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martes, 7 de octubre de 2014

La muerte social


LA  MUERTE  SOCIAL

Entidades religiosas filantrópicas intentan  amenizar los  padecimientos  de nuestros hermanos que sufren situaciones de abandono y miseria moral. Mientras tanto, aun es muy poco el interés  y la concienciación de la sociedad  en torno a estos graves problemas sociales, principalmente  de aquellos que actúan con indiferencia  como si el dolor  o un caso análogo  no pudiese acontecer  con un ente querido o consigo mismo.
No podemos subestimar el cuadro actual  en el que se presenta el gran número de personas de todas las clases sociales,  dependientes de la droga. La toxicomanía atiende a  números alarmantes, principalmente entre los adolescentes. La prensa registra todos los días la preocupación de los padres y profesores  con el tráfico de drogas en las proximidades de las escuelas.
Muchos  conocen y recelan  apuntar responsables.
¿Cómo luchar con semejante calamidad?
¿Qué se puede hacer ante el poder de los que propagan el huso de las drogas  y se enriquecen destruyendo vidas?
No es tarea fácil la erradicación de la toxicomanía. Concienciar a cada uno de este grave  mal social  y llevarlo a una postura  ética  y responsable demanda tiempo y no todos  están preparados para enfrentar este grave problema.
Nos dice Camilo, a través de la psicografia de Raúl Texeira:
 “Solo la educación tiene el poder de transformar esta caótica situación, por  motivo  de que se torna imposible mantener una guardia permanente junto a cada hogar o a cada persona, sabiendo que las drogas, en sus múltiples caras, ha penetrado  la convivencia doméstica, arrebatando ahí a los familiares desprevenidos o profundamente perturbados, por la percepción ingenua, desatenta o indiferente de aquellos que deberían ser sus guardianes.
Comprendiendo que la toxicomanía se instala, principalmente, en las almas enfermas, frágiles, atormentadas por conflictos, trayendo de otras vidas el condicionamiento  que facilita el proceso de dependencia física  y psíquica de alcohólicos y otras drogas, reconocemos el valor de la educación moral y evangelización del ser desde la infancia, como profilaxis indispensable.
Antes que la muerte  social segregue y aniquile al hermano que se perdió en los laberintos del vicio, ha de pensarse  y buscar el apoyo fraterno, medico y psicológico, intentando reargüirlo e inducirlo  a una opción de vida más digna.
Es deber de  todos nosotros.
Solamente la educación moral llevará al individuo a la conquista del discernimiento que resultará  en la adquisición de la conciencia ética, liberándolo de los estados deprimentes  y subyugadores, ampliando su capacidad de distinguir el bien y el mal, ampliando su visión en torno  de lo que le acontece en el campo del alma enferma y dándole condiciones de luchar contra los vicios morales que lo prenden  como crueles grilletes impidiéndole ser feliz.
La doctrina Espirita nos lleva a cuidar del ser en su dualismo – espíritu y materia – reconociendo en la toxicomanía  la influenciación de mentes desencarnadas, lo que requiere un cambio real y profundo de los contenidos psíquicos del encarnado.
Juana de Angelis enseña  /El ser consciente):
“En la Psicoterapia espirita, el conocimiento de la sobrevivencia  y del inter-relacionamiento entre los seres de las dos esferas – física y espiritual – ofrece procesos liberales  centrados siempre en la transformación moral del paciente, su renovación interior y sus acciones edificantes, que facultan el discernimiento entre lo cierto y errado, propiciando la transferencia para el nivel superior, en el cual se torna inaccesible  la inducción perversa.”
Con ese pensamiento la Benefactora  nos muestra  que para la liberación  de los que están sometidos  a la acción perniciosa de las drogas es indispensable la ayuda psicológica  y la terapia médica, aliadas al deseo sincero del individuo de liberarse conscientemente del vicio,  lo que solo se consigue con penosos esfuerzos y cambios radicales en su relacionamiento familiar y social.
Se reconoce que es muy difícil esta lucha interior. Nadie deberá enfrentarla solo. Más allá del esfuerzo individual que compete a cada uno, el drogadicto deberá ser tratado, tanto física como espiritualmente, para poder vencer realmente la dependencia, y encaminado, siempre que sea posible, a los grupos de apoyo donde habrá otros compañeros  incursos en el mismo problema, buscando las mismas soluciones. El no se sentirá abandonado y tendrá más posibilidades de vencer.

Procurando direccionar nuestro pensamiento para las mejores soluciones  en el combate a las drogas, el benefactor espiritual Camilo nos aconseja:
“Ningún proceso de toxicomanía está disociado de los procesos de las almas enfermas. Los Espíritus sanos  no se dejan dominar por las drogas. Y solamente el esfuerzo por el autoconocimiento y la búsqueda de Cristo en el corazón del alma, en el empeño de higienizar la intimidad, es lo que predispone a cada ser para la anhelada liberación, para los hermosos tiempos de verdadera libertad e integración en la Vida Cósmica, sin miedos e inseguridades, con alegría real,  en el campo de luz que Dios  reserva a los que se superan a sí mismos.
Solamente la educación del Espíritu libertará al hombre de los problemas que le perturban, mostrándole el sentido real de la existencia terrena en su transitoriedad y los objetivos redentores  a que estamos todos vinculados en el proceso de la evolución moral.
Recordando siempre  que solamente sufrimos y somos infelices  cuando  dañamos la ley natural o divina, busquemos en nuestra conciencia ética el mejor camino para la conquista de la paz y de la felicidad.

Lucy Dias Ramos

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Regina Lucia de Souza
  Que no tengamos que arrepentirnos.....

En los momentos de rabia ciega, herimos a  las personas que mas amamos, y muchas veces no podemos "sanar" las heridas que dejamos.

 En los momentos de rabia, intente parar a pensar en sus actitudes, a fin de evitar que los daños sean irreversibles.
No hay nada peor que el arrepentimiento y la culpabilidad tardia.
 - Regina Lucia de Souza-
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VISIÓN CORRECTA DEL ESPIRITISMO

Es innegable que el Espiritismo, esencialmente, como hecho natural, como ley de vida, es  de todos los tiempos, se encuentra aunque de un modo difuso o velado en el aliciente de  todas las creencias inmortales, razón por lo que debe ser concebido  no como una secta particular y si como elementos capaz de fortalecer las diversas religiones y abrir camino para que ellas se encuentren con las variadas ciencias, llevando al hombre a cumplir de manera integral su destino en este mundo, a través  del desenvolvimiento tanto de las potencialidades sentimentales como intelectivas. Siendo así, nada impide que un católico, un teósofo, un amante de la Umbanda o del esoterismo sea también espirita, cara al carácter universalista, cósmico, del Espiritismo, y quien quisiera defender esta posición ciertamente descubrirá algunas frases de Allan Kardec para apoyarse. Con todo, solamente será espirita en parte, y no de un modo completo, pues es igualmente indiscutible que la verdadera Doctrina Espirita está en la enseñanza que los Espíritus dieron (“El Libro de los Espíritus”, introducción, ítem XVIII), y tal enseñanza es suficientemente clara cuando establece los fundamentos de una filosofía racional (ídem, Prolegómenos) que incompatibiliza la teoría y práctica del Espiritismo  con todo aquello que tiene sabor a místico y es destituido de contenido lógico. De ahí porque nadie puede ser fiel a la causa espirita  si dejará de actuar con buen sentido.
No basta obtener la tarjeta en el Club de la Pureza Doctrinaria para servir con eficiencia en el espiritismo. Lo importante es tener una visión correcta y el buen sentido indica que, para eso, el primer cuidado  es no ser radicales. En la historia  de todos los movimientos que han surgido  para alargar los horizontes mentales del ser  humano siempre fueron las concepciones extremistas las que estragaron todas… Son ellas las fuentes generadoras  de la ortodoxia  y toda ortodoxia es fechadura dogmatica  atrancando las ventanas  del libre análisis, sin el cual se torna imposible el progreso. Acontece que tanto hay una ortodoxia excesivamente conservadora, dedicada para sustentar el tradicionalismo, como hay una ortodoxia exageradamente renovadora, que nada respeta, ni aun mismo los valores fundamentales e imprescindibles  para la identidad de un pensamiento filosófico. La primera produce  la inmovilidad  por la fe ciega  y la segunda  va tan lejos que destruye  cualquier fe, aunque nazca del conocimiento bien construido. Es lamentable, más aun no aprendimos una gran lección de la Antigüedad clásica: la Virtud esta en el medio…
Con el debido aprecio a los que luchan por fijar el espiritismo únicamente en el plano científico o exclusivamente en la esfera religiosa,  y aun con la justa consideración  a aquellos que desean conservarlo en su rasgo primitivo o modernizarlo por completo, osamos afirmar que la providencia básica para tener una óptica sino perfecta, por lo menos razonable, del Espiritismo, consiste  en abandonar la presunción de sabiduría infusa  y estudiar con inteligente humildad la obra de Kardec, donde son límpidamente expuestos los principios incuestionables de nuestra Doctrina y los puntos sobre los cuales ella misma recomienda reflexión, pesquisa y debate para la madurez de las ideas.
Lo malo es que, en vez de examinar sin premeditación los libros del maestro lionés, recurrimos a ellos  con el deliberado ánimo de captar escasos argumentos alimentadores de nuestras tendencias ideológicas, sin admitir que, como las demás personas, estamos sujetos a limitaciones perceptivas. Ora, como todos nos situamos en grados  de evolución diferenciados, cada uno ve el Espiritismo de una forma  distinta, resultando de ahí las insanas divergencias de opinión. Si sabemos administrarlas, cultivándolas con equilibrio y moderación, todavía podremos convivir  en régimen de trabajo solidaridad y tolerancia, en consonancia a la divisa, o lema, de la Codificación. Si caemos en el radicalismo, terminamos siendo nocivos  y no útiles al ideal común.  Es lo que parece, salvo mejor juicio…
Por Nazareno Tourinho-
 Fuente: Reformador nº 2000 de Noviembre de 1995
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J. Herculano Pires
ESCLARECIENDO EL PROBLEMA DE LA MUERTE DENTRO DE LA NUEVA CONCEPCIÓN DE LA VIDA

Desaparición de los antiguos misterios que cercaban el hecho natural – La muerte, simple fase de la vida - Las palabras del apóstol Pablo: “Se siembra lo corruptible, resucita incorruptible”. 

La comprensión exacta del fenómeno de la muerte, en su verdadero sentido, en su verdadera significación, es una de las más bellas contribuciones del Espiritismo para el hombre de nuestros días. En el pasado, principalmente en las grandes civilizaciones orientales, el hombre disfrutó de elevada comprensión del sentido de la vida, y consecuentemente de la muerte. Pero esa comprensión era alterada por la falta de esclarecimiento científico del problema. Se encontraba envuelta en la ganga mística o teológica del misterio. La supervivencia constituía una certeza, pero una certeza de tipo enigmático, de consecuencias imprevisibles. Los muertos no sólo eran resucitados, no solo eran hombres desprovistos del cuerpo físico, sino almas de un mundo desconocido.

El Espiritismo, como explica Allan Kardec en “La Génesis”, viniendo tras el desarrollo científico, tiene la ventaja de analizar el problema de la supervivencia, de colocarlo en el plan de la observación y de la experiencia, de someterlo a los procesos de verificación e investigación científica. Gracias a ese nuevo análisis del problema, la muerte fue despojada de sus aparatos místicos y de su sentido cabalístico. Pasó a ser encarada de manera natural, como un hecho que pertenece al orden natural de

las cosas, tan sujeto a las leyes de la vida como el propio nacimiento. “Nacer, morir, renacer, progresar siempre, tal es la ley”, afirmó Kardec. Nacimiento, vida y muerte son tres fases de un mismo y único proceso, el proceso de la vida.

Acabando con los llamados “misterios de la muerte”, el Espiritismo demostró experimentalmente, que el hombre se libera de su cuerpo físico de modo tan natural, como la larva se transforma en mariposa. Recordando las enseñanzas de Cristo y de sus apóstolos, mostró que la resurrección, como escribió el apóstol Pablo en su primera epístola a los Corintios, es de orden espiritual y no material.

“Se siembra lo corruptible, resucita incorruptible; se entierra el cuerpo material, nace el cuerpo espiritual”. Ni ángel, ni demonio, ni alma del otro mundo, ni entidad misteriosa, el espíritu de aquel que murió es el propio muerto que resurgió de la muerte. Es el mismo hombre que conocíamos en la Tierra, con sus adicciones y sus virtudes, sólo que desprovisto de su envoltorio grosero, como un buzo que, al quitarse la escafandra, no deja de ser lo que era.

Esa nueva concepción de la muerte libera el hombre del miedo de morir, le enseña la conveniencia y la necesidad de morir, cuando suena naturalmente su hora, y quita a los que quedan los motivos de angustia y desesperación. Una suave comprensión sustituye, en la mente y en el corazón de las criaturas, el viejo temor y la antigua rebelión contra las leyes naturales. Ernesto Bozzano, el gran investigador italiano, entre sus muchas monografías
Ernesto Bozzano
espíritas, incluyó un estudio sobre “La Crisis de la Muerte”, que merece ser leído por todos los que se preocupan con ese problema universal. Un estudio objetivo, sereno, claro y lógico, basado en observaciones del momento de la muerte, realizadas en varias partes del mundo.
Decía Victor Hugo: “Morir no es morir, mis amigos, morir es cambiarse”. Y Charles Richet, el grande fisiologista francés, premio Nóbel de Fisiología,
Cairbal Schutel
le escribió a Cairbar Schutel: “La muerte es la puerta de la vida”. El Espiritismo prueba la realidad de esos conceptos. A través de la inmensa y variada fenomenología mediúmnica, desde las simples manifestaciones de tipología hasta las de incorporación, de voz directa y de materialización, el Espiritismo viene demostrando positivamente 
la realidad de la supervivencia. Los que se obstinan en ignorar esas experiencias, en cerrar los ojos para el nuevo mundo que se abre ante los hombres, pagan el duro tributo del sufrimiento sin remedio que las viejas concepciones les imponen.

J. HERCULANO PIRES
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                       MEDIUMS ESCRIBIENTES

El médium, en el momento en que ejerce su facultad, ¿se encuentra en estado perfectamente normal? “A veces se encuentra en un estado de crisis más o menos acentuado. Eso lo agota, y por esa razón necesita descanso. No obstante, la mayoría de las veces, su estado casi no difiere del estado normal, principalmente en el caso de los médiums escribientes”.
-Libro de los Mediums -
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