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lunes, 3 de octubre de 2011

Adán o la raza adámica


Adán o la Raza Adámica
adan
El origen del hombre en la Tierra ha sido siempre un motivo de investigación por parte de la Ciencia. Los hallazgos arqueológicos han venido fortaleciendo cada vez más la teoría de la aparición del hombre en períodos más antiguos de aquellos que se habían planteado en forma de dogma por parte de las religiones, sustentadas en el libro Bíblico.
Ante este planteamiento, se debe rechazar la tradición religiosa? Creemos que no. Para solucionar ésta divergencia de opiniones, el Espiritismo revela el origen del hombre y de las razas existentes hasta hoy, dando validez a la teoría científica y religiosa, pero iluminándolas con la luz de la razón y los hechos.
Para esto, citamos los textos de dos obras de la Codificación Espírita: “El Libro de los Espíritus” y “La Génesis” y una obra psicografiada por Francisco Cándido Xavier y dictada por el espíritu Emmanuel, de gran valor científico e histórico “A Camino de la Luz”.
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El Libro de los Espíritus
POBLACIÓN DE LA TIERRA. ADÁN
50. ¿Empezó la especie humana por un solo hombre?
«No, y el que vosotros llamáis Adán no fue el primero, ni el único que pobló la Tierra».
51. ¿Podemos saber en qué época vivió Adán?
«Poco más o menos en la que vosotros señaláis, esto es, cerca de cuatro mil años antes de Jesucristo».
El hombre, cuya tradición se ha conservado bajo el nombre de Adán, fue uno de los que sobrevivieron en una comarca a alguno de los grandes cataclismos que, en diversas épocas, han transformado la superficie del globo, y vino a ser el tronco de una de las razas que hoy lo pueblan.
Las leyes de la naturaleza se oponen a que hayan podido realizarse en algunos siglos los progresos de la humanidad, patentizados mucho tiempo antes de Cristo, si el hombre no hubiese vivido en la Tierra más que desde la época señalada a la existencia de Adán. Algunos consideran, y tienen más razón en hacerlo, a Adán como un mito o alegoría que personifica las primitivas edades del mundo.
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En éstas respuestas de los espíritus de la Codificación y la aclaración de Allan Kardec, podemos concluir que no se niega la existencia de un elemento histórico llamado “Adán”, pero no se asocia a un hombre en particular, sustentados en el imposibilidad, desde la lógica, de haber conseguido una población tan numerosa y racialmente tan diferente en un tiempo tan corto.

Según la teoría de la evolución de Charles Darwin, se comprende que las diversas especies de una sola familia biológica no fueron obra del acaso y consumieron miles de años para adquirir las características propias.

Las investigaciones de las variaciones genéticas demuestran claramente que las adaptaciones evolutivas de las especies requieren procesos milenarios.

Es ahí donde posteriormente en el libro “La Génesis” de Allan Kardec, los espíritus profundizan acerca de éste origen humano en la tierra: Raza adámica  - La Génesis (Allan Kardec)

38. De acuerdo con la enseñanza de los espíritus, fue una de esas grandes inmigraciones, o, si se prefiere, una de esas colonias de espíritus, llegada de otra esfera, la que dio nacimiento a la raza simbolizada por Adán, que, por tal razón, es denominada raza adámica. La Tierra estaba poblada desde hacía mucho tiempo cuando llegaron los espíritus que componían tal colonia, así como América se encontraba habitada ya cuando llegaron los europeos.

La raza adámica, más adelantada que aquellas otras que la precedieron, era la más inteligente y la que impulsó a las demás a progresar. El Génesis la describe como una raza trabajadora y hábil en las artes y las ciencias, desde sus comienzos, lo cual no es común en las razas primitivas, y concuerda con la opinión de que lo componían espíritus que ya habían progresado. Todo prueba su escasa antigüedad sobre la Tierra, así como nada contradice conceptuar sus pocos miles de años en el planeta. Por el contrario, todo eso lo tienden a confirmar los hallazgos geológicos y las observaciones antropológicas realizadas.

39. La doctrina que intenta explicar que el origen de todo el género humano deriva de una pareja de seis mil años de antigüedad, es inadmisible en el estado actual de los conocimientos. A continuación resumimos las principales consideraciones de orden físico y moral que la contradicen:

Desde el punto de vista fisiológico, ciertas razas presentan características físicas especiales que impiden asignar a todas un origen común. Hay diferencias que no son producto del clima, ya que los blancos que se reproducen en países de negros no se vuelven negros, y viceversa. El ardor motivado por el sol tuesta y broncea la epidermis, pero no ha convertido jamás a un blanco en negro, no ha achatado su nariz, cambiado los rasgos de su fisonomía ni vuelve crespos y lanosos los cabellos lacios y sedosos. Hoy se sabe que la raza negra debe su color a un tejido subcutáneo particular, propio de la especie.

Debemos considerar que las razas negra, mongólica y caucásica tuvieron orígenes propios y nacieron simultánea o sucesivamente en diferentes partes del globo. Sus cruces produjeron razas mixtas secundarias. Los caracteres fisiológicos de las razas primitivas son una señal evidente de que provienen de tipos especiales. Las mismas consideraciones valen tanto para el hombre como para los animales, en cuanto a la pluralidad de orígenes (cap. X, n.º 2 y ss.).

40. Adán y sus descendientes son representados en el Génesis como hombres esencialmente inteligentes, ya que, desde la segunda generación, construyen ciudades, cultivan la tierra y trabajan metales. Sus progresos en el terreno de las artes y las ciencias son rápidos y constantes. No se podría concebir que tamaña fuente tuviese por retoños tantos pueblos atrasados y de inteligencia tan rudimentaria, al punto que aún en nuestros días se codean con la animalidad. ¿Cómo pudieron haber perdido toda huella y hasta el mínimo recuerdo tradicional de lo que sus padres hacían? Una diferencia tan radical en las aptitudes intelectuales y en el desarrollo moral testifica, con no menor evidencia, la diferencia de origen.

41. Independientemente de los hechos geológicos, la prueba de la existencia del hombre sobre la Tierra antes de la época determinada por el Génesis, la obtenemos de la población del globo.

Sin hacer referencia a la cronología china, que se remonta a treinta mil años atrás, documentos más dignos de autenticidad atestiguan que Egipto, la India y otras comarcas estaban habitadas, y en su apogeo, como mínimo tres mil años antes de la era cristiana; en consecuencia, mil años después de la creación del primer hombre, según la cronología bíblica. Documentos y observaciones recientes no dejan ninguna duda acerca de las relaciones existentes entre América y el antiguo Egipto, de donde deducimos que esa comarca ya se hallaba poblada en esa época.

Sería necesario admitir, entonces, que en mil años la posteridad de un solo hombre pudo cubrir la mayor parte de la Tierra; mas tal fecundidad sería contraria a todas las leyes antropológicas.

42. Tal imposibilidad se nos muestra aún más evidente si admitimos, con el Génesis, que el diluvio destruyó a todo el género humano, con excepción de Noé y su familia, que por otra parte no era numerosa, en el año 1656 del mundo, es decir, 2348 años antes de la era cristiana. Noé sería, entonces, el responsable de la población del planeta. Ahora bien, cuando los hebreos se establecieron en Egipto, 612 años después del diluvio, sólo ellos hubieran podido poblar un poderoso imperio, sin contar a los habitantes de las otras comarcas, pues no es admisible que los descendientes de Noé en menos de seis siglos se hayan reproducido de tal forma.

Hacemos notar, también, que los egipcios recibieron a los hebreos como a extranjeros y que sería sorprendente que hubiesen perdido el recuerdo de una comunidad de origen tan cercano, mientras que conservaban religiosamente los momentos de su historia.

Una rigurosa lógica, corroborada por los hechos, demuestra de la manera más perentoria que el hombre se halla en la Tierra desde un tiempo indeterminado muy anterior a la época que señala el Génesis. Existe de igual forma, una diversidad de orígenes primitivos, ya que demostrar la imposibilidad de una proposición es demostrar la proposición contraria. Si la Geología lograra descubrir huellas auténticas de la presencia humana antes del gran diluvio, la demostración sería más completa.
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Complementando ésta información proveniente de la dimensión espiritual, el libro “A Camino de la Luz” relata los siguientes acontecimientos:
LAS RAZAS ADÁMICAS
EL SISTEMA DE CAPELA
En los mapas del Zodiaco, que los astrónomos terrestres utilizan en sus estudios, se observa dibujada una gran estrella en la constelación de Cochero, que recibió, en la Tierra, el nombre de Cabra o Capela. Magnífico sol entre los astros que son nuestros vecinos más próximos, ella, en su trayectoria por el infinito, se hace acompañar de su familia de mundos, cantando las glorias divinas de lo infinito.
Su luz invierte casi 42 años para llegar a la Tierra, considerando por tanto que existe una regular distancia entre Capela y nuestro planeta, ya que la luz recorre el espacio a una velocidad aproximada de 300.000 kilómetros por segundo.

Casi todos los mundos dependientes de ella, ya se purificaron física y moralmente, en relación a las condiciones de atraso moral de la Tierra, donde el hombre se alimenta con las vísceras de sus hermanos inferiores y, como en las épocas prehistóricas, marchan unos contra otros a los sones de himnos guerreros, desconociendo los más elementales principios de fraternidad y trabajando poco por la extinción de su egoísmo, vanidad e infeliz orgullo.

UN MUNDO EN TRANSICIÓN
Hace muchos milenios, uno de los planetas de Capela, que tiene mucha afinidad con la Tierra, alcanzó la culminación de uno de sus extraordinarios ciclos evolutivos. Las luchas finales de un prolongado perfeccionamiento estaban delineadas, como sucede con vosotros ahora, en relación a las transiciones esperadas en el siglo XX, en este crepúsculo de civilización.


Existían allí algunos millones de espíritus rebeldes, en camino hacia la evolución general, dificultando la consolidación de las penosas conquistas de aquellos pueblos llenos de piedad y virtudes, pero una acción de saneamiento general les aliviaría de aquella humanidad, que merecía la concordia perpetua, para la edificación de sus trabajos elevados.


Las grandes comunidades espirituales, directoras del Cosmos, acordaron localizar aquellas entidades que eran pertinaces en el crimen, en la lejana Tierra, donde aprenderían a realizar, en el dolor y los trabajos penosos, grandes conquistas de corazón impulsando, simultáneamente, el progreso de sus hermanos inferiores.

ESPÍRITUS EXILIADOS EN LA TIERRA
Así, de esta forma, Jesús recibió, a la luz de Su reino de amor y de justicia, aquella turba de seres sufridores e infelices. Con Su palabra sabia y compasiva, exhortó a esas almas desventuradas a infundir sentimientos de piedad y virtud en sus conciencias a través de los deberes de solidaridad y de amor, en el esfuerzo regenerador de sí mismos.


Les mostró los campos inmensos de lucha que se desplegaban en la Tierra, y envolvió sus almas en el halo bendito de Su misericordia y caridad sin límites. Bendijo sus lágrimas santificadoras, haciéndoles sentir los sagrados triunfos del futuro y prometiendo su colaboración cotidiana y su venida en el porvenir.
Aquellos seres angustiados y afligidos, que dejaban tras de sí todo un mundo de afectos, a pesar de tener sus corazones endurecidos en la práctica del mal, serían desterrados en la cara oscura del planeta terrestre, andarían arrinconados en la noche de los milenios de nostalgia y amargura, reencarnarían en el seno de razas ignorantes y primitivas, recordando el paraíso perdido en los firmamentos distantes. Durante muchos siglos no verían la suave luz de Capela, pero trabajarían en la Tierra acariciados y confortados por la inmensa misericordia de Jesús.

CUATRO GRANDES PUEBLOS
Las razas adámicas guardaban un leve recuerdo de su situación anterior, tejiendo el himno sagrado de las reminiscencias. Las tradiciones del paraíso perdido pasaron de generación en generación, hasta que quedaron archivadas en las páginas de la Biblia. Aquellos seres decaídos y degradados, como en sus vidas pasadas en el mundo distante de Capela, con el correr de los años se reunieron en cuatro grandes grupos que se asentaron después en los pueblos más antiguos, obedeciendo a las afinidades sentimentales y lingüísticas que les asociaban en la constelación de Cochero. Unidos, nuevamente, en la estela del tiempo, formaron así el grupo de los arios, la civilización egipcia, el pueblo de Israel y las castas de la India.


De los arios desciende la mayor parte de los pueblos blancos de la familia indoeuropea. En esa descendencia, por tanto, es necesario incluir a los latinos, los celtas y los griegos, además de los germanos y  los eslavos. Las cuatro grandes masas de desterrados formaron los precedentes de toda la organización de las civilizaciones futuras, introduciendo grandes beneficios en el seno de las razas amarilla y negra, que ya existían.


Es muy interesante el estudio de sus movimientos en el transcurso de la historia. A través del citado análisis, es posible examinar los defectos y virtudes que trajeron de su paraíso lejano, en forma de antagonismos o idiosincrasias de cada cual.
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Abordado éste tema con profundidad, encontramos que los relatos bíblicos son una clara manifestación simbólica de esa historia de un pueblo que habitó el mundo desde tiempos inmemoriales y que impulsó a la humanidad que ya estaba presente a nuevos rumbos evolutivos.

La Providencia no actúa en vano. Todos sus designios son realmente planificados con Su infinita sabiduría y hoy la Ciencia junto a la Doctrina Espírita abren ese libro de la antesala a la civilización Cristiana para darnos a conocer nuestro origen, pasado, conquistas y porvenir.
Ese mundo perteneciente a la constelación Capela, era el hogar de una humanidad que se encontraba en el período de transición de mundo de “expiación y pruebas” para pasar a “mundo de regeneración”, exactamente lo que está sucediendo ahora en nuestro globo terráqueo.
En un futuro no lejano, un planeta albergará millones de espíritus exiliados de la Tierra y sus futuras razas, consignaran en un libro que posteriormente será considerado como Sagrado, los relatos de un hombre que dio origen a toda una humanidad y un paraíso perdido que permanece en la tela de la conciencia, añorando el regreso, un día, a la casa materna.
Andrés Abreo Cubillos
Asociación Espírita Tercera Revelación
Bogotá D.C., Colombia
Bibliografía:
El Libro de los Espíritus. Allan Kardec. Cap III – Creación.
La Génesis. Allan Kardec. Cap XI – Génesis espiritual.
A Camino de la Luz. Francisco Cándido Xavier – Emmanuel. Cap III – Las Razas Adámicas