Entradas populares

viernes, 26 de diciembre de 2014

ELIMINAR LA OBSESIÓN





HAY QUE ANALIZAR TODO LO QUE NOS 

LLEGA DEL OTRO LADO DE LA VIDA


Por legítima que sea la confianza que os inspiren los Espíritus que dirigen vuestros trabajos, hay una recomendación en la que nunca insistiremos demasiado, y que deberíais tener presente siempre que os entregáis a vuestros estudios: la de evaluar, analizar y someter al control de la razón más rigurosa todas las comunicaciones que recibís, así como no dejar de pedir las explicaciones necesarias para que podáis formaros una opinión, cada vez que un punto os parezca sospechoso, dudoso u oscuro.”

*. Los medios para reconocer la calidad de los Espíritus pueden ser resumidos en los principios siguientes:
1. No hay otro criterio para discernir el mérito de los Espíritus más que el buen sentido. Toda fórmula que a tal efecto den los Espíritus mismos es absurda, y no provendrá de Espíritus superiores.
2. Se juzga a los Espíritus tanto por el lenguaje que emplean como por sus acciones. Las acciones de los Espíritus son los sentimientos que inspiran y los consejos que dan.
3. Dado que los Espíritus buenos sólo pueden decir y hacer el bien, todo lo que es malo sólo puede provenir de un Espíritu malo.
4. El lenguaje de los Espíritus superiores es siempre digno,noble, elevado, sin ninguna mezcla de trivialidad. Todo lo dicen con sencillez y modestia. Jamás se vanaglorian, ni se jactan de su saber ni de la posición que ocupan en relación con los demás. En cambio, el lenguaje de los Espíritus inferiores o vulgares siempre tiene algún reflejo de las pasiones humanas. Toda expresión que deje traslucir bajeza, presunción, arrogancia, fanfarronería o acrimonia, es un indicio característico de inferioridad, o de engaño, en caso de que el Espíritu se presente con un nombre respetable y venerado.
5. No se debe juzgar a los Espíritus por la forma material de la comunicación, ni por la corrección del estilo. Es preciso sondear el sentido profundo, analizar sus palabras, evaluarlas fríamente,con madurez y sin prevenciones. Todo lo que se aparte de la lógica,de la razón y de la prudencia, no puede dejar dudas en cuanto a su origen, sea cual fuere el nombre con que se engalane el Espíritu.


EL LIBRO DE LOS MEDIUMS
ALLAN KARDEC


                                                       *****************************

No es que las cosas son difíciles y no nos atrevemos,  es porque no nos atrevemos que son difíciles. 
Anónimo 
                                                     *******************************



ANALIZANDO LOS TIEMPOS ACTUALES
Por Mercedes Cruz Reyes
Los días actuales son de turbación y transición, la fe religiosa se entibia y las grandes líneas de la filosofía del porvenir  son vislumbradas por muy pocos.

Es cierto que se han conseguido grandes progresos, la civilización moderna, prevista de grandes medios, ha transformado la faz de la Tierra, las distancias se han suprimido, y esto ha  aproximado a los habitantes, todo se ha mejorado,  los derechos han remplazado al privilegio y la libertad triunfa sobre el espíritu de rutina y el principio de la autoridad.  Una gran batalla  se mantiene  entre el pasado, que no quiere morir y el porvenir, que se esfuerza por surgir en la vida. Todo esto hace que el mundo se agite y avance; grandes impulsos lo guían,  en el recorrido camino, esto lleva al hombre a vislumbrar más maravillosas conquistas.

Los progresos materiales e intelectuales son de gran valía, en cambio el avance moral es nulo. Tanto es así, que parece que el mundo retrocede, la absorción del pensamiento humano, en la política, por las empresas industriales y financieras, etc., lo absorben, perjudicando sus intereses morales.

Es verdad que la civilización  tiene aspectos magníficos, pero también presenta sombras. Ha mejorado en cierto modo las condiciones de la existencia, pero ha multiplicado las necesidades en su deseo por satisfacerlas; aguzando los apetitos  y los deseos, ha fomentado el sensualismo y a aumentado la depravación. El amor, al placer, al lujo y a las riquezas se ha hecho cada vez más ardiente. Se quiere adquirir o se quiere poseer a toda costa.

La especulación vergonzosa es mantenida a plena luz. Proviniendo de ello el decaimiento  de los caracteres y las conciencias, por ese culto fervoroso a la fortuna, ídolo cuyos altares  han reemplazado a las divinidades derruidas.

La ciencia y la industria han centuplicado las riquezas de la humanidad; pero esas riquezas no se han aprovechado directamente  más que a una reducida parte de sus miembros. La pobreza de los insignificantes sigue activa, y la fraternidad más que en los hechos se basa en discursos, en palabras que se las lleva el viento. El hambre existe aun, en las grandes ciudades, el trabajo de los obreros  es aun un infierno.

Los vicios como la embriaguez, la prostitución, las drogas, el libertinaje, esparcen por todas partes sus venenos, empobrecen a las generaciones y agotan la fuente de la vida, en tanto que las hojas públicas  siembran a porfía la injuria y la mentira y una literatura malsana excita los cerebros y debilita las almas.

Los suicidios  en la actualidad se multiplican al  estar el hombre falto de energías  y de sentido moral se refugian en lo que creen es el fin, todo porque el hombre se ignora aun a si mismo. Sabe poco de las leyes del Universo  y no sabe nada de las fuerzas  que están en el. El conócete a ti mismo es ignorado, no se preocupa en saber de donde vino, hacia donde va, y para que  está en este mundo.

Dos son las potencias  que hacen caminar indeciso al hombre, por un lado las religiones, con su cortejo de errores y supersticiones, su espíritu  de dominación y de intolerancia, pero también de consuelos, los cuales tiene origen en los débiles  resplandores  que han conservado de las verdades primordiales. Por otro lado la ciencia, que  materialista en sus principios y en sus fines, con sus frías  negaciones y su inclinación desmedida  al individualismo, pero también  con el prestigio de sus descubrimientos y de sus beneficios.


Estos dos campos, la religión sin pruebas y la ciencia sin ideal alguno, se desafían, se acercan y combaten sin poder  vencerse, pues cada una de ellas  responde a una necesidad imperiosa del hombre: la una habla a su corazón  y la otra dirigiéndose a su espíritu y a su razón. Ambas están rodeadas  de numerosas ruinas  de numerosas esperanzas y de aspiraciones destruidas, y es así como los sentimientos generosos se debilitan y la división y el odio reemplazan a la benevolencia y a la concordia.

En esta confusión de ideas, la conciencia ha perdido su camino, velando lo justo y el bien. Es intolerable  la situación moral de todos los desgraciados que se doblegan entre dos doctrinas  que no ofrecen  remedio a sus males, la nada y la otra un paraíso inaccesible o una eternidad de suplicios.

La familia, la enseñanza y la sociedad sienten  esta confusión. La educación viril ha desaparecido, ni la ciencia ni la religión saben en la actualidad formar a las almas fuertes y bien armadas para las luchas de la vida.

Para solucionar esta crisis, es preciso que en todos se haga la luz, grandes y pequeños, ricos y pobres, hombres y mujeres  y niños; es preciso que una nueva enseñanza popular  venga a iluminar las almas acerca de su origen, de sus deberes  y de su destino.

Solo las soluciones formuladas por enseñanza  pueden servir de base  a una educación viril y tornar a la humanidad  verdaderamente fuerte y libre. Su importancia es capital, tanto para el individuo, como para la sociedad, cuyas instituciones  y relaciones regularizaran.

Las nuevas concepciones  del mundo y de la vida cuando penetran en el espíritu humano y se filtra poco a poco  en todos los ambientes, el orden social, las instituciones y las costumbres lo sienten de inmediato.

Una sociedad sin esperanza, sin fe en el porvenir es como un hombre perdido en el desierto. Lo bueno es combatir la ignorancia  y la superstición, es preciso reemplazarlas por creencia racionales.  Para caminar con paso firme en la vida, para preservarse de los desfallecimientos y de las caídas, se necesita una fuerte convicción, una fe que eleve  por encima del mundo material; se necesita ver la finalidad y tender directamente hacia ella. El arma más efectiva para esta lucha terrenal es tener una conciencia  recta e iluminada.

Con la creencia en la nada, y de que con la muerte todo termina, es lógico que el ser solo procure el bienestar en la vida presente, solo mire el interés personal e ignore  todo otro sentimiento. Si solo existe para el una existencia efímera,  este se aprovecha de la vida presente, se dedica a los placeres  y abandona los deberes y los sufrimientos… Esta es la postura materialista, y que está circulando en muchos hermanos a nuestro alrededor, produciendo estragos que se dejan sentir en una sociedad rica  y muy desarrollada  en el sentido del lujo y de los goces físicos.

Esto no debe desanimarnos, todo no está perdido. El alma humana tiene a veces sentimiento de su miseria, de la insuficiencia de la vida presente  y de la necesidad del más allá. Vagamente, confusamente, cree, aspira a la justicia. Y el culto del recuerdo de los seres amados que están en la tumba, denotan un instinto incierto  de la inmortalidad.

El hombre no es ateo, cree en la justicia inmanente, como cree en la libertad, ambas  existen en las leyes terrenas y divinas. Este sentimiento, el más grande, el más hermoso, que se puede encontrar en el fondo del alma,  ese sentimiento nos salvará. Bastará, para ello, que hagamos comprender a todos  que esa noción grabada  en nosotros es la ley misma del Universo, la que rige  a todos los seres y a todos los mundos, y que por ella, el bien a de triunfar finalmente al mal y la vida  ha de salir de la muerte.

El pueblo busca su realización al igual que aspira a la justicia, tanto en el terreno político como en el económico y en el principio de asociación. El poder popular  ha comenzado a extender  sobre el mundo una vasta red de asociaciones obreras, un agrupamiento socialista que abarca a todas las naciones, y que, bajo una única bandera, deja oír en todas partes las mismas llamadas, las mismas reivindicaciones. Es un espectáculo lleno de enseñanzas para el pensador, una obra plena  de consecuencias para el porvenir.

Inspirada por las teorías materialistas y ateas, el alma se convertiría en un instrumento de destrucción, pues sus acciones se resolverían a través de la violencia, en revoluciones dolorosas. Contenida en los límites de la prudencia  y de la moderación, puede hacer mucho  por la felicidad de la humanidad.

La hora que atravesamos es de crisis y de renovación, el mundo está en fermentación; la corrupción aumenta, las sombras se extienden, el peligro es grande; pero no olvidemos que tras las sombras entrevemos la luz; tras el peligro vemos la salvación.  Una sociedad no puede perecer. Es verdad que lleva en si elementos de descomposición, pero también lleva  gérmenes de transformación y de reedificación. La descomposición anuncia la muerte, pero procede también al renacimiento. Puede ser también preludio de otra vida.

Para elevarse  moralmente el hombre y detener esas dos corrientes de la superstición  y el escepticismo que conducen a la esterilidad, es necesario  que cree  en si  una concepción nueva del mundo y de la vida y apoyándose  en el estudio de la naturaleza y de la conciencia; en la observación de los hechos, en los principios de la razón, fije la finalidad de la existencia y regularice su marcha hacia delante.  Necesita una enseñanza  de la que se deduzca un móvil de perfeccionamiento, una sanción moral y una certidumbre para el porvenir.

Esta concepción y esta enseñanza ya existen ya se vulgarizan todos los días. En medio de disputas y divagaciones de las escuelas, una voz se ha dejado oír: la de los Muertos. Desde el otro lado de la tumba, se han revelado más vivos que nunca; con sus instrucciones, ha caído el velo que ocultaba la vida futura. La enseñanza que nos han dado  reconcilia todos los sistemas encontrados, y de las cenizas del pasado lacen brotar  una llama nueva. En  la filosofía de los Espíritus encontramos la doctrina oculta que abarca todas las edades. Esta doctrina las hace revivir; reúne los restos esparcidos y los adhiere unos a los otros con un poderoso cemento  para reconstituir  un monumento  capaz de amparar a todos los pueblos y a todas las civilizaciones.

Esta doctrina puede transformar a pueblos y sociedades, llevando la claridad a todas partes  donde existe la noche, haciendo que se funda  con su calor todo el hielo y egoísmo de las almas, revelando a todos los hombres  las leyes que  les unen  con los vínculos de una estrecha solidaridad.  Gracias a ella, aprenderemos  a obrar con una misma inteligencia y con un mismo corazón. Más conscientes de nuestra fuerza, avanzaremos con un paso más firme hacia nuestros destinos.

Que la paz y la luz, nos permita meditar en esta propuesta sublime que un día  León Denis nos ofreció en su libro “Después de la Muerte” de cual he extraído el contenido de este trabajo para ayuda y esclarecimiento de los tiempos actuales.

- MERCHITA-
                                                       ***************************

                                   

    ELIMINAR LA OBSESIÓN



161. "Médiums involuntarios o naturales" No tienen ninguna conciencia de su poder y muchas veces lo anómalo que ocurre a su alrededor no les parece extraordinario; forma parte de sí mismos, como las personas que están dotadas de la doble vista y no lo saben. Estos sujetos son dignos de observación y deben recogerse y estudiarse los hechos de este género que vengan a nuestra noticia; éstos se manifiestan en cualquier edad y a menudo en niños muy jóvenes. (Véase más arriba capítulo V, "Manifestaciones espontáneas").
Esta facultad no es indicio de un estado patológico. Si el que la posee sufre es porque siente algo raro en sí; los medios terapéuticos son impotentes para hacerla cesar. Puede, en algunos casos, ser consecuencia de cierta debilidad orgánica pero nunca es causa. No hay inquietud de salud a no ser que el sujeto que ha llegado a ser médium facultativo, abuse de la facultad, entonces emitiría demasiado fluido vital y por consecuencia debilitaría sus órganos.

162. Las torturas morales y corporales, a las que la ciencia ha sometido algunas veces a seres débiles y delicados con el fin de asegurarse, si había estafas, es inicuo; estos "experimentos", hechos muchas veces con malevolencia, son dañinos a los organismos sensitivos, resultando graves desórdenes corporales; hacer tales pruebas es jugar con la vida. El observador de buena fe no tiene necesidad de estos medios; quien está familiarizado con esta especie de fenómenos sabe que pertenecen al orden moral más que al orden físico, y que en vano se buscaría la solución en nuestras ciencias exactas.
Estos fenómenos corresponden al orden moral y se debe evitar con un cuidado escrupuloso todo lo que pueda sobrexcitar la imaginación.
El miedo puede provocar  accidentes, como casos de locuras y epilepsias que tienen su origen en los cuentos de hechiceros y brujerías con el cuento del diablo.  Quienes difunden tales ideas: "pueden matar", el peligro es para el sujeto y los que le rodean, que pueden asustarse pensando que su casa es una guarida de demonios. Esta funesta creencia ha causado actos de atrocidad en los tiempos de ignorancia. Con un poco de discernimiento, hubieran pensado que quemando el cuerpo poseído por el diablo, no se quemaba al diablo. Si querían deshacerse del diablo debían matarlo a él y no al cuerpo que lo albergaba. La Doctrina Espiritista, ilustrándonos sobre la causa de estos fenómenos, destruye esa idea y es un deber de moralidad y  humanidad combatir esas ideas si existen.  
Cuando una facultad semejante se desenvuelve espontáneamente en un individuo, debemos dejarla seguir su curso natural: la Naturaleza es más prudente que la humanidad; la Providencia, tiene sus miras y el más pequeño puede ser instrumento de los más grandes designios. Pero este fenómeno adquiere algunas veces proporciones fatigosas e importunas para todos; (1) pero en todos los casos es lo que debe hacerse. En el Cáp. V., de las "Manifestaciones físicas espontáneas" dimos algunos consejos, dijimos que es necesario procurar ponerse en relación con el Espíritu para saber lo que quiere.
(1) Uno de los hechos más extraordinarios de esta naturaleza, por la variedad y rareza de los fenómenos, es el que tuvo lugar en 1852, en el Palatinado (Baviera rhenana) en Bergzabern cerca de Wissemburgo. Es más notable como que casi reunía en el mismo sujeto, todos los géneros de manifestaciones espontáneas: barahúnda hasta quebrantar la casa, trastorno de los muebles, objetos lanzados lejos por una mano invisible, visiones y apariciones, sonambulismo, éxtasis, catalepsia, atracción eléctrica, gritos y sonidos aéreos, instrumentos tocando sin contacto, comunicaciones inteligentes, etc., y no es de menos importancia, la prueba de estos hechos, durante cerca de dos años, por innumerables testigos oculares dignos de fe por su saber y su posición social. La relación auténtica de esto se publicó, en aquella época, en muchos diarios alemanes y notablemente en una obrita hoy día agotado y muy raro. Se encontrará la traducción completa de esta obrita en la "Revista Espiritista" de 1858, con los comentarios y explicaciones necesarias. Según nuestro conocimiento es la sola publicación francesa que se ha hecho de dicha obrita. Además del interés admirable que se desprende de estos fenómenos, son eminentemente instructivos al punto de vista del estudio práctico del Espiritismo.
 Los seres invisibles que producen estos efectos son, generalmente, Espíritus de un orden inferior y se pueden dominar por el ascendiente moral que es preciso intentar adquirir.  Para obtener este ascendiente debemos hacer pasar al sujeto del estado de  "médium natural" al de "médium facultativo". Así se produce un efecto análogo al del sonambulismo. El sonambulismo natural cesa generalmente cuando se reemplaza por el sonambulismo magnético. No se detiene la facultad emancipadora del alma, se le da otro curso. Lo mismo en la facultad medianímica.   En lugar de poner trabas a los fenómenos, lo que no se consigue fácilmente y siempre sin peligro, debemos excitar al médium a producirlos por su voluntad, imponiéndose al Espíritu y por este medio llega a dominarle y de un dominador algunas veces tiránico le hace un ser subordinado y a menudo muy dócil. Un hecho digno de observación y justificado por la experiencia es que un niño tiene tanta y muchas veces más autoridad que un adulto; nueva prueba en apoyo de este punto capital de la doctrina, que el Espíritu es niño solo de cuerpo y tiene una vida anterior a su encarnación actual, que puede darle ascendiente sobre Espíritus que le son inferiores.  La moralización del Espíritu por los consejos de una tercera persona influyente y experimentada, si el médium no está en estado de hacerlo, es  muy eficaz; más adelante volveremos a esto mismos.
Allan Kardec
El libro de los mediums
                                                        **********************************