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miércoles, 15 de junio de 2011

Aprendizaje



  Solamente el retorno  a la escuela de la carne nos podrá facilitar el crecimiento  de cualidades nobles  para la vida eterna. Comprendemos, así, en las molestias  complicadas  y largas tienen una función específica, lanzan  nueva claridad en nuestro estudio de la vida y, cuando estamos exteriorizados  en un cuerpo sano, conquistamos meritos para obtener una reencarnación debidamente planeada, con objetivos  de servicio, pues  la carne, en muchos casos, es como un filtro que retiene las impurezas del cuerpo periespiritual, liberándolo de ciertos males en ella adquiridos.

En muchas  fases de nuestra evolución, somos imantados a las redes de la carne, que siempre nos refleja  la individualidad intrínseca.  El tiempo de infierno corresponde  al tiempo de culpa deliberada. La depuración exige esfuerzo, sacrificio, paciencia…
Cuando nuestro espíritu aprende algún retazo de la gloria universal, despierta para las más sublimes esperanzas. Sueña con el acceso a las esferas divinas, suspira  por el reencuentro con amores santificados que le esperan  en vanguardias distantes, aceptando, entonces, duros trabajos de reajuste. ¿Qué representan, en realidad, para el hombre,  algunos decenios de renuncia  en la Tierra, al lado de la excelsitud de los siglos de felicidad  en mundos de sabiduría y trabajo enaltecedor?

 Todos los seres progresan y avanzan hacia Dios, el hombre terrestre  crecerá para el gran entendimiento y bendecirá, feliz, el concurso del dolor. El Espíritu  con los milenios, se transforma en genio soberano, coronado de amor y sabiduría. Millares de criaturas al otro lado de la vida, (entre la cuna y la tumba)  están buscando su propia recuperación. A medida que  esclarecemos la conciencia y se nos engrandece la noción de la responsabilidad, reconocemos  que nuestra dignificación espiritual es misión  intransferible. A nosotros mismos debemos cuanto nos sucede de bien o de mal.

  En los momentos de dificultad, es cuando el espíritu suele perder el equilibrio, no podemos traicionar al tiempo,  ya que la existencia planificada se subordina a determinada cuota de tiempo,  que nos toca agotar en trabajo justo. Cuando esos recursos no son suficientemente aprovechados, cargamos  con tremendos desequilibrios en la organización que nos pertenece.

  Todos alimentamos nuestros pensamientos  en la atmosfera psíquica que estamos introducidos, y nos marcan puntos básicos que pueden ser de odio o de amor, de tranquilidad o inquietud por eso debemos recordar que Jesús decía que el hombre tendrá su tesoro donde guarde el corazón y, efectivamente todos nos imantamos, en espíritu, a las personas, lugares u objetos, a los que se liguen nuestros sentimientos.

  Muchos jóvenes se lanzan al matrimonio con absoluta ineptitud para las grandes responsabilidades, como si estuviesen impulsados por muelles invisibles, sin ninguna consideración para con los mandatos de la prudencia. como si fuesen atacados  por repentina locura, desatendiendo todos los consejos del hogar, de los amigos, para despertar, después, con problemas  de enorme gravedad, cuando no despiertan bajo la niebla de inmensas desilusiones. Esto es debido a que  en la base  de  los sueños juveniles, casi siempre  existen deudas angustiosas  de las que no se puede huir…

   Gran número de pasiones afectivas en el mundo corresponde a autenticas obsesiones  o psicosis, que  solo la realidad  consigue tratar con éxito. En muchas ocasiones  por detrás de deseo de unión conyugal, vibra el pasado, a través de requerimientos  de los amigos o enemigos desencarnados, a los que debemos colaboración efectiva para la reconquista del vehículo carnal. La inquietud afectiva puede expresar oscuros laberintos de la retaguardia…

   En todas las esferas se encuentran los ángeles tutelares, son fieles vigilantes, analizados en su excelsitud divina, que nos siguen en la senda evolutiva. Se desvelan por nosotros, dentro de las leyes que nos rigen, sin embargo, no podemos olvidar  que todos nos movemos en círculos  multidimensionales.  La cadena  de ascensión del Espíritu va de la intimidad del abismo a la suprema gloria celeste.

   No podemos pensar que el ángel que nos cuida, divinizado y perfecto, está  invariablemente a nuestro lado,  a disposición de nuestros caprichos o al sabor de nuestras deudas,  eso no concuerda con la justicia. ¡Qué escuela destinaria al mejor profesor para enseñar a los niños más pequeños? ¿Por qué tendría que obligarse  a un arcángel a descender de a Luz  Eterna para seguir, paso a paso,  a un hombre deliberadamente egoísta o perezoso? Todo exige lógica y buen sentido.

   EL Sol está con el gusano, amparándolo en su cueva,  a millones y millones de kilómetros, sin que el gusano este con el Sol.

   Ángel, según su acepción justa, quiere decir mensajero. Ahora bien, hay mensajeros de todas las condiciones y de todas las procedencias y, por eso, la antigüedad siempre admitió la existencia de ángeles buenos y ángeles malos. Ángeles  de la guarda, desde los conceptos religiosos más antiguos, es una expresión que define al Espíritu celeste  que vigila a la criatura en nombre de Dios o persona que se consagra infinitamente  a otra,  ayudándola y defendiéndola.  En cualquier región, conviven con nosotros los Espíritus familiares  de nuestra vida  y de nuestra lucha. De los seres más  embrutecidos a los más sublimes, tenemos la cadena de amor, cuyos eslabones  podemos simbolizar en las almas que se quieren  o que son afines  unas con otras, dentro de la infinita  graduación del progreso.

   La familia espiritual es una constelación de inteligencias, cuyos miembros  están en la Tierra y en los Cielos. Aquel que ya  puede ver un poco más, ayuda  a ver a aquel  que aun se encuentra  en la luchando  para desprenderse de su propia ceguera.  Todos por muy atrasados que nos encontremos en la escala de la evolución tenemos, no lejos de nosotros, alguien que nos ama  empujándonos  hacia la elevación. Eso podemos verificarlo en la escala  en los círculos de la materia más densa. Tenemos constantemente  corazones  que nos dedican estima  y se desvelan por nosotros.  Un ejemplo es nuestra madre. El Espíritu materno  es una especie de ángel  o mensajero,  a pesar de que muchas veces  esté circunscrito a la cárcel del férreo egoísmo, en la custodia de los hijos. Además de las madres, cuyo amor  padece muchas deficiencias, cuando es enfrentado  con los principios  esenciales de la fraternidad y de la justicia, tenemos afectos  y simpatías de los más envolventes, capaces de los más grandes sacrificios por nosotros, no obstante condicionados  a veces a  objetivos  egoístas. Todos tenemos  individualmente,  con entidades afines  que nos tienen afecto. La orfandad real no existe.

   En nombre del amor todas las criaturas reciben asistencia donde se encuentren. Hermanos mayores, ayudan a los más pequeños. Maestros que se devociona en su labor e inspiran a sus alumnos.  Padres que auxilian a sus hijos. Amigos que se ligan  a amigos. Compañeros que ayudan a otros compañeros. En todos los planos de la Naturaleza hay devotos dedicados y en la Tierra fatalmente entre los que aun viven en la carne  y los que ya atravesaron  el oscuro pasadizo de la muerte. Los griegos ya lo sabían y recurrían a sus genios invisibles. Los romanos  comprendían esa verdad y rendían culto a divinidades domésticas. El genio guardián será siempre un Espíritu benefactor  para el protegido, pero es imperativo señalar  que los lazos afectivos  alrededor de nosotros, aun se encuentran  en marcha ascendente  hacia más elevados niveles de la vida. Es importante reconocer, con toda la veneración que les debemos, en los Espíritus familiares  que nos protegen, a grandes y respetables  héroes del bien, pero todavía singularmente  distantes de la Angelitud eterna. Naturalmente, avanzan  en líneas ennoblecidas,  en planos elevados,  pero, aun sienten  inclinaciones y pasiones particulares,  en el camino  de la universalización de sentimientos.

  Valoremos los recursos que el mundo nos ofrece para la restructuración de nuestro destino.

  En muchas ocasiones, somos inducidos a contemplar la amplitud celestial, incorporando energía  para conquistar el futuro; sin embargo muchas veces  nos vemos limitados a observar el camino terrestre, con el fin de entender el pasado  al que nuestro presente debe su origen.

   En cualquier lugar y en cualquier tiempo, recibiremos de la vida, según nuestras propias obras.

   ¡La Ley está vida y la Justicia no falla! ¡Olvidemos el mal para siempre  y sembremos el bien cada día!... ¡Ayudemos a los que nos rodean, auxiliándonos a nosotros mismos! ¡El tiempo no para y, si ahora encontramos nuestro “ayer”, no olvidemos que nuestro “Hoy” será la luz o las tinieblas de nuestro porvenir!

Trabajo realizado por Merchita
Extraído del Libro “Entre La Tierra y el Cielo” de Francisco Cándido Xavier

( Ver el blog  inquietudesespiritas.blogspot.com )