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jueves, 24 de abril de 2014

Mediumnidad: Puerta Psíquica


       MEDIUMNIDAD: PUERTA PSIQUICA ABIERTA A OTRA DIMENSIÓN


Suely Caldas Schubert
“(...) Los que ocasionan perturbaciones no se encuentran solamente en medio de ellas (de las Sociedades y de las reuniones), Sino también en el mundo invisible. Así como hay Espíritus protectores de las asociaciones, de las ciudades y de los pueblos, los Espíritus malhechores se unen a los grupos, del mismo modo que los Individuos. Se unen, primeramente, a los más débiles, a los más accesibles, procurando hacerlos sus Instrumentos y gradualmente van envolviendo los conjuntos, por eso es que tanto más placer maligno experimentan, cuanto mayor es el número de los que  caen  bajo el yugo.”

(El Libro de los Médiums, Allan Kardec, item 340.)

Interesados en proseguir usufructuando de los vicios y de lo que consideran placeres, gran multitud de Espíritus hacen todo para impedir cualquier esfuerzo que busque liberar al ser humano de la inferioridad.

A través de los encarnados, tienen esos Espíritus posibilidades de sustentar el intercambio de energías desequilibradas. Por eso, luchan por mantener las posiciones conquistadas junto a los hombres, como también se empeñan en impedirles la renovación para el bien.

Bajo ese aspecto, toda y cualquier actividad noble que tenga por objetivo librar a las criaturas humanas del yugo de las pasiones inferiores será objeto de sus envestidas, a fin de proporcionarle el desarrollo. Natural es pues, que los Grupos Espíritas que luchan directamente con esos hermanos desencarnados sean blanco de su asedio, que se muestra especialmente intenso.

Todos nosotros, luchadores de la desobsesión, no ignoramos que somos vigilados atentamente por los obsesores. Al unirnos a algún caso de obsesión, automáticamente pasamos a recibir las vibraciones negativas de los perseguidores invisibles, que están actuando en el área bajo nuestro interés. Somos así investigados, analizados, acompañados. Meticulosamente examinados, ellos evalúan nuestra posición espiritual, la sinceridad de nuestros propósitos, la perseverancia en el bien, el esfuerzo que estamos empleando para mejorar y, está claro, las brechas que presentamos. Nuestros fallos y deficiencias son observados y aprovechados por ellos. Tienen incluso la intención declarada de sacarnos del camino, empleando, para alcanzar tal intento, todas las armas de que disponen.

Si estuviésemos invigilantes, descuidados, ofreciéndoles campo a las mentes desequilibradas que se acercan a nosotros y, encontrando desguarnecidas de nuestras defensas, tendrán posibilidades concretas de conseguir nuestro alejamiento y de regocijándose con nuestra caída.

Muchos son los medios usados por los obsesores, casi todos ellos bastante estudiados, pues ya sabemos que su acción es organizada. Usan varias técnicas, induciendo en los integrantes de los grupos las ideas que elaboran. Usan, por ejemplo, la idea del comodismo para apartar a las personas de las reuniones, generando argumentos del tipo; “las reuniones son buenas, pero hoy yo no voy porque trabajé mucho”; “yo ya produje mucho en las reuniones, por esto faltar hoy no hace mal”; “yo soy muy asiduo, todo el mundo falta, menos yo”; “estoy cansado, voy a orar en la casa, hace el mismo efecto”, etc.
Procuran diseminar la desconfianza entre los participantes, dando origen a pensamientos de este orden; ¿será que hablaron esto para mí?”; “pienso que están insatisfechos conmigo”; “creo que no confían en mí mediumnidad”, etc.
Son muchos, como es fácil de imaginar, los recursos empleados, resaltando también las maniobras en el sentido de agudizar el amor propio, la susceptibilidad, el personalismo, el apego a los puntos de vista personales, la vanidad y toda la cohorte de deficiencias que avasallan al ser humano.

La acción de esos obsesores, lógicamente, no queda circunscrita a los grupos mediúmnicos. Ella se extiende en busca de terreno fértil y lo que fue dicho para las reuniones vale igualmente para todo el movimiento espírita.

Esa es la razón por la cual los Benefactores Espirituales no se cansan de alertarnos, reiterando cada día los apelos a nuestra reforma íntima. La mayoría de nosotros aun somos bastante teóricos, sabiendo de memoria páginas, citaciones, libros, pero consiguiendo poco  vivir las enseñanzas adquiridas.

Los perseguidores son conscientes de eso. Saben perfectamente como nos resulta difícil vencer las pasiones que nos esclavizan, sobre todo en las circunstancias del día a día. Es a través de esas pequeñas brechas que intentan debilitar nuestras disposiciones más nobles.

Y, cuando sintonizamos en fajas inferiores, envueltos por esas vibraciones, tropezamos con los problemas de que otros compañeros son portadores, dejando que nuestra inferioridad contumaz asome, surgiendo, en consecuencia, los roces, las riñas, las divergencias difíciles de ser superadas.



No estamos queriendo decir que no deba haber divergencias. Estas son normales, lo que deseamos aclarar es que debemos vencer el apego a los puntos de vista y opiniones personales, los celos y las idiosincrasias que perturban el entendimiento, la fraternidad, la unión. Y no tengamos duda: de eso se aprovechan los obsesores para fomentar la cizaña.


Es admirable, bajo todos los aspectos, la presciencia de Kardec a ese respecto. Profundo conocedor del alma humana, nos legó preciosas advertencias a las cuales deberíamos estar atentos y, sobre todo, siempre predispuestos a atenderlas. Es de lo que trata el magistral capítulo 29 de “El Libro de los Médiums” – que por si sólo es una base de enseñanzas tan oportunas y actualísimas que se diría haber sido escritas en los días de hoy.



Nuestra preocupación, pues, debe ser la de sentir y vivir las enseñanzas de la Doctrina Espírita, y si alguna competición haya de existir entre nosotros “que no deberá ser sino la de hacer cada uno mayor suma de bien”. (Ob. Cit., item 349.)

Mensaje traducido por el Grupo Amor en Acción-España


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Diez Maneras de Amarnos a Nosotros Mismos

libro: Paz y Renovación
André Luiz y  Francisco Cândido Xavier


    1 - Disciplinar los propios impulsos.
    2 - Trabajar, cada día, produciendo lo mejor que pudiéramos.
    3 - Atender a los buenos consejos que trazamos para los otros.
    4 - Aceptar sin rebeldía la crítica y la reprobación.
    5 - Olvidar las faltas ajenas sin disculpar las nuestras.
    6 - Evitar las conversaciones inútiles.
    7 - Recibir el sufrimiento en el proceso de nuestra educación.
    8 - Callar delante de la ofensa, retribuyendo el mal con el bien.
    9 - Ayudar a todos, sin exigir ningún pago de gratitud. 
    10 - Repetir las lecciones edificantes, tantas veces como fuesen necesarias, perseverando en el perfeccionamiento de nosotros mismos sin desanimar y colocándonos al servicio del Divino Maestro, hoy y siempre.
     Traducción del Grupo Espirita el Amor en Acción-España

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AYUDA SIEMPRE

        Queridos amigos, siempre por muy insignificantes que nos creamos, podemos ayudar a nuestros hermanos, que están en peor situación, el deseo de cooperar en mejorar el mundo, por muy precario que nos parezca, cuenta para Dios. Las grandes Obras, son realizadas por hermanos nuestros que al igual que nosotros fueron pequeños y con el tiempo crecieron para Dios.
La ayuda asistencial a los compañeros es muy común en el día a día, siempre hay circunstancias que los problemas que acaparan nuestra vida, tenemos la necesidad de comunicarlos, para desahogarnos, para poder recibir luz y esclarecimiento, ya que nuestro problema se hizo grande para nuestra capacidad de ver y entender las cosas, y nos ahogan, nos llenan de angustia y dolor y ante las puertas de la desesperación, ¿Quién no acude a la persona en quien más confiamos para que nos ayude, aunque solo sea en escucharnos y esclarecernos, pues todos sabemos que hay problemas de difícil solución? Solo el orgulloso se afana el ocultar su dolor, y en algún momento cede porque ve que lo que intenta de ocultar está a punto de estallar y es entonces cuando se deciden a hablar, pues muchos son los hermanos que se han llevado a la tumba grandes secretos, que si los supiésemos nos seria difíciles de creer.
Lo que sí es verdad, que siempre que nos ofrezcamos a ayudar a un amigo, o a alguien que nos necesite hemos de hacerlo desinteresadamente. Dios es tan grande que puede cubrir todo el mundo con su amor y a la vez tan pequeño para entrar en tu corazón.
"Cuando estamos con personas que sufren, suele resultar evidente que es muy poco lo que podemos hacer para ayudarlas, fuera de estar presentes, de caminar junto a ellas como el Señor camina junto a nosotros. Esto nos resulta frustrante porque nos gusta ser "reparadores". No solo queremos controlar nuestro destino, sino también el de los demás. Por eso nos produce frustración cuando lo único que podemos hacer por los que sufren es estar presentes para ellos, orar con ellos, convertirnos, en efecto, es un amigo silencioso de la presencia y el amor de Dios".
Cuando Dios te lleva al borde del acantilado, confía en Él plenamente, y déjate llevar. Sólo dos cosas pueden suceder, o Él te sostiene cuando tú te caes, o Él te enseñará a volar…Dios cierra puertas que ningún hombre puede abrir; y abre puertas que ningún hombre puede cerrar.
Si necesitas que Dios abra alguna puerta para ti… abre tu una puerta para los demás; de esa manera serás una bendición para ellos. No te olvides que cuando tiras el pan sobre las aguas, nunca sabes cuándo te será devuelto.
El camino que cada enfermo recorre generalmente es largo y costoso y pasa por múltiples y variadas etapas y momentos de ánimo. Hay que acompañarle en su camino, respetar su ritmo, ofrecerle lo que necesita en cada situación. Acompañar al enfermo comporta: Mostrarle cercanía, confianza y amor; preocuparse por todo sin preocupar; conmoverse con todo sin compadecer; aguantar sus rarezas sin incomodarse; hacer el bien sin crear dependencia; infundir ánimo, fuerza y esperanza; estar disponible sin imponer.
La asistencia espiritual Es el trabajo que realizan los Espíritus, mediante el auxilio de los médiums, con el fin de equilibrar, aliviar y curar las enfermedades del cuerpo y del alma. Mediante la mediúmnidad de cura a servicio del Bien y de forma desinteresada, los Buenos Espíritus, alivian los dolores, alejan las perturbaciones y nos despiertan para la realidad espiritual.
No se puede ayudar al que sufre a distancia. Hay que acercarse a él y adentrarse en lo que está viviendo, movidos por la compasión y el deseo de consolar, alentar y servir de apoyo. Es preciso hacerlo sin prisas, con tacto y con respeto, sin paternalismos, dejando y facilitando que el enfermo sea el protagonista.
La solidaridad tiene un poder curativo: activa y hacer presente al que sufre el amor de los hermanos y de Dios. Las horas de soledad para el enfermo son demasiado largas. Las acortan tan sólo la cercanía y el calor humano de quien se acerca para visitarle.
Procuremos ayudar a quien se cruce en nuestro camino, el bien es algo que siempre encuentra recursos para desarrollarse y actúa con espontaneidad, seamos espontáneos solidariamente y los recursos se nos darán sin apenas darnos cuenta, porque cuando actuamos de corazón el amor suele producir milagros.

Merchita

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