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sábado, 4 de junio de 2016

ESPIRITUS AMIGOS Y ENEMIGOS





SUFRIMIENTO EN LOS ANIMALES

Cada vez somos más, las personas que sentimos un especial amor por los animales, y que padecemos cuando ellos padecen; esto es incomprensible para los que no sienten así, incluso para aquellos que no son capaces de maltratarles ni hacerles daño, pero que en el fondo no los saben amar de esa manera.

Una compañera se dirigió a mí para hacerme una pregunta, y yo no sabía responderla, quizás sea por mi falta de inclinación a los animales, y yo no deseaba dejar a esa amiga, sin respuesta, sin quizás un consejo para aliviar su corazón que sufría quizás por la pérdida de un amigo “animal”, y mi imposibilidad para ayudarle.

Ella me preguntaba, el por qué sufren los animales, y yo me dirigí a compañeros más adelantados que yo en conocimientos filosóficos y espirituales,  y esta es la respuesta de nuestro querido hermano Miguel Vera.

Bueno, esto son temas siempre algo controvertibles. En principio, hablando con propiedad, los animales no sufren porque no tienen sentido moral; no pueden sufrir por lo mismo que no reflexionan respecto al dolor, por tanto, no sufren como nosotros. El sufrimiento es una cuestión moral, del ser que tiene libre albedrío y voluntad. Ellos no tienen conciencia de su yo.


( Particularmente, a pesar de publicar este artículo, por el interés del tema,  no puedo dejar de manifestar aquí mi criterio respecto al mismo, cuando no es conforme a las opiniones presentadas por Miguel Vera )
Yo afirmo aquí, que los animales SI SUFREN, a pesar de los límites naturales de su inteligencia, pues el sufrimiento tiene que ver directamente con los sentimientos que SI los tienen, pero no así con la inteligencia.
 He visto animales domésticos, dejarse morir de tristeza y sufrimiento ante la pérdida de un ser muy querido para él, como lo es su dueño. Sufren en los mataderos y hasta lloran ante el presentimiento de lo que les va a suceder, con la tristeza y el desengaño ante el hombre cruel, antes de recibir su golpe fatal...

Y sigue diciendo Miguel:

Evidentemente los animales sienten, pasan dolor, están expuestos a las vicisitudes de la vida material, pero su inteligencia está bajo estrechos límites, aquellos que les marca la propia Naturaleza. Tienen la inteligencia de la vida material solamente, provista para alcanzar sus necesidades. Y es una adaptación automática. Los animales tienen hábitat, nosotros mundo, resultado de la vida moral.

La libertad de los animales está restringida a los actos de la vida material y progresan por la fuerza de las cosas. Es la lucha por la vida. Los avatares los dota de fuerzas que le servirán más tarde; y además, tienen por objeto desenvolver la plasticidad en sus envolturas fluidicas, determinar en ellas las leyes que irán adquiriendo cada vez más complejidad en esas estructuras, llegando a manipular la materia de una manera inconsciente y adquiriendo el estatus que les configurará para el siguiente salto evolutivo.

El animal tiene principio inteligente que se elabora, se individualiza poco a poco y se ensaya en la vida, en condiciones que desconocemos además. Es un trabajo preparatorio, que comienza en el mineral, pasando por los otros reinos, en los que el principio inteligente experimenta distintas transformaciones. En una última elaboración, de manos del Creador, se convertirá en espíritu. Será cuando propiamente tenga alma, vida de relación. ( Debe querer decir alma humana, porque la vida de relación con individuos de su especie, ya existe desde mucho antes de alcanzar la etapa humana).  Comenzará para él el período de la humanidad, y con él la conciencia de su porvenir, el sentido moral y( con su libre albedrío fijado en la conciencia), la responsabilidad de sus actos: la expiación, el sufrimiento. Este es el camino ascendente a través de la oscura materia, matriz rígida que es preciso suavizar, domeñar, vencer; es el anhelo con que todo aspira al mayor poder, a la mayor claridad, y a la mayor conciencia.

Los animales, pues, pertenecen a un reino inferior ( yo diría más bien, anterior) y sometidos al hombre en el sentido de que son nuestros auxiliares, nuestros hermanos pequeños, dispuestos por Dios para nuestro auxilio. No obstante, los tenemos que saber cuidar y respetar. De ahí, que no quede impune por ningún daño al que se les someta intencionadamente; tendrá consecuencias inevitables el más mínimo trato degradante, por nuestra parte, al resto de los seres vivos.( Recordemos el trato inhumano, cruel y degradante que les damos actualmente: léase corridas de toros, maltrato en granjas, mataderos, cacerías, etc, etc)


Léase, meditando, el último capítulo de la 2ª parte de El Libro de los Espíritus de Allan Kardec, Los tres reinos.
Esperando poder haber contribuido en esclarecerle algo el tema, reciba un afectuoso 

saludo,
Miguel Vera.

( Criticas y discrepancias : Jose Luis Martín)

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 LA COSA MÁS DIFICIL
 
(Historia pasada con Chico Xavier) 

Tener dentro de sí a la Señora Humildad
Ahí está la prenda mayor y más dificil de obtener.
Callarse cuando alguien nos  ofende.
Silenciar cuando, en medio de los que maldicen, vence la maledicencia
Todo eso es revelador de la luz en el alma.
Y su autor ya tiene a Jesús en su corazón. 
Chico fue ofendido y nada respondió.
Le golpearon en la cara y el puso la otra, no ofreciendo lucha.  
Y el ofensor, sorprendido y hasta arrepentido, exclamó : 
- ¿ Tu eres el mismo Chico, de carne y hueso ?
 ¿ Por qué no devuelves la ofensa ?
— Porque —le respondió Chico- después el sufrimiento vendría doble para mi...

La Señora Humildad, vistiéndole el espiritu, le dio fuerza para resistir e inspiración para traducir la victoria que nos llega cuando tenemos la felicidad de testimoniarla.
El ofensor respira su odio y piensa que sale victorioso.
El ofendido, callándose sufre en el momento para después sentirse con fuerza moral para aconsejar y saberse victorioso con Jesús. 
Y a nuestros oídos llegan las palabras santas del Divino Maestro, cuando ofendido e incomprendido sufrió el mayor de los martirios: ¡ YO VENCÍ AL MUNDO PORQUE FUÍ Y SOY AMOR !

Chico Xavier 
Espiritualidad Mayor.
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   LUCHA INTERIOR 

Existe una permanente lucha interior, cuando el hombre se decide por abrazar la vida noble. 
Como dos ejércitos en furia, en el campo mental, surgen constantes enfrentamientos. 
Los guerreros habituales el egoísmo, el orgullo, la violencia y la ambición intentan superar a los nuevos combatientes el amor al prójimo, la humildad, la pacificación y la renuncia. 
El individuo se siente dividido y angustiado. En ese terreno áspero brilla la luz de esa inspiración superior, que la aclara el alma y lo estimula a insistir en los propósitos elevados. 
Prosigue en las luchas de la vida y no desistas en tus esfuerzos nobles. Cada día de resistencia representa una victoria hasta el momento de la gloria total. 

Joanna de Ángelis 
Vida Feliz

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                     EL MAL

El mal no es más que la consecuencia de la imperfección humana. Si Dios hubiese hecho a los seres perfectos, el mal no existiría. Pero entonces el Universo estaría fijo, inmóvil en su monótona perfección. La magnífica ascensión de las almas a través del infinito sería suprimida de una vez. ¡Nada para conquistar; nada para desear! Mas, ¿qué sería una perfección sin méritos, sin esfuerzos para obtenerla? ¿Podría tener el valor de un premio para nosotros? 
En resumen: el mal sólo es lo menos evolucionando hacia lo Más; lo inferior hacia lo superior; el alma hacia Dios. 
Dios nos ha hecho libres: de ahí la existencia del mal, fase transitoria de nuestra ascensión. La libertad es la condición necesaria de la variedad en la unidad universal. Sin ella, la monotonía hubiera hecho un Universo insoportable. Dios nos ha dado la libertad con ese impulso de vida inicial por la cual el Ser evolucionará por medio de su propio esfuerzo a través de los espacios y de los tiempos sin límites, en la escala de las vidas sucesivas, en la superficie de los mundos que pueblan la extensión. 
Nosotros emanamos de Dios, como nuestro pensamiento emana de nuestro Espíritu, sin fraccionarlo, sin disminuirlo. Libres y responsables, nos volvemos dueños y forjadores de nuestros destinos. Mas, para desarrollar los gérmenes y las fuerzas existentes en nosotros, es necesaria la lucha, la lucha contra la materia, contra las pasiones, contra todo lo que llamamos el mal. Esta lucha es dolorosa y los fracasos numerosos. Sin embargo, poco a poco, la experiencia se adquiere, la voluntad se templa, el bien se desprende del mal. Una hora viene en que el alma triunfa sobre las influencias inferiores, se recobra y eleva por medio de la expiación y la purificación hasta la vida feliz. 

LEÓN DENIS


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    ESPÍRITUS AMIGOS Y ENEMIGOS

Además de nuestro ángel guardián, que siempre es un Espíritu superior, tenemos a los Espíritus protectores, que no por ser menos elevados, son menos buenos y benévolos; éstos son o parientes o amigos, o algunas veces personas que nosotros no hemos conocido en nuestra existencia actual. Frecuentemente, nos asisten con sus consejos y con su intervención en los actos de nuestra vida.
Los Espíritus simpáticos son aquellos que se unen a nosotros por cierta semejanza de gustos y de inclinaciones; pueden ser buenos o malos, según la naturaleza de las inclinaciones que les atraen hacia nosotros.
Los Espíritus seductores se esfuerzan en desviarnos del camino del bien, sugiriéndonos malos pensamientos. Se aprovechan de todas nuestras debilidades, que son como otras tantas puertas abiertas que les dan acceso a nuestra alma. Los hay que se encarnizan con nosotros como con una presa, pero se alejan cuando reconocen que no pueden luchar contra nuestra voluntad.
Dios nos dio un guía principal y superior en nuestro ángel de la guarda, y guías secundarios en nuestros Espíritus protectores y familiares; pero es un error creer que tenemos  forzosamente un mal genio colocado cerca de nosotros para contrarrestar las buenas influencias. Los malos Espíritus vienen voluntariamente según encuentren acceso en nosotros por nuestra debilidad o por nuestra negligencia en seguir las inspiraciones de los buenos Espíritus; por tanto, somos nosotros quienes los atraemos. De esto resulta que nadie está jamás privado de la asistencia de los buenos Espíritus y que depende de nosotros apartar a los malos. Siendo el hombre la primera causa de las miserias que sufre por sus imperfecciones, muchas veces él mismo, es su propio mal genio. 

EL EVANGELIO SEGÚN EL ESPIRITISMO
ALLAN KARDEC


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