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sábado, 26 de octubre de 2013

Léon Denis El Apóstol del Espiritismo



Léon Denis (léase Dení) nació en la pequeña localidad de Foug, situada en los alrededores de Toul, en Francia, el primero de Enero de 1846. Su casa era humilde, al igual que sus padres Josephine (que era materialista) y Ana Lúcia Denis (que era espírita).

Tempranamente conoció, por necesidad, los trabajos manuales y los pesados encargos de la familia. Desde sus primeros pasos en este mundo, sintió que los amigos invisibles lo auxiliaban. En lugar de jugar y participar de actividades propias de la juventud, buscaba instruirse lo máximo posible. Leía obras edificantes, consiguiendo de esta manera, y con esfuerzo propio, desarrollar su inteligencia. Era un autodidacta serio y competente. 

Jamás desperdició ni siquiera un minuto de su tiempo, con distracciones frívolas, a las que acuden la gran mayoría de los hombres para matar las horas. 

Con 12 años de edad concluyó la educación primaria, y la situación modesta de su familia no le permitió grandes estudios. Tuvo tempranos problemas de salud especialmente con su vista. 

Tenía 16 años cuando se destacó como uno de los mejores oradores y de los más ardientes propagandistas. 
Con 18 años de edad se convirtió en representante comercial, actividad que lo obligaba a viajar constantemente, y que la desempeñó hasta edad avanzada. 

Denis admiraba la música y siempre que podía asistía a una presentación de ópera o concierto. Le gustaba tocar el piano buscando acordes de músicas conocidas para su propio deleite. 

No fumaba, era casi exclusivamente vegetariano y no ingería bebidas fermentadas, considerando al agua la bebida ideal. 

Tenía el hábito de mirar con interés los libros expuestos en las librerías. Un día, cuando aún tenía 18 años, la llamada casualidad hizo que su atención fuese despertada para una obra de título inusitado, ese libro era «El Libro de los Espíritus» de Allan Kardec. Disponiendo del dinero necesario, lo compró e inmediatamente se dirigió a su casa para leerlo con avidez. Citando sus propias palabras: «En él encontré la solución clara, completa, lógica, acerca del problema universal. Mi convicción se volvió firme. La teoría espírita disipó mi indiferencia y mis dudas». En esa hora, su espíritu se sintió sacudido por los compromisos asumidos en el espacio, para iniciar en breve el trabajo de propagación de las verdades kardequianas. «Como tantos otros, buscaba pruebas, hechos precisos, para apoyar mi fe, pero estos hechos demoraron mucho en venir; al principio insignificantes, contradictorios, mezclados de fraudes y mistificaciones, que no me satisficieron, al punto de pensar – en ocasiones – en interrumpir mis investigaciones, pero sustentado, como lo estaba, por una teoría sólida y de principios elevados, no desanimé. Parece que lo invisible desea examinarnos, medir nuestro grado de perseverancia, exigir cierta madurez de espíritu antes de entregarnos sus secretos».

Mientras se encontraba en sus trabajos de experimentaciones, un importante acontecimiento se verificó en su vida: Allan Kardec llegó a la ciudad de Tours para pasar unos días con sus amigos, y fueron invitados todos los espíritas de la ciudad para recibirlo y saludarlo. 

En 1880, cuando recorría las villas y ciudades por fuerza de sus deberes profesionales, pronunciaba conferencias y fundaba círculos y bibliotecas populares. Es incalculable el número de conferencias proferidas en Francia con el propósito de propagar la Liga de Enseñanza, fundada por Jean Macé. 

El año de 1882 marca definitivamente el inicio de su apostolado, enfrentando sucesivos obstáculos: el materialismo y el positivismo que miraban al espiritismo con ironía, y las risas de los creyentes de las demás corrientes religiosas que no hesitaban en aliarse a ateos, con el propósito de ridicularizarlo y debilitarlo. Sin embargo Léon Denis, como buen paladín, enfrenta la tempestad. Los compañeros invisibles se colocan a su lado para alentarlo y exhortarlo para la lucha. 

— Coraje amigo — le dijo el espíritu de Juana de Arco — estaremos siempre contigo para auxiliarte e inspirarte; jamás estarás solo. Todos los medios se te ofrecerán, a su debido tiempo, para un buen cumplimiento de tu obra. 
El 2 de noviembre de 1882, día de los difuntos, se produjo un evento de gran importancia en su vida: la manifestación, por primera vez, del espíritu que durante medio siglo sería su guía, su mejor amigo, su padre espiritual, Jerónimo de Praga, que le dijo: «Marcha, hijo mío, por la senda abierta frente a ti, caminaré junto a ti para sostenerte». Y como Léon Denis indagó si su estado de salud le permitiría estar a la altura de la tarea, recibiendo esta otra afirmativa: «Coraje, la recompensa es más bella». 

A partir de 1884, consideró conveniente realizar conferencias buscando la mayor difusión de las ideas espíritas. En 1885 escribió El por qué de la Vida en el que explica con nitidez y simplicidad lo que es el Espiritismo. 

En 1892, recibió una invitación de la Duquesa de Pomar, para hablar de Espiritismo en su residencia, en una de esas mañanas célebres, en que se reunía casi todo París. 

Al principio Léon Denis estuvo indeciso y temeroso, pero después de mucho meditar, pesando las responsabilidades, aceptó la propuesta. 

El éxito de su libro Después de la Muerte lo situó como escritor de primer orden. Los grandes periódicos y revistas eclécticas lo solicitaban, las sucesivas ediciones se agotaban rápidamente.

La noticia publicada por Le Journal, de París, acerca de la reunión en la casa de la duquesa decía: La reunión de ayer, fue una de las más elegantes, participó Léon Denis con una conferencia sobre la Doctrina Espírita. De una elocuencia muy literaria, el orador supo encantar al numeroso auditorio, hablando del destino del alma, que puede, según él, reencarnar hasta su perfecta depuración. Él posee el alma de un Bossuet, supo crear un entusiasmo espiritualista. 

La principal obra literaria de Denis fue la concerniente al Espiritismo, sin embargo escribió otras según afirmación de Henri Sausse, tales como: Tunisia, Progreso, Isla de Cerdeña, entre otras.

A partir de 1910, la vista de Léon Denis fue debilitándose día a día. La intervención a la que se había sometido dos años antes, no le proporcionó ninguna mejoría. Soportaba con calma y resignación la marcha implacable de ese mal que lo castigaba desde su juventud. Aceptaba todo con estoicismo y resignación. Jamás lo vieron quejarse. Sin embargo, nos podemos imaginar cuan grande debió ser su sufrimiento. 

Mantenía una voluminosa correspondencia. Jamás se aburría, amaba la juventud, la alegría del alma. Era enemigo de la tristeza. 

El mal físico, según él, debía ser mucho menor que la angustia que experimentaba por el hecho de no poder manejar la pluma. Secretarias ocasionales substituían su dificultad en el oficio, sin embargo, su gran dificultad consistía en revisar y corregir las nuevas ediciones de sus libros y de sus escritos. Pero gracias a su espíritu de orden, a su incomparable memoria, superaba todos esos contratiempos sin molestar o importunar a los amigos. 
Después de la muerte de su progenitora, una sirvienta cuidaba de su pequeña habitación. Léon exigía solamente una cosa: absoluto respeto a sus numerosas notas manuscritas, a las cuales arreglaba con meticulosa precaución. Fue justamente por causa de esa antigua manía que la Duquesa de Pomar lo denominó de «el hombre de los pequeños papeles». 

En 1911, después de los esfuerzos en la preparación de la nueva edición de la obra El Problema del Ser, del Destino y del Dolor, cayó gravemente enfermo. El tratamiento enérgico de su médico, para contrarrestar la neumonía, lo puso de pie en corto tiempo. 

Un grande y profundo dolor le estaba reservado cuando se produjo la primera guerra mundial en 1914, al ver partir para el frente de batalla a la mayoría de sus amigos. 

En aquel entonces Léon padecía de una enfermedad intestinal y estaba parcialmente ciego. 

A través de la incorporación, sus amigos del espacio y entre ellos un espíritu eminente, le comunicaban de tiempo en tiempo sus opiniones sobre esta terrible guerra en sus dos aspectos: visible y oculto. 

Estas prácticas lo llevaron a escribir un cierto número de artículos publicados en la Revue Spirite, en la Revue Suisse des Sciences Psychiquesó y en el Echo Fid, todo su gran amor por la tierra donde nació, dentro de la ley de causa y efecto. 

Cuando la guerra se aproximaba a su fin, la Revue Spirite pasó a publicar en todos sus números artículos de Léon Denis. 

Después de la guerra, aprendió braille, lo que le permitió actualizarse y fijar sobre el papel los elementos de capítulos o artículos que le venían al espíritu, pues en esta época de su vida estaba casi ciego. 

En 1915 iniciaba una nueva serie de artículos repasados de poesía profunda y serena, sobre la voz de las cosas, preconizando el retorno a la naturaleza. 

En esta época un fuerte viento soplaba contra el Espiritismo. El fenomenismo metapsiquista diseminaba a los cuatro vientos la doctrina del filósofo puro P. Heuzé, que a través de L´Opinion pregonaba entrevistas y comentarios tendenciosos. Afirmaba prematuramente que a medida que la metapsíquica fuese avanzando el Espiritismo iría pasar, perdiendo terreno. Sin embargo, su profecía no se cumplió. 

Después de la vigorosa respuesta del Sr. Jean Meyer, por la Revue Spirite, Léon Denis entró en la discusión, en calidad de presidente de honor de la Unión Espírita Francesa, con una carta dirigida a Matin, en la cual establecía, con admirable nitidez, la diferencia existente entre el Espiritismo y el Metapsiquismo. 

A partir de ese momento, Léon Denis tuvo que ejercer una gran actividad periodística para responder de manera brillante, como era de esperarse, a las críticas y ataques de altos miembros de la Iglesia Católica. 

En marzo de 1927, con 81 años de edad, terminó el manuscrito que tituló: El Genio Céltico y el Mundo Invisible, y en ese mismo mes la Revue Spirite publicaba su último artículo. 

El martes, 12 de Marzo de 1927, alrededor de las 13 horas, Léon Denis respiraba con gran dificultad víctima de una neumonía. La vida parecía abandonarlo, su estado de lucidez era perfecto. Sus últimas palabras, pronunciadas con extraordinaria calma, pero con mucha dificultad, fueron dirigidas a su asistente Georgette: Es necesario terminar, resumir y... concluir (haciendo alusión al prefacio de la nueva edición biográfica de Kardec). En este exacto momento, le faltaron completamente las fuerzas para articular otra palabra. A las 21 horas su espíritu ascendió. Su semblante parecía en éxtasis. 

Las ceremonias fúnebres se realizaron el 16 de Abril. A pedido suyo, el entierro fue modesto, sin oficio de cualquier iglesia confesional. Está sepultado en el cementerio de La Salle, en Tours.

José Basílio
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Dra. Marlene Nobre
PAPEL DEL PERIESPÍRITU EN LAS ENFERMEDADES

En los envoltorios sutiles, reside la verdadera causa de las enfermedades. Somos herederos de nuestras acciones pasadas, tanto buenas como malas.
El Karma o “cuenta del destino creada por nosotros mismos” está impreso en el cuerpo causal. Esos registros fluyen hacia los demás cuerpos y terminan determinando el equilibrio o el desequilibrio de los campos vitales y físicos.
No todos los desequilibrios físicos, sin embargo, son originarios de cuentas kármicas (pasadas); aunque reflejen el estado espiritual del individuo, son generados por su conducta actual. Los vicios de la mente, conocidos como egoísmo, orgullo, vanidad, tiranía, pereza, etc., son causas de múltiples dolencias, porque constituyen el móvil de nuestras acciones.
El Benefactor Espiritual Clarencio resalta: “Cuando nuestra mente, por actos contrarios a la Ley Divina, perjudica la armonía de cualquiera de esos soportes de fuerza de nuestra alma, naturalmente se esclaviza a los efectos de la acción desequilibrante, obligándose al trabajo de reajuste.
Tal sea el vicio del pensamiento, tal será la desarmonía en el centro de fuerza, que reacciona en nuestro cuerpo, a esa o aquella clase de influjos mentales”.
Según los Instructores Espirituales, hay dos dolencias que pueden acometer al periespíritu y que están en la base de muchas patologías psicofísicas:
• La Adinamia es la hipotensión en el movimiento circulatorio de las fuerzas que mantienen el cuerpo espiritual; resulta del remordimiento.
• La Hiperdinamia es el estado de hipertensión en el movimiento circulatorio de fuerzas; resulta de los delirios de la imaginación.
Existen muchas otras, pero, para nosotros, aún es un campo prácticamente desconocido.
Cuando sean descubiertas las tecnologías que nos posibilitarán el examen profundo de los envoltorios sutiles y de los chacras, la Medicina cambiará radicalmente, porque trabajaremos mucho más de forma preventiva, evitándose, así, las intervenciones quirúrgicas alargadas, muy invasoras, que son realizadas en el presente, aun los grandes progresos ya alcanzados en esa área.
Los médicos tendrán la oportunidad de conocer, con detalles, la fisiología transdimensional, comprendiendo mejor el modo como se mezclan los varios envoltorios, para auxiliar mejor en la manutención de la higiene mento-física de sus pacientes.
Vamos a dar algunos ejemplos prácticos, correlacionando dolencias congénitas o de la primera infancia con la desarmonía de los cuerpos sutiles: Conforme vimos hay ejemplos prácticos que correlacionan dolencias congénitas o de la primera infancia con la desarmonía de los cuerpos sutiles
Prácticamente todas las molestias tienen sus raíces en el periespíritu. Aún que esté aparentemente saludable, una persona puede traer, en sus Centro de Fuerza o Chacras, disfunciones latentes, adquiridas en esta o en otras vidas, que, más tarde o más temprano, surgirán a la superficie en el cuerpo físico, bajo la forma de dolencias más o menos graves, conforme la extensión de la lesión y la posición mental del deudor.
El Profesor Ian Stevenson, de la Universidad de Virginia, EUA, presenta en dos volúmenes del libro Reincarnation and Biology, entre los 2.600 casos investigados, los de las marcas de nacimiento y defectos congénitos, elucidándolos con el estudio de las vidas pasadas.
Para comprender mejor el porqué de las dolencias y del sufrimiento humano, busquemos las lecciones del Instructor Clarencio:
“Las molestias conocidas en el mundo y otras que aún escapan al diagnostico humano, persistirán por mucho tiempo en las esferas torturadas del alma, conduciéndonos al reajuste.
El dolor es el gran y bendito remedio. Nos reeduca la actividad mental, reestructurando las piezas de nuestra instrumentación y puliendo los envoltorios anímicos de que se vale nuestra inteligencia para desarrollarse en la jornada hacia la vida eterna.
Después del poder de Dios, es la única fuerza capaz de alterar el rumbo de nuestros pensamientos, compeliéndonos a indispensables modificaciones, con vistas al Plano Divino, a nuestro respecto, y de cuya ejecución no podemos huir sin graves perjuicios para nosotros mismos”.
 Marlene Nobre (l Alma de la Materia)

LA FAMILIA

"La paz y la guerra empiezan en el hogar. Si de verdad
queremos que haya paz en el mundo, empecemos por
amarnos unos a otros en el seno de nuestras propias
familias. Si queremos sembrar alegría en derredor nuestro
necesitamos que toda familia viva feliz." -Madre Teresa