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jueves, 24 de julio de 2014

Comentando el mundo espiritual

COMENTANDO  EL MUNDO ESPIRITUAL

Los más grandes sabios de la antigüedad, conocían ya las relaciones con el mundo espiritual aunque aun no conocían el Espiritismo.
El alma humana, está ligada  continuamente  a una sociedad toda inmaterial, actúa con el Mundo Espiritual y recibe de ese mundo impresiones que, como hombre no percibe mientras el orden perfecto no esté establecido.
Solo después de la muerte somos seres espirituales, el periespiritu se puede separar del cuerpo Material, aunque por poco tiempo.
No se muere, y todos los que llamamos muertos continúan viviendo.
La relación de nuestro periespíritu con el Mundo Espiritual es más frecuente de lo que podemos imaginar, principalmente cuando estamos adormecidos. Durante la vida terrenal, somos espíritu y actuamos como espíritu, realizando una especie de espiritismo ignorado. En ese invisible intercambio con el mundo espiritual, recibimos pensamientos elevados y aclaraciones, los cuales solemos denominar inspiraciones, intuición etc.
Es una especie de Espiritismo ejercido inconscientemente.
Todos los espiritistas gozan de excelente salud si se guían por la enseñanza de los espíritus. Los espíritus nos aconsejan indefectiblemente, una vida moral. Un espíritu  sano responde por un cuerpo sano.
Las aparicionesde los fallecidos, en nuesro mundo, se realizan, ciertamente,  por el mucho amor que nos dedican. Vienen a avivar en nosotros la fe y la esperanza de que nos encontraremos en un futuro próximo. Nosotros nos admiraremos cuando despertemos en el más allá.
Muchos de los que creen en la inmortalidad, se suponen que somos abandonados  en una eterna oscuridad.  Eso no tiene lógica alguna. Cada uno de nosotros será recibido por seres espirituales, nuestros parientes y amigos, que nos llevan junto a ellos. Morir aquí es nacer  en el Más Allá.
La bibliografía espiritista es inmensa, hay una gran literatura a disposición y alcance de todos al relacionarse el Espiritismo  muy cerca con casi todas las ciencias, nos aclara muchos enigmas, ayuda a hacerlos más comprensibles.
El Espiritismo, ha traído una infinidad de hechos a la luz del día. El nos ha facilitado los conocimientos de que el Hombre está dotado de un espíritu inmortal, y la vida terrena es una especie de escuela preparatoria. El hombre percibe sus deberes por un instinto sentimental, como por la intuición que los Espíritus Guías le transmiten. Del cumplimiento de esos deberes, dependen su progreso y su felicidad. Cumpliendo  con sus deberes se desenvuelven en él  fuerzas espirituales. Y, más, cada vez más,  comprende  cómo y donde puede encontrar su verdadera felicidad.
La existencia en la Tierra, es apenas una fracción mínima de la vida. Siempre y siempre, son buenos los resultados del buen proceder. Los buenos actos siguen al frente del espíritu y captan intuiciones puras y elevadas. Así, cuando el espíritu penetra en la esfera superior,  es bien recibido y pasa de continuo a ser auxiliado, en el sentido de proseguir  en su propio progreso. Todas las vidas que hemos vivido y que viviremos son una existencia sola.  Es una evolución continua, de grado en grado, para la sublimación.
Las leyes son eternas e inmutables, todo lo rigen, influencian a todos los seres, sin excepción, para el bien. No hay seres privilegiados. Nadie es castigado por los errores cometidos que no puede evitar.  Justicia eterna, amor eterno, es lo que impera.
Debemos recordar el deber para con Dios, el deber para con el prójimo y el deber para con nosotros mismos, teniendo en cuenta el espíritu y el cuerpo.
Por el mecanismo de la reencarnación, el ser astral trae consigo, en su regreso a la Tierra, sus antiguas conquistas. Recorre otra vez los años terrestres y, si es sabio, aprovecha al máximo las oportunidades que le son ofrecidas. Es como el alumno que va siendo transferido a clases  más y más elevadas, pero siempre que sea aprobado. Si fue haragán y le falto buena voluntad, volverá a repetir el curso, hasta terminarlo con distinción.
No siempre el ser astral regresa a la Tierra para rectificar errores cometidos o para repetir lecciones mal aprendidas. Los hay que, espontáneamente, se ofrecen para el retorno: son los misioneros. De nuevo en la Tierra,  se distribuyen  entre los más diversos sectores  de la experiencia humana, como guiase, misioneros del bien  y del amor, del saber  y de la ejemplificación. Guían a los grupos humanos y los animan, estimulándoles el progreso espiritual. son como los profesores  de instrucción superior que van a dar clase  s los alumnos ya iniciados en el saber,  para enseñarlos  y hacerlos progresar. Son entidades como Buda, Rafael, Confucio, Galileo, Euler, etc.  Seres privilegiados que aceptaron venir a la Tierra sacrificándose, por su amor a la Humanidad y por el deseo de hacerla progresar y mejorar.
En el más allá cada uno vamos a ocupar el lugar que merecemos. De acuerdo con nuestra elevación moral, alcanzaremos nuestro bien.  Nuestro  procedimiento en la Tierra, es la balanza  que determina  nuestro valor en el Más Allá. Es por eso que, incesantemente, los espíritus y el Espiritismo  pregonan el cumplimiento de los deberes, la acumulación de los valores morales, , el perfeccionamiento espiritual.
El que huye de estos imperativos, paraliza su propio progreso.
Cada conquista del ser astral, es la ganancia que se obtine  a costa de arduos trabajos, ya que nada nos es regalado. Cuando dejamos de hacer algo en una existencia física, volvemos a la Tierra para realizarlo, y tal vez, con el agravante  de colocarnos en dificultades mayores,  como consecuencia  de la implicación que guardamos los unos para con los otros, para quien comprende el Espiritismo,  hay siempre buena voluntad y alegría para enfrentar los deberes y las dificultades,  pues eso representa nuestra ascensión.
Muchos sonámbulos o médiums se resisten  a regresar del trance, las maravillas y las bellezas  que contemplan cuando están en trance los atraen irresistiblemente hacia las armonías celestiales.  Al despertar se quejan de la oscuridad existente en la sala y se muestran tristes. Es que ven las bellezas  para las cuales  nuestro ojo físico está ciego. El Más Allá, no dista tanto de nosotros, como mucha gente imagina. El Más Allá, en realidad, comienza en donde acaba el “Aquí” Y se extiende  hasta donde no podemos  comprender: Dios en su infinita sabiduría, creo el infinito para que la vida lo pueble. Pero, con nuestros groseros sentidos, con nuestra tibia comprensión, no podemos alcanzar esos objetivos. Nuestros ojos ven  puntos luminosos a los cuales llamamos estrellas y apenas podemos decir que son soles  de otros mundos esparcidos por lo inmensurable.
Como todos los seres vivos son de naturaleza cósmica, también son etéreos y es por eso que el inmenso espacio etérico nos pertenece, es nuestro elemento, nuestra verdadera patria, en donde encontramos la plenitud de nuestra felicidad. En verdad, es nuestro hogar. La Tierra es una simple estación durante un gran viaje. Como seres materializados que somos, no podemos imaginárnosla. Nuestra comprensión no va más allá de la materia de que está hecho nuestro cuerpo y lo que nos rodea.
Los científicos físicos, quieren probar que la materia no existe, que ella se reduce a la substancia etérea. Así, llegamos  a comprender que, aun nuestra casa planetaria, la Tierra,  no es otra cosa que una densidad astral, que también ella es una materialización. Las últimas novedades sobre la radioactividad, nos convencen de que la materia se forma como resultado de inmensas velocidades y ciclones del éter.
La doctrina espirita avanza, dilata sus fronteras, vence a sus opositores, está presta a probar que el cuerpo es un producto del espíritu.
Las confusiones y las incertidumbres se acabaron. El Espiritismo es sencillo y cristalino. Con el vemos la vida y el Mundo bajo una nueva y viva luz.
  Trabajo realizado por Merchita

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POBREZA Y RIQUEZA 
Penuria y riqueza, en esencia, no constan entre los elementos que poseemos sino en el sentimiento que nos posee.

La grandeza de las concesiones de Dios marca el derrotero del hombre desde la primera hora en que se estructura la cuna en el campo humano. La vocación de la avaricia impenitente, recoge el oro del mundo para erigir con él el túmulo suntuoso en que se sepulta la esperanza y recibe la bendición del amor para transformarla en cadena que lo encarcela, a veces, en el purgatorio del sufrimiento.
Existen criaturas altamente tituladas en las convenciones del mundo, que traen consigo una fuente viva de humildad en el corazón, mientras existen mendigos, con el rostro desfigurado, que cargan en lo intimo la niebla espesa del orgullo empañándoles el entendimiento.
Hay ricos que son maravillosamente pobres de avaricia y encontramos pobres lamentablemente ricos de mezquindad. Almas grandes que se hacen humildes, al servicio del señor, en la persona del prójimo, y frecuentemente, sorprendemos espíritus rastreros vistiendo túnicas de vanidad y dominación.
Jesús, loando a los “pobres de espíritu” no tenia encomios a la ignorancia, a la incultura, a la insipiencia o a la nulidad, él exaltaba los corazones simples que descubren en la vida, en cualquier Angulo de la existencia, un tesoro bendito con el cual es posible el enriquecimiento efectivo del alma para las alegrías de la elevación.
La pobreza y la pequeñez no existen en la obra divina. Son posiciones transitorias creadas por nosotros mismos, en la jornada evolutiva en la que aprendemos, poco a poco, bajo el patrocinio de la lucha y de la experiencia, que todo es grande en el Universo de Dios.
Todos los seres, todas las tareas y todas las cosas son piezas preciosas en la estructuración de la vida.
Todos somos infinitamente ricos de oportunidades de trabajar y servir, de aprender y perfeccionar, infatigablemente.
Es muy fácil consolar a un pobre; si le damos pan y abrigo, se da por contento; pero la limosna degrada, envilece, denigra, lo que se debe procurar es dar trabajo al pobre ¡ bendito el trabajo que dignifica al hombre ! . Mientras la miseria abunda, se desprecia el trabajo, y es necesario en los tiempos actuales combatir la pereza del hambriento, la indolencia del ignorante; es preciso procurar que el trabajador se acostumbre al trabajo; el movimiento vigoriza los músculos, y la esperanza de un jornal asegurado para mucho tiempo, te hace aficionarte al trabajo. Hay que dar trabajo al cuerpo e instrucción al alma, consagrándonos al bien de nuestros semejantes.
Los pobres son una página de la historia humana; hay pobres que se convierten en cosas por su escasa inteligencia, porque en los lugares donde abunda el agua, puede perder la miseria una gran parte de su horror; el agua limpia todo, y muchos no se sabe por qué razón, tiene aversión al huso del agua y ese odio a la limpieza aumenta su infortunio y el número de enfermedades que de continuo asedian a los pobres.
Los pobres dan mucho que pensar porque tienen cuerpo y alma como los demás seres; son entes racionales por su especie; y muchos de ellos parece que se empeñan en retroceder buscando su semejanza en otras especies de la escala zoológica. Cuando reciben las dadivas de sus hermanos lo hacen con la mayor indiferencia, las fases cariñosas, muchas veces, no encuentran eco en sus corazones petrificados; solo el corazón de los niños hambrientos, cuando se les ofrece comida, son los que suelen responder ¿Qué vamos a comer? , pensando en satisfacer su voraz apetito; no piensan en comprar algún juguete, su vida no tiene otro objetivo que saciar su hambre; entre ellos y los irracionales no existe gran diferencia.
Sabemos no obstante que todo tiene su razón de ser, que para Dios no existen seres privilegiados, si así fuera, este sería la negación de Dios, pues siendo Dios amor y justicia, siendo amor nos tiene que amar a todos; y siendo justicia, no puede ser injusto, y lo sería si tuviera privilegiados. Dios es amor y misericordia. El dice a las Humanidades: trabajad y me comprenderéis; trabajad y os engrandeceréis.
Todos somos iguales ante el peligro, el sufrimiento y la muerte. Todos los hombres desde el más encumbrado al más miserable, estamos hechos de la misma arcilla. Revestidos de harapos o de suntuosos trajes, nuestros cuerpos son animados por Espíritus del mismo origen, y todos volveremos a encontrarnos confundidos en la vida futura. Solo nuestro valor moral nos distinguirá. El más grande en la Tierra puede convertirse en uno de los últimos en el espacio, y el mendigo puede vestir un traje resplandeciente. Por eso no debemos tener la vanidad de los favores y ventajas pasajeras. Nadie sabemos lo que nos reserva el mañana.
El hombre sencillo, humilde de corazón, rico en cualidades morales, llegará más pronto a la verdad, a pesar de su inferioridad posible de sus facultades, que el presuntuoso, vano de ciencia terrestre y sublevado contra la ley, que le rebaja y destruye su prestigio.
Jesús prometió a los humildes y a los pequeños la entrada en el reino de los cielos, porque la riqueza y el poder engendran con demasiada frecuencia la soberbia, mientras que una vida laboriosa y oscura es el elemento más seguro del progreso moral. El hombre que está ocupado en un trabajo, en una tarea, las tentaciones, los malos deseos y los apetitos malsanos lo asedian menos, ya que la mente lo mantienen ocupado en la tarea que están elaborando, puede incluso entregarse a la meditación y a desarrollar su conciencia; el hombre de mundo, al contrario, es absorbido por las ocupaciones frívolas, por la especulación o por el placer.
El papel de los humildes es el más meritorio: colocado en las categorías inferiores de la sociedad, nunca debe avergonzarse de ello, pues son los que soportan el peso de la civilización, de su trabajo es de lo que se alimenta y vive la humanidad. el pobre debe ser sagrado para todos, pues pobre fue como quiso nacer y morir Jesús; la pobreza fue lo que escogieron Epíteto, Francisco de Asís, Miguel Ángel, Vicente de Paul y muchos otros nobles Espíritus que han vivido en este mundo. Sabían que el trabajo, las privaciones y el sufrimiento desarrollan las fuerzas viriles del alma, en tanto que la prosperidad las aminora. En el desprendimiento de las cosas humanas, unos encontraron la santificación y otros el poder que proporciona en genio.
La pobreza nos enseña a compadecernos de los males de los demás, haciendo que los conozcamos mejor; nos une a todos los que sufren; da valor a las cosas hacia las cuales son indiferente los dichosos. Los que no han pasado por la pobreza no conocen sus lecciones ignoran uno de los aspectos más conmovedores de la vida.
No envidiemos a los ricos, cuyo esplendor aparente oculta tantas miserias morales. No olvidemos que bajo el cilicio de la pobreza se esconden las virtudes más sublimes, la abnegación y el espíritu de sacrificio. No olvidemos tampoco que con las labores y la sangre, con la inmolación continua de los humildes, viven las sociedades, se defienden se renuevan.
El oro será, muchas veces, una prueba difícil y las cimas sociales en la Tierra, casi siempre, son amrgos purgatorios para el alma sensible, tanto como en la carencia de recursos materiales es bendita escuela de sufrimiento, más la simplicidad y el amor fraterno, brillando, por dentro de nuestro espíritu, en cualquier situación en el camino de la vida, son invariablemente, nuestro manantial de alegría sin fin.
Dios es misericordioso con sus hijos, El nos quiere, pues nos ha dado una demostración eterna de su Sabiduría, nos ha dado el tiempo, muchos ven el tiempo, como un viejo escuálido devorando a sus hijos, destruyéndolos, agostando la juventud y la belleza del hombre, extinguiendo sus afectos, caducando su leyes, derrumbando sus imperios; para el hombre el tiempo y la nada han sido sinónimos; y sin embargo la naturaleza ha demostrado siempre que el tiempo es la renovación suprema de la vida y si se estudia la existencia del hombre se ve que el tiempo es la redención de la humanidad, en una palabra el único patrimonio del hombre. Si todos los tesoros de un planeta los llegase a poseer un solo individuo, este no sería poderoso si no tuviese a su disposición tiempo para disponer de ellos.
Si tenemos tiempo podremos elevarnos por encima de las vicisitudes y no podemos sentirnos pobres, pobre es el que se arrepiente y no le queda tiempo para rectificar en el momento, pues la misericordia divina le dará otra oportunidad, pero ¡sepa Dios cuando!
Es indispensable que aprovechemos el tiempo, como debe ser utilizado, porque los días corren sobre los días, hasta que el Señor nos tome cuenta de los créditos, que generosamente nos prestó.
Derramemos el tesoro de amor que el Padre Celestial nos colocó en el corazón, a través de las bendiciones de fraternidad y simpatía, bondad y esperanza para con nuestros semejantes, y, en cualquier grupo social en el cual nos veamos, seremos, invariablemente, una criatura realmente feliz, bajo las bendiciones de la Tierra y de los Cielos.
Elevemos nuestra alma al trabajo constante susceptible de generar los patrimonios más elevados de la vida y estudiando y aprendiendo, auxiliando y amando, en la abundancia o en la pobreza de recursos materiales, tendremos el corazón fulgiendo en el camino, para brillar en nosotros mismos la estrella de bendición.
Bienaventurada será siempre la pobreza que se sabe enriquecer de luz para la inmortalidad, porque el rico ocioso de la Tierra es el indigente de la Vida Más Allá de las Esferas Superiores, que será aprovechado en la extensión de la Obra de Dios.
En la abundancia o en la pobreza, en la dirección o en la calidad de subalterno, no menospreciemos actuar y servir, porque el trabajo, en las concesiones del espacio y del tiempo, es el eterno talento común a todos, por cuyo uso el espíritu se engrandece, rumbo a las Esferas Superiores a las que se destina.
No te dejes vencer por las consideraciones negativas de la tristeza, de la rebeldía, del pesimismo o de la indisciplina, que están siempre ofreciendo la acción que les es propia a las exigencias de remuneración.
Responde al señor que te sirve por intermedio del trabajo incesante de la naturaleza con el infatigable trabajo de tu pensamiento y de tus brazos, de tu cerebro y de tu corazón, para que te eleves a la comunión con el Amor Infinito.
No permitas que la fortuna del tiempo, prestada por la Bondad de Dios Nuestro padre se disipe en tus manos congelado en el ideal inoperante. El nos ha concedido la tierra indicada para la producción del alimento, por eso como el labrador del campo debemos arar la tierra con nuestro propio sudor, por eso es necesario consultar nuestra actitud junto a los valores que poseemos, a fin de que no estemos reformando en balde los préstamos contraídos.
Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro “Después de la Muerte” de León Denis y del libro “Dinero” de Francisco cándido Xavier

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LOS CRÍMENES 

CULTURALES

Desgraciadamente, y de una manera, general, las personas pertenecientes a las clases sociales superiores de la sociedad, los sabios, los eruditos, los artistas, los escritores, los magistrados, los médicos, etc., guardan una discreta reserva, como si tuviesen miedo de hablar, porque son menos libres, tienen intereses que salvaguardar y se callan, mientras los otros hablan.
Esta cuquería, esta cobardía, son despreciables. ¿De qué se tiene miedo? Negar los hechos por ignorancia es excusable, pero no atreverse a confesar lo que se ha visto, ¡qué miseria!...
Existen criminales que no están en las cárceles: son los hombres cultos que conocen verdades y no se atreven a revelarlas por temor al ridículo o por interés personal. En el curso de mi carrera he encontrado muchos de estos “hombres de ciencia” muy inteligentes, muy instruidos, que han sido testigos o que han conocido hechos metapsíquicas irrecusables, que no dudaron de la existencia indiscutible de estos fenómenos, y que no se atrevierona decir nada por un sentimiento mezquino, imperdonable en los espíritus de un valor real, limitándose a cuchichear misteriosamente, temerosos de ser oídos, los testimonios que poseían y que hubieran sido de un peso considerable para hacer triunfar la verdad.
Tales hombres son indignos del nombre de sabios. Muchos de ellos pertenecen a lo que se llama la “alta sociedad” y creerían desacreditarse si apareciesen crédulos,¡ a pesar de que aceptan dogmas muy discutibles !

Camille Flammarion