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miércoles, 19 de septiembre de 2012

Muertes imprevistas y prematuras






   A diario, los casos de muertes imprevistas y accidentales, que dejan familias destrozadas anímicamente,  se repiten y se repiten, tratando de hacernos insensibles ante tanto dolor y a llegar a creer que esas desgracias ocurren siempre a otras personas lejanas o desconocidas, pero sin embargo sentimos que no estamos libres de su influencia y de que, tal vez, un día nos pueda sorprender a nosotros, en nuestras familias o en nuestros seres queridos.



"Cuando la muerte viene a segar en vuestras familias, llevándose sin contemplación a los jóvenes antes que a los ancianos, decís con frecuencia: Dios no es justo, puesto que sacrifica a éste que es fuerte y lleno de futuro, para conservar a los que vivieron largos años plenos de desengaños; puesto que se lleva a los que son útiles y deja a los que no sirven para nada; puesto que destroza el corazón de una madre, privándole de la inocente criatura que constituía toda su alegría.

 Humanos, en esto es que tenéis necesidad de elevaros por encima de las pequeñeces de la vida terrestre para comprender que el bien está con harta frecuencia, donde creéis ver el mal, la sabia previsión donde vosotros creéis ver la ciega fatalidad del destino. ¿Por qué medir la justicia divina por el valor de la vuestra? ¿Podéis pensar que el Señor de los mundos quiera, por un simple capricho, imponeros penas crueles? Nada se hace sin un objetivo inteligente, y cualquier cosa que suceda, todas tienen su razón de ser. Si escudriñaseis mejor todos los dolores que os atormentan, encontraríais siempre la razón divina, razón regeneradora y vuestros miserables intereses serían una consideración secundaria que relegaríais a un último plano.

 Creedme, la muerte a los veinte años es preferible para la reencarnación a esos desarreglos vergonzosos que desolan familias honradas, rompen el corazón de una madre y hacen encanecer antes de tiempo los cabellos de los padres. Con frecuencia, la muerte prematura, es un gran beneficio que Dios concede al que se va y que de este modo se encuentra preservado de las miserias de la vida, o de las seducciones que habrían podido arrastrarle a su perdición. El que muere en la flor de la edad, no es víctima de la fatalidad, sino que Dios juzga que le es útil no permanecer por más tiempo en la Tierra.

 Es una terrible infelicidad, decís, que una vida tan llena de esperanza, haya sido tan pronto interrumpida. ¿De qué esperanza queréis hablar? ¿De las de la Tierra , de donde el que se va hubiera podido brillar, hacer su carrera y su fortuna? ¡Siempre esa visión estrecha que no puede elevarse sobre la materia! ¿Sabéis cuál sería la suerte de esa vida tan plena de esperanzas, según vosotros? ¿Quién os dice que no podría estar llena de amarguras? ¿Entonces, para nada contáis las esperanzas de la vida futura, cuando preferís las de la vida efímera que arrastráis en la Tierra ? ¿Acaso pensáis que vale más tener una posición entre los hombres, que entre los Espíritus bienaventurados?

 Regocijaos, en vez de quejaros, cuando Dios quiere retirar a uno de sus hijos de este valle de miserias. ¿No hay egoísmo en desear que permaneciese ahí para sufrir con vosotros? ¡Ah! Este dolor se concibe en el que no tiene fe y que ve en la muerte una separación eterna; pero vosotros, espíritas, sabéis que el alma vive mejor desembarazada de su envoltura corporal; madres; vosotras sabéis que vuestros hijos muy queridos, están cerca de vosotras; sí, están muy cerca; sus cuerpos fluídicos os rodean, sus pensamientos os protegen, vuestro recuerdo los embriaga de alegría, pero también vuestros dolores infundados les afligen, porque denotan falta de fe y son una rebelión contra la voluntad de Dios.

 Vosotros que comprendéis la vida espiritual, escuchad los latidos de vuestro corazón llamando a esos seres muy amados y si rogáis a Dios para bendecirles, sentiréis en vosotros esos consuelos poderosos que secan las lágrimas y esas aspiraciones maravillosas que os mostrarán el futuro prometido por el soberano Señor."

 (SANSÓN, antiguo miembro de la Sociedad Espírita de París, 1863).

Evangelio según el Espiritismo, Cap. V Bienaventurados los afligidos,  Ít. 21 Pérdida de personas amadas. Muertes prematuras.


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" He aquí una prueba para verificar
si tu misión en la tierra ha concluido:
Si estás vivo, no ha concluido ".
- Federico García Lorca -



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