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martes, 10 de junio de 2014

La Avaricia

LA AVARICIA


Delante del Cosmos exuberante y generoso, con infinitas posibilidades de progreso y de engrandecimiento de valores, el ser humano solamente se manifiesta con mezquindad y avaricia, porque está preocupado por la posesión efímera, que  le parece ser la que le garantiza la perennidad de la vida y le dará seguridad existencia.

La avaricia es una fuerza, casi incoercible porque es ascentral, afirmada en el ego,  que responde por los conflictos sociales  y económicos, políticos y psicológicos, que arrastra a muchas personas  a la desesperación, esclavizando los sentimientos y las aspiraciones  por la posesión, que se expande en el área de la afectividad como herencia patriarcal considerando   que todo lo que se encuentra a su alrededor es de su propiedad. En este sentido, la familia, los amigos, los objetos son siempre suyos, sin que a su vez, se permita donar a los otros.

Jesús cuando fue procurado  por un hombre que Le pide  que recomiende a su hermano para que comparta con él la herencia que era motivo de litigio entre los dos, el Maestro le respondió: “Tened el cuidado de preservaros de toda avaricia, por cuanto, sea cual sea la abundancia en la que el hombre se encuentre, su vida no depende de los bienes que posee.

Para tornar inolvidable la lección, narró entonces la parábola del rico que era dueño de tierras, y estaba empeñado en ampliar su fortuna  hasta el exceso,  y cuando ya no tenía lugar para almacenar más bienes, se propuso dormir y gozar,  y disfrutar de todo lo que le pertenecía, sin saber que aquella noche el Señor de la Vida tomaría su alma…

La avaricia es el afán excesivo de poseer y de adquirir riquezas para atesorarlas o la Inclinación o deseo desordenado de placeres o de posesiones.

La avaricia es uno de los pecados capitales, está prohibido por el noveno y décimo mandamiento.

“La avaricia (del latín "avarus", "codicioso", "ansiar") es el ansia o deseo desordenado y excesivo por la riqueza. Su especial malicia, ampliamente hablando, consiste en conseguir y mantener dinero, propiedades, y demás, con el solo propósito de vivir para eso”.

Dice Santo Tomás: Cuando el amor desordenado de sí mismo se convierte en deseo de los ojos, la avaricia no puede ser retenida. El hombre quiere poseerlo todo para tener la impresión de que se pertenece a sí mismo de una manera absoluta. La avaricia es un pecado contra la caridad y la justicia. Es la raíz de muchas otras actitudes: perfidia, fraude, perjurio, endurecimiento del corazón.

El instinto de conservación, se manifiesta en esa perversión que no hace más que exagerar el instinto de economía y ahorro.

La avaricia sobrepasa la precaución y la prudencia; es un vicio espiritual, puesto que ha dado lugar a la precaución de la precaución, y ambiciona no carecer de nada. La avaricia es la enfermedad del ahorro. A veces, este pecado es considerado como una virtud en razón de la modestia de vida del avaro y de su lógica ante el porvenir.

Teólogos y científicos han observado la psicología del avaro y han comprendido la perversión moral y psicológica de tal hombre. El avaro se aparta de los demás, se encierra en sí mismo y se impone una austeridad que va incluso en contra de sus necesidades vitales. Como menos de lo necesario, pierde horas de sueño (para velar su fortuna), vive en la obsesión del robo o del incendio.

El Evangelio (Mt, 6,24) dice “Nadie puede servir a dos patrones: necesariamente odiará a uno y amará al otro, o bien cuidará al primero y despreciará al otro. Ustedes no pueden servir al mismo tiempo a Dios y al Dinero”

He oído decir que una persona dominada por la avaricia  raramente es consciente de serlo, sin embargo esa ansiedad de tenerlo todo, ese apego fuerte y egoísta a los bienes materiales, lo hace una persona destacable en su forma de ser en el sentido contrario a los valores morales  del hombre de bien.

Para el avaro, su fin es juntar, acaparar, y es amigo de la conveniencia personal, y a pesar de que conviven a nuestro lado, nunca son amigos de alguien por amor.

La avaricia es un deseo enfermizo, de cualquier cosa, no solo de dinero, y es el acopio del egoísmo, y está ausente total de la bondad y generosida
d, y se niega a participar en las necesidades del prójimo.

El amado Maestro, no era juez, no imponía la ley, la vivía y la sufría, enseñando sumisión a los códigos, aun cuando eran injustos, con  el objetivo de estimular a cada ser  a ascender a los niveles superiores del pensamiento y de la conciencia, liberándose de cualquier permanencia en el egoísmo o en la inferioridad competitiva existente en los peldaños inferiores  de la transitoriedad carnal.

El la Buena Nueva la riqueza asumió una postura relevante, porque realmente los ricos no son los poseedores de cosas, productos de la ambición, sino aquellos que se convirtieron  pobres de espíritu., por la avaricia en su corazón, de pasiones inferiores, de angustias, enriqueciéndose en el reino de los Cielos que se inicia en la Tierra, con los dones de la renuncia, de la abnegación, del amor  que se engrandece hasta alcanzar la postura de la caridad.

Aunque la riqueza del mundo aumenta, la pobreza prolifera por doquier. Y si esto puede observarse en un país determinado, es incluso más espectacular entre diferentes países. Como que la tónica del mundo continúa siendo siempre: los pobres, más pobres y los ricos, más ricos.

Mahatma Gandhi lo decía: “En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos”

La avaricia, considerada un pecado capital, es definida como el afán desordenado de poseer riquezas, para atesorarlas. Lleva aparejada a ella la codicia: que es un apetito desordenado de riquezas. En ambos, el apetito desordenado y excesivo de riquezas, capaz de realizar las acciones más viles, la señala como nocivas; aunque el avaro va más allá, lo hace para atesorarlas.

“Dice el Señor en el Evangelio: El que no renuncie a todo lo que posee, no puede ser discípulo mío (Lc 14,33

Decía Mahatma Gandhi; En la tierra hay suficiente para satisfacer las necesidades de todos, pero no tanto como para satisfacer la avaricia de algunos.

Le decimos avaro a ese que no gasta en lo que debe, ni siquiera gasta tiempo en pensar en lo que debe, ni cuanto  debe, pero si siempre esta pensado que le faltan muchas cosas.


El avaro nunca duerme con los dos ojos cerrados, siempre piensa que mientras duerme le quitaran lo que tiene, esta pendiente en sus sueños de su caja de caudales, y cuando despierta lo atrapa el temor de haber perdido su tesoro.

Dice Platón de los avaros; “El hombre que no pone límites a su codicia, siempre se le hará poco, aunque se vea señor del mundo”

Lo triste es que los hombre ricos y avarientos, nos guardan para los años de de pocos recursos, tampoco lo hacen para dar a sus parientes y amigos cuando estos no tienen.

El avaro además, si presta es usurero, es así como mucha gente se ha empobrecido más con lo que le presta el avaro que con cualquier otra cosa.

Pero por lo general, el avaro casi nunca presta, porque Le decimos avaro a ese que no gasta en lo que debe, ni siquiera gasta tiempo en pensar en lo que debe, ni cuánto  debe, pero si siempre está pensado que le faltan muchas cosas.

El avaro nunca duerme con los dos ojos cerrados, siempre piensa que mientras duerme le quitaran lo que tiene, está pendiente en sus sueños de su caja de caudales, y cuando despierta lo atrapa el temor de haber perdido su tesoro.

Dice Platón de los avaros; “El hombre que no pone límites a su codicia, siempre se le hará poco, aunque se vea señor del mundo”

Lo triste es que los hombre ricos y avarientos, nos guardan para los años de pocos recursos, tampoco lo hacen para dar a sus parientes y amigos cuando estos no tienen.

El avaro además, si presta es usurero, es así como mucha gente se ha empobrecido más con lo que le presta el avaro que con cualquier otra cosa.

Pero por lo general, el avaro casi nunca presta, porque siempre ve la posibilidad de perder lo que tiene. En cambio el hombre generoso no tiene temor a prestar, porque sabe que si luego no tiene, habrá otro como el del cual recibirá ayuda.

El hombre mísero consigo mismo, por mucho que tenga, nada puede dar, es así como no tiene para vestir al desnudo, el que ni siquiera compra un pañuelo, tampoco puede dar de comer, si ni siquiera gasta en su propio pan, y si tiene trigo, prefiere o guardarlo o venderlo que hacer harina para su consumo. El avaro no cuida ni visita enfermos, pero lo más triste, es que no conoce la Botica, cuando tiene un mal propio. El avaro no puede regalar un calzado al descalzo, porque los suyos ya no resisten otro paso, como ni siquiera puede dar de comer a un niño pobre, ya que no gasta para alimentar los suyos.

El dinero es un medio, no un fin en sí mismo. El codicioso y el avaro, aunque multipliquen su fortuna, siguen siendo pobres. Nunca se satisfacen de lo que tienen. La pobreza no viene por la disminución de la riqueza; sino por la multiplicación de los deseos, decía Platón. Séneca asimismo manifestaba: pobre no es el que tiene poco, sino el que desea mucho
.
Fuera de ello, lo trascendental no se compra con dinero: Frederich Nietzche lo afirmaba: lo que tiene precio, poco valor tiene. Y el poeta, incluso le puso música: tan sólo lo barato, se compra con el dinero. Pero eso no significa que dilapidaremos toda nuestra fortuna; ¿Y la familia? ¿Se puede ser bueno con los otros, olvidándose de los suyos?

Lo más importante en la vida es lograr el equilibrio. Uno debe estar satisfecho con lo que se tiene y darle gracias a Dios por ello; y tener una ambición sana de luchar y mejorarse, sin codicia, ni avaricia y sin ansia desmedida y búsqueda excesiva de tener y más tener.

La avaricia no esta oculta, esta delante de nuestro ojos, lo que sucede es que parece que hablamos poco de ella o no la asociamos a las cosas rutinarias de la vida, pero nuestra sociedad esta en medio de ella. En efecto, la avaricia es la mejor aliada de la sociedad consumista, debemos tener el mejor automóvil, el mejor reloj, la mejor y última innecesaria novedad de la tecnología. Lo esencial no es que tengamos más o menos bienes materiales, sino la forma en que los usemos.

Nuestro noticieros hablan diariamente de los modernos “Avaros”, aquellos que a toda costa no piensan más que en enriquecerse,  esos que buscan ocupar puesto de privilegios, incluso  en el gobierno para tener algo mas y enriquecer sus arcas personales, o aquellos que les gusta en la política controlar todo o los que hacen de la corrupción y el soborno un arte para tener algún bien.

Cuando la Ley nos dice: "No codiciarás", nos dice, en otros términos, que apartemos nuestros deseos de todo lo que no nos pertenece. Porque la sed del bien del prójimo es inmensa, infinita y jamás saciada, como está escrito: "El ojo del avaro no se satisface con su suerte" (Si 14,9) (Catec. R. 3,37) (1 Co 6,10).

La misión inteligente del ser humano en la Tierra, es la de promover el progreso de si mismo así como el general, y ahí reside el fin primordial de la riqueza, que estimula la creatividad con fines nobles y la dignificación espiritual, mediante la ampliación del pensamiento que se despoja de las corazas del mito para realizar  a favor de su crecimiento emocional y moral.

A través de la postura del amor surge la comprensión de cómo aplicar la riqueza, multiplicándola en obras  que favorezcan a todos los seres con oportunidades de desarrollo de los valores internos, alterando los paisajes íntimos por medio de las conquistas que le son presentadas.

Es de esta forma, que la caridad asume nuevas características, dignificando a aquel que lo necesita, ya que le permite  conquistar con dignidad el pan y el hogar, la educación y la salud a través del propio esfuerzo que invierte en el trabajo honrado, y que le es facilitado gracias al poseedor de la riqueza. Esa forma de invertir la sana virtud de la caridad hace que el administrador se auto-enriquezca, de aquello que almacena en los cofres de la usura y de la avaricia, en los cuales pierde totalmente el significado que le atribuye la sociedad a los bienes materiales.

El vehículo orgánico en la existencia corporal, hace un transcurso muy rápido en expresión de tiempo y lugar, pues pasa con mucha velocidad, cuando es considerada la dimensión del futuro  y lo atemporal del presente. El deber que cabe a todos los poseedores de riquezas, es tornarlas bienaventuradas por la cooperación que expande alrededor de sus recursos.

El mezquino de la fortuna monetaria retiene piedras, metales y papeles de valor convencional, que la vida sustituye en la provisión de recursos a la comunidad, pero el mezquino del alma retiene la fuente de la felicidad y de la paz, de la esperanza y del buen ánimo que constituye alimento indispensable a su propia vida.

El primero teme gastar en tonterías y se arroja a la enfermedad y al hambre.

 El segundo teme difundir los conocimientos superiores de los que se enriquece y suscita la incomprensión, alrededor de sus propios pasos.

El avariento de la riqueza se encarcela en el egoísmo.

El avariento de las bendiciones del alma genera la estancación donde se encuentra, envolviéndose el mismo en sombras perturbadoras.

Aunque no tengamos dinero con el que atender a las necesidades de nuestro prójimo, no olvidemos los tesoros de dones espirituales que el Señor situó en la médula  de nuestra alma.

Auxiliemos siempre. El más útil, es aquel  quien más se dedica  al amparo de sus semejantes.


Sin embargo, no debemos olvidar que más importantes que esos bienes adinerados y acumulados en arcas y bancos, son los de orden emocional y espiritual, moral y social: la memoria que se encarga de archivar las experiencias, las tendencias hacia el bien, lo bueno, lo bello, lo eterno; los sentimientos del deber que nacen de la conciencia que actúa en consonancia con las Soberanas Leyes de la Vida.

Las casas bancarias y las bolsas repletas pueden guardar la fría corrección de los números sin conciencia, pero el corazón de aquel que ama es el sol en beneficio de las criaturas, convirtiendo la dificultad y el dolor, la desventura y la escasez en recursos prodigiosos, destinados a la sustentación humana.

Sin duda, esos tesoros son más preciosos que los materiales, que se pueden transformar en valiosos emprendimientos salvadores de nuestras vidas, como son la instrucción, la educación, la liberación de los vicios en razón del amparo en el campo de la salud y del trabajo, propiciando felicidad en todas partes.

La fortuna sea como sea que se manifieste, es una alta responsabilidad de la que el que la posee tendrá que prestar cuentas, primeramente a si mismo, por la incitación de la conciencia responsable cuando despierta e impone la culpa por el mal empleo, y delante de la Conciencia Cósmica, de la cual nadie nos evadimos por presunción, capricho o infantilidad emocional…

En la pobreza y en la riqueza el hombre adquiere experiencias valiosas que deben constituir su patrimonio de crecimiento en el rumbo a lo infinito. En esa marcha inexorable por la búsqueda de Dios, ampliando la capacidad de servir y amar, podemos oír la voz que nos dice: ¡Cuan insensato eres! Esta misma noche tomaran tu alma… ¿Y qué sentido tendrán todos nuestros tesoros, si no los aplicamos con sabiduría y elevación?

No permitamos que el dinero nos tome el corazón, usando nuestra vida, cual despótico señor y conduzcámoslo, a través de la utilidad, del entendimiento y de la cooperación, bajo los imperativos de la ley de la fraternidad que nos une.

No olvidemos que Jesús bendijo el centavo de la viuda, en el tesoro público del Templo y, empleando el dinero para el bien, convirtámoslo en colaborador del Cielo en todas las situaciones y dificultades de la Tierra.

El oro con Jesús es bálsamo en las ulceras del enfermo, es gota de leche en el niño desvalido, es remedio al enfermo, es abrigo para aquellos que tiritan de frio, es socorro en el hogar donde reside el infortunio, es asistencia a los brazos que suplican una actividad digna, es amparo a los animales, y protección a la naturaleza.

Solamente el trabajo sentido y vivido es capaz de generar la verdadera fortuna y acrecentarla infinitamente y, por eso, amando la tarea que el Señor nos confió por más inquietante o sencilla que nos sea, valgámonos del tiempo para enriquecernos de luz  y amor, comprensión y merecimiento, a fin de que el tiempo no nos encuentre mañana con el corazón fatigado y las manos vacías.


Trabajo realizado por Merchita, extraído del libro de Divaldo Pereira Franco “Jesús y el Evangelio a la luz de la psicología profunda” y del libro “Dinero de Francisco Cándido Xavier. Y de Internet.

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      MOMENTOS VIVOS DE FE

Amar sin exigir compensación.
         Colaborar para el bien en los lugares donde el mal nos parezca solidamente instalado. 
        Aguardar siempre lo mejor, aun en las peores situaciones.
        Comprender a los cooperadores de las taréas en que estamos, cuando se apartan de nosotros, dándoles tranquilidad, con nuestras expresiones de simpatía y comprensión, a fin de que se sientan libres de cuaquier compromiso.
        Sufrir y llorar, cuando las pruebas de la existencia nos induzcan a eso, pero continuar trabajando y sirviendo siempre. 
       Disculpar ofensas, con la certeza de que los errores de los otros, podrían ser nuestros.
       No nos quejemos de nadie.
      Respetar la libertad ajena. 
      Bendecir y auxiliar, sin exigencias, a todos aquellos que no acepten nuestros principios, ni piensen con nuestra cabeza.
      Repetir, indefinidamente, esta o aquella prestación de servicio, con entero olvido de nuestros propios intereses.
      Sabemos que el progreso de la ciencia,actualmente en la Tierra, levanta máquinas y realizaciones admirables, que asombran la vida comunitaria, pero no podemos olvidar que la fe construye prodigios en el área de los sentimientos, prodigios que no compramos en supermercados ni podemos pedir al más eficiente computador. 

(Confia y Sigue - Espíritu Emmanuel, psicografia de Francisco Candido Xavier, GEEM)

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CIRUGIAS ESPIRITUALES

 
                                                           
                                                            BEZERRA DE MENEZES

   En medio de un mundo con visión materialista fué preciso por algún tiempo que las cirugías espirituales se hiciesen con cortes y correr de sangre, para que el hombre no pensase que el mundo estuviese restringido solamente a la dimensión material. Pero ahora los Espíritus ya no se preocupan en mostrar lo que pueden hacer, desean, sí, que la humanidad desarrolle un conciencia cósmica y principalmente el Amor para con el semejante de forma espontánea, sin tener que dar pruebas materiales de la existencia de la espiritualidad Superior, pues el mundo no está restringido solamente a los horizontes de aquello que vemos.
  Médicos del Espacio, profundizan lo que es discutido en el capítulo "Materialización y desmaterialización" del libro "Terapia de Vidas Pasadas"- Un viaje en el tiempo para desatar nuestro inconsciente (Editora Nueva Era/Record). de la terapéuta carioca Célia Resende. Al contrario de lo que en general se hace en muchos centros de base espírita, en las operaciones con los médicos del espacio, realizadas en el Hogar de Frei Luiz, no se usan instrumentos cortantes. Normalmente son adoptados dos procedimientos: al trabajar incorporado en el cuerpo del médium, la entidad usa sus dedos para presionar y abrir la piel del paciente, retirando la parte afectada, como tumores. Puede haber también la desmaterialización de la parte enferma o dañada y su rematerialización en las manos del médium o dentro de un recipiente cualquiera, como una caja de espuma de poliester. Participantes de esas reuniones  han visto de los citados dolientes, la salida de tejidos brotando fuera del cuerpo a través de los poros de la piel del paciente.

                                                       
   En el fondo, la parte afectada no precisaría ser rematerializada. Médicos del espacio explican que en general muestran tumores y otras piezas retiradas, en vez de desmaterializarlos por completo, apenas para que la persona operada vea con los propios ojos y pueda así, ayudar en su cura y "avivar su fe", al percibir que algo realmente, fué retirado de su cuerpo.   
 Esos complejos procesos de desmaterialización y rematerialización, aún desconocidos
por nosotros, son hechos en el Hogar por varios espíritus que trabajan con la medicina del espacio. La "gran razón" para la existencia de las reuniones de materialización de espíritus, siempre en las mañanas del sábado, de quince en quince días, es para dar más esperanzas de cura para los que buscan ayuda o un importante alivio para los que están próximos a desencarnar.
  Cuando algún doliente tiene la percepción de la relidad del Espíritu, tiene  esperanza en la verdadera vida, que es Vida Eterna. Entonces comienza a soportar su dolor. Por eso existe la sesión de materialización. No para mostrar a nadie que el Espíritu se materializa y trae luz. Es para aquellos que ya no tienen esperanzas y son tocados por aquellas revelaciones, recobrando de nuevo la esperanza perdida. Muchas veces, en esas sesiones especiales, el ser se materializa,y proyecta un potente haz de luz en el cuerpo del doliente e, inmediatamente, la parte enferma surge dentro de un recipiente. En algunas operaciones, seres materializados usan aparatos astrales sofisticadísimos, emitiendo colores variados. Son aparatos que pueden polarizar el rayo laser y hasta emitir rayos superiores al laser para hacer el corte, la restauración y la asepsia de las áreas adyacentes contaminadas.
                                          
                  El paciente no siente ningún dolor y nunca hubo algun tipo de infección.
  La concientización del indivíduo sobre la causa de la dolencia ayuda a acelerar el proceso de cura, de forma más consciente. El microcosmo dentro de este laboratorio corpóreo ( cuerpo físico) tiene la condición de organizarse con ayuda del mundo energético o espiritual. Este tratamiento, independiente de la fe, religión, creencia o filosofía de vida. Durante el tratamiento es importante que el indivíduo esté abierto a los cambios necesarios, invirtiendo en sí mismo, haciéndose una persona mejor. El hombre es un gran laboratorio plasmador, receptor, emanador de las energías. Las dolencias son plasmadas inconscientemente a través del cuerpo emocional que es de entre los cuerpos, el más difícil de ser equilibrado.
El cobro, en todos los sentidos, ha sido el vehículo de las somatizaciones grabadas por sus glándulas, dependiendo de como el indivíduo recibe cada emoción. Consideramos el cuerpo físico como un aparato que comporta una carga extra de energía ( pensamientos y sentimientos), cuando esta carga es exagerada, la hipófisis (glándula pituitaria), transfiere el exceso de esta carga a los órganos en un intento de ayudar al cuerpo físico y a no tener un choque fulminante, la glándula divide esta carga para los órganos. Muchas veces no soportan el exceso de esta carga para los órganos. Muchas veces no soportan el exceso y se perjudican generando la aparición de otras dolencias. Después de la concientización, los médicos espirituales utilizan el bastón de cristal para rehacer, religar  el cuerpo energético ( cuerpo eléctrico), auxiliando las células del cuerpo físico a que se rehagan. Durante la cirugía espiritual, utilizan aparatos energéticos traidos del mundo etéreo (otras dimensiones), hoy ya no hay más cortes en el cuerpo físico.
                                                                     
   Existe también la carga emocional gradual y constante, que, como una simiente, va germinando poco a poco, hasta ser un árbol grande, es el caso de muchas dolencias que cuando aparece, ya está el contagio muy avanzado, esta carga energética proviene de rencores, odio, revuelta, nerviosismo, desestructurando el ADN, causando un crecimiento del tejido desordenado, surgiendo así la dolencia psicosomática.

Las dolencias y sus causas :

AGMIGDALITIS: Emociones reprimidas, creatividad sofocada.
ANOREXIA :      Odio a lo externo de sí mismo.
APENDICITIS:  Miedo a la vida. Bloqueo del flujo que es bueno. 
ARTERIOSCLEROSIS: Resistencia. Negativa a hacer el bien.
ARTRITIS: Crítica conservada por largo tiempo.
ASMA :        Sentimiento contenido, lloro reprimido.
BRONQUITIS: Ambiente familiar inflamado. Gritos discusiones.
CANCER :     Dolor profundo, tristezas mantenidas por mucho tiempo.
COLESTEROL:  Miedo a aceptar la alegría.
DERRAME: Resistencia. Rechazo a la vida.
DIABETES: Tristeza profunda.
DIARREA: Miedo, rechazo, fuga.
DOLOR DE CABEZA: Autocrítica, falta de autovalorización.
DOLOR DE RODILLAS: Miedo a recomenzar, miedo a seguir de frente.
JAQUECA : Rabia reprimida. Persona perfeccionista.
FIBROMAS: Alimentar malestar causado por la pareja.
FRIGIDEZ: Miedo. Negación del placer.
GASTRITIS: Incertidumbre profunda. Sensación de condenación.
HEMORROIDES:Miedo a plazos determinados. Rabia del pasado.
HEPATITIS: Rabia, odio, resistencia a los cambios
INSOMNIO: Miedo, culpa.
MENINGITIS: Tumulto interior. Falta de apoyo.
NEUMONÍA: Desespero, cansancio de vida.
NÓDULOS : Resentimiento, frustración. Ego herido.
PIEL ( ACNÉ): Individualidad amenazada. No aceptación de sí mismo. 
TENSIÓN ALTA: Problema emocional duradero, no resuelto.
TENSIÓN BAJA: Falta de amor en la niñez. Derrotismo.
TENSIÓN DEL VIENTRE: Preso del pasado. Miedo a no tener dinero suficiente.
PULMONES: Miedo a absober la vida.
QUISTES : Alimentar el dolor. Falsa evolución.
RESFRIADOS: Confusión mental, desorden, dolores.
REUMATISMO: Sentirse víctima. Falta de amor. Amargura. 
RINITIS ALÉRGICA: Congestión emocional. Culpa, creencia de ser perseguido.
RIÑONES : Miedo a la crítica, al fracaso, decepción.
SINUSITIS: Irritación con personas próximas.
TIROIDES: Humillación.
TUMORES: Alimentar daños. Acumular remordimientos.
ÚLCERAS: Miedo. Creencia de no ser lo bastante bueno.
VARICES: Desaliento. Sentirse sobrecargado.