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sábado, 28 de noviembre de 2015

CARTA DE ALLAN KARDEC A UN PRISIONERO



                         ODIO Y SUICIDIO 
                       

Divaldo Franco (Joanna de Angelis)



   Heredero de sí mismo, cargando, en el inconsciente, las experiencias transitorias, el hombre no huye a los atavismos que lo someten aunque las claridades arrebatadoras del futuro lo llamen para las grandes conquistas. Liberarse del fuerte fardo de las pasiones enfermizas para los logros de la razón es el gran desafío que tiene ante sí. Donde quiera que vaya, se encuentra consigo mismo. Su evolución socio-antropológica es la historia de las continuas luchas, en la que el artista – Espíritu – arranca del bloque grotesco – la materia – las expresiones de belleza y grandiosidad que duermen inmanentes en su interior. Los mitos de los pueblos, en la historia de las artes, de las filosofías y de las religiones, presentan la continua lucha del ser liberándose del mortero celular, rompiendo cadenas para reafirmarse en la libertad que pasa a usar, agresivamente, en el comienzo, hasta convertirse en un estado de conciencia ética planificador, cargado de paz. En cada mito del pasado surge el hombre en lucha contra fuerzas soberanas que lo punen, lo amargan, lo dominan. Generado el concepto de la desobediencia, el reflejo de la punición ínfima, contra la cual no se puede levantar, ni siquiera justificar la fragilidad. Esa incapacidad de enfrentar lo imponderable – las fuerzas desgobernadas y prepotentes – más tarde se presentan camufladas en forma de rebelión inconsciente contra la existencia física, contra la vida en sí misma. Obligado más a temer esos opresores, de lo que a amarlos, compelido a negociar la felicidad mediante ofrendas y cultos, extravagantes o no, se siente cohibido en su libertad de ser, entonces rebelándose y pasando a una actitud formal en prejuicio de la realidad, a un comportamiento social y religioso conveniente y no ideales, viviendo fenómenos neuróticos que lo deprimen o lo exaltan, como efecto natural de su rebelión intima. Al mismo tiempo, procurando detener los instintos agresivos en el yacentes, sin saberlos canalizar, sufre reacciones psicológicas que le perturban el sistema emocional. El resentimiento – que es una manifestación de la impotencia agresiva no exteriorizada – se convierte en traba de amargura, para tornar insoportable la convivencia con aquellos contra los cuales se vuelve. Anticipando el esfuerzo – que es la realización intima de la flaqueza, de la cobardía moral – da guarida al odio que lo quema, tornando su existencia como la del otro en un verdadero infierno. El odio es el hijo predilecto de la salvajería que permanece en la naturaleza humana. Irracional, el trabaja por la destrucción de su oponente, real o imaginario, no cesando, aun mismo después de la derrota de aquel. Cuando no puede descargar las energías en descontrol contra el opositor, se vuelve contra sí mismo articulando mecanismos de autodestrucción, gracias a los cuales se venga de la sociedad que en el prevalece. Los daños que el odio proporciona al psiquismo, por despotricar la delicada maquinaria que exterioriza el pensamiento y mantiene la harmonía del ser, se tornan de difícil catalogación. Simultáneamente, advienen reacciones orgánicas que se reflejan en las funciones hepáticas, digestivas, circulatorias, dando origen a futuros procesos cancerígenos, cardiacos, cerebrales… La irradiación del odio es portadora de carga destructiva que, no raro, corroe los engranajes del emisor como alcanza a aquel contra quien va dirigida, en el caso que este sintonice en la faja de equivalencia vibratoria. Basura del inconsciente, en el área de la psicología, preconizan como terapia, la liberación de la agresividad, del odio, de los recalques y castraciones, mediante el permiso del vocabulario chulo, de las diatribas en las sesiones de grupo, de las acusaciones reciprocas, pretendiendo el debilitamiento de las tensiones, al mismo tiempo para la conquista de la auto realización, de la seguridad personal. Sin discutir la validez o no de la experiencia, el hombre es pájaro cautivo con destino a grandes vuelos; al ser equipado con recursos superiores, que viaja del instinto hacia la razón, de esta para la intuición y, por fin, para su fatalidad plena, que es la perfección. Una psicología basada en terapéutica de agresión y liberación de instintos, evitando las presiones que coaccionan las ansias humanas, ciertamente atiende los primeros propósitos, sin erguir al paciente a las crestas de plenitud interior, de la identificación y vivencia de los valores de alta monta, que dan color, objetivo y paz a la existencia. Asumir la inferioridad, el desmando, la alucinación es superarlos, nunca sanar el mal, liberarse de el por innecesario. Si no es recomendable para las referidas escuelas, la represión, por los males que proporciona, menos será liberar a algunos, a los otros agrediendo, gracias a los falsos derechos que tales pacientes requieran para sí, arremetiendo contra los derechos ajenos. La sociedad, considerada como castradora, marcha para terapias que canalicen de forma positiva las fuerzas humanas, suavizando las presiones, eliminando las tensiones a través de programas de solidaridad, recreo y servicios compatibles con la clientela que la constituye. El odio presiona al hombre que se frustra, llevándolo al suicidio. Tiene orígenes remotos y próximos. En las patologías depresivas, hay mucho fenómeno de odio imbuido en el enfermo sin que el se dé cuenta. La indiferencia por la vida, el temor a enfrentar situaciones nuevas, el pesimismo disfrazan amarguras, resentimientos, iras no digeridas, odios que rezuman como desgana de vivir y ansia por interrumpir el ciclo existencial. Fallando la terapia profunda de él erguimiento del enfermo, el suicidio es el próximo paso, sea a través de la negación de vivir o del gesto cobarde de encerrar la actividad física. Todos los individuos experimentan límites de alguna procedencia. Los extrovertidos conquistadores ocultan, algunas veces, largos lances de timidez, soledad y desconfianza, que tienen dificultad en superar. Sus reuniones ruidosas son más mecanismos de fuga que recursos de esparcimiento y placer. Los alcohólicos que usan, las músicas ensordecedoras que los aturden, se encargan de mantenerlos más solitarios en la confusión de lo que solidarios unos con los otros. Las carcajadas, que son payasadas festivas, substituyen las sonrisas de bienestar, de satisfacción y humor, llevándolos de un lugar para otro o ningún lugar, aunque se muevan por ciudades, clubs y diversas reuniones. El ser humano debe tener la capacidad de discernimiento para elegir los valores compatibles con las necesidades reales que lo son inherentes. Descubrir su realidad y crecer dentro de ella, aumentando la capacidad de ser saludable, es la función de la inteligencia individual y colectiva, puesta a beneficio de la vida. Las transformaciones proponen incertezas, que deben ser enfrentadas naturalmente, como las oposiciones y los adversarios encarados en la condición de ocurrencias normales del proceso de crecimiento, sin resentimientos, ni odios o fugas para el suicidio. El hombre que progresa cada día, asciende, no siendo atendido por las famas de los problematizados que no lo pueden acompañar, en el proceso de crecimiento. Alcanzando la cima deseada, este individuo está en condiciones de descender sin disminuirse, a fin de erguir aquel que permanece en la retaguardia. Ahora, para alcanzar cualquier meta y, en especial, la de la paz, se torna necesario un planeamiento, que difluye de la autoconciencia, de la conciencia ética, de la conciencia del conocimiento y del amor. El planeamiento procede a la acción y desempeña el papel fundamental en la vida del hombre. Solamente una actitud saludable y una emoción equilibrada, sin vestigios de odio, deseo de, deseo y esfuerzo, pueden planear el bien, el éxito, la felicidad.

 Libro: El Hombre Integral. Divaldo Franco, por el espíritu Joanna De Angelis
 TRADUCIDO POR: M. C. R

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    “Ayuda a los demás tanto como puedas. Cada persona que hoy encuentras tal vez sea mañana la llave que usted necesita para resolver numerosos problemas.”  Chico Xavier

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                    Rescate histórico                    


Carta de Allan Kardec a un Prisionero



En  diciembre de 1913, la Revista Espírita ( en la época dirigida por Paul Leymarie), y la revista brasileira Reformador, pasaron a publicar en conjunto algunas correspondencias inéditas de Allán Kardec. Se pensaba publicarlas en orden cronológico entre los años de 1858 a 1869, pero la publicación fue interrumpida por causa de la Primera Guerra Mundial.

Carta de Allan Kardec a un prisionero
   Sr,, Recibí la carta que me escribisteis y de la que siento que las ocupaciones no me hayan permitido responder más pronto. A pesar de mi silencio no podeis dudar de todo el interés que tengo por vuestra situación, siendo, sobre todo, los excelentes sentimientos de que estais animado y en los cuales, gracias a la nueva luz que se hace para vos, no dudo de que persistais. Continuo pues, esclareciéndole, tanto como vuestra situación lo permite y encontrareis en esa santa doctrina y en los consejos de vuestros guias espirituales, las fuerzas necesarias para resistir a los malos arrastramientos y la expiación terrestre aceptada por vos con resignación cristiana, os libertará de las pruebas, que de otro modo serían muy penosas, que iríais a sufrir sin una vuelta sincera para Dios.
   Imaginad que nunca es muy tarde para volver al bien y que Dios acepta todos los arrepentimientos que parten del corazón. Él recibe con alegría a la oveja perdida que entra en el aprisco y eso es siempre motivo de fiesta entre los Espiritus. Preservad pues, y cuando dejeis la Tierra para entrar en vuestra verdadera patria, los encontrareis a vuestra llegada felices por vos, pudiendo extender los brazos.
   ¡ Oh !, Entonces de qué alegría sereis penetrado, cuando hubiereis salido del abismo en que algunos pasos más os podrían precipitar por muy largo tiempo, por siglos tal vez¡ Mirad atrás y vuestra vida pasada no os parecerá más que un sueño. ¡ Entonces, cuanto agradecereis a Dios por haberos enviado buenos Espíritus para esclareceros y sustentaros!.
  Ya es algo no practicar más el mal y arrepentirse de lo que se hizo; pero para pagarlo completamente, es preciso hacer el bien; cada alma que hayas ayudado a entrar en el buen camino, os será contada y se unirá a vuestra parte de felicidad  futura, porque os pagará en reconocimiento el servicio que le hubiereis prestado.
   Aquel que está siempre pronto a  ayudaros con sus consejos, Allan Kardec.

Nota del Blog: Esta correspondencia fue publicada por la revista Reformador de 1914, paginas 170 e 171. Traductor desconocido.
AgradecimentoNuestro sincero agradicimiento a la bibliotecária Ana Prado, por el  envio de este material.
Otras obras consultadas: Barrera, Florentino - Resumen Analítico de las obras de Allan Kardec. Madras, 2003, página 175.