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domingo, 23 de diciembre de 2012

EL CONSOLADOR, ESPIRITISMO Y EVANGELIO




El Espiritismo evangélico es el Consolador prometido por Jesús, que, mediante la voz de los seres redimidos, difunde las luces divinas por la Tierra entera, restableciendo la verdad y alzando el velo que cubre las enseñanzas, en cuanto Cristianismo redivivo, con el objeto de que los hombres despierten a la era grandiosa de la comprensión espiritual con Cristo.

Igual que Jesús, el Consolador tendrá que afirmar también: “No penséis que he venido para abrogar la Ley…”

No puede el Espiritismo abrigar la pretensión de eliminar a las demás creencias, parcelas de la verdad que su doctrina representa, pero si trabajar por transformarlas, elevando sus antiguas concepciones hacia el resplandor de la verdad inmortal.

La misión del Consolador tiene que realizarse en las almas y no con las minúsculas y efímeras glorias de los triunfos materiales. Al poner en claro el error religioso, donde quiera que este se encuentre, y revelar la verdadera luz, por medio de actos y enseñanzas, el espirita sincero enriquece los valores de la fe y representa al obrero de la regeneración del templo del Señor, donde los hombres se agrupan en diversos sectores y ante diferentes altares, pero en el cual un solo Maestro existe, que es Jesucristo.

La fe significa tener en el corazón la luminosa certidumbre de Dios, certeza esta que ha excedido ya el ámbito de la creencia religiosa, haciendo que el corazón se apoye en una energía constante de realización divina de la personalidad.

Obtener la fe es haber alcanzado la posibilidad de no decir “yo creo”, sino afirmar “yo se”, con todos los valores de la razón iluminados por luz del sentimiento. Esa fe no puede paralizar en ninguna circunstancia de la vida y sabe trabajar siempre, intensificando la amplitud de su iluminación por el dolor o la responsabilidad, por el esfuerzo o el deber cumplido.

Traduciendo la certidumbre de la ayuda de Dios, expresa la confianza que sabe afrontar todas las luchas y problemas con la luz divina en el corazón y significa la humildad redentora que edifica en lo intimo del espíritu la disposición sincera del discípulo en los que respecta a aquello de “Hágase en el esclavo la voluntad del Señor”.
Creer es una expresión de creencia de la cual los auténticos valores de la fe se encuentran en estado embrionario.

El acto de creer en algo requiere la necesidad del sentimiento y de la razón, para que el alma edifique en si misma la fe. Admitir afirmaciones más extrañas sin someterlas primero a un examen minucioso equivale a marchar hacia el desfiladero del absurdo, donde los fantasmas dogmáticos conducen a los seres a todos los disparates. Interferir en problemas esenciales de la vida sin que la razón sea iluminada por el sentimiento es buscar el mismo declive donde los espectros despiadados de la negación llevan a las almas a perpetrar muchos crímenes.

Toda duda que se manifieste en un alma llena de buena voluntad, y que en su sinceridad no se precipite a formular definiciones apriorísticas, o que no acuda a la malicia para obtener apoyo a sus cogitaciones, es un elemento beneficioso para esa alma que marcha, con la inteligencia y el corazón rumbo a la sublimada luz de la fe.

Toda sana curiosidad es normal. Entre tanto, el hombre debe comprender que la solución de esos problemas la obtendrá en forma natural, una vez que haya resuelto su situación de deudor con respecto a sus semejantes, haciéndose entonces acreedor a las revelaciones divinas.

La existencia del hombre, con sus características de trabajo por la redención espiritual, presenta muchos bienes que a sus ojos son valiosos, en la serie de luchas, esfuerzos y sacrificios que cada espíritu realiza. Para Los espíritus luminosos, en cambio, el mayor tesoro de la vida terrestre estriba en la recta y pura conciencia, iluminada por la fe y formada en el cumplimiento de los más altos deberes.

El espíritu en la tierra es correcto que solo reflexione, sobre los temas que van más allá de su ambiente, después de haber llevado a cabo todo el esfuerzo de iluminación que puede el mundo proporcionarle, en sus procesos de depuración y perfeccionamiento.

Los nuevos discípulos del Evangelio tienen que comprender que los dogmas han pasado. Y las religiones literalitas que los crearon lo han hecho siempre obedeciendo a disposiciones para el gobiernos de las masas.

Con arreglo a las nuevas expresiones evolutivas, sin embargo, los espiritistas han de evitar las manifestaciones dogmáticas, comprender que la Doctrina es progresiva y abstenerse de toda pretensión de inhabilidad, vista la grandeza, insuperable del evangelio.

Los espiritistas cristianos deben pensar mucho en la iluminación de si mismos antes de abrigar la retensión de convertir a otros.

Tratándose de hombres de nota, según los convencionalismos terrestres, el cuidado de los espiritas debe ser aun mayor, por haber en el mundo un concepto soberano de “fuerza” para todos los seres que están luchando espiritualmente por la obtención de los títulos del progreso. Esa “fuerza” seguirá existiendo entre los humanos hasta que sus almas se hayan compenetrado de la necesidad de instituir en su corazón el reino de Jesús, y trabajen por su realización plena.

Los individuos que poseen el poder temporal, (Hay excepciones) aceptan muchas veces solo los postulados que la “fuerza” sanciona o los principios con los que ella concuerda. Enceguecidos temporalmente por los velos de la vanidad y la fantasía, que la “fuerza” les proporciona, es menester los dejemos en libertad para llevar a efecto sus experiencias. Día vendrá en que han de brillar en la Tierra los eternos derechos de la verdad y del bien, anulando esa “fuerza” transitoria. El divino Maestro, que al traer al mundo el mayor mensaje de amor y de vida para todos los tiempos, no se preocupo por convertir al evangelio, a los Pilatos, a los Antipas de su época.

El Espiritismo, en cuanto al Cristianismo redivivo, no debe pretender disputar un asiento para el banquete de los Estados del mundo, cuando bien se le alcanza que su misión divina ha de cumplirse junto a las almas, de acuerdo con los auténticos fundamentos del reino de Jesús.

Trabajo extraído del libro “El Consolador” de Chico Xavier
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"La naturaleza de los trabajos espíritas exige calma y recogimiento; ahora bien no hay recogimiento posible si se está distraído por discusiones y la expresión de sentimientos malévolos.
-No habrá sentimientos malévolos si hay fraternidad; pero no puede haber fraternidad con egoítas, ambiciosos y orgullosos."
Viviana Gianitelli



NOTA IMPORTANTE: Los lunes,miércoles y jueves a las 22,30 horas, pueden participar en el chat de la Federación Espírita Española. Los viernes a las 23,00 horas asistir a una  interesante conferencia en la misma sala, y los domingos a las 21,00 horas a la clase del "Grupo espírita Sin Fronteras". Estas clases dominicales quedan en suspensión hasta el día 13 de enero por el periodo vacacional navideño.

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