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sábado, 17 de enero de 2015

Médiums en la Tierra

FILOSOFÍA DE LA DOCTRINA ESPIRITA

Mi respuesta al ítem VI del Libro de los Espíritus

El Espiritismo, después de haber sido tanto tiempo escarnecido, menospreciado, se impone definitivamente por el poder de sus hechos, y la belleza moral de su doctrina. Se ha convertido en una fuerza radiante que se extiende progresivamente por el mundo.
El Espiritismo, teniendo como objeto el estudio de uno de los dos elementos constitutivos del universo, toca forzosamente a la inmensa mayoría de las ciencias; podía venir sólo después de su elaboración, y nació, por las circunstancias, de la imposibilidad de explicar todo con la única ayuda de las leyes de la materia.
El solo hecho de que exista la posibilidad de comunicarse con los seres del mundo espiritual tiene consecuencias incalculables de la más alta gravedad; es todo un mundo nuevo que se nos revela, y que tiene tanta importancia, que alcanza a todos los hombres sin excepción. Este conocimiento no puede dejar de aportar, generalizándose, una modificación profunda en las costumbres, en el carácter, y en las creencias que tienen una gran influencia en las relaciones sociales.
Si Cristo no dijo todo lo que hubiera podido decir, es que creyó que debía dejar ciertas verdades en la sombra hasta que la humanidad tuviera edad de comprenderlas. De su confesión, su enseñanza era pues incompleta, ya que anuncia la llegada del que debe completarlo; preveía pues que la gente se confundiría con sus palabras, que se desviaría de su enseñanza; en una palabra, que se desharía lo que hizo, ya que todas las cosas deben ser restablecidas; y sólo restablecemos lo que ha sido deshecho.
El Espiritismo, tomando su punto de partida en las mismas palabras del Cristo, como Cristo tomó el suyo en Moisés, es una consecuencia directa de su doctrina.
A la idea vaga de la vida futura, añade la revelación de la existencia del mundo invisible que nos rodea y puebla el espacio, y ahí precisa la creencia; le da un cuerpo, una consistencia, una realidad en el pensamiento.
Define los lazos que unen el alma y el cuerpo, y levanta el velo que ocultaba a los hombres los misterios del nacimiento y de la muerte.
Por el Espiritismo, el hombre sabe de dónde viene, donde va, por qué está sobre la Tierra, por qué sufre en ella temporalmente, y ve en todo la justicia de Dios.
No siendo los Espíritus otros que las almas de los hombres, comunicándonos con ellos no salimos de la humanidad, circunstancia capital que hay que considerar. Los hombres de talento que fueron las antorchas de la humanidad vinieron pues del mundo de los Espíritus, como volvieron allí dejando la Tierra. Desde que los Espíritus pueden comunicarse con los hombres, estos mismos genios pueden darles instrucciones bajo la forma espiritual, como lo hicieron bajo la forma corporal; pueden instruirnos después de su muerte, como lo hacían en su vida; son invisibles en lugar de ser visibles, he aquí toda la diferencia. Su experiencia y su saber no deben ser menores, y si su palabra, como hombres, tenía autoridad, no la debe tener menos porque estén en el mundo de los Espíritus.
Pero no son solamente los Espíritus superiores los que se manifiestan, lo hacen los Espíritus de todo orden, y esto es necesario para iniciarnos en el carácter verdadero del mundo espiritual, mostrándonoslo es todos sus aspectos; por ello, las relaciones entre el mundo visible y el mundo invisible son más íntimas, el enlace es más evidente; vemos más claramente de dónde venimos y donde vamos: tal es el fin esencial de estas manifestaciones. Todos los Espíritus, cualquiera que sea el grado que hayan alcanzado, nos enseñan alguna cosa, pero como son más o menos alumbrados, nos toca discernir lo que hay en ellos de bueno o de malo, y obtener el provecho que contiene su enseñanza; entonces todos ellos, cualesquiera que sean, pueden enseñarnos o revelarnos cosas que ignoramos y que sin ellos no sabríamos.
Los Espíritus no vienen a liberar al hombre del trabajo del estudio y de las búsquedas; no le aportan ninguna ciencia totalmente desarrollada; sobre lo que él mismo puede encontrar, le dejan a sus propias fuerzas; eso es lo que perfectamente saben hoy los espíritas.
Dios, juzgando a la humanidad madura para penetrar el misterio de su destino y contemplar conscientemente las nuevas maravillas, permitió que el velo que separaba el mundo visible del mundo invisible fuera levantado. El hecho de las manifestaciones no tiene nada extrahumano; es la humanidad espiritual que viene para conversar con la humanidad corporal y decirle:
"Existimos, pues la nada no existe; he aquí lo que somos, y he aquí lo que seréis; el futuro os pertenece como nos pertenece. Andabais por las tinieblas, venimos para alumbrar vuestro camino y abriros la vía; ibais al azar, os mostramos el fin.
Los Espíritus no vienen para resolver los problemas de la ciencia, ni para dar conocimiento a los ignorantes y a las personas perezosas los medios de enriquecerse sin dificultad. Sin embargo, el fruto que el hombre debe recoger de ello no es solamente para la vida futura; gozará de ello sobre la Tierra por la transformación que estas nuevas creencias necesariamente deben obrar sobre su carácter, sus gustos, sus tendencias y, como consecuencia, sobre las costumbres y las relaciones sociales. Poniendo fin al reino del egoísmo, del orgullo y de la incredulidad, preparan el del bien, el que es el reino de Dios anunciado por Cristo.

Trabajo realizado por Mercedes Cruz Reyes

Extraído de libros espiritas. 
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¿Puede el Espíritu hacer su elección mientras se encuentra encarnado?

- Su deseo podrá tener influencia. Ello depende de la intención que lo anima. Pero cuando es Espíritu desencarnado ve a menudo las cosas de una manera muy diferente. En todos los casos es el Espíritu el que escoge. Pero también podrá hacerlo en la vida material, porque el Espíritu tiene siempre momentos en que es independiente de la materia que habita.
EL LIBRO DE LOS ESPÍRITUS
ALLAN KARDEC
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MÉDIUMS EN LA TIERRA

Los Médiums: Tema siempre de actualidad en la Doctrina Espírita.

Son comparables a los árboles, según la acertada definición de Allan Kardec. Sin embargo, a fin de contar con árboles útiles, es imprescindible que les sepamos proporcionar la necesaria irrigación y el justo cuidado, de manera que estén protegidos de los aventureros de los caminos que recogen sus frutos con afán destructor.
Recurramos a otros ejemplos.
Imaginémoslos como violines, por medio de los cuales los amigos que pueblan el Mundo Espiritual logran ejecutar las melodías de los mensajes que les son propios. No obstante, es un deber natural colaborar para que ellos conserven sus cuerdas armoniosamente afinadas.
Serán puentes de comunicación entre dos vidas, más, si a ellos les quitamos los puntos de apoyo, no lograrán soportar el transito indispensable.
Tendremos en ellos el socorro semejante al de las fuentes de agua, dado que por su intermedio absorberemos lo que nos reconfortará y fortalecerá nuestro animo, pero si quisiéramos obtener agua limpia es preciso no agitar su fondo terroso.
Entre los hombres no existen Médiums que no sean humanos.
Por consiguiente, frente a una criatura de buena voluntad que desempeña en nuestro favor la tarea de mediador del alma, es necesario ver en ella a una persona tan humana como nosotros, Espíritus vinculados a la Tierra y en una condición muy lejana a la de los Ángeles.
Somos de aquellos que prefieren la crítica constructiva para cualquier tipo de labor mediúmnica y no cultivamos condescendencias o mimos impropios con los instrumentos medianímicos con los que nos relacionamos, en razón de que ningún bien se hará sin trabajo disciplinado; sin embargo, no debemos olvidar que muchos compañeros se alejan de las tareas mediúmnicas por no soportar los martillazos de la injuria, el frío de la desconsideración y del abandono, la supresión de los medios justos y razonables para el ejercicio de las funciones a las que fueron convocados y las luchas enormes, provocadas arteramente por los ataques de las tinieblas, de las que muchos no han logrado liberarse, hipnotizados por los agentes de la obsesión.
Si tienes algún médium de buena voluntad en el círculo de tus relaciones, auxílialo con bondad y comprensión, seguridad y respeto.
Si el mediador cae en un desequilibrio, recurre a la caridad a los fines de llevarlo a su estado normal.
Si prosigue en el camino verdadero, ayúdalo igualmente para que no se extravíe.
Frente a las leyes de Dios, cualquier médium en el mundo, por más que opere o coopere con la Espiritualidad Superior en la divulgación de la verdad y de la luz, es siempre una criatura humana, y, la mayoría de las veces, una criatura frágil, tal como somos muchos de nosotros.

Extraído del libro: “COMPAÑERO”  de Francisco Cándido Xavier

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¿ Qué supone para nosotros la Reencarnación ?