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miércoles, 25 de diciembre de 2013

Manifestación de la personalidad en los niños y Bebés


4. Puesto que el Espíritu del niño vivió ya, ¿por qué no se manifiesta desde el nacimiento, tal cual es? 

Todo es sabio en las obras de Dios. El niño tiene necesidad de cuidados delicados, que solo la ternura de una madre le puede dar, y esa ternura aumenta con la debilidad y la ingenuidad del niño. Para una madre, su hijo es siempre un ángel, y así debía ser para cautivar su solicitud, pues, no tendría con él, el mismo desprendimiento si en vez de la gracia ingenua, encontrase bajo los rasgos infantiles, un carácter viril y las ideas de un adulto, y menos aún si conociese su pasado.

Además, sería preciso que la actividad del principio inteligente fuese proporcionada a la debilidad del cuerpo que podría resistir a una actividad muy grande del Espíritu, como se ve en los niños muy precoces. Por esto, desde que se aproxima la encarnación, el Espíritu, entrando en perturbación, pierde poco a poco la conciencia de sí mismo, y por espacio de cierto período, permanece en una especie de sueño durante el cual todas sus facultades se conservan en estado latente. Este estado transitorio es necesario para dar al Espíritu un nuevo punto de partida, y hacerlo olvidar, en su nueva existencia terrestre, las cosas que podrían estorbarle. Su pasado, sin embargo, reacciona sobre él, que renace a la vida mayor, más fuerte moral e intelectualmente, sostenido y secundado por la intuición que conserva de la experiencia adquirida. Partiendo del nacimiento, sus ideas vuelven a tomar gradualmente impulso, a medida que se desarrollan los órganos, pudiendo decirse que durante los primeros años, el Espíritu es verdaderamente niño, porque las ideas que forman el fondo de su carácter están aún adormecidas. Durante el tiempo en que sus instintos dormitan, es más flexible, y por lo mismo, más accesible a las impresiones que pueden modificar su naturaleza y hacerlo progresar, lo que hace más fácil la tarea impuesta a los padres. El Espíritu reviste, pues, por un tiempo, la túnica de la inocencia, y Jesús dice la verdad cuando, a pesar de la anterioridad del alma, toma al niño por emblema de la pureza y de la simplicidad.

EL EVANGELIO SEGUN EL ESPIRITISMO - ALLAN KARDEC -

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Cuando estuvieras indeciso sobre el valor de una de tus acciones, pregúntate cómo la calificarías si fuese practicada por otra persona. 
San Agustín
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¿Existen pobres y ricos que en otras vidas  fueron lo contrario ?
En efecto, así es con mucha frecuencia y con buena lógica, pues ambas situaciones son experiencias necesarias al Ser espiritual.
Estas dos situaciones que a veces llegan a ser extremas también suceden a veces dentro de la misma existencia de alguna persona a lo largo de su vida, lo cual le supone experimentar y aprender lo que estas dispares situaciones pueden ofrecer al Espíritu a lo largo de una misma vida humana.
Si en el caso de los pobres que antes fueron ricos, su anterior estado de riqueza les incentivó a manifestar y hasta desarrollar el orgullo y la soberbia, en su actual estado de pobreza humana, el Espíritu sufre por esos defectos que lleva consigo, y encuentra la oportunidad de cambiarlos por la humildad, porque las vidas oscuras, pobres o dolorosas, disuelven el orgullo y la soberbia que manifiestan algunos ricos, y lo transmutan en la virtud de la humildad.
También es frecuente el caso contrario de ricos de ahora que en alguna vida pasada fueron pobres; esto supone al Espíritu una mayor dificultad, porque después de una vida miserable, el sentirse rico e importante en otra siguiente suele suponer entrar y hasta desarrollar un estado de orgullo y soberbia ofensivos para las demás personas que estén social y económicamente por debajo de su nivel.
Ambas situaciones, tanto si se dan dentro de la misma existencia como si se dan en existencias diferentes, siempre son pruebas difíciles porque el estatus social y el apego a lo material es muy fuerte y determinante, pero en cualquier caso son pruebas de la vida física necesarias al Ser espiritual porque en ellas se ve impelido a desarrollar virtudes y a superar defectos que en definitiva repercuten en su progreso y beneficio.

- José Luis Martín -
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La indiferencia es el gusano roedor que va minando las bases de la sociedad”

-Amalia Domingo Soler-
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AMOR E INTELIGENCIA



La religiosidad es inherente al hombre.

Bajo las más diversas formas y en todas las épocas, la Humanidad procuró        relacionarse con la Divinidad.

Por mucho tiempo imperó la idea de que Dios debería ser temido.

El Creador era presentado, por muchas tradiciones, como ocioso y       vengativo.

Jesús reformó ese concepto, al hablar de un Padre amoroso y justo.

Invitado a indicar el mayor 
mandamiento  de  la  Ley Divina, El sentencio:

Amar a Dios de todo corazón, de toda alma y de todo Espíritu.


Y también a amar al prójimo como a sí mismo.

Es interesante anotar que, en vez de uno, Cristo presentó, de una vez, dos mandamientos.

Uno habla del amor a Dios y otro del amor al prójimo.

Eso prueba que tales mandatos son entrelazados.

El amor al prójimo complementa el amor a Dios y viceversa.

Según el Maestro Nazareno, Dios debe ser amado con todo el corazón toda alma y todo Espíritu.

Se percibe ser ese amor algo muy intenso y profundo, que reclama a la criatura por entero.

El sentimiento por sí solo no basta.

Cuando se quiere enfatizar el aspecto emocional, se habla del corazón.

Mas la Divinidad no se debe dar apenas en el corazón.

Todo Espíritu necesita estar empeñado en esa relación.

Según el diccionario, uno de los significados de Espíritu es el conjunto de las facultades intelectuales.

Se cuida de una acepción hasta cierto punto común.

Muchas veces se afirma que una persona tiene espíritu.

Esa expresión indica que ella es inteligente, perspicaz, posee raciocinio rápido.

Se concluye que el amor a Dios envuelve la razón, al discernimiento y al intelecto.

El Espiritismo enseña que Dios es la inteligencia suprema, causa primera de todas las cosas.

No se trata de una personalidad, a semejanza de los hombres, más si de una Conciencia Cósmica.

El aprecio por una personalidad humana, frecuentemente vanidosa, puede ser demostrado por gestos exteriores.

En relación a la Conciencia Cósmica, despojado de características humanas, eso no se da.

Como Dios es la Inteligencia Suprema del Universo, el amor por El implica el esfuerzo por desenvolver la propia inteligencia.

Así, la religiosidad es incompatible con el cultivo deliberado de la ignorancia.

Dios brindo a Sus criaturas con dones maravillosos, los cuales precisan ser valorizados.

El don que distingue a los hombres de lo restante de la creación es su intelectualidad desenvuelta, en su razón.

El amor a Dios presupone respetar el Mundo y a los seres que El creó.

Y también, lógicamente, el esfuerzo para entender ese Mundo y las leyes que lo rigen.

Todo en el Universos es progreso y metamorfosis.

Especies animales y vegetales, las sociedades y las leyes humanas, todo se altera y perfecciona.

El papel de cada hombre es colaborar en ese proceso de mejoramiento.

Para eso, necesita burilar su intelecto.

Al crecer en entendimiento y comprensión, se llena de admiración por la grandeza y por la sabiduría Divina.

Más el amor al prójimo complementa el amor a Dios.

Las facultades desenvueltas por el estudio y la observación deben ser utilizadas en beneficio del semejante.

Así que para cumplir bien el mandamiento del amor, procure desenvolver su inteligencia.

Estudie una lengua, haga un curso, lea un libro, ilústrese.

Encántese con las maravillas que lo rodean.

Y utilice sus talentos a favor del prójimo.

REDACCIÓN DE MOMENTO ESPIRITA
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