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martes, 25 de febrero de 2014

El Sufrimiento, Suicidio y Eutanasia


           
 

                   Preguntas y Respuestas: Sufrimiento 

1. Un hombre está agonizando, víctima de crueles sufrimientos; se sabe que en su estado no hay esperanza de salvarle; ¿es permitido ahorrarle algunos instantes de angustia precipitando su fin? 
2. El que está hastiado de la vida, pero no quiere suicidarse, ¿es culpable si busca la muerte en un campo de batalla, con la idea de hacerla útil? 
3. Un hombre se expone a un peligro inminente para salvar la vida de uno de sus semejantes, sabiendo de antemano que él  mismo sucumbirá; ¿puede ser considerado esto un suicidio? 
4. Aquellos que aceptan sus sufrimientos con resignación, por sumisión a la voluntad de Dios y con la mira de alcanzar la  felicidad futura, ¿no trabajan sólo para ellos mismos y pueden hacer que sus sufrimientos sean provechosos a otros?

1. Un hombre está agonizando, víctima de crueles sufrimientos; se sabe que en su estado no hay esperanza de salvarle; ¿es permitido ahorrarle algunos instantes de angustia precipitando su fin?

¿Quién puede daros el derecho de prejuzgar los designios de Dios? ¿Acaso no puede conducir a un hombre al borde del foso para sacarle de él, con el fin de hacerle volver en sí y conducirle a otras reflexiones? En cualquier extremo en que esté un moribundo, nadie puede decir con certeza que haya llegado su última hora. ¿Acaso la Ciencia no se ha engañado nunca en sus previsiones?
Sé muy bien que hay casos que con razón pueden considerarse desesperados; pero si no queda esperanza de un retorno a la vida y a la salud, ¿no existen innumerables ejemplos de que en el momento de dar el último suspiro, el enfermo se reanima y recobra sus facultades por algunos instantes? ¡Pues bien! Esa hora de gracia que se le concede, puede tener para él la mayor importancia, porque ignoráis las reflexiones que podría hacer su Espíritu en las convulsiones de la agonía y cuántos tormentos que puede ahorrarle un rayo de arrepentimiento.
El materialista que sólo ve el cuerpo y no considera el alma, no puede comprender estas cosas; pero el espírita, que sabe lo que  pasa más allá de la tumba, conoce el valor del último pensamiento.
Mitigad los últimos sufrimientos tanto como podáis, pero guardaos de abreviar la vida, aun cuando no sea sino por un minuto, porque  ese minuto puede evitar muchas lágrimas en el futuro. (SAN LUIS, París, 1860).

 
2. El que está hastiado de la vida, pero no quiere suicidarse, ¿es culpable si busca la muerte en un campo de batalla, con la idea de hacerla útil?

- Que el hombre se mate o se haga matar, el objetivo es siempre abreviar su vida y por consiguiente, hay suicidio de intención si no  de hecho. El pensamiento de que su muerte servirá para algo, es ilusorio; no es más que un pretexto para dar un colorido a su acción  y excusarla a sus propios ojos; si tenía seriamente el deseo de servir a su país, procuraría vivir defendiéndole en todo y no muriendo, porque una vez muerto, de nada le sirve.
La verdadera abnegación consiste en no temer a la muerte cuando se trata de ser útil, en  desafiar el peligro, en hacer por anticipado y sin pesar el sacrificio de la vida si fuere necesario; pero la intención premeditada de buscar la muerte, exponiéndose a un peligro, aun cuando sea para prestar un servicio, anula el mérito de la acción. (SAN LUIS, París, 1860).
3. Un hombre se expone a un peligro inminente para salvar la vida de uno de sus semejantes, sabiendo de antemano que él  mismo sucumbirá; ¿puede ser considerado esto un suicidio?

- Desde el momento en que no existe la intención de buscar la muerte, no hay suicidio, sino sacrificio y abnegación, aun cuando  se tenga certeza de perecer. ¿Pero quién puede tener esta certeza? ¿Quién dice que la Providencia no reserva un medio inesperado de  salvación en el momento más crítico? ¿Acaso no puede salvar al mismo que esté en la boca de un cañón? Con frecuencia, puede  querer llevar la prueba de la resignación hasta el último límite; cuando una circunstancia inesperada desvía el golpe fatal. (SAN  LUIS, París, 1860).

 
4. Aquellos que aceptan sus sufrimientos con resignación, por sumisión a la voluntad de Dios y con la mira de alcanzar la  felicidad futura, ¿no trabajan sólo para ellos mismos y pueden hacer que sus sufrimientos sean provechosos a otros?


- Estos sufrimientos pueden ser provechosos a otros, material y moralmente. Materialmente, si por el trabajo, las privaciones y los sacrificios que se imponen contribuyen al bienestar material de su prójimo; moralmente, por el ejemplo que dan de su sumisión  a la voluntad de Dios. Este ejemplo del poder de la fe espírita puede estimular a los infelices a la resignación, salvarles de la 
desesperación y de sus funestas consecuencias para el futuro. (SAN LUIS, París, 1860).

Preguntas realizadas por Allan Kardec y respondidas por el espíritu de San Luis. Recopiladas en el libro El Evangelio según el Espiritismo

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¿USTED SE CONSIDERA ESPIRITA?
¿POR QUÉ?

Por Maria das Graças Cabral

Ante tantos conflictos de entendimiento que rodean al Espiritismo, lancé la siguiente pregunta a los compañeros que frecuentan un Grupo  que cree en una red social: ¿Usted se considera espirita? ¿Por qué?

El grupo es llamado  “Doctrina Espirita – Allan Kardec”, y cuando lo cree mi objetivo  era abrir espacio para la divulgación  y el estudio de la Doctrina Espirita en las bases kardecianas. Solo que el fue caminando como todo en la vida,  eligiendo sus propios caminos y agregando a nuevas personas. Y fue a través deseos caminos  y de las personas fueron “agregándose” que tuve  el tino y placer de conocer “virtualmente” muchos compañeros (as) de jornada (algunos aun mismo sin conocerlos personalmente,  ya nutro un sentimiento de afecto y admiración propio de los amigos) y con ellos, pase a constatar las más acerbas divergencias en relación a la Doctrina de los Espíritus.

Leo sus comentarios, me encanto con todos los posicionamientos, pues veo la inteligencia, los sentimientos  y las percepciones propias de la individualidad humana. Discuerdo radicalmente de algunos, concuerdo en parte con otros, y por increíble  que parezca no concuerdo plenamente con nadie. Por consiguiente  constaté  que la complejidad y el desencuentro envolviendo la Doctrina de los Espíritus es mucho mayor de lo que mi “santa” ignorancia imaginaba.

De ahí, día 18 de octubre del 2012, en la víspera de cumplir   60 años de edad, yo me expresé preguntando: ¿Usted se considera espirita) ¿Por qué? Y mi respuesta  vino enseguida, sin titubear. Sí, soy Espirita. Me siento Espirita.

¿Por qué? Bien, para responder por qué,  fui un poco a la búsqueda de mi historia, pues todo tiene que ver.

Primeramente, mi madre era hija de padres espiritas, pero  ella no era espirita. Hoy se que ella era  devota de San Jorge. Me acuerdo que siempre tenía delante  una imagen   de aquel guerrero sobre un caballo, matando a un dragón con su enorme lanza, con una vela encendida. Era la devoción de mi madre.

Mi padre venia de una familia profundamente católica. No  obstante, siempre fue categórico en afirmar  que no tenía religión. Creía en Dios  y procuraba  vivir  de una forma armoniosa con su familia, y respetando a las personas. Por tanto, mis padres siempre  me dejaron  mi voluntad de niña para elegir mi camino de la fe. Y yo elegí ser católica. Vale resaltar que ella en la época que  elegí ser católica (a los 10 años) no tenia ningún contacto  con la familia paterna. Por tanto, mi elección no tuvo la interferencia familiar.

Hasta que ya en edad temprana de la vida, ante los muchos conflictos y atrítos  con los padres de la parroquia que yo frecuentaba, obtuve de regalo “El Libro de los Espíritus”. ¡Y ahí yo me encante! encontré respuestas  que ya traía dentro de mí. Comprendí ciertos fenómenos espiritas que vivenciaba. Pude acompañar con criterio a  la mediúmnidad de gran potencialidad en mi hijo. Más allá, él siempre afirma que si no fuese hijo de una madre espirita, tal vez lo considerasen un loco.

Mas hasta ahí, yo vivía  el Espiritismo dentro de una Casa Espirita, siendo conducida y dejándome conducir por todo ese misticismo que se conecta con el bagaje trazado por el catolicismo. Y en la Casa Espirita me torné monitora de ESDE, adoctrinadora en las reuniones mediúmnicas de desobsesión, conferenciante, ayudé a crear una ONG, y hasta ahí  yo hallaba todo perfecto!

Entretanto, cuanto más estudiaba las Obras Fundamentales espiritas más identificaba las incongruencias doctrinarias que eran repasadas en la Casa Espirita, por monitores, dirigentes, conferenciantes. Y como no me gusta omitir, pasé a incomodar y a sentirme  incomoda, y resolví ser espirita fuera del Centro Espirita.

Y ahí fui a la búsqueda de aplicar el Espiritismo en la vida. Como profesora,  con mis alumnos y alumnas, con mis colegas de profesión, con amigos, hijos, y con ese “personal” que como dicen los jóvenes “yo no concuerdo mucho”. Fue solo entonces  cuando  “caí en la cuenta” y pase a comprender por qué Kardec  decía que el Espiritismo no era religión. ¡Si es que no es lo mismo!

La Doctrina Espirita al contrario de todo lo que hasta hoy nos fue presentado,  es libertadora, porque educa! Ella nos consuela y fortalece para las batallas de la vida, sin precisar hacernos “santos” de un momento para otro. Nos dicen los Maestros Espirituales que “la virtud no consiste en una apariencia severa  y lúgubre, o en repeler los placeres que la condición humana permite”, sino que busquemos  en todos nuestros actos elevar el pensamiento al Creador.(El Hombre en el Mundo . ESE, cap. XVII, 10)   O sea, la  DE nos emancipa, nos libera de las “muletas” donde  nos apuntalábamos  a través de las religiones, de los líderes religiosos, de los gurús, etc. Somos autores de nuestro destino, pero no estamos en el desamparo, pues la doctrina espirita nos habla de los ángeles guardianes y amigos espirituales.

¿Y porque me considero actualmente más Espirita que nunca? Porque creo en la seriedad  y competencia de Allan Kardec y en su trabajo  como Codificador de la Doctrina de los Espíritus. Porque entiendo y acepto plenamente  los principios doctrinarios espiritas. Porque  busco aplicar las enseñanzas de los Espíritus en mi vida, y eso me hace desenvolver  una mayor responsabilidad conmigo misma, pues no puedo atribuir a nadie ese legado.

Para finalizar, me apropio de un trecho del Evangelio Según el Espiritismo, titulado: “Los Buenos Espiritas”, cuando nos es dicho que: “Se reconoce al verdadero espirita por la transformación moral, y por los esfuerzos que hace para dominar sus malas inclinaciones. Mientras  uno se complace en su horizonte limitado, el otro, que comprende la  existencia de alguna cosa mejor, se esfuerza  para liberarse, y siempre lo consigue, cuando dispone de una voluntad firme”. Por tanto, me considero Espirita en una condición de espíritu imperfecto, que está en la lucha, de una forma consciente, en busca de el equilibrio y la paz.

Ofrecido por el Blog de los Espiritas, y traducido al Español por M. C R

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Vivir como si no hubiera mañana

El destino de todos los seres vivos es la muerte. Se mueren las flores, plantas, animales, personas. Hasta mismo las estrellas que nacen en una explosión de luz llegan a la finitud.
Morimos un poco todos los días. Cada anochecer nos recuerda que un día más transcurrió en nuestra vida.
Eso debería ser un alerta para los rumbos que damos a nuestra existencia.
Pero, ¿por qué la muerte nos asusta de esa manera?
El sabio se prepara para morir. Pero, para la mayoría de los seres humanos, la simple mención de la palabra "muerte" es un trauma. No hablamos de la muerte por temor de que eso pueda atraerla.
Sin embargo, prepararse para morir es útil. Realmente necesario. No es una actitud morbosa, pero sí de naturalidad delante del ciclo que rige la vida.
¿Naturalidad? Si, puesto que en nuestra vida la muerte es una certeza. Lo que ocurre es que no sabemos cuando y donde ella vendrá, pero ciertamente vendrá.
Países, idiomas y creencias son diferentes. Pero, como una paradoja, lo que nos une a todos es la gran certeza que un día nuestro cuerpo estará muerto.
Por eso, vale la pena pensar de manera positiva acerca de la muerte. Prepararse para ese momento inevitable.
La psiquiatra suiza Elizabeth Kübler-Ross narra, en sus diversos libros, el sufrimiento de las personas que no se prepararon para morir o decir adiós a sus parientes y amigos.
La médica - que se volvió famosa en todo el Mundo por sus trabajos junto a pacientes terminales - observó que la mayoría de las personas trae conflictos, asuntos no resueltos y traumas que se manifiestan en la hora de la muerte.
Ocurre que no estamos acostumbrados a meditar acerca de nuestra propia muerte. Siempre la imaginamos muy distante.
Por eso, dejamos pendientes los arreglos que podrían ser solucionados ahora, con tranquilidad.
Por lo tanto, vale la pena empezar una preparación. ¿Quieres una fórmula sencilla?
Vive como si fuera tu último día. Haz el bien, sé amable y cortés.
No postergues para mañana las palabras de afecto y los gestos de amor. Di a tu familia cuanto la amas. Ordena tus papeles, encamina tus cuestiones.
Si existen disgustos, olvida, perdona. Da vuelta a la página. Si existen asuntos por arreglar, aclara, conversa. En fin, arréglalos.
No dejes ningún vacío para que un día lamentes no haber hablado en la hora adecuada.
Vive la vida de manera sencilla y bella para que, al terminarla, no haya muchos arrepentimientos.
El músico Renato Russo tenía una frase síntesis para esa actitud: "Es necesario amar a las personas como si no hubiera mañana."
En fin, mañana la muerte podrá llegar, silenciosa, a golpear tu puerta o de la persona amada. Entonces, hasta el reencuentro podrá haber una larga espera.
Haz como el poeta Manuel Bandeira. En uno de sus más inspirados poemas, "Consoada", él nos habla acerca del día en que la muerte llegará y lo encontrará preparado.
"Cuando la indeseada de las gentes llegue,
Tal vez yo tenga miedo.
Tal vez sonría, o diga:
¡Hola, ineludible!
Mi día fue bueno, puede la noche llegar.
(La noche con sus sortilegios).
Encontrará labrado el campo, la casa limpia,
La mesa puesta, cada cosa en su lugar."
Que podamos, todos nosotros, aguardar la muerte con el alma liviana, la conciencia en paz, una sonrisa del deber cumplido reflejada suavemente en los labios pálidos.
Cuando llegue esa hora, tu día y tu vida ¿habrán sido buenos?
¡Piensa en eso!
Redacción del Momento Espírita
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¿Cómo actuar en la hora de la Crisis?
Reunión pública del 5/10/1959

Cuestión No 466

En la hora de la crisis enmudece los labios y escucha las voces que hablan, sin sonido, en lo profundo de ti mismo.

Percibirás nítidamente el conflicto. 

Es el pasado que amenaza con permanecer y el presente que anhela el futuro.

Es la cárcel y la liberación.

La sombra y la luz.

La deuda y la esperanza.

Es lo que fue y lo que debe ser. 

En esencia, es el mundo y el Cristo juntos en tu corazón.

Grita el mundo a través de la palabra de los amigos y los adversarios, en la Tierra y más allá de la Tierra.

Advierte el Cristo por medio de la responsabilidad que vibra en nuestra conciencia.

Dice el mundo: «acomódate como puedas».
Solicita el Cristo: «levántate y anda».

Dice el mundo: «haz lo que deseas».

Solicita el Cristo: «no peques más». 

Dice el mundo: «destruye a tus oponentes».

Solicita el Cristo: «ama a tus enemigos».

Dice el mundo: «reniega de los que te incomoden».

Solicita el Cristo: «al que te exija mil pasos, camina con él dos mil».

Dice el mundo: «apégate a los bienes».

Solicita el Cristo: «al que te pida la túnica entrégale también la capa».

Dice el mundo: «hiere a quien te hiere».

Solicita el Cristo: «perdona siempre».

Dice el mundo: «descansa y goza».

Solicita el Cristo: «avanza mientras tienes luz».

Dice el mundo: «censura como quisieras».

Solicita el Cristo: «no condenes». 

Dice el mundo: «no repares en los medios para alcanzar los fines».

Dice el Cristo: «serás medido con la medida que apliques a los demás».

Dice el mundo: «aborrece a los que te aborrezcan».
Solicita el Cristo: «ora por los que te persiguen y calumnian».

Dice el mundo: «acumula oro y poder para que seas temido».

Dice el Cristo: «es probable que esta noche te pidan el alma y lo que acumulaste, ¿para quién será?»

Obsesión también es un problema de sintonía.

El oído que escucha es el reflejo de la boca que habla.

El ojo que ve alguna cosa es semejante, de algún modo, a la cosa que ve.

No es necesario, pues, que sufras prolongadas vacilaciones en las horas de tempestad.
Si realmente procuras el camino adecuado escuchemos al Cristo, pues su palabra como una brújula infalible nos señalará el rumbo seguro. 
Página psicografiada por el médium Francisco Cándido Xavier
Dictada por el Espíritu Emmanuel

Extraída del libro «Religión de los Espíritus».
( Aportación de Claribel )