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viernes, 4 de diciembre de 2015

Parábola del Festín de bodas y otras Reflexiones.


                           ESPEJO DEL ALMA


     Cuando somos jóvenes, generalmente tenemos una buena relación con el espejo.
     Paramos ante él y nos miramos de cuerpo entero y desde todos los ángulos.
     Tenemos el coraje de observarnos y de enfrentar posibles desajustes físicos,  y el futuro está a nuestro favor.
     Somos más flexibles, desarmados, versátiles, y mas dispuestos a los cambios. Gustamos de cambiar opiniones y acatamos ideas nuevas con facilidad.
     Nuestra alma, tanto como nuestro cuerpo, está en constante transformación. Estamos siempre buscando nuevos significados para las viejas ideas.
     Con el paso del tiempo vamos evitando espejos que reflejen nuestro cuerpo por entero. Buscamos si  acaso aquellos que reflejen solo del cuello hacia arriba.
     Huímos de nuestra apariencia porque no nos gusta o porque aún deseamos ver reflejado aquel cuerpo joven de cabello abundante y piel lisa y brillante.
     Y porque no nos gusta nuestra imagen huímos del espejo, como si eso resolviese nuestro problema.
     Así  también acontece con las cuestiones del alma´
     Cuando somos jóvenes tenemos el coraje de reflexionar sobre nuestras actitudes, nos gusta aprender cosas nuevas y estamos dispuestos a enfrentar desafíos.
     Buscamos respuestas para nuestras dudas y no tememos las críticas por entender que ellas nos ayudan a crecer.
     Pero cuando las gorduras del comodismo se van acumulando en nuestra alma, comenzamos a huír de espejos que nos muestren tal como somos.
     Las ideas se van cristalizando y ya no tenemos tanta disposición para reciclar nuestra memoria.
     Nos posicionamos en un área de confort y nos dejamos llevar por las circunstancias, sin tantos esfuerzos.
     Para muchos es como si una influencia paralizante les tomase por asalto.
     Ya no se interesan más por el conocimiento ni por hacer nuevas amistades o cuidar un poco su cuerpo y su salud.
     Olvidados de que la sabiduría no está en la espina dorsal ni en la piel joven o en una espesa cabellera, se entregan al desánimo como si estuviesen llegando al final de la línea.
     No se dan cuenta de que en cuanto respiramos ya es tiempo de aprender a crecer, de hacer ejercicio y eliminar las gorduras indeseables.
     En cuanto podemos contemplar el espejo físico, nos podemos observar y hacer esfuerzos para corregir lo que juzguemos necesario.
     En cuanto la vida nos lo permite, debemos volver a mirar el espejo de la conciencia y ajustar lo que sea preciso, para que quedemos más bellos y más sabios.
     Arreglar los pensamientos y reciclar las memorias infelices que teníamos archivadas en los rincones del ser.
     Repensar conceptos, rehacer ideas, resisar actitudes y posturas.
     Solo así anularemos el deseo constante de huír del espejo, de huír de nosotros mismos, fingiendo que somos felices enmascarando la realidad.
     No luche contra la naturaleza, deseando asegurar el tiempo con las manos.
     No deje que su sabiduría se esconda en las arrugas de la piel, ni pierda el brillo de los cabellos blancos.
     La belleza de su alma es independiente del cuerpo físico.
     Que su grandeza se refleje en su forma de pensar, sentir y actuar, y no en la imagen proyectada en el espejo.
     Piense en eso y obsérvese de cuerpo y alma, por entero.
     Acuérdese que solo a usted cabe la decisión de asumir la realidad y modificarla cuando y como se juzgue necesario.
¡ Piense en eso !
      Es peor estar insatisfecho con el cuerpo y con la insatisfacción de la propia conciencia. Esa insatisfacción le roba la paz, la alegría, la voluntad de crecer y ser feliz. Por eso es importante recordar que usted puede modificar esa realidad cuando lo desee.
     Basta invertir en su mejoría íntima aireando su mente, eliminando preconceptos y adquiriendo conocimientos que le traigan satisfacción y paz de conciencia.
¡ Piense en eso, pero piense ahora, antes de que sea tarde!
(Eliane de Pádua)
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"Enseñar no es herir. Es orientar al prójimo, amorosamente, para el reino de la comprensión y de la paz."
- Andre Luiz-
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ETIOPATOGENIAS X LEY DE 


ACCIÓN Y REACCIÓN



En los envoltorios sutiles, reside la verdadera causa de las dolencias. Somos herederos de nuestras acciones pretéritas, tanto buenas como malas. El karma o “cuenta del destino creada por nosotros mismos” está impreso en el cuerpo causal (32). Esos registros fluyen hacia los demás cuerpos y acaban determinando el equilibrio o el desequilibrio de los campos vitales y físicos.
No todos los desequilibrios físicos, sin embargo, son originarios de cuentas kármicas (pasadas), aunque reflejen el estado espiritual del individuo, son generados por su conducta actual. Los vicios de la mente, conocidos como egoísmo, orgullo, vanidad, tiranía, pereza, etc., se constituyen en causas de múltiples dolencias, porque se constituyen en el móvil de nuestras acciones (33).
Cuando sean descubiertas las tecnologías que nos posibilitarán el examen profundo del periespíritu, la Medicina cambiará radicalmente, porque trabajaremos mucho más de forma preventiva, evitándose, así, las intervenciones quirúrgicas largas, agresivas, realizadas todavía hoy, aún con los grandes progresos ya alcanzados, en las últimas décadas.
Los médicos tendrán oportunidad de conocer, con detalles, la fisiología transdimensional, comprendiendo mejor el modo como se conjugan los variados envoltorios, en las llamadas sinergias, para auxiliar mejor en la manutención del estado de salud mental y física de sus pacientes.
Vamos a dar algunos ejemplos prácticos, correlacionando dolencias congénitas o de la primera infancia con la desarmonía de los cuerpos sutiles, siguiendo informaciones de André Luiz, médico e investigador, desencarnado en la década de 1930, en Río de Janeiro.
Si la personas se suicidó, en la vida anterior, por envenenamiento, al tomar un nuevo cuerpo físico podrá ser portador de afecciones valvulares, hemopatías diversas, como la leucemia, por ejemplo, u otras dolencias similares. Si incendió el propio cuerpo, en la existencia posterior, podrá presentar dermatosis más o menos extensas, de difícil curación o tratamiento, como el Pénfigo Foliáceo y la Ictiosis.
Si empleó, en el suicidio, agua o gas, podrá renacer con problemas en las vías respiratorias, tales como Enfisema y Cistos pulmonares. Si la causa fue la horca, la consecuencia posterior podrá ser la Parálisis Cerebral Infantil o Neoplasias diversas.
Si se destrozó el cráneo, sufrirá los reflejos, después, presentando dolencias como: Hidrocefalia, Síndrome de Dawn, Deficiencia Mental, Encefalitis, Epilepsia. Si eliminó el cuerpo precipitándose de grandes alturas, podrá tener, después, males como Osteosis Difusa, Distrofia Muscular Progresiva, etc.
Prácticamente todas las molestias tienen sus raíces en el periespíritu. Aunque esté aparentemente saludable, una persona puede traer, en sus Centros de Fuerza o Chacras, disfunciones latentes, adquiridas en esta o en otras vidas, que, más tarde o temprano surgirán a la superficie en el cuerpo físico, bajo la forma de dolencias más o menos graves, conforme la extensión de la lesión y la posición mental del deudor.
El Prof. Ian Stevenson, de la Universidad de Virginia, EUA, presenta en dos volúmenes del libro Reencarnación y Biology, entre los 2.600 casos investigados, los de marcas de nacimiento y defectos congénitos, elucidándolos con el estudio de las vidas pasadas.
Tomado del libro: El Alma de la Materia
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         Sin brazos y sin piernas
    En una de las oraciones que rezan los católicos romanos llaman a este mundo valle de lágrimas, y creo que es la mejor definición que se puede hacer de esta penitenciaría del Universo, porque en realidad, no hay un solo Ser que pueda vanagloriarse de decir: ¡soy feliz en toda la acepción de la palabra! La mayoría de los potentados suelen sufrir enfermedades incurables; hay millonarios en los Estados Unidos que sólo pueden alimentarse con copas de leche en muy corta cantidad; otros no pueden dormir porque se ahogan y tienen millones de renta que no les proporcionan el menor goce, con lo que descienden hasta los más pobres; si algunos son fuertes y robustos carecen de los más indispensable para sostener sus fuerzas vitales, viéndoselos decaer como lámpara que se apaga en el lleno de su juventud; por consiguiente, la felicidad es una nube de humo que se deshace al menor soplo de viento huracanado de la vida, como se deshace la niebla a los primeros rayos del sol; mas en medio de tantos dolores, los hay de distintos grados: los hay soportables y los hay irresistibles.

Hablando hace pocos días con una amiga ésta me decía lo siguiente:

-Hace algún tiempo que fui a un depósito de aguas y allí encontré una familia que nunca olvidaré. Era un matrimonio, los dos jóvenes, amables y simpáticos, sus semblantes irradiaban alegría; los dos se amaban con ese amor primero que se asemeja a un árbol florido que espera ser más tarde hermoso racimo de sazonados frutos; se unieron por amor, únicamente por amor. Él era un modestísimo empleado, ella una humilde costurera; se vieron y se amaron, se amaron y se unieron, y al unirse, al recibir la bendición, él pensó en la llegada de su primer hijo, y ella, contemplando a un niño Jesús, pidió a Dios tener un hijo tan hermoso como aquella figura angelical. Un año después, la enamorada pareja se sintió dominada por la más viva y amorosa ansiedad. A fuerza de economías habían comprado todo lo necesario para vestir a un recién nacido: camisitas de batista con preciosos encajes, vestiditos blancos con finos bordados, gorritas lindísimas, todo lo más bello, todo lo más delicado les parecía poco para el niño que debía llegar pidiendo besos con sus sonrisas. Al fin llegó el momento supremo. Áurea sintió los agudos dolores precursores del laborioso alumbramiento y dio a luz un niño; quiso verlo inmediatamente y su esposo y las personas que lo rodeaban, mustios y callados, parecían que no la comprendían, se miraban unos a otros y cuchicheaban, hasta que Áurea gritó alarmadísima:

– Pero qué, ¿no me oyen?, quiero abrazar a mi hijo… ¿está muerto quizás?…

– No, contestó el esposo, pero….

– ¿Pero qué? ¿Qué sucede?

– ¡Que el niño no tiene brazos… ni piernas!…

– Así estará más tiempo en mis brazos,-contestó Áurea, abrazando a su hijo con delirante afán. El niño era precioso, blanco como la nieve, con ojos azules, cabello rubio muy abundante, sus grandes ojos tenían una mirada muy expresiva; cuando yo conocí al niño tendría ocho o diez meses y estaba hermosísimo; su madre estaba loca con él y su padre lo mismo; pero este último, cuando su esposa no podía oírle, decía con profunda amargura: ¡tanto como yo deseaba un hijo… y ha venido sin brazos ni piernas!…

– ¡Qué injusto es Dios!…. Si mi hijo fuera rico, pero ¡sí yo soy tan pobre!

– Créeme Amalia, aquel niño vive en mi memoria, ¿qué habrá sido? ¿Qué papel habrá representado en la historia?

– Yo lo preguntaré, amiga mía, porque tu relato me ha impresionado muchísimo y, efectivamente, de noche y de día pienso en el niño que tanto deberá sufrir si llega a ser hombre, ¡no tener ni brazos ni piernas!… ¡Qué horror! Y probablemente será un ser de gran inteligencia, querrá volar con su pensamiento y no tiene más remedio que permanecer en la más dolorosa inacción. ¡Dios mío! ¡Dios mío!…, no es vana curiosidad la que me guía, pero deseo saber si es posible el porqué de tan terrible expiación.

* * *

“Por el fruto conoceréis el árbol, dijo Jesús, por consiguiente, a todo ser que veáis cargado de cadenas desde el momento de nacer, podéis deducir, sin la menor duda, que de todo lo que le falte hizo mal uso en sus encarnaciones anteriores. ¿Que no tiene piernas? Señal que cuando las tuvo le sirvieron para hacer todo el daño que pudo; quizá fue un espía que corrió afanoso detrás de algunos infelices para acusarles de crímenes que no cometieron y con sus declaraciones hizo abortar transcendentales conspiraciones, que al ser descubiertas antes de tiempo produjeron innumerables víctimas. Tal vez corrió para precipitar en un abismo a seres indefensos que le estorbaban para realizar inicuos planes; al que le faltan las piernas tiene que haberlas empleado en atormentar a sus enemigos, tiene que haber sido el azote de cuantos le han rodeado; carecer de miembros tan necesarios pone de manifiesto una crueldad sin límites, un ensañamiento en hacer el mal imposible de describir, unos instintos tan perversos que atestiguan el placer de hacer el mal por el mal mismo. ¡Ay de aquél que nace sin piernas!…


“¿Que no tiene brazos? Quizá sus manos que tan útiles son a la especie humana, para hacer con ellas obra de titanes y labores delicadísimas, las empleó para firmar sentencias de muerte que llevaron al patíbulo innumerables víctimas, inocentes en su mayoría. Tal vez gozó apretando los tornillos de horrible potros de tormento, arrancando confesiones de infelices acusados, enloquecidos por el dolor; ¡quién sabe si escribió calumnias horribles que destruyeron la tranquilidad y el cariño de familias dichosas! ¡Se puede hacer tanto daño con las manos!…; con ellas se acerca la mecha a materias inflamables y se produce el devorador incendio; con ellas el fuerte estrangula al débil, con ellas se abofetea y se convierte en fiera al hombre más pacífico y más honrado, con ellas se destruye el trabajo de muchas generaciones. Son los auxiliares del hombre, quien con sus manos produce maravillas o aniquila cuanto existe. Cuando se viene a la Tierra sin manos, ¡cuánto daño se habrá hecho con ellas!

“No hay necesidad de particularizar la historia de éste ni de aquél; todos los que ingresan a la Tierra sin un cuerpo robusto y bien equilibrado, son penados condenados a cadena perpetua que vienen a cumplir su condena, porque no hay apelación ante la sentencia que uno mismo firma en el transcurso de su vida. No hay jueces implacables que nieguen el indulto a los arrepentidos criminales, no hay más juez que la conciencia del hombre; podrá éste embriagarse con fáciles triunfos de sus delitos; podrá no tener oídos para escuchar las maldiciones de sus víctimas; podrá cerrar los ojos para no ver los cuadros de desolación que él ha producido; podrá estacionarse millones de siglos, pero llega un día que, a pesar suyo, se despierta y entonces ve, oye, reconoce su pequeñez y él mismo se llama a juicio y pronuncia su sentencia, sentencia inapelable, sentencia que se cumple hora por hora, día por día, sin que exima del tormento ni un segundo, porque todo está sujeto a leyes fijas e inmutables.

“No lo dudéis; los criminales de ayer son los tullidos de hoy, los ciegos, los mudos, los idiotas, los que carecen de piernas, los que no tienen manos, los que padecen hambre y sed y son perseguidos por la justicia.

“Tenéis un refrán que dice: “No te fíes del lisiado por la mano de Dios”; la idea está muy mal expresada, pero en su fondo hay una gran verdad. Si bien se mira, veréis que la mayoría de esos desgraciados revelan en su semblante la degradación de su Espíritu; la diestra de Dios no ha impreso la ferocidad en su rostro; es el cúmulo de sus delitos, son sus malos y perversos instintos los que han endurecido las líneas de su faz, y para esos penados guardad toda vuestra compasión, guiadles por el mejor camino, haced por ellos cuanto haríais por vuestros hijos, porque son los más necesitados, los más afligidos, porque en medio de la mayor abundancia no hay para ellos agua en la fuente, trigo en los campos, frutos en los árboles, calor en el hogar de la familia; son los judíos errantes de la leyenda, andan siempre sin encontrar una piedra donde sentarse. ¡Qué malo es ser malo! Adiós”.

* * *

¡Qué bien dice el Espíritu! ¡Si por el fruto se conoce el árbol, qué malo es ser malo!

Amalia Domingo Soler
Extraído del libro “Hechos que prueban”
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Parábola del Festín 

de Bodas y 

otras reflexiones

  En esta parábola, Jesús se refería al estado espiritual que debemos conquistar como convidados por el Padre tras un camino de evolución espiritual.
  Este es un festín que está destinado para el disfrute de toda la Humanidad, aunque vemos como en la parábola se refiere en principio al pueblo hebreo que es quien recibió en primer lugar esta invitación de Jesús, porque nació en su seno y en medio de él desarrolló su doctrina.
   Ciertamente somos muchos los llamados, pero en función de nuestra disposición moral son muchos menos los escogidos.  Esta elección para llegar a participar en el banquete del Reino Celestial no la hace el Padre a capricho, sino que toda la Humanidad se autoerige en función del deseo y la disposición por transitar por la senda de progreso basado en el Amor y la Caridad. Precisamente estas son las vestiduras necesarias para alcanzar y gozar de este festín de la parábola. No basta con llamarnos cristianos o espíritas; es necesario que el Amor y la Caridad sean nuestro estandarte en esta vida, formando parte de nuestro ser y personalidad habituales.
   En estos días de tránsito hacia una nueva forma de sociedad en el mundo, es de considerar que no nacimos por casualidad en esta época. No es casual que hayamos nacido en el seno de una sociedad cristiana, ni menos que hayamos conocido el Espiritismo y seamos espíritas. Pero no por esto nos podemos envanidecer, pues tal vez estamos en el Espiritismo precisamente los más endeudados y los que mas cosas tenemos que rescatar.
    Los espíritas somos en parte esos “obreros de la última hora” a quienes también se refirió Jesús en otra parábola. Somos igualmente esos llamados al  “banquete nupcial” y no podemos perdernos por los laberintos de la vida y dar la espalda a esa  invitación del Maestro Jesús, a la que hemos venido preparados para  aceptar y seguir.  Pero sin embargo no podemos pretender acceder a ese festín sin las galas necesarias de la práctica del Amor y de la Caridad, viviendo el día a día con los pies en la tierra y la cabeza en unión y relación con la Mente Creadora.
    Sintamos cada día la responsabilidad como invitados al banquete celestial y luchemos por ser siempre dignos de esa invitación. Tenemos la responsabilidad moral de ser buenos espíritas en todo momento de nuestras vidas y para ello debemos y podemos hacer mucho mas de lo que hasta ahora hicimos , pues tengamos presente que a quienes mas se ha dado mas se les va a pedir, y a los espíritas se nos está dando un conocimiento muy valioso, capaz de transmutar nuestras imperfecciones en valores morales positivos, dentro de un continuo proceso de autoperfeccionamiento.
     Llegado a este punto, nos podemos preguntar: ¿ Qué medios tenemos para nuestra transformación moral?.
   Son varios, valiosos y necesarios: autoanálisis sincero; programación de nuestros actos; fortalecimiento de la voluntad mediante la autodisciplina; realización de un trabajo íntimo contínuo para nuestra transformación moral; sirviendo al prójimo con Amor, y finalmente evaluándonos cada día.
   Pero, ¿ Cómo se ama al prójimo?. Comprendiéndolo, ayudándole,  sirviendo sin condiciones y  perdonando siempre.
   Finalmente , aquí nace otra pregunta: ¿ Qué es el perdón?.   No solo el dado con la boca o con el Alma; supone dar la oportunidad de rescatar la falta mediante una acción de bien. La misma oportunidad que el Padre, que es Amor, nos da siempre para poder rescatar las deudas y volver a comenzar.

- Jose Luis Martín -
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