenos y notables facultades
psíquicas, no os volváis vanidosos, y aceptadlos con reconocimiento, humildad y
hacedlos servir para vuestro perfeccionamiento moral. Recordad que la presunción
es como una muralla que se interpone entre nosotros y las influencias de lo
Alto, tal como dijo Bernardino de Saint-Pierre:11 “Para encontrar la verdad, es
preciso buscarla con el corazón puro”. Y aún añadiré estas palabras de las
Escrituras: “Dios les dio a los pequeños y a los humildes lo que negó, a veces, a
los poderosos y a los sabios”.
Sobre la oración, hemos preguntado a las entidades protectoras si las realizadas en
conjunto son más poderosas y eficientes que la oración aislada. Nos contestaron
que la oración en conjunto, hecha en las iglesias, no tiene siempre la
coordinación necesaria para alcanzar un fin elevado; frecuentemente ella se pierde
en el Espacio, antes de alcanzar las esferas divinas. Sería preciso que de cada alma
emanase una plegaria que tuviese el mismo objetivo: plegaria para los infelices,
con la intención de aliviar sus males; plegaria para los que tienen necesidad de
evolucionar, etc.
La oración está generalmente marcada por un pequeño sentimiento de egoísmo; ella,
con frecuencia, pide a Dios ventajas personales. Aun cuando no alcance el fin
pretendido, la oración contribuye a sanear la atmósfera, a mejorar el ambiente de los
mundos inferiores.
Cuando la plegaria en conjunto se hace en buenas condiciones, ella reacciona
contra las vibraciones materiales. Bajo este punto de vista, las religiones tienen su
utilidad. La plegaria genera la fe que inspira las acciones grandiosas y nobles. Es la
fe esclarecida que nos acerca a Dios, foco radiante de vida, de sabiduría y de amor.
La práctica del Espiritismo no debe solamente proporcionarnos las lecciones del Más
Allá, la solución de los graves problemas de la vida y de la muerte; ella puede
además enseñarnos a poner nuestras propias radiaciones en armonía con la vibración
eterna y divina, a dirigirlas y disciplinarlas. No olvidemos que es mediante un
ejercicio psíquico gradual, una aplicación metódica de nuestras fuerzas, de nuestros
fluidos, de nuestros pensamientos y de nuestras aspiraciones, como preparamos
nuestro papel y nuestro futuro en el mundo invisible; la actuación y el porvenir
que serán mayores y mejores a medida que conseguimos hacer de nuestra alma un
foco más radiante de fuerzas, de sabiduría y de amor.
Es preciso vencer el mal en sí, a fin de hacerse apto para combatirlo y vencerlo en
el orden universal. Es preciso convertirse en un espíritu radiante y puro, para
asimilar las fuerzas superiores y aprender a utilizarlas.
Es solamente en esas condiciones como el ser se eleva, de peldaño en peldaño,
hasta las alturas espirituales donde resplandece poderosa, la obra eterna e infinita.
EXTRAIDO DEL LIBRO DE “LEÓN DENIS” Espiritismo y las Fuerzas Radiantes.
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Una parte de los hombres obra sin
pensar ,la otra piensa sin obrar.
Hugo Foscolo
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Hola amigos, hoy alzamos nuestro sentir al Padre para que nos de la inspiración, para
que sustentemos la luz del amor y del conocimiento, en el seno de las tinieblas, tal como
nos es necesario mantener el remedio en el foco de la enfermedad.
Cuanto más esclarecidos seamos mayor es nuestra responsabilidad, dentro y fuera de la
Tierra. Nuestros actos tejen las alas de liberación o las cadenas de cautiverio, para
nuestra victoria o nuestra derrota.
El Cielo representa una conquista pero no una imposición. Somos casi la mayoría de los
seres de la Tierra espíritus endeudados, con la obligación de darlo todo a favor de nuestra
propia evolución. Por eso debemos comenzar, los que deseamos esa reforma, articulando
ideas redentoras y edificantes, favoreciendo así la construcción de nuestro futuro.
Disculpando a los que nos ofenden, con el propósito sincero de pedir perdón a nuestras
victimas. Cultivando la oración en servicio a nuestro prójimo, reconociendo el genio bueno
que nos auxilia, exigiéndonos el mayor esfuerzo.
Solo cuando se modifican las ideas, logramos modificar nuestra situación. Pero esto no es
fácil, nuestras creaciones mentales son preponderantes, fatalmente, en nuestras vidas.
Nos liberan cuando se enraízan en el Bien que sintetiza las Leyes Divinas, y, nos
encarcelan, cuando se afirman en el mal que expresa la delincuencia responsable,
envolviéndonos por tal razón, en el lado sutil de la culpa, pues aun disfrutando de la
posibilidad de ausentarse del ambiente del crimen, el pensamiento del criminal está
prendido al ambiente y a la propia sustancia de la falta cometida. El pensamiento
actuando en forma de onda, con una velocidad muy superior a la de la luz, actúa y
reaccionan sobre nosotros como circuitos cerrados, y nos traen de vuelta, las sensaciones
desagradables, remanentes de nuestras obras infelices.
Debemos siempre los encarnados orar por los desencarnados es para ellos un beneficio
concreto y piadoso, de la simpatía y del socorro que le debutamos, y que les sirve de ayuda
y consuelo.
Es necesario que cuando nos dispongamos para orar, mantengamos el corazón y la mente
libres de cualquier idea o sentimiento indignos de la reverencia y de la confianza que nos
compete dedicar a la Divina Providencia, confraternizando unos con otros.
Por la energía creadora del amor, que asegura toda la estabilidad del Universo, el alma,
perfeccionándose, busca siempre los placeres más nobles. Por tanto, tenemos el placer de
ayudar, de descubrir, de purificar, de redimir, de iluminar, de estudiar, de aprender, de
elevar, de reconstruir, y de toda una infinidad de placeres, concordantes con las más
santificantes estados del espíritu. De ese modo, encontramos almas que se aman
profundamente, produciendo inestimables valores para el engrandecimiento del mundo,
sin tocarse jamás una a las otras, desde el punto de vista fisiológico, aunque permutan
constantemente los rayos quintaesénciales del amor, para la construcción de las obras a
que se aficionan. Sin duda, el hogar digno, santuario en el que la vida se manifiesta en la
formación de los cuerpos benditos para la experiencia del alma, es una institución
venerable sobre la cual se concentran las tentaciones de la Providencia Divina, mientras
tanto, junto a el, disponemos igualmente de las asociaciones de seres que se aglutinan
unos con otros, en los sentimientos más puros, a favor de las obras de caridad y de
educación. Las facultades del amor, generan formas sublimes para la encarnación de las
almas en la Tierra, pero también crean los tesoros del arte, las riquezas de la industria, las
maravillas de la Ciencia, las fulguraciones del progreso… nadie atesora las empresas de la
evolución, a solas. En todas las empresas de perfeccionamiento moral, encontramos
espíritus afines que se buscan, reuniendo las posibilidades que les son propias, en la
realización de emprendimientos que levantan a la Humanidad, de la Tierra hacia el Cielo.
El propio Cristo, Nuestro Señor, para asegurar los cimientos de su apostolado de redención, llamó así los compañeros de la Buena Nueva que, aunque al principio no comprendiesen su excelsitud,
se hicieron apóstoles suyos sin temor alguno, sellando con el Maestro inolvidable un
contrato de corazón a corazón, por intermedio del cual lanzaron los fundamentos del
Reino de Dios en la Tierra, en una obra de abnegación y de sacrificio que constituye, hasta
hoy, el más arrojado acontecimiento del amor, en este mundo.
Cada conciencia es una creación de Dios, y cada existencia es un eslabón sagrado en la
corriente de la vida en que Dios palpita y se manifiesta. Responderemos por todos los
golpes destructivos que hacemos vibrar en los corazones ajenos, y no tendremos reposo
mientras no concertemos, valerosamente, el servicio de reajuste.
Todos responderemos de los actos que efectuamos. En las caídas del campo genérico,
tenemos que tener en cuenta, por encima de todo, la crueldad mental que practicamos en
nombre del amor.
Nadie se eleva a pleno Cielo, sin el pleno reajuste en la Tierra, ya que la ascensión gradual
puede verificarse, aunque siempre invariablemente condicionada a nuestros meritos,
mediante las conquistas hechas. Cuanto más cielo haya interiormente en el alma, a
través de la sublimación de la vida, mayor debe ser la incursión del alma en los Cielos
exteriores, hasta que se realice la suprema comunión de ella con Dios, Nuestro Padre.
Ninguna felicidad ambiental será verdadera felicidad en nosotros, sin la implícita
aprobación de nuestra conciencia.
Amigos os deseo un feliz martes, que Dios nos bendiga, que sigamos intentando hacer
de nuestro propio mundo un mundo mejor, solo así podremos contribuir a un planeta
más armonioso. Un abrazo muy grande, con mucho amor y cariño de vuestra amiga
Merchita
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Obrar es fácil ,pensar es difícil ;obrar según
se piensa es aún mas difícil.
Goethe
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CIENCIA Y ESPIRITISMO
El Espíritu y la locura
La observación de que algunos trastornos mentales, como la esquizofrenia y la psicosis maníacodepresiva,
mostraban una carga familiar, procede de siglos atrás. La investigación genética empezó a interesarse por los
trastornos psiquiátricos en la segunda mitad del siglo XX, a partir de diversos estudios epidemiológicos que
mostraban la influencia que la herencia tenía en el desarrollo de los trastornos mentales. Uno de los estudios
pioneros en la demostración del componente hereditario en los trastornos psiquiátricos fue el realizado por el
grupo de Kety, en la década de los sesenta, sobre un grupo de esquízofrénicos adoptados que mostraban una
mayor incidencia de la enfermedad en los familiares biológicos de estos enfermos. Posteriormente se han
realizado numerosos estudios de epidemiología genética (estudios en familias, gemelos y adoptados) en
distintos trastornos mentales, que han confirmado y han permitido cuantificar la contribución genética en la
causa de los mismos. A partir de estos hallazgos, se empezó a aplicar en psiquiatría la tecnología de la genética
molecular, en un intento de identificar los genes causantes de las mismas. La atención se centró inicialmente en
patologías con una clara agregación familiar, como la esquizofrenia y el trastorno bipolar, que han sido objeto
de un mayor número de estudios. Posteriormente se han incorporado como objetivo
de la investigación genética otras entidades en las que se ha ido evidenciando un componente familiar, como el
alcoholismo, las demencias (en particular la enfermedad de Alzheimer), el trastorno obsesivo-compulsivo, el
trastorno
de pánico, la depresión o el trastorno antisocial de la personalidad, entre otros. Los estudios genéticos se han
extendido además a otras enfermedades en las que no está claramente establecida la existencia de una base
hereditaria, en ocasiones por ausencia de investigaciones sistemáticas, en los que el objetivo se centra más en la
búsqueda de claves sobre su fisiopatología que en el hallazgo de un patrón de herencia en las mismas. Así, en
los últimos años se ha extendido la investigación al estudio del autismo, los trastornos
del control de impulsos, el retraso mental, los trastornos alimentarios, y también la exploración de determinados
rasgos, conductas, capacidades psicológicas y sus variaciones, incluyendo cuestiones tan complejas como la
inteligencia o los rasgos de personalidad. En los últimos años se ha producido un importante desarrollo de la
investigación genética de los trastornos mentales y se ha reconocido un componente hereditario en muchos de
ellos. Sin embargo, la naturaleza compleja de estas patologías y otros factores de orden metodológico han
contribuido a que los resultados hasta ahora obtenidos no sean proporcionales al esfuerzo realizado. Los
hallazgos han puesto en evidencia la complejidad genética de estos trastornos, que no se ajustan a un modelo
de herencia mendeliano. A vista de los conocimientos actuales, parece que las enfermedades psiquiátricas
seguirían un modelo de herencia poligénico (múltiples genes) y multifactorial (producidas por múltiples factores,
tanto genéticos como ambientales), en el que podrían ser muchos los genes implicados en la etiopatogenia. La
ciencia opina que los factores ambientales tendrían según este modelo un papel destacado, y sería la interacción
compleja entre los factores genéticos y ambientales la que explicaría el desarrollo de estos trastornos, si bien
las técnicas disponibles en la actualidad no permiten por el momento esclarecer
El Espiritismo nos dice que cualquier gran preocupación intelectual puede acarrear la locura.
la naturaleza de dichas interacciones. El Espiritismo nos dice que cualquier gran preocupación intelectual puede
acarrear la locura. Ciencias, artes, y hasta la religión, aportan a ella sus contingentes. La locura tiene por causa
primera una predisposición orgánica del cerebro, que lo hace más o menos susceptible a ciertas impresiones.
Existiendo una predisposición a la demencia, ésta tomará el aspecto de la preocupación principal del individuo,
que se convierte entonces en una idea fija. Tal idea fija podrá ser la de los Espíritus, en quien se ha ocupado de
ello, como puede ser asimismo la de Dios, los ángeles, el diablo, la fortuna, el poder, un arte, una ciencia, la
maternidad o un sistema político o social. Es probable que el demente religioso se transforme en un demente
espírita, si su preocupación dominante ha
sido el Espiritismo, así como el demente espírita lo hubiera sido por otro motivo, según las circunstancias. Entre
las causas más numerosas de la sobreexcitación cerebral hay que incluir las desilusiones y desgracias, así como
los afectos contrariados, que son al mismo tiempo las causas más frecuentes de suicidio. Ahora bien, el
verdadero espírita contempla las cosas del mundo desde un punto de vista tan eleva-do, ellas se le muestran tan
pequeñas y mezquinas en compa-ración con el porvenir que le aguarda, la vida es para él tan corta y efímera
que las tribulaciones no son, a sus ojos, sino los incidentes desagradables de un viaje. Aquello que en otra
persona produciría una emoción violenta, a él le afecta medianamente. Sabe, además, que los pesares de la vida
son pruebas que concurren a su adelanto si las sufre sin murmurar, por cuanto se le recompensará según sea el
valor con que las soportó. Así pues, sus convicciones le dan una resignación que le preserva de la desesperación
y, por consiguiente, de una de las causas más comunes de locura y suicidio. Conoce también, por la prueba que
el ofrecen las comunicaciones con los Espíritus, la suerte que toca a aquellos que abrevian voluntariamente su
vida, y el cuadro que se le presenta es adecuado para moverlo a reflexión. De ahí que sea considerable el
número de personas que han sido detenidas en esa pendiente funesta. Es ese uno de los resultados del
Espiritismo. En la locura: ¿cuál es la situación del Espíritu? Pues, en estado de libertad, el Espíritu recibe
directamente sus impresiones y ejerce asimismo de manera directa su acción sobre la materia, pero, si se
encuentra encarnado, se halla en condiciones del todo diferentes y en la necesidad de hacerlo sólo con ayuda de
órganos especiales. Si una parte o el conjunto de tales órganos se ha alterado, su acción o sus impresiones, en
lo que a dichos órganos concierne, se ven
interrumpidas. Si pierde los ojos se vuelve ciego. Si se trata del oído, se torna sordo, etcétera. Ahora, figúrate
que el órgano que preside los efectos de la inteligencia y de la voluntad sea parcial o enteramente afectado o
modificado, y te será fácil comprender que, no teniendo ya el Espíritu a su servicio sino órganos incompletos o
desnaturalizados, de ello debe resultar una perturbación de la que el Espíritu –
El Espiritismo afirma que el 90% de los casos de locura, exceptuando aquellos que se originan por la infección,
degeneración o malformación, es producto de las consecuencias de las faltas graves que practicamos, con la
impaciencia o con la tristeza…
para consigo mismo y en su fuero interno– tiene perfecta conciencia, pero cuyo curso no es dueño de detener.
Entonces ¿es siempre el cuerpo y no el Espíritu el que está desorganizado? En efecto, pero no hay que perder
de vista que, así como el Espíritu obra sobre la materia, ésta reacciona sobre él en cierta medida, y el Espíritu
puede encontrarse momentáneamente impresionado por la alteración de los órganos por los cuales manifiesta y
recibe sus impresiones. Puede suceder que a la larga, cuando la locura haya durado mucho tiempo, la repetición
de los mismos actos termine por ejercer sobre el Espíritu una influencia de la que no es liberado sino después
de haberse separado por completo de toda impresión material. ¿Cómo puede la alteración del cerebro
reaccionar sobre el Espíritu después de la muerte? Es un recuerdo. Un peso oprime al Espíritu, y como no ha
tenido conocimiento de cuando ha ocurrido durante su demencia, siempre necesita cierto tiempo para volver a
ponerse al corriente de la situación. De ahí que, cuanto más haya durado su locura en vida, más durará su
molestia, el constreñimiento después de la muerte. El Espíritu desprendido del cuerpo sigue sintiendo durante
algún tiempo la impresión de sus ligaduras. El Espiritismo afirma que el noventa por ciento de los casos de locura,
exceptuando aquellos que se originan por la infección, degeneración o malformación, es producto de las
consecuencias de las faltas graves que practicamos, con la impaciencia o con la tristeza, es decir, mediante
actitudes mentales que imprimen deplorables reflejos a los que las acogen y alimentan. Una vez insta-ladas esas
fuerzas desequilibrantes en el interior, se inicia la desintegración de la armonía mental. Ésta a veces perdura, no
solo en una existencia, sino en varias, hasta que la persona se disponga, con fidelidad, a valerse de las
bendiciones divinas que le adornan, para restablecer la tranquilidad y la capacidad de
renovación que le son inherentes, en un bendito servicio evolutivo. Es imposible pretender la cura de los locos
mediante procesos exclusivamente objetivos. Es indispensable penetrar el alma y la médula de la personalidad,
mejorar los efectos ayudando a las causas; por consiguiente, no restauraremos cuerpos enfermos sin los recursos
del Médico Divino de las almas, que es Jesucristo. Los médicos harán siempre mucho, intentando rectificar la
disfunción de las células; no obstante, es necesario intervenir en los orígenes de las perturbaciones.
Al decir esto, no subestimamos el trabajo de los psiquiatras y psicólogos abnegados, que invierten su existencia
en la dedicación a los semejantes, ni decimos que todos los enfermos, sin excepción, no puedan recibir la ayuda
de los tratamientos médicos, tan necesarios en muchas personas, como una “ducha para los nervios sucios”.
Cuando tratamos a nuestros hermanos, que sufren lesiones del periespíritu, consecuencias vivas de sus actos,
registrados por la justicia universal, es indispensable, para asistirlos con éxito, remontarnos al origen de las
perturbaciones que les molestan; y esto se hará no mediante el psicoanálisis sino ayudándoles con la fuerza de la
fraternidad y del amor, para que alcancen la imprescindible comprensión de que deben cambiar, reajustando sus
propias fuerzas. La personalidad no es obra de la fábrica interna de las glándulas, sino producto de la química
mental. La medicina podrá hacer mucho con fármacos, como una ayuda rápida a los conjuntos celulares, pero no
sanará las lesiones del pensamiento. La genética, un poco hoy, un poco mañana, podrá interferir en las cámaras
secretas de la vida humana, modificando la armonía de los cromosomas, en el sentido de imponer determinadas
características físicas al embrión, pero no alcanzará la zona más alta de la mente, que mantendrá características
propias, independiente de la forma exterior o de las convenciones establecidas. La medicina inventará mil modos
de ayudar al cuerpo tocado en su equilibrio interno, por esa difícil labor, nos merecerá siempre una sincera
admiración y ferviente amor, pero debemos practicar la medicina del alma, que ampare al espíritu envuelto en las
sombras.
Wellington Bossi y Jonathan Levy
Bibliografía: Libro de los Espíritus, Mundo Mayor, entre otros.
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