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lunes, 5 de marzo de 2012

El despertar de la mariposa





“Reflexiones sobre el paso de la vida terrenal para la espiritual”


Nada nos podemos llevar.

Los Espíritus Superiores respondieron a Allan Kardec que el alma nada lleva de este mundo a no ser el recuerdo y el deseo de ir para un mundo mejor, recuerdo lleno de dulzura o de amargura, conforme el uso que hizo de la vida. Cuanto más pura fuera, mejor comprenderá la futilidad de lo que deja en la Tierra.

En el Evangelio Según el Espiritismo, Blaise Pascal dicto un mensaje que resume bien este aspecto:

“El hombre no posee en si sino lo que puede llevar de este mundo. Lo que encuentra al llegar, y que lo deja al partir, goza de ello durante su permanencia en la Tierra; más, una vez que es forzado a abandonarla, de ello no tiene sino el gozo y no la posesión real. ¿Qué posee en fin?  Nada de aquello que es para el uso del cuerpo, y si todo lo que es de uso del alma: la inteligencia, los conocimientos, las cualidades morales; es lo que trae y es lo que se lleva, y que no esta en el poder de nadie arrebatarle, lo que le servirá más aun en el otro mundo que en este; de el depende ser más rico a su partida  que a su llegada, porque de aquello que hubiera adquirido en bien depende su posición futura.”

Por tanto comprendemos que el Espíritu sufre las consecuencias de todas las imperfecciones que no consiguió corregir en la vida terrena. El alma lleva  dentro de si el infierno o el paraíso, no importa donde  se encuentre.

“A cada uno según sus obras, en el Cielo como en la Tierra: tal es la Ley de la Justicia Divina”, Ya lo decía Allan Kardec.


Si durante la vida terrena, la Entidad Espiritual  la paso solamente preocupada  en satisfacer su propio egoísmo, después en la muerte no puede ultrapasar los planos groseros, las zonas de las tinieblas, las regiones más densas del mundo espiritual.
Adaptación en el Plano Espiritual

Marlene Nobre, en su excelente libro “Nuestra Vida en el Más Allá”  nos relata que “la adaptación “al otro lado” de la vida varía de acuerdo con el grado evolutivo del Espíritu.

Para la inmensa mayoría de desencarnados de evolución espiritual mediana, ella no se hace sino lentamente, influenciada por innumerables factores.

Para los de condición inferior, la permanencia en los planos de sombra representa sufrimiento en diversos grados, vida desorganizada, actos crueles o profundización en los caminos improductivos de la ignorancia, con excesos de maldad.

Los asuntos pendientes de todo orden – financieros, emocionales, afectivos y, principalmente, el complejo de culpa – traídos de la costra, van a ejercer el papel preponderante en el estado de animo de los convalecientes espirituales, influyendo directamente, en la adaptación de ellos a la Vida Nueva.

Otros factores que dificultan la adaptación del espíritu en esta fase de transición en el Nuevo plano, son la salud de los entes queridos que quedaron, y su formación religiosa.
La gran deficiencia de la mayoría de las religiones es que ellas preparan a sus fieles para la muerte.

Como ilustración, vamos a relatar un trecho, extraído del libro “Cartas de una Muerta” dictadas por D, Maria Juana de Dios, madre de Chico Xavier, a través del propio médium, donde relata las impresiones iniciales de sus vida en el más Allá:

“Para mí, mi querido hijo, las ultimas impresiones de la existencia terrena y los primeros días transcurridos después de la muerte fueron muy amargos y dolorosos. Quiero creer que la angustia, que en aquel momento avasallo a mi alma, se originó de la profunda amargura que me ocasionaba la separación del hogar y de los afectos familiares, pues, a pesar de creer en la inmortalidad, siempre me llenaba de pavor  los aparatos de la muerte; y dentro del catolicismo, que yo profesaba fervorosamente, me atemorizaba la perspectiva de una eterna ausencia. Luche, en cuanto me lo permitieron las fuerzas físicas, contra la influencia aniquiladora de mi cuerpo; más fue una lucha singular  la que sustente, como suele acontecer en los corazones maternos, cuando peligra  la tranquilidad de sus hijos. Únicamente ese amor  me obligaba al apego a la vida, porque los sufrimientos, que ya había experimentado, me desprendían de todo el placer  que aun pudiese advenirme de las cosas terrestres.

Sintonía de los dos Planos

En el periodo que se sigue a la muerte física, los habitantes de los dos planos de la vida  continuaran ejerciendo influencia reciproca acentuada, en general  insospechada por los encarnados. Es claro que esta influencia perdurará siempre, más no tendrá el grado de intensidad de los primeros tiempos de la separación. Es natural que sea así porque nosotros  nos alimentamos del magnetismo de las personas amadas. Cuando la muerte nos impone  la separación provisoria, nos sentimos lesionados en el amago del ser,  necesitado de recomponer  las energías básicas, de reparar el circuito de fuerzas magnéticas en el cual nos equilibramos. Este raciocinio es valido para los que se encuentran en los dos planos de la vida.

La influencia de los pensamientos y acciones de los que permanecen en la costra es tan significativa que, muchas veces, los desencarnados no consiguen adaptarse a la nueva vida, vagando sin rumbo, perturbados, sin condiciones de asumir sus funciones en la verdadera patria.

Eso acontece porque hay una falta de preparación generalizada ante la crisis de la muerte. Encarnados y desencarnados sufren profundos desequilibrios psicológicos y espirituales, ante la separación que juzgan definitiva, porque para la inmensa mayoría, sin “ojos para ver”, solamente el silencio dolorido responde a las llamadas de parte a parte.

Todo pasa como si los primeros llorasen desesperadamente en un compartimiento de la casa, y los últimos en el otro, más incapaces de entenderse, a pesar de la proximidad, por la absoluta falta de preparación en lidiar con ese tipo de comunicación. Todos gritan, más nadie se entiende.


Un apelo de los desencarnados a los que quedan.

Muchos encarnados claman desesperadamente por los que partieron, vertiendo lagrimas de hiel, cuando no alentando ideas de suicidio e la engañosa  ilusión de reencontrarlos.

Hay mucho desasosiego en la vida psíquica  de los desencarnados, toda vez que los familiares no aceptan la separación o procuran la venganza, en los casos de desencarnación por asesinato, alimentando los sentimientos inferiores muchas veces envueltos en ese proceso.

Innumerables otros comunicantes hablan de la dificultad de adaptación al mundo espiritual por causa de la perturbación de los familiares. Ese desequilibrio, muchas veces  intenso, no les permite la propia renovación en el plano en que se encuentran.

Vamos a destacar algunos trechos de las cartas de los desencarnados en los cuales solicitan la comprensión de los familiares ante la separación. Son puntos muy útiles  para nuestro propio preparación ante la muerte:


(1)     “Veo su rostro sin parar, todo bañado  en lágrimas sobre el mi y su voz le alcanza de manera tan clara que parece colocar los oídos en el corazón. ¡Ha,  Mama!  Yo no tengo derecho de pedir su cariño más siempre lo recibí, más si soy su hijo puedo pedir alguna cosa más a su dedicación, no llore más.” (Alberto Texeira a través de Chico Xavier)

“Evidentemente que no vamos a cultivar falsa tranquilidad, considerando natural que alguien muy querido parta al plano espiritual. Por muy grande que sea nuestra comprensión, con seguridad sufriremos mucho. No en tanto, debemos mantener la serenidad, la confianza en Dios, no por nosotros mismos, más sobretodo en beneficio de aquel que partió. Más que nunca el precisa de nuestra ayuda, y principalmente de nuestras oraciones.
 Realizado con mucho amor y cariño por  Merchita 

([1]e2) Texto extraído de “Nossa Vida no Além” – Marlene Nobre – Ed FE




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