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miércoles, 12 de marzo de 2014

LA PENA DE MUERTE



             
                               La “Pena de Muerte”.-

Todavía hay algunos países en donde esta clase de pena máxima y extremada , impuesta a los reos por ser hallados culpables de cualquier grave delito contra las leyes de esos países , se halla en vigor . Esto pone de manifiesto el retraso evolutivo de los seres humanos que habitan esos países que mantienen esas terribles leyes infrahumanas, así como la falta de conocimiento espiritual de sus gentes.
El Ser humano , bajo ningún concepto puede moralmente justificar ante la Conciencia Cósmica o Dios, el acto de segar la vida de un semejante, por mucho mal que este haya hecho . La Vida es algo sagrado que viene de Dios, y el Ser humano, no tiene autoridad moral alguna para interrumpirla por mucha justicia que crea hacer con este supremo acto de venganza, siempre fría, cruel y calculada.
Si el reo al que se condena a muerte ha cometido contra la sociedad o contra algún miembro de la misma algún delito moral o algún perjuicio, matándolo no se le hace pagar su falta porque el daño que hizo no se ha reparado con la ejecución de la sentencia.
La pena de muerte es mas bien un acto de venganza humana camuflada en la legalidad y Dios que es Amor al que debemos tratar de llegar, no es vengativo sino misericordioso.
El condenado cuando supone un manifiesto peligro para el resto de la sociedad, en vez de acabar con su vida, se le debe mantener aislado de esa sociedad para que no pueda reincidir, hasta el día en que por edad muy avanzada o por indicios claros de su verdadero arrepentimiento y transformación moral, se tenga la certeza suficiente de que no intentará reincidir.
Menos justificado aún está, bajo un punto de vista moral, cuando la ejecución es por condenas a causa de ideas políticas diferentes a las del poder establecido, o debido a credos religiosos fanáticos e irracionales que así la imponen.
La condena al reo culpable siempre debe tener un fin regenerativo para la reintegración social del que ha delinquido, pero no se debe usar como un instrumento de venganza.
Por otra parte, cuando se aplica esta venganza a un condenado por algún delito , las personas que fueron sus víctimas y que creían encontrar en ese acto de la ejecución el colmo de la justicia, de la felicidad y de la tranquilidad espiritual, se encuentran con que después tras una inicial satisfacción en el que su odio y su resentimiento quedan desahogados , les queda un vacío interior y un desequilibrio psíquico añadidos como un peso a su conciencia.
Esta clase de justicia humana tan cruel, supone también una falta de fé en la Justicia Divina y una falta de conocimiento espiritual.
No debemos condenar a nadie, pues sabemos que por encima de estos criterios humanos de justicia que suelen ser imperfectos y a veces hasta injustos, existe una Justicia Divina perfecta, inmanente e inexorable para con todos nuestros actos , que restablece el desequilibrio de la injusticia, y lo hace tanto en este mundo como en el más allá.
Un asesino que comete un crimen, realiza un acto ilegal y condenable ante Dios y ante la sociedad, pero cuando es la sociedad misma quien comete el crimen “legal” de la pena de muerte, es esa sociedad quien queda comprometida ante la Justicia Divina.
   Es importante tener en cuenta que muchas veces se ha condenado a un inocente, cosa que se ha probado al cabo del tiempo. Si se le hubiese aplicado de inmediato la pena capital, se habría matado a esa persona inocente, mientras el culpable quedaría libre de culpabilidad humana y su delito impune. La llamada pena de muerte es un terrible error y peor aún si se ha aplicado ya y después se prueba la inocencia del ejecutado. Esto por lo tanto, es un gran error sin solución cometido sobre el otro gran error de condenar a un inocente.
Otro tema bien distinto al de la pena de muerte ejecutada fría y calculadamente por la sociedad, es cuando a un Ser humano se le arrebata la vida, no por penas de muerte o venganzas mas o menos legales y calculadas , sino por otra persona a causa de un acto proporcional de legítima defensa de la vida propia o de la ajena.

- José Luis Martín-
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La conciencia es el mejor libro de moral que tenemos”
- Pascal-
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         Temor a la guerra

 Observamos con gran preocupación, que pese al equilibrio  del planeta, y a la bienvenida que nos da el Sol, nutriendo la vida, con su esplendor,  los hombres están temblando, el temor ante una posible guerra,  les hace vivir anticipadamente  pesadillas, que muchos ya mayores, vivieron, y otros nunca pensaron que iban a vivir. Lo cierto y verdad, es que sabemos que la serenidad debe ser la nota predominante ante cualquier situación.
Sabemos que Dios es el que permite que las cosas sucedan, pese a la mucha fuerza que tenga el ignorante, o el santo, nada sucede sin Su permiso. Dios sabe muy bien qué hacer con sus criaturas, sabe que es lo que más nos conviene, y eso sí, ante todo tipo de acontecimiento, nosotros tenemos un deber a cumplir, nunca sea el de juzgar, ni mucho menos el de tomar la justicia por nuestra mano, ya que  nada nos exime de devolver el bien a aquel que nos hace mal, y mucho menos con los conocimientos que hemos recibido.
Desde el punto de vista material, Dios puede impedir que se desencadene una guerra. Pero, desde el punto de vista moral, no puede hacerlo, puesto que una de sus leyes suprema exige que todos – tanto los individuos como las colectividades – suframos las consecuencias de nuestros actos. La conciencia pública, el sentimiento del deber, la disciplina familiar son los atributos necesarios para que los pueblos sean grandes y no se debiliten con procesos de profunda corrupción.
No faltan advertencias y consejos. Pero los seres humanos hacen oídos sordos a las voces del Cielo. Dios nos deja hacer, pues sabe que el dolor es el único medio eficaz para reconducir a los hombres a miras más sanas y sentimientos más generosos.
Las mentiras y la perfidia, la violación de los tratados y el incendio de las ciudades, la masacre de los débiles y de los inocentes no pueden encontrar justificación ante la Divina Majestad.
Todo mal cometido se vuelve, con sus efectos,  contra la causa que lo produjo. Así, la violación del derecho de los débiles se vuelve también contra los poderes que lo ultrajan.
De las regiones arrasadas ascienden hacia el Cielo gritos de angustia, y el Cielo no hace oídos sordos a los llamados de desesperación. Los poderes vindicativos del Más Allá entran en acción. Detrás de los que perecen en las guerras otros surgen, hasta que los invasores flaquean y horrorizados ven que el destino se ha puesto contra ellos.

Aquellos que han muerto regresan al Espacio con la aureola del deber cumplido: su ejemplo inspirara a las generaciones por venir.
La lección que se desprende de las guerras consiste en que el hombre debe aprender a elevar sus pensamientos por sobre los tristes espectáculos de este mundo y dirigir sus miradas hacia ese Más Allá de donde le vendrán los socorros, las fuerzas necesarias para emprender una nueva etapa hacia el grandioso objetivo que se le ha asignado.
El depositar la mente y el corazón en las cosas materiales nos demuestra que la materia es inestable y precaria. Las esperanzas y glorias que promete carecen de futuro. No hay fortuna ni poder terrenal alguno que este a cubierto de las catástrofes que puedan sobrevenir. Ninguna riqueza o esplendor es realmente duradero, sino son los del Espíritu inmortal. Solo el es capaz de transformar las obras de muerte en obras de vida. Pero, para comprender esta profunda ley es menester la escuela del sufrimiento.
Así como el rayo de luz debe ser descompuesto por el prisma para producir los brillantes colores del arco iris, de igual manera el alma humana tiene que ser quebrada por las pruebas para que irradie todas las energías y todas las grandes cualidades que en ella dormitan.
En medio de la desgracia, sobre todo, es cuando el hombre piensa en Dios. Tan pronto como las ardientes pasiones suscitadas por el odio y la venganza se hayan  apaciguado, y cuando la sociedad retome su normal ritmo de vida, comienza la misión de los espiritistas. Es entonces cuando tendrá que consolar duelos y curar las llagas morales, y reconfortar a las almas dilaceradas.
El dolor depura el pensamiento, ninguna pena es perdida, ninguna prueba queda sin compensaciones. Los que han muerto por su país cosechan los frutos del sacrificio, y los sufrimientos de los que sobreviven transmiten a su periespiritu ondas de luz y gérmenes de felicidades venideras.
El hombre deberá subir aun los duros peldaños del Calvario, a través de espinos y agudas piedras. Las calamidades son el cortejo inevitable de las humanidades atrasadas, y la guerra es la peor de todas. A no ser por ellas, el hombre poco evolucionado se demoraría en las futilezas del camino o se aletargaría en la pereza y el bienestar. Le hace falta el látigo de la necesidad, la conciencia del peligro, para forzarlo a poner en acción las fuerzas que dormitan en él, para desarrollar su inteligencia y afinar su juicio. Todo cuanto está destinado a vivir y crecer se elabora en el dolor. Hay que sufrir para dar a luz: esa es la parte que toca a la mujer. Y hay que sufrir para crear: esa es la parte que toca al genio.
Sepamos nosotros mientras tanto, mantener la calma  ante los acontecimientos, y hagamos oración para que Dios Nuestro Padre, nunca nos abandone y que sepamos reconocer su ayuda dentro del cuadro que vivimos, de espectador ante los acontecimientos que se avecinan, o de autor, procurando no  poner en peligro nuestro patrimonio espiritual.

Extraído del libro de León Denis “El Mundo invisible y la guerra”

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                      LA CALMA Y EL ÉXITO
Si vive en un estado de apuro constante, nunca alcanzará la calma y el estrés lo agotará. La calma es un estado en el que la mente se aclara y se tranquiliza. Si puede alcanzar ese estado podrá actuar libre de estrés y por lo tanto, no cometerá errores. Tómese su tiempo.
Sea paciente. No se permita alejarse del sendero debido a influencias externas; por el contrario, manténgase firme en la determinación de alcanzar la meta. Durante este periodo de nuevos comienzos, las primeras acciones que lleve a cabo determinaran el éxito o el fracaso de lo que vendrá mas adelante.
Asegúrese de mantenerse fiel a lo que es más importante y mejor para usted, no utilice ninguna medida extrema y así alcanzara una enorme buena fortuna de manera natural.