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domingo, 8 de diciembre de 2013

Animales y su proceso evolutivo


LOS ANIMALES ESTÁN EN PROCESO DE EVOLUCIÓN Y SON MÁS INTELIGENTES DE LO QUE IMAGINAMOS.


Los perros pueden detectar situaciones injustas y presentar emociones simples, similares a la envidia o rencores, afirman los investigadores. "Estudio publicado en la revista Proocedings of the National Academy of Sciences, mostró como los cachorros, se lamen o se muerden y  lo hacen bajo estrés, cuando se ven sin los premios dados a oros cachorros". El científico austriaco Friederike Range, de la Universidad de Viena, lideró el estudio sobre emociones caninas y atestigua que ciertos animales poseen un sentimiento o emoción más compleja de lo que normalmente les atribuiríamos.

Muchos estudios demuestran que los animales son más inteligentes de lo que nos imaginamos. Algunos dan, hasta señales de conciencia. " Lo imaginario construido en torno a la idea del filósofo francés René  Descartes, en el siglo XVII, de que los animales serían como máquinas, desprovistos de emociones y pensamientos, persistió hasta el siglo XX, pero esa idea fue sepultada por estudios recientes, a ejemplo del que fue publicado en la Universidad de Saint Andrew en Escocia. Los investigadores de esa Universidad confirmaron que los animales no están tan distantes de nosotros en una habilidad considerada, exclusivamente humana: el lenguaje; tesis esta, corroborada por Irene Pepperberg, investigadora de la Universidad de Brandeis, en los Estados Unidos, una de las pioneras en el estudio de la inteligencia animal.
  Bajo la lupa kardeciana, según los espíritus, la inteligencia humana es comparada entre ciertos hombres y ciertos animales, muchas veces se percibe que es notoria la inteligencia superior de los animales. Por eso, es difícil establecer una línea de demarcación en algunos casos. No obstante, aun así, el hombre es un Ser aparte,que a veces se puede expresar con muy baja racionalidad o se puede elevar muy alto. "Es bien verdad que el instinto domina la mayoría de los animales; pero los hay que actúan con una voluntad propia y determinada, o sea, percibimos que hay una cierta inteligencia animal, aunque limitada".
   La Doctrina Espírita defiende la tesis de que los animales tienen lenguaje propio. No un lenguaje formado por palabras y sílabas, sino un medio de comunicación entre ellos. Ellos "dicen" muchas más cosas de lo que suponemos, recuerda Kardec, pero "su lenguaje, obviamente, es limitado, como las propias ideas, a sus necesidades".
   Estando dotados de vida de relación, tienen medios de prevenirse y expresar las sensaciones que experimentan. Así, "el hombre no tiene el privilegio exclusivo del lenguaje, pues en los animales es instintivo y limitado por el círculo exclusivo de sus necesidades y de sus ideas, en  cuanto al hombre es perfectible y se presta a todas las concepciones de su inteligencia".
  Sobre la cuestión del "libre arbitrio" de los animales, recordemos que ellos no son simples máquinas, de modo que su libertad de acción quede limitada por sus necesidades, y, lógicamente, no puede ser comparada al del humano. Los animales, siendo inferi0res al hombre, no tienen los mismos deberes, pero tienen libertad, ( aunque restringida a los actos de la vida material). En ese tópico, considerando que " los animales tienen una inteligencia que les da una relativa libertad de acción, en ellos hay una especie de "alma" (infinitamente inferior a la  del hombre). Sobre eso, el Espiritismo explica, afirmativamente, esa realidad y expone que "ese principio sobrevive al cuerpo físico" después de la muerte", o sea, el alma de los animales conserva después de la desencarnación, su individualidad; pero no la conciencia de sí misma, apenas la vida inteligente permanece en estado latente." Queda en una especie de erraticidad, pues no está unida a un cuerpo, pero no es un espíritu errante, puesto que un espíritu errante es un ser que piensa y actúa por su propia voluntad; el espíritu de los animales no tiene la misma facultad.  
 Nótese que la conciencia de sí mismo es lo que constituye el atributo principal del Espíritu humano. El espíritu del animal es clasificado, después de la muerte, por los Espíritus encargados de eso, y utilizado casi inmediatamente, no disponiendo de tiempo para entrar en relación con otras criaturas del más allá. 
 En verdad, la inteligencia es así, una propiedad común, un punto de encuentro entre  el alma de los animales y la del hombre. Todavía, los animales no tienen sino la inteligencia de la vida material; en los hombres, "la inteligencia produce la vida moral. Esa es, sin duda, una diferencia fundamental". Nos explican los Benefactores, que los animales "retiran el principio inteligente del elemento inteligente universal". La inteligencia del hombre, también proviene de la misma fuente, "pero en el hombre, pasó por una elaboración que la eleva sobre la de los brutos".
  Podemos deducir que el pensamiento  es una característica, solo humana. Los animales piensan, pero no razonan; los animales tienen memoria y recurren a ella; aprenden con aciertos y con errores, pero no con el razonamiento.
  Evidentemente, no consiguen teorizar, abstraer, prever eventos, solucionar problemas, pero son, de hecho, más inteligentes de lo que imaginamos. Están en proceso de evolución y, en ese sentido, debemos "considerar que ellos (los animales),poseen ante el tiempo, un porvenir de fecundas realizaciones, a través de numerosas experiencias llegará, un día, al llamado reino hominal, como a nuestra vez, alcanzaremos en el rodar de los milenios, la situación de angelitud. La escala de progreso es sublime e infinita. En el cuadro exíguo de nuestros conocimientos, busquemos una figura que nos convoque el sentimiento de solidaridad y amor, que debe imperar en todos los departamentos de la naturaleza,visible e invisible. El mineral es atracción. El vegetal es sensación. El animal es instinto. En el hombre es razonamiento. En el ángel es divinidad. Busquemos reconocer la infinidad de lazos que nos unen en los valores gradativos de evolución y erguimos, en nuestro íntimo, el santuario eterno de fraternidad universal.
Jorge Hessen
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    LEÓN DENIS   " El Apostol del Espiritismo"

Léon Denis (léase Dení) nació en la pequeña localidad de Foug, situada en los alrededores de Toul, en Francia, el primero de Enero de 1846. Su casa era humilde, al igual que sus padres Josephine (que era materialista) y Ana Lúcia Denis (que era espírita).

Tempranamente conoció, por necesidad, los trabajos manuales y los pesados encargos de la familia. Desde sus primeros pasos en este mundo, sintió que los amigos invisibles lo auxiliaban. En lugar de jugar y participar de actividades propias de la juventud, buscaba instruirse lo máximo posible. Leía obras edificantes, consiguiendo de esta manera, y con esfuerzo propio, desarrollar su inteligencia. Era un autodidacta serio y competente. 

Jamás desperdició ni siquiera un minuto de su tiempo, con distracciones frívolas, a las que acuden la gran mayoría de los hombres para matar las horas. 

Con 12 años de edad concluyó la educación primaria, y la situación modesta de su familia no le permitió grandes estudios. Tuvo tempranos problemas de salud especialmente con su vista. 

Tenía 16 años cuando se destacó como uno de los mejores oradores y de los más ardientes propagandistas. 

Con 18 años de edad se convirtió en representante comercial, actividad que lo obligaba a viajar constantemente, y que la desempeñó hasta edad avanzada. 

Denis admiraba la música y siempre que podía asistía a una presentación de ópera o concierto. Le gustaba tocar el piano buscando acordes de músicas conocidas para su propio deleite. 

No fumaba, era casi exclusivamente vegetariano y no ingería bebidas fermentadas, considerando al agua la bebida ideal. 

Tenía el hábito de mirar con interés los libros expuestos en las librerías. Un día, cuando aún tenía 18 años, la llamada casualidad hizo que su atención fuese despertada para una obra de título inusitado, ese libro era «El Libro de los Espíritus» de Allan Kardec. Disponiendo del dinero necesario, lo compró e inmediatamente se dirigió a su casa para leerlo con avidez. Citando sus propias palabras: «En él encontré la solución clara, completa, lógica, acerca del problema universal. Mi convicción se volvió firme. La teoría espírita disipó mi indiferencia y mis dudas». En esa hora, su espíritu se sintió sacudido por los compromisos asumidos en el espacio, para iniciar en breve el trabajo de propagación de las verdades kardequianas. «Como tantos otros, buscaba pruebas, hechos precisos, para apoyar mi fe, pero estos hechos demoraron mucho en venir; al principio insignificantes, contradictorios, mezclados de fraudes y mistificaciones, que no me satisficieron, al punto de pensar – en ocasiones – en interrumpir mis investigaciones, pero sustentado, como lo estaba, por una teoría sólida y de principios elevados, no desanimé. Parece que lo invisible desea examinarnos, medir nuestro grado de perseverancia, exigir cierta madurez de espíritu antes de entregarnos sus secretos».

Mientras se encontraba en sus trabajos de experimentaciones, un importante acontecimiento se verificó en su vida: Allan Kardec llegó a la ciudad de Tours para pasar unos días con sus amigos, y fueron invitados todos los espíritas de la ciudad para recibirlo y saludarlo. 

En 1880, cuando recorría las villas y ciudades por fuerza de sus deberes profesionales, pronunciaba conferencias y fundaba círculos y bibliotecas populares. Es incalculable el número de conferencias proferidas en Francia con el propósito de propagar la Liga de Enseñanza, fundada por Jean Macé. 

El año de 1882 marca definitivamente el inicio de su apostolado, enfrentando sucesivos obstáculos: el materialismo y el positivismo que miraban al espiritismo con ironía, y las risas de los creyentes de las demás corrientes religiosas que no hesitaban en aliarse a ateos, con el propósito de ridicularizarlo y debilitarlo. Sin embargo Léon Denis, como buen paladín, enfrenta la tempestad. Los compañeros invisibles se colocan a su lado para alentarlo y exhortarlo para la lucha. 

— Coraje amigo — le dijo el espíritu de Juana de Arco — estaremos siempre contigo para auxiliarte e inspirarte; jamás estarás solo. Todos los medios se te ofrecerán, a su debido tiempo, para un buen cumplimiento de tu obra. 

El 2 de noviembre de 1882, día de los difuntos, se produjo un evento de gran importancia en su vida: la manifestación, por primera vez, del espíritu que durante medio siglo sería su guía, su mejor amigo, su padre espiritual, Jerónimo de Praga, que le dijo: «Marcha, hijo mío, por la senda abierta frente a ti, caminaré junto a ti para sostenerte». Y como Léon Denis indagó si su estado de salud le permitiría estar a la altura de la tarea, recibiendo esta otra afirmativa: «Coraje, la recompensa es más bella». 

A partir de 1884, consideró conveniente realizar conferencias buscando la mayor difusión de las ideas espíritas. En 1885 escribió El por qué de la Vida en el que explica con nitidez y simplicidad lo que es el Espiritismo. 

En 1892, recibió una invitación de la Duquesa de Pomar, para hablar de Espiritismo en su residencia, en una de esas mañanas célebres, en que se reunía casi todo París. 

Al principio Léon Denis estuvo indeciso y temeroso, pero después de mucho meditar, pesando las responsabilidades, aceptó la propuesta. 

El éxito de su libro Después de la Muerte lo situó como escritor de primer orden. Los grandes periódicos y revistas eclécticas lo solicitaban, las sucesivas ediciones se agotaban rápidamente. 

La noticia publicada por Le Journal, de París, acerca de la reunión en la casa de la duquesa decía: La reunión de ayer, fue una de las más elegantes, participó Léon Denis con una conferencia sobre la Doctrina Espírita. De una elocuencia muy literaria, el orador supo encantar al numeroso auditorio, hablando del destino del alma, que puede, según él, reencarnar hasta su perfecta depuración. Él posee el alma de un Bossuet, supo crear un entusiasmo espiritualista. 

La principal obra literaria de Denis fue la concerniente al Espiritismo, sin embargo escribió otras según afirmación de Henri Sausse, tales como: Tunisia, Progreso, Isla de Cerdeña, entre otras. 

A partir de 1910, la vista de Léon Denis fue debilitándose día a día. La intervención a la que se había sometido dos años antes, no le proporcionó ninguna mejoría. Soportaba con calma y resignación la marcha implacable de ese mal que lo castigaba desde su juventud. Aceptaba todo con estoicismo y resignación. Jamás lo vieron quejarse. Sin embargo, nos podemos imaginar cuan grande debió ser su sufrimiento. 

Mantenía una voluminosa correspondencia. Jamás se aburría, amaba la juventud, la alegría del alma. Era enemigo de la tristeza. 

El mal físico, según él, debía ser mucho menor que la angustia que experimentaba por el hecho de no poder manejar la pluma. Secretarias ocasionales substituían su dificultad en el oficio, sin embargo, su gran dificultad consistía en revisar y corregir las nuevas ediciones de sus libros y de sus escritos. Pero gracias a su espíritu de orden, a su incomparable memoria, superaba todos esos contratiempos sin molestar o importunar a los amigos. 

Después de la muerte de su progenitora, una sirvienta cuidaba de su pequeña habitación. Léon exigía solamente una cosa: absoluto respeto a sus numerosas notas manuscritas, a las cuales arreglaba con meticulosa precaución. Fue justamente por causa de esa antigua manía que la Duquesa de Pomar lo denominó de «el hombre de los pequeños papeles». 

En 1911, después de los esfuerzos en la preparación de la nueva edición de la obra El Problema del Ser, del Destino y del Dolor, cayó gravemente enfermo. El tratamiento enérgico de su médico, para contrarrestar la neumonía, lo puso de pie en corto tiempo. 

Un grande y profundo dolor le estaba reservado cuando se produjo la primera guerra mundial en 1914, al ver partir para el frente de batalla a la mayoría de sus amigos. 

En aquel entonces Léon padecía de una enfermedad intestinal y estaba parcialmente ciego. 

A través de la incorporación, sus amigos del espacio y entre ellos un espíritu eminente, le comunicaban de tiempo en tiempo sus opiniones sobre esta terrible guerra en sus dos aspectos: visible y oculto. 

Estas prácticas lo llevaron a escribir un cierto número de artículos publicados en la Revue Spirite, en la Revue Suisse des Sciences Psychiquesó y en el Echo Fid, todo su gran amor por la tierra donde nació, dentro de la ley de causa y efecto. 

Cuando la guerra se aproximaba a su fin, la Revue Spirite pasó a publicar en todos sus números artículos de Léon Denis. 

Después de la guerra, aprendió braille, lo que le permitió actualizarse y fijar sobre el papel los elementos de capítulos o artículos que le venían al espíritu, pues en esta época de su vida estaba casi ciego. 

En 1915 iniciaba una nueva serie de artículos repasados de poesía profunda y serena, sobre la voz de las cosas, preconizando el retorno a la naturaleza. 

En esta época un fuerte viento soplaba contra el Espiritismo. El fenomenismo metapsiquista diseminaba a los cuatro vientos la doctrina del filósofo puro P. Heuzé, que a través de L´Opinion pregonaba entrevistas y comentarios tendenciosos. Afirmaba prematuramente que a medida que la metapsíquica fuese avanzando el Espiritismo iría pasar, perdiendo terreno. Sin embargo, su profecía no se cumplió. 

Después de la vigorosa respuesta del Sr. Jean Meyer, por la Revue Spirite, Léon Denis entró en la discusión, en calidad de presidente de honor de la Unión Espírita Francesa, con una carta dirigida a Matin, en la cual establecía, con admirable nitidez, la diferencia existente entre el Espiritismo y el Metapsiquismo. 

A partir de ese momento, Léon Denis tuvo que ejercer una gran actividad periodística para responder de manera brillante, como era de esperarse, a las críticas y ataques de altos miembros de la Iglesia Católica. 

En marzo de 1927, con 81 años de edad, terminó el manuscrito que tituló: El Genio Céltico y el Mundo Invisible, y en ese mismo mes la Revue Spirite publicaba su último artículo. 

El martes, 12 de Marzo de 1927, alrededor de las 13 horas, Léon Denis respiraba con gran dificultad víctima de una neumonía. La vida parecía abandonarlo, su estado de lucidez era perfecto. Sus últimas palabras, pronunciadas con extraordinaria calma, pero con mucha dificultad, fueron dirigidas a su asistente Georgette: Es necesario terminar, resumir y... concluir (haciendo alusión al prefacio de la nueva edición biográfica de Kardec). En este exacto momento, le faltaron completamente las fuerzas para articular otra palabra. A las 21 horas su espíritu ascendió. Su semblante parecía en éxtasis. 

Las ceremonias fúnebres se realizaron el 16 de Abril. A pedido suyo, el entierro fue modesto, sin oficio de cualquier iglesia confesional. Está sepultado en el cementerio de La Salle, en Tours. 

José Basílio
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¿Qué fin tendría la vida, si todo estuviese fijado de antemano?.

El fin de la existencia, como ya hemos dicho, es la evolución espiritual, referida a la adquisición de los atributos Divinos que llevamos todavía en germen pero en proceso de desarrollo mediante las pruebas de la vidas humanas que vivimos, o sea, que en cada vida debemos procurar crecer siempre en Amor y Sabiduría.
Como ya se ha explicado, lo concertado de antemano son las metas y objetivos a alcanzar para nuestra evolución, así como algunos acontecimientos puntuales y trascendentes para el Espíritu , pero ante los cuales siempre se nos respeta nuestro libre albedrío para decidir en nuestras actuaciones según nuestra conciencia e intuición, por tanto el Ser humano decide contínua y libremente su actuación buena o mala, acertada o errónea a cada paso, de modo que siempre es heredero de las consecuencias buenas o malas de sus aciertos y errores cometidos libremente.
La Ley de Causa y Efecto nunca deja de funcionar, y los efectos muchas veces nos repercuten en la propia existencia en donde generamos las causas que los generaron.
Si absolutamente todo estuviese fijado de antemano, nuestro libre albedrío sería cosa inútil, porque no serviría para nada; el ser humano sería una mera marioneta sin alma en manos de un destino muchas veces injusto y caprichoso, por lo que su vida en este mundo carecería de objetivos y de sentido. Sin embargo esto no es así, pues vemos como todos tenemos un pensamiento que nos hace libres y una voluntad para elegir ante las pruebas de la vida.
Allan Kardec en el Libro de los Espíritus, cap.X- Ley de Libertad, item nº 872, dice al respecto: “ La fatalidad, tal como vulgarmente se comprende, supone la decisión anticipada e irrevocable de todos los sucesos de la vida,cualquiera que sea su importancia. Si este fuese el orden de las cosas, el hombre sería una máquina sin voluntad.¿De qué le serviría la inteligencia,puesto que estaría invariablemente dominado en sus actos por la fuerza del destino?.Si semejante doctrina fuese verdadera, sería la destrucción de toda libertad moral;no existiría responsabilidad para el hombre y por consiguiente, ni bien ni mal, ni crímenes ni virtudes.Dios soberanamente justo,no podría castigar a su criatura por faltas que no dependía de ella dejar de cometer, ni recompensarla por sus virtudes, cuyo mérito no le correspondería. Semejante ley sería además,la negaión de la de progreso;porque el hombre que todo lo esperase de la suerte, nada intentaría para mejorar su posición,puesto que no sería ni de mejor ni de peor condición”.

- Jose Luis Martín-
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El descubrimiento de la reencarnación me trajo la paz; me gustaría comunicar a los demás la tranquilidad que da el poder ver lo larga que es la vida.”

- Henry Ford-