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domingo, 21 de diciembre de 2014

Vida fuera de la materia

Herminio C. de Miranda
ALGUNAS TECNICAS Y RECURSOS

 Cada manifestación es diferente. Nunca sabemos, con seguridad, las intenciones del Espíritu que se aproxima, que problemas nos trae, cuales son sus características, cual es la razón de su presencia entre nosotros.

 La propia mediúmnidad no es un instrumento de precisión, como un microscopio o un reloj, que funcione, repetidamente, de manera previsible y controlable. El médium es un ser humano ultrasensible, de psicología compleja, encargado en transmitir el      pensamiento de un desencarnado, pero esta muy lejos de ser mero aparato mecánico de comunicación, como un teléfono o una radio, aunque no obstante se hable en sintonía y en vibraciones, cuando a el nos referimos. Sus facultades sufren influencias variadas, del ambiente, de su estado de salud, de su problemática intima, de su fe o ausencia de ella, de su interés en el trabajo, que puede fluctuar, de su capacidad de concentración, de su confianza en los compañeros que le rodean y, especialmente, en el dirigente del grupo y, obviamente, de los Espíritus manifestantes. Y hasta estos, que son también seres humanos - no nos olvidemos de esto - varían sus presentaciones, de una para otra manifestación,  según sus propias disposiciones.

Por otro lado, es necesario considerar, también, que hay diferentes formas de mediúmnidad: de incorporación, o psicofónica, de videncia, clariaudiencia, psicografia, así como existen médium que conservan su conciencia durante la manifestación, y médium que pasan a lo que se convino llamar estado "inconsciente".

Es inadecuada la expresión "mediúmnidad inconsciente". El Espíritu del médium no esta en estado de inconsciencia, simplemente se aparto de su cuerpo físico, para cederlo al manifestante. Lo máximo que se puede decir es que la conciencia no esta presente en el cuerpo físico, o mejor dicho, no se manifiesta a través del cuerpo material, temporalmente ocupado o manipulado por una entidad extraña a su economía. Si el médium se sumergiese, en Espíritu, en el estado de inconsciencia, el manifestante asumiría posesión total de su organismo y  haría con el lo que le pareciese bien.

Existen manifestaciones violentas, y muy libres, durante las cuales los Espíritus incorporados mueven el instrumento mediúmnico aparentemente a su voluntad, haciéndole  gritar, dar puñetazos, levantarse, derrumbar muebles, rasgar libros y cuadernos, y promover disturbios semejantes.
 La mediúmnidad sonambulica se asemeja al estado de posesión; pero, basta invocar esta, para sentir la diferencia entre una y otra manifestación. El poseso es realmente un médium, pues ofrece condiciones para que otro Espíritu se incorpore en el, pero el médium no es un poseso, en el sentido de que el manifestante pueda hacer, con el, todo cuanto le parezca, en cualquier momento y sin limite de tiempo, o totalmente sin disciplina.

En un grupo mediúmnico en que la supervisión espiritual sea firme y segura, la mediúmnidad sonambulica puede y debe funcionar perfectamente, pues muchos Espíritus necesitan estar unidos a tales médium. Ellos provocaran disturbios y se agitaran bastante, según los recursos y censuras que encontraran en sus médiums, pero no nos olvidemos de que, los guías espirituales del grupo estarán atentos, para que ellos no cometan desatinos, como el propio médium estará presente y consciente, acompañando atentamente la manifestación, y puede, con certeza, interferir, para que el Espíritu manifestante no se exceda, aunque se le permita una considerable libertad. En casos extremos los orientadores espirituales del grupo también adoptaran medidas de excepción, para contener las manifestaciones mas violentas. Ya tuvimos  oportunidad de presenciar algunos de esos casos, en que el Espíritu es virtualmente "maniatado", por lazos fluidicos invisibles a nuestros ojos, pero de una realidad indiscutible para el, porque lo inmoviliza instantáneamente.

El grupo debe estar, así, perfectamente preparado para innumerables formas de manifestación. Ellas son imprevisibles e inesperadas. El adoctrinador experimentado sabrá identificar prontamente las primeras señales  de la incorporación, cuando el Espíritu comienza a acomodarse a  la organización mediúmnica. Es necesario recordar que, frecuentemente, el Espíritu manifestante esta parcialmente unido al médium, horas, y hasta días enteros, antes de la        _ sesión. En estos casos, cuando se trata de un Espíritu desarmonizado, aunque la manifestación no sea ostensiva, porque esto implicaría admitir mediúmnidad totalmente descontrolada, el médium sufre inevitable malestar físico, dolor de cabeza, presi6n sobre la nuca, sobre los plexos, sensación de angustia indefinible y, hasta incluso, estado febril, postración, irritabilidad, agresividad y varios otros síntomas de desorganización psicosomática.

 El médium experimentado y responsable debe estar preparado para eso. No se asuste, no se aterrorice, no tema y, sobre todo, no deje de comparecer al trabajo, por causa de esas disonancias psicofísicas, pues es eso mismo lo que desean los compañeros desequilibrados, es decir, apartarlo del trabajo.

Ese envolvimiento puede darse también con los demás participantes del grupo que, aunque no estén dotados de mediúmnidad ostensiva, sufren también terribles presiones de los hermanos perturbados. Uno de los blancos predilectos de esas penosas aproximaciones es el adoctrinador, tenga o no mediúmnidad ostensiva. El cerco en torno de el es permanente, tenaz, implacable, impiadoso, porque los compañeros desencarnados enfermos, creen que neutralizándolo, acaban con el grupo, lo que muchas veces, infelizmente, es verdad.

Este o no este el Espíritu unido al médium antes de la sesión, es cierto que el planeamiento espiritual ya tiene las tareas de la noche distribuidas por anticipación, y en la secuencia que creen mas conveniente a la buena marcha de los trabajos. Generalmente, cada médium tiene su propio "estilo", para indicar el inicio de la comunicación: colocar las manos sobre la mesa, respirar con mayor profundidad, dos o tres veces, agitar ligeramente la cabeza o el cuerpo, gemir, levantar los brazos, en una somatología que el adoctrinador, habituado a trabajar con el, sabrá identificar, a fin de iniciar el tratamiento del hermano que se presenta.      

A veces, el Espíritu comienza luego a hablar, o a vociferar, pero, usualmente, el necesita de algunos segundos  ' para apoderarse de los controles psíquicos del médium, y no consigue hablar sino después de haberse acomodado bien a    la organización de su instrumento. El adoctrinador debe aprovechar esos momentos para dar una palabra de        , bienvenida, saludándolo con atención, cariño y respeto. En algunos casos el Espíritu solamente consigue expresarse con mucho trabajo, en virtud de su estado de perturbación, de  indignación, o por estar con deformaciones periespirituales que se lo impiden. Otras veces, valiéndose de astucia, o   , preparando celadas, se mantiene en silencio, para que el adoctrinador se canse, en la tentativa de descubrir sus motivaciones, a fin de intentar ayudarlo, con lo que el se divierte bastante.

En ciertas ocasiones, el viene revestido de un manto de mansedumbre y tranquila seguridad. Dice palabras dulces, nos asegura sus buenas intenciones, nos da consejos. Uno de ellos, cierta vez, comenzó serenamente, con un llamamiento "a los corazones bien formados", en un lenguaje de pacificación y entendimiento. Le digo que estamos dispuestos a la pacificación y al entendimiento, siempre que el venga en nombre de Dios: pero, por mas que se esfuerce - cosa extraña! - no consigue pronunciar el nombre de Dios, como yo le pidiera. Por fin, explota en irritación y "abre el fuego", gritando que acabo la farsa. Y derrama un arsenal   de amenazas e intimidaciones.        

Existen los que fingen dolores que no sienten, o mutilaciones que no poseen, como ceguera o falta de la lengua. Miran, con esos artificios, distraer nuestra atención del punto principal de su problemática, o simplemente se        entregan al placer irresponsable de engañar, mistificar, defraudar, o también, como algunos me dicen, a veces, de cansar al médium encargado de darles pases.

De cualquier forma que sea la apertura de la comunicación, el adoctrinador debe esperar, con paciencia, después de recibir al compañero con un saludo sinceramente cortes y respetuoso. Sea quien fuere el que comparezca ante nosotros, es un Espíritu desajustado, que necesita socorro. Algunos vienen mas desarmonizados que otros, pero todos necesitados - y deseosos - de una palabra de comprensión y cariño, por más que reaccionen a nuestra aproximación. Los primeros momentos de un contacto mediúmnico son muy críticos. Aun no sabemos a que viene el Espíritu, que angustias trae en el corazón, que intenciones, que esperanzas y recursos, que posibilidades y conocimientos. ¿Estará unido a alguien que estamos intentando ayudar? ¿Tiene problemas personales con algún miembro del grupo? ¿Lucha por una causa? ¿Ignora su estado, o tiene conciencia de lo que pasa con el? ¿Es culto, inteligente, o se presenta inexperto e incapaz de sostener un dialogo mas sofisticado?

Una cosa es cierta: no debemos subestimarlo. Puede, al principio, revelar una clamorosa ignorancia, y entrar, después, en la posesión de todo el acervo cultural de que dispone. Difícilmente el Espíritu es bastante primario para ser clasificado, sumariamente, como ignorante. Nuestra experiencia acumulada es mucho más amplia de lo que sospechamos.

Trabajo de Merchita extraido del libro de Herminio C.Miranda "Diálogos con las sombras"



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Fe inavalable es solamente aquella que puede encarar a la razón, frente a frente, en todas las épocas de la humanidad.
Allan Kardec
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    LA VIDA FUERA DE LA                               MATERIA

 La vida fuera de la materia  es una realidad incontestable.  Estando constituido el Universo  de Fuerza y Materia, una importante tesis se desdobla en la asociación de esos dos principios fundamentales. La investigación y el estudio de los fenómenos psíquicos de la vida extraterrenal han traído a la luz numerosos conocimientos que estaban ocultos  y que hoy en día la humanidad se aprovecha de ellos, para caminar con más luz en la vida.
Nadie hay que, habiendo recibido buena educación moral y estando en pleno gozo de sus facultades mentales, no procure mejorar su conducta por los principios normativos del buen sentido común, y ser bueno, practicar el bien, mostrarse, de algún modo, útil a su semejante. Sin embargo, es forzoso reconocer, la falta de conocimientos de las verdades que la vida encierra es el motivo principal  de no ser desarrollado  en el ser humano ese sentimiento noble, aunque elemental, que cada cual  precisa y debe cultivar a favor de su igual, sea amigo, compañero o aun mismo desconocido.
La idea que tenemos de nosotros mismos, sobretodo en el medio religioso, es,  de un modo general, íntimamente materialista. La imagen de si mismo , es la que observamos reflejada en el espejo, cuando en realidad, tal imagen solo representa el ropaje , que no pasa de una expresión accidental del espíritu. Esta comprensión no escapa  a aquellos que saben, con seguridad, que el ser reencarna numerosas veces, hasta conseguir determinado grado de evolución, siendo lamentable que millones decriaturas aun no quieren reconocer  esta gran verdad, manteniéndose en la primitiva comprensión sobre la posición que ocupan en el trayecto de la existencia.
Las falsas concepciones, las creencias ilusorias y los engaños, que tanto han atrasado el progreso del mundo en el campo espiritual, precisan pues ser eliminados  de la mente humana, y todo trabajo que tuviera esta finalidad no puede dejar de ser un bien acogido por las personas sensatas, leales  y amigas de la verdad.
La “Vida fuera de la Materia” presenta, en su contexto, esa característica  que constituye, sin duda, la máxima garantía  de su unidad y valor. Por esa razon, aunque las revelaciones demostradas causen extrañeza a los que, por primera vez, entren en contacto con ellas, sobrados motivos tendrán para regocijarsede la oportunidad feliz que les posibilitó  tan preciados y utiles conocimientos.
El bien mayor que podemos recibir en esta vida  es obtener aquello que  nos es más necesario para el aprovechamiento de la encarnación, que es el esclarecimiento.
¿De que nos servirá poseer abundantes riquezas materiales, cosa que casi todos procuramos, si no tenemos el conocimiento verdadero de la vida, para saber dar a las riquezas la útil aplicación que el deber exige? El resultado es que no estando preparado espiritualmente, no tomando en cuenta  que lo que pertenece a la Tierra en la Tierra queda, esas riquezas pueden servir  más de estorbo  para nuestra evolución, que de ayuda.
Los que no pierden de vista la secuencia de las encarnaciones sucesivas, fácilmente comprenden que el millonario  de una encarnación podrá ser el pobre de la siguiente, si hizo un mal huso del dinero. En cambio sí dio buena aplicación a la riqueza, en la próxima  ese bien que hizo, bien le devolverá.
En la esfera espiritual no hay padres ni hijos. Lo que allí existe, en verdad, es una enorme comunión de espíritus en una infinita graduación evolutiva, en la que todos los seres – todos sin excepción – tienen un origen común: La Fuerza Creadora o Inteligencia Universal.
El mal  aprovechamiento de una encarnación resulta inapelablemente,  LA NECESIDAD DE repetirla, teniendo que pasar el espíritu  por las mismas tribulaciones  hasta conseguir dominar los vicios y las debilidades y recuperar  el tiempo que perdió.
Constatando, las enormes ventajas  de la ascensión a clases más elevadas, muchos creyentes  viven bajo incontenido deseo de adelantar, a fin de alcanzar nuevos conocimientos y conquistar más amplios atributos espirituales.
Hay un deber que a todos  nos toca por igual: Trabajar para evolucionar. Cada uno precisa ocupar su lugar y esforzarse para dar cuenta de sus atribuciones, cierto que tenemos en el Espacio  una posición definida  e insubstituible.
Millones de espíritus encarnados en el planeta se sienten aprensivos por no tener una brújula por la cual dirigirse.
Si la que Jesús nos trajo, hace casi veinte siglos, no hubiese sido parcialmente  desimantada por los intereses especuladores, muchos  y muchos millones de seres aun encarnados habrían, hace mucho, concluido el curso en la Tierra, y estarían preparados para ejercer sus actividades en otras regiones del Espacio.
El tiempo perdió no se recupera. Es como las aguas pasadas que no mueven molinos. Al Racionalismo cristiano cabe una gran  y sublime misión, aunque  bien ardua y por muchos no comprendida: restablecer la Verdad y reimplantar los magnificas enseñanzas de Jesús en la Tierra
Merchita

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ANTE LA PERSPECTIVA DEL MIEDO MANTENGAMOS LA FE EN DIOS.

El mayor  temor de quien tiene empleo, hoy, es perderlo. El despido es traumático, sin duda, y para muchos es más trágico, aun, que quedar viudo o divorciado,  en consonante estudio divulgado, recientemente, en Alemania. Durante 20 años, la pesquisa analizó el nivel de satisfacción de centenares de alemanes. El estudio anotó una tendencia  en el nivel básico de la felicidad  de una persona común, esencialmente, permanece  el mismo durante toda la vida adulta.

En otra pesquisa, realizada con trabajadores de varias empresas, afectados  por disturbios psíquicos, fueron observadas “las manifestaciones del desgaste mental en el trabajo e identificadas las variadas conexiones entre la vida laboral y las conexiones generales de la vida.  De entre esos  aspectos, el miedo surgió como factor importante   de evaluación, ya que la sanción más temida, por todos los funcionarios afectados, era la dimisión”. (1)

Hay otros estudios que hacen referencias al proceso psicológico llamado “adaptación” – forma como los seres humanos adaptan su humor a las nuevas circunstancias – buenas o malas. Yannis Georgellis, de la Universidad de Brunel, en Inglaterra, que participó de la elaboración de un determinado estudio “dijo que sus conclusiones sugieren que el viejo dicho de que “el tiempo todo lo cura” puede ser verdadero en algunos casos.” (2) Su estudio refuerzas la tesis  de otros trabajos que dicen que las personas se recuperan de los acontecimientos negativos, rápidamente. “Hay alguna literatura sobre personas que se tornaron  parapléjicas que, cuando fueron   entrevistadas pocos años después,  tenían los niveles de felicidad de esta manera.” (3) De la misma forma, “hay estudios  de personas que ganaron,  la lotería y que no son más felices a largo plazo.” (4)
 Una situación de crisis económica es agraviamiento  de la inseguridad, como en los días de hoy, alteran las relaciones sociales, sobretodo en el trabajo. Hay, en esa coyuntura,  una relación entre lo social y el trabajo, y el sujeto  en la organización será afectado por eso, aumentando su miedo y sufrimiento.

 Estudios realizados afirman que, una gran empresa  o empresa súper moderna, solo existe lugar para súper empleados, que deben ser súper-hombres: bonitos, felices, altamente cualificados, que no cometan errores, en fin, perfectos y eso ya es una súper paranoia. Esas fobias coexisten con la culpabilidad, pues, difícilmente, el trabajador estará a la altura de las exigencias de la organización y del ideal que se procura atender. De este modo, el individuo, en las organizaciones, vive el sueño de omnipotencia y perfección,  y la empresa, obviamente, sabe lidiar  con esa fragilidad a su favor, cobrando, cada vez más, un proceso vil de robotización, de la conciencia  de los más frágiles (los empleados). En esta sociedad alucinada  por el tener  y no por el ser, fácilmente, el miedo se instala en los temperamentos frágiles, en las constituciones  emocionales de poca resistencia, al principio en el individuo, después, en la sociedad.

“El exceso de tecnología generó ausencia de solidaridad humana, que provoca una avalancha de recelos.”(5) El modelo  de relación de  trabajo actual es cruel. El sujeto que, dentro de la organización, asiste  a diversas dimisiones, ve varios de sus colegas ser “despedidos”, y tiene miedo de ser la próxima victima, sabe que la falta de protección es una de las causas de su angustia. En verdad, el mercado es volátil. Historias de desempleo de larga duración y de situaciones en que el trabajador no consigue volver para el mercado formal se repiten. Ante esa perspectiva, cada individuo deberá preocuparse con su  seguridad, rompiendo con los lazos emocionales, exaltando el individualismo y aumentando la competición dentro de la empresa.

En esa situación de inestabilidad sociopolítica y económica, es común que los trabajadores no se acuerden de Dios, más urge reconocer que el Creador no olvida a los trabajadores, cuyas actividades dignas desenvuelven los valores reales del espíritu. Dios  extiende a todos su misericordia. Es bien verdad que El nos da la respuesta que no siempre corresponde a nuestras expectativas.   Sino, veamos: Pedimos lo que deseamos, más Dios nos da lo que precisamos.

Las “tempestades” (tempestades y furores) de la experiencia humana simbolizan las advertencias del Creador, señalándonos el cambio de rumbo. Simonetti recuerda que “La dolencia espiratoria, el hogar en desajuste, la dificultad financiera, la perdida del empleo, el accidente automovilístico, son situaciones constreñidotas que nos perturban. Pedimos la ayuda divina. Dios viene en  nuestro auxilio, más es preciso que nos dispongamos a tomar el barco del futuro, dejando, en el pasado, viejas tendencias. Podemos considerar, en la misma secuencia, que: el tabaquismo afecta a los pulmones. La incomprensión conturba el reracionamiento afectivo. La indisciplina en los gastos hace rombos en las cuentas. La displicencia  profesional resulta en dimisión. La irresponsabilidad en el transito favorece desastres”. (6) (grifamos)

La poca disposición de encarar nuestros errores y desaciertos, como causa de nuestras dificultades y problemas, neutraliza la acción divina a nuestro beneficio. En las crisis surgen cambios. Si no cambiamos  con ellas, siempre nos sentiremos abandonados por Dios, incapaces de identificar el socorro divino. ¿Te sientes libre del miedo? Es ahí lo amargo de la cuestión, pues el temor es desarmonía y desintegración emocional. El miedo no existe  solo bajo una sensación de ser punido, de perder el empleo, del in suceso, además de temor al propio miedo. El miedo es un sentimiento de gran inquietud, cuando estamos delante  de un peligro real, un peligro imaginario o en una amenaza. Es, por tanto, un síntoma  de inseguridad, proveniente de la  falta de fe en Dios, en ciertas situaciones de la vida, más que precisan ser bien trabajadas en la mente cristiana.

 Para nosotros, estudiosos del espiritismo, la solución para el miedo es, sin duda, “la fe que traspasa las montañas, mostrándonos el rumbo hacia la victoria. Es, igualmente, la certeza de la reencarnación, la certeza de que la vida terrenal no es  más que un largo día ante la eternidad de la vida del espíritu. Somos seres pensantes  e inmortales y, ante  esas verdades, podemos enriquecer   nuestra actividad mental, indefinidamente, rumbo a los objetivos superiores. Podemos desenvolver recursos que nos conduzcan a un reracionamiento humano y social, a través  del trabajo solidario y fraternal, aprendiendo a entender los dolores y angustias de nuestros compañeros, a tener compasión, y  finalmente, “a amar al prójimo como a nosotros mismos”. Fundamentalmente, la fe debe apoyarse en la razón, para no ser ciega.                                                           

En el mensaje del Maestro, aprendemos la lección de optimismo vivo, factor psicológico ese capaz de renovar nuestras tendencias,  obstando que el miedo, la depresión y la angustia se apoderen de nuestra mente.

Si algún trabajador pierde el empleo, o si los amigos lo abandonan, otras oportunidades surgirán, otros amigos estarán presentes. “Y la dinamos generador de este optimismo es la fe. Si la situación fuera tan aflictiva que no observamos salida, confiemos  y sigamos al frente con alegría, pues la  vida eterna está a nuestro frente, y jamás estará solo aquel que contribuye para la construcción del reino de amor y de paz.”(7)

Confiemos, plenamente, en la Inteligencia Suprema que, providencialmente, administra la vida, sabiendo que El, la Causa primera de todas las cosas, es Soberanamente Bueno y Justo, y que en sus estatutos no hay espacios para injusticias. ¡Ciertamente, actuando así, al mirar para tras, tendremos una  percepción diferente de los hechos que nos acontecieron y percibiremos que todas las experiencias, buena o malas, cooperan para nuestro bien, mediante las cuales el ser progresa siempre!

- Merchita-

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Fuera de la Caridad no hay salvación
Allan Kardec -

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