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jueves, 27 de septiembre de 2012

ORACIÓN CURATIVA ( de un desencarnado)






Amigos míos, que la paz de Cristo permanezca en nuestros corazones, conduciéndonos para la luz.
Fui padre católico romano, naturalmente limitado a las concepciones de mi ambiente, más no tanto  que no pudiese comprender  a todos los hombres como tutelados de Nuestro Señor.
La muerte del cuerpo vino a dilatar los horizontes de mi entendimiento y ahora veo con más claridad la necesidad del esfuerzo  conjunto de todas nuestras escuelas de interpretación del Evangelio, para que nos confraternicemos con fervor  y sinceridad, frente  al Eterno Amigo.
 Con ese nuevo discernimiento, os visito el núcleo de acción cristiano, tomando por tema la oración  como poder curativo y definiendo  nuestra fe como don providencial.
El mundo permanece cubierto de toda clase de males. Hay epidemias de odio, desequilibrio, perversidad e ignorancia, como en otro tiempo conocíamos la  infección  de la peste bubónica y la fiebre amarilla.
En todas partes, vemos enfermedades, aflicciones, descontentamiento, desarmonías.
Todo es dolencia del cuerpo y del alma.
Todo es ausencia del espíritu del Señor.
No ignoramos, sin embargo, que todos  tenemos la oración a nuestra disposición como fuerza de recuperación y de cura. Es necesario orientar nuestras actividades, en el sentido de adaptarnos a la Ley del Bien, calmando nuestros sentimientos y sosegando nuestros impulsos, para, enseguida, elevar el pensamiento al manantial de todas las bendiciones colocando nuestra vida en ligación con la divina Voluntad.
Ahora sabemos  que las vibraciones  hoy en día escapan a la ciencia terrestre  más allá de ultravioleta  y por debajo de los infrarrojos.

A la medida que se desenvuelve en los dominios de la inteligencia, comprende el hombre  con más fuerza que toda la materia es condensación de energía.
Dijo el Señor, “Brille vuestra Luz” – y, actualmente, la experimentación positiva revela que el propio cuerpo humano es un generador de fuerzas dinámicas, constituyendo así como un eje de energías radiantes, en el que la conciencia fragmentaria de la criatura evoluciona al impacto de los más diversos rayos, a fin de atesorar la Luz Divina y crecer para la Conciencia Cósmica.
Vibra la luz en todos los lugares y, por ella, estamos informados de que el Universo es recorrido por el flujo divino del Amor Infinito, en una frecuencia  muy elevada, a través de ondas ultra-cortas que pueden ser transmitidas de espíritu a espíritu, más fácilmente asimilables  por intermedio de la oración.
Cada aprendiz del Evangelio necesita, así, aficionarse al culto de la oración, en el propio mundo intimo, valorizando la oportunidad que le es concedida para la comunión con el Infinito Poder.
Para eso, con todo, es indispensable que la mente y el corazón de la criatura estén en sintonía con el amor que domina todos los ángulos de la vida, porque la ley del amor es tan matemática como la ley de la gravitación.
Mentalicemos la electricidad por ejemplo, en la red iluminativa. En el caso de que aparezca cualquier hiato en la corriente, nadie se acordará de acusar a la usina, como si el flujo eléctrico dejase de existir. Nos cercioraríamos sin dificultad de que hay un defecto en la lámpara  o en la toma de fuerza.
Se derrama el amor de Nuestro señor Jesucristo para todos los corazones, no en tanto, es imprescindible que la lámpara de nuestra alma se muestre en condiciones de recibirle el Toque Sublime.
Los materiales que constituyen la lámpara  son la parafernalia para la exteriorización de la luz, más la electricidad es invisible. Así también, nosotros vemos el Amor de Dios en nuestras vidas, por intermedio  del Gran mediador, Jesucristo, en forma de alegría, paz, salud, concordia, progreso y felicidad, entretanto por encima de todas esas manifestaciones, abordables  del Ilimitado Amor y de la Ilimitada Sabiduría.
Usando imagen más sencilla, recordemos el servicio del agua  en el abrigo doméstico. Lógicamente, las fuentes son alimentadas por vivas reservas de la Naturaleza, más para que el agua atienda a los recesos del hogar, no prescindiremos de la instalación adecuada. La canalización debe estar bien dispuesta  y bien limpia.
En vista de eso, es necesaria que todas las actitudes en desacuerdo con la Ley del Amor sean extirpadas de nuestra existencia, para que el Inagotable Poder penetre a través de nuestros humildes recursos. El canal de nuestra mente  y de nuestro corazón debe estar sin obstáculos  en todos los raciocinios y sentimientos  que no se armonizan con los padrones de Nuestro señor.
Alcanzando esa fase preparatoria, es posible utilizar la oración como medida de reajuste para nosotros y para los otros, incluyendo a cuantos se encuentran cerca o largo de una oración nacida del corazón humilde y sincero ante del Todo-Misericordioso. Ciertamente las tinturas y las sales, las vitaminas y radioactividad son elementos que la Providencia Divina coloco al servicio de los hombres en la Tierra.
Es también comprensible que el médico sea indispensable, muchas veces, a la cabecera de los enfermos, porque, en muchas situaciones, así como el profesor precisa del discípulo y el discípulo del profesor el enfermo precisa del médico tanto como el médico necesita del enfermo, en la permuta de la experiencia.
Eso, sin embargo, no nos impide de usar los recursos de que disponemos en nosotros mismos. Estemos convencidos de que, ligando  el hilo de nuestra fe a la usina del Infinito Bien, las fuentes vivas del Amor Eterno se derraman a través de nosotros, esparciendo salud y alegría.
Así como hay lámparas para diversos voltajes, cada criatura tiene su capacidad propia  en las tareas de auxilio, hay quien recibe más, o menos fuerza.
De ese modo, conduzcamos nuestra buena voluntad a los compañeros que sufren, suplicando la Infinita Bondad a favor de nosotros mismos. Es indispensable comprender que la oración opera una verdadera transfusión de plasma espiritual, en el levantamiento de nuestras energías.
Si nos sentimos débiles, pidamos el concurso de un compañero, de dos compañeros  o más hermanos, porque las fuerzas reunidas se multiplican y, de esa forma tendremos mayores posibilidades para  la eclosión del Amparo Divino que está simplemente esperando que nuestra capacidad de transmisión y de sintonía se amplié y se eleve, en nuestro propio favor.
Mentalicemos el órgano enfermo, de la persona necesitada o en situación difícil, a la manera de campos en el que el Divino  Amor se manifestará, ofreciéndoles nuestro corazón y nuestras manos, por vehículos de socorro y veremos fluir, por nosotros,  los manantiales  de la Vida Eterna, porque el Padre Todo Compasivo de Jesucristo Nuestro Señor  nunca se   empobrece de bondad.
La Indigencia es siempre nuestra.
Muchos dicen “no puedo ayudar porque no soy bueno”, más, si ya fuésemos señores de la virtud, estaríamos en otras condiciones  y en otras esferas. Nos consuela saber que somos discípulos del bien, y en esa posición, debemos ejercitarlo.
Ejerzamos la buena voluntad.
No tenemos aun los albores de la generosidad y de la comprensión, de la fe irreprensible y de la perfecta caridad, más si poseemos las simientes que les  corresponden. Y toda simiente bien plantada recoge de lo Alto la gracia del crecimiento. Así, pues, para que tengamos asegurado el éxito de nuestra plantación de cualidades superiores, es preciso nos dispongamos a hacer de la propia vida un canal de manifestación del Constante auxilio.
Todos tenemos pruebas, dificultades, molestias, aflicciones e impedimentos, con todo, día a día, colocando nuestro espíritu a la disposición del divino Amor  que fluye del centro del Universo para todos los rincones de la vida, nos desenvolveremos en entendimiento, elevación y santificación.
Trabajemos, por tanto, extendiendo la oración curativa. En nombre del evangelio, sirvamos y ayudemos.
Y que Nuestro Señor Jesucristo nos asista y bendiga.

Por el espíritu Eustaquio – Del Libro: A la Luz de la Oración, Médium: Francisco Cándido Xavier
 Traducido por: M. C. R.



Naciste en el hogar que precisabas.
Vestiste el cuerpo físico que merecías.
Habitas en el mejor lugar que Dios te podría proporcionar, de acuerdo con tu adelantamiento.
Posees los recursos financieros necesarios para tus necesidades; ni más ni menos, pero lo justo para tus luchas terrenas.
Tu ambiente de trabajo es el que elegiste espontáneamente para tu realización.
Tus parientes y amigos son las almas que atraíste con tus propias afinidades.
Por tanto,tu destino está cpnstantemente bajo tu control.
Tu escoges, recoges, eliges, atraes, buscas, expulsas, modificas todo aquello que te rodea en la existencia.
Tus pensamientos y bondades son la llave de tus actos y actitudes, son las fuentes de atracción y repulsión en tu jornada existencial.
No reclames ni hagas de víctima. Ante todo, analiza y observa. El cambio está en tus manos.
3
Reprograma tu meta. Busca el bien y vivirás mejor.
( Aportado por Eugenia Semenzini )



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