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domingo, 30 de octubre de 2011

Carta de un muerto



                                                         

Me pide  usted noticias del cementerio en las conmemoraciones de los Difuntos.  Y como tengo en mis manos  la carta de un amigo, desencarnado, dirigida a otro amigo que aun se encuentra en la Tierra, acerca, de este asunto, con permiso de el,  le transcribo el mensaje, sin cualquier referencia a nombres, para dejarle la belleza  libre de notas personales.

Es el texto con su contenido puro y simple:

Querida, usted no puede imaginar  lo que es entregar en la tierra la carcasa inerte, el día dos de Noviembre.

Es una verdadera tragedia para el muerto inexperto.

Recuerde  que en el entierro de mi viejo cuerpo, corroído por la enfermedad, se realizo en el crepúsculo, cuando el cementerio parecía una casa decorada  para una  celebración.

Me hallaba tristemente instalado en el coche fúnebre, montando guardia  a mis restos, reflexionando  en lo miserable de la vida humana…

Contemplado desde lejos a mi mujer y a mis hijos, que lloraban discretamente en un  largo automóvil de alquiler, meditaba en aquella anotación de Salomón - <<vanidad de las vanidades, todo es vanidad>> -, cuando,  en el camino al cementerio, fui desalojado de improviso.

Con la multitud inquieta de los vivos en la carne, venia la masa enorme de los vivos de otra naturaleza.  Eran  cientos  de desencarnados, que me  analizaban curiosos, entre el sarcasmo y la conmiseración.

Algunos me dirigían preguntas indiscretas,  mientras otros me deploraban la suerte.

Con mucha dificultad, seguí el ataúd  que transportaba mi esqueleto inmovible y, en vano, intente ubicarme a mi esposa en lágrimas.

Mal pude oír la oración que algunos amigos me consagraban, porque de repente, la ola  tumultuosa me arrebató al círculo más íntimo.

En balde procuré regresar  al cuadro humilde en que me situara la sombra de lo que yo fuera en el mundo… Los visitantes terrestres de aquella mansión, pertenecientes a los supuestos finados,  traían consigo inmensa turba de almas sufridoras y rebeldes, perfectamente yugo de sí mismos.

Muchos de esos Espíritus, encadenados  a nuestros compañeros humanos, gritaban al pie de las tumbas, contando los crímenes ocultos que los habían arrojado al pozo oscuro de la muerte, otros traían en las manos documentos acusadores, clamando contra la insania  de parientes o contra la banalidad  de los tribunales que les habían alterado las disposiciones  y deseos.

Padres lloraban contra los hijos. Los hijos protestaban contra los padres.

Muchas almas, principalmente aquellas cuyos despojos  se localizan en los túmulos de alto precio, penetraban la intimidad del sepulcro y, desde allá,  lanzaban gemidos y sollozos aterradores, buscando inútilmente levantar  a los propios huesos, en el intento de lanzar a los seres queridos verdades que el tímpano  humano detesta oír.”


Muchas almas, principalmente aquellas cuyos despojos  se localizan en los túmulos de alto precio, 


Mucha gente desencarnada hablaba a cerca de títulos y depósitos financieros perdidos  en los bancos, de tierras desaprovechadas, de casas olvidadas, de objetos de valor  y obras de arte que les habían escapado de las manos, ahora vacías y exentas  de posesión material.

Mujeres despeinadas clamaban venganza contra crueles hombres, y hombres barbudos e inquietos vociferaban contra mujeres insensatas y delincuentes.

Tal vez porque aun trajese conmigo el olor del cuerpo físico, muchos me daban por vivo aun en la Tierra, capaz de auxiliarlos en la solución de los problemas que les escaldaban la mente, y despejaban sobre mis alegaciones y quejas, libelos y testimonios.

Observe que los médicos, los padres y los jueces son las personas más  discutidas y criticadas aquí, en razón de los votos y promesas, socorros y testimonios, los cuales no siempre correspondieron a la expectativa de los traspasados.

En muchas ocasiones, oí de amigos espiritas la afirmación de que hay siempre muchos muertos obsesando a los vivos, más, registrando biografías y narraciones, escuchando el lloro  y maldiciones, tanto como viendo el retrato real de muchos, hoy creo que son más los vivos  los que flagelan  a los muertos, esposándolos a los desvaríos y pasiones de la carne, por el menosprecio con el que les  traen a la memoria  y por la hipocresía con la que les visitan las sepulturas.

Tales fueron mis obstáculos, que no conseguí ver más  a los familiares en aquella hora solemne para mi inseguridad  de  recién fallecido, y, solamente cuando los hombres  y las mujeres, casi todos protocolares e indiferentes se retiraron, es que las almas  terriblemente atormentadas e infelices desalojaron el recinto, dejando en la retaguardia solamente  en  nosotros otros, lo libertos  en dificultad pacifica,  y haciéndome percibir que el túmulo  en el hogar de los muertos era una simple consecuencia de la perturbación reinante  en el hogar de los vivos. Apaciguado el ambiente, el cementerio me pareció  un nido claro y acogedor, en donde no me faltaron brazos amigos, respondiendo a mis suplicas, y la ciudad, a mi alrededor,  se me figuraba entonces, en vasta necrópolis, poblada de tumbas y cruces, en las cuales  los espíritus encarnados y desencarnados viven el angustioso drama de la muerte moral, en pavorosos compromisos de la sombra.

Como ve, mientras la Humanidad no se habilite para  la vida eterna, es muy desagradable embarcar de la Tierra para el Más Allá, en el día dedicado por ella al culto de los muertos  que le son simpáticos e antipáticos.

Del Libro de Chico Xavier “Cartas y Crónicas” por el espíritu hermano X

"Los problemas son desafios para el hombre.Aprende a convivir con ellos, intentando resolverlos solo, mientras te sea posible.Es irrespetuoso sobrecargar el prójimo con nuestros problemas, sin considerar las aflicciones que, ciertamente, le pesan sobre la existencia.
Aprende a solucionarlos, para vivir en paz."
(Vida Feliz -- Joanna de Angelis)


( Ver inquietudesespiritas.blogspot.com )