Entradas populares

domingo, 24 de agosto de 2014

La Homosexualidad

LA HOMOSEXUALIDAD

  La homosexualidad, también hoy es llamada transexualidad, en algunos círculos de la ciencia, definiéndose, en el conjunto de sus características, por tendencia de la criatura para la comunión afectiva con otra criatura del mismo sexo.
No encuentra explicación fundamental en los estudios psicológicos, que tratan del asunto en bases materialistas, pero es perfectamente comprensible, a la luz de la reencarnación.
Observado el hecho, pero con los preconceptos de la sociedad, constituida en la Tierra por la mayoría heterosexual, que con las verdades simples de la vida, ese mismo hecho va creciendo de intensidad y de extensión, con el propio desarrollo de la Humanidad, y el mundo ve, en la actualidad, en todos los países, extensas comunidades de hermanos en experiencia de esa especie, sumando millones de hombres y mujeres, solicitando atención y respeto, en pie de igualdad al respeto y a la atención debidas a las criaturas heterosexuales.
 La colectividad humana aprenderá, gradualmente, a comprender que los conceptos de normalidad y de anormalidad dejan que desear cuando se trata simplemente de señales morfológicas, para erguirse como agentes más elevados de definición de la dignidad humana, ya que la individualidad, en sí, exalta la vida comunitaria, por el propio comportamiento en la sustentación del bien de todos, o la deprime, por el mal que causa con la parte que asume, en el juego de la delincuencia.
La vida espiritual pura y simple, se rige por afinidades electivas esenciales; no obstante, a través de milenios y milenios, el Espíritu pasa por hileras inmensas de reencarnaciones, ahora en posición de feminidad, ahora en condiciones de masculinidad, lo que sedimenta el fenómeno de la bisexualidad, más o menos pronunciado, en casi todas las criaturas.
El hombre y la mujer serán, de ese modo, de manera respectiva, acentuadamente masculino o acentuadamente femenino, sin especificación psicológica absoluta.
En base a eso, la individualidad en tránsito, de la experiencia femenina para la masculina o viceversa, al encajar el cuerpo físico, demostrará fatalmente los trazos de la feminidad en que habrá estado por muchos siglos, en que pese al cuerpo de formación masculina que lo segregue, verificándose un proceso análogo con referencia a la mujer en las mismas circunstancias.
Obviamente comprensible, en vista de lo expuesto, que el Espíritu en el renacimiento, entre los hombres, puede tomar un cuerpo femenino o masculino, no sólo atendiéndose al imperativo de encargos particulares en determinado sector de acción, como también en lo que concierne a obligaciones regenerativas.
El hombre que abusó de las facultades genésicas, arruinando la existencia de otras personas con la destrucción de uniones constructivas y hogares diversos, en muchos casos es inducido a buscar una nueva posición, en el renacimiento físico, en cuerpo morfológicamente femenino, aprendiendo, en régimen de prisión, a reajustar los propios sentimientos, y la mujer que obró de igual modo es impulsada a la reencarnación en cuerpo morfológicamente masculino, con idéntico fin.
Y, aun, en muchos otros casos, Espíritus cultos y sensibles, aspirando a realizar tareas específicas en la elevación de agrupamientos humanos y, consecuentemente, en la elevación de sí mismos, ruegan de los Instructores de la Vida Mayor, que los asisten a en el desenvolvimiento en el campo físico, en una vestimenta carnal opuesta, a la estructura psicológica por la cual transitoriamente se definen.
Escogen con eso, vivir temporalmente ocultos en la armadura carnal, con lo que se garantizan contra empujes irreversibles, en el mundo afectivo, de manera a perseverar, sin mayores dificultades, en los objetivos que abrazan.
Observadas las tendencias homosexuales de los compañeros reencarnados en esa faja de prueba o de experiencia, es forzoso se les dé el amparo educativo adecuado, tanto como se administra instrucción a la mayoría heterosexual.
Y para que eso se verifique en líneas de justicia y comprensión, camina el mundo de hoy, con un más alto entendimiento de los problemas del amor y del sexo, por cuanto, al frente de la vida eterna, los errores y aciertos de los hermanos de cualquier procedencia, en los dominios del sexo y del amor, son analizados por el mismo elevado molde de Justicia y Misericordia.
Eso es porque todos los asuntos en esa área de la evolución y de la vida se especifican en la intimidad de la conciencia de cada uno.
Ítem Nº 202, de “El Libro de los Espíritus”.
Psicografia : Francisco Cândido Xavier Livro : Vida e Sexo
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

                                              *****************
Vivir conscientemente
¿Usted pensó ya en la diferencia entre vivir y existir?
Aunque un análisis superficial de los diccionarios nos de la impresión de que los dos términos tienen significados iguales, una observación atenta puede sugerir algunas diferencias.
Para vivir, basta tener vida. Todos los seres orgánicos viven.
Para existir es preciso un cierto grado de conciencia. Es saber retirar de la vida lo que ella tiene de mejor para la evolución del ser.
Un sabio de la antigüedad expresó bien esa idea sintetizándola en una frase célebre: “pienso, luego, existo.”
Existir presupone una acción consciente, exige la acción de pensamiento.
Existir es ser, estar, permanecer.
Bajo ese punto de vista, podemos cuestionar si existimos  de hecho o simplemente vivimos, pasando por la vida de forma casi inconsciente.
Gran parte de los seres humanos vive sin dar la debida atención a las circunstancias a su regreso.
Permitimos que nuestra existencia se transforme en un automatismo pernicioso y paralizante.
Es como si, al recordar por la mañana, ligásemos al “piloto automáticos” y nos dejásemos conducir por él, sin estar efectivamente despierto.
A tal punto eso es real que, al anochecer, pocos se acuerdan de los hechos ocurridos en el transcurso del día.
Y ese tipo de comportamiento es extremamente perjudicial porque nos conduce al final de la vida física sin que hayamos retirado de ella las enseñanzas necesarios.
No es otro el motivo por el cual las masas  son fácilmente conducidas, alentadas por las ideas de los que piensan  y gustan de manipular a seres distraídos.
Es de esa forma que somos seducidos por los modismos, vicios, y otros intereses mezquinos que surgen apuntando soluciones fáciles, más ilusorias.
Vale la pena que demos otro sabor a nuestra vida y pasemos a existir conscientemente.
Reflexionando sobre lo que es mejor  para nosotros mismos  y para nuestros familiares, amigos y vecinos.
No dejándonos llevar por propuestas infelices que solo nos harán sufrir más tarde.
Procurando conjugar el verbo ser, al revés de atenernos solamente al tener.
Analizar los mensajes vinculados  por la prensa, a fin de que podamos retirar  las buenas ideas y descartar las que complicaran nuestras vidas.
Así, la opción será siempre nuestra: pasar por la vida como autómatas o existir con conciencia despierta.
 Aquel que opta por vivir como otro ser orgánico cualquiera, teme a la muerte física. Más aquel que existe de forma consciente, pasa la aduana del túmulo con lucidez y sigue existiendo.
¡Piense en eso!
Hay  personas que viven prácticamente del estomago para abajo. Comen, beben, hacen relaciones sexuales, retuercen su equipo favorito, luchan a favor de él, duermen y, definitivamente, se mueren.
Esos son los llamados “hombres fisiológicos”
Solo piensan en si mismos. Encaran el trabajo  como una obligación y no enseñan a nadie lo poco que saben.
Y hay los hombres psicológicos. Son aquellos que, sin dejar de atender las funciones fisiológicas, tienen mucha hambre  intelectual.
 Leen bastante, meditan, razonan, iluminan  la mente con ideas saludables y contribuyen positivamente para un mundo mejor.
Su trabajo es eficiente generalmente hacen lo que pueden para enseñar a los colegas todo lo que saben.
Son personas que existen de forma consciente. Tienen, en el decir de Jesús, ojos de ver y oídos para oír.
¡Piense en eso!
 Redacción de Momento Espírita
                                                 ************************

COMO MANEJAR LA MEDIUMNIDAD EN LOS NIÑOS


Un niño es como un libro que acaba de ser abierto, con muchas sorpresas para los que se disponen a leerlo. Así es para los padres la vida de sus hijos, siempre son sorprendidos por las anomalías que estos  presentan. Frutos todas ella de su imperfección.

No sabemos los padres el secreto que en su inocencia esconden los niños; no sabemos lo que son, lo que han sido y ni lo que serán, ellos son seres que Dios envía a nuevas existencias; y para que no se les pueda imponer  una severidad demasiado grande, El les da todas las apariencias de la inocencia; incluso en un niño de mala índole, se cubren sus acciones malas con la no conciencia de sus actos.

Los espíritus entran en la vida corporal para perfeccionarse, para mejorarse; la fragilidad  los vuelve flexibles, accesibles a los consejos de la experiencia y a la de aquellos que deben hacerlos progresar; es entonces cuando se puede reformar  su carácter y reprimir sus malas tendencias.

Un periodo de incertidumbres e inseguridad surge en las casas donde hay niños y alguno de ellos  presenta mediúmnidad  ostensiva en los primero años de su vida. El conocimiento de la Doctrina Espirita favorece  la forma adecuada de conducir estos procesos.

En el capítulo XVIII del Libro de los Médiums, el Maestro de Lion, Allan Kardec, nos presenta esta cuestión sobre la posibilidad o la existencia de la mediúmnidad en los niños, siendo este un tema de mucho interés e importancia para el estudio, pues en las tempranas edades del desarrollo físico pueden presentarse eventos que necesitan de nuestra atención y comprensión.

Pongamos varios ejemplos:

El niño Marcos del Sur tenía cuatro años cuando contó haber presenciado la muerte del bisabuelo, fallecido antes de su nacimiento. Para convencer a su familia el  imitó al viejo  con perfección. En otra ocasión, dijo haber presenciado la imagen de un niño, hijo de una migo de su madre, siendo atropellado por un coche rojo. Rita de Cassio, la madre, fue para la casa de la familia del accidentado, confirmó la veracidad de la escena y llevó al hijo a un centro espírita, donde su mediúmnidad fue reconocida. Al final del 2006, a los doce años, el describió los atentados en que unos traficantes incendiaron un autobús y provocaron la muerte de ocho pasajeros en Rió. El decía: “Lo veo todo negro y veo cosas. No tengo miedo, más siento dolores”.

La mediúmnidad de Giovanna  aun choca a la familia.  A los dos años, la pequeña sólo dormía en la alfombra y despertaba siempre cuando intentaban colocarla en la cuna. Durante la noche, bastaba aproximarse a la cuna con ella en el cuello para Giovanna  volver a los llantos. Un neurólogo prescribió remedios para la disritmia cerebral. Claudia Geminiani, la madre, prefirió procurar un centro espirita. “Una médium explicó que un rapaz que había sido hijo de Giovanna  en otra encarnación la perseguía a la cuna en busca de cariño”, cuenta Claudia. “Ella tenía el rostro desfigurado y los miembros comprimidos, por eso asustaba a mi hija. “Una vez Giovanna llegó a proferir  palabras agresivas en un tono de voz diferente al suyo. Lecturas Evangélicas ayudaron a suavizar la crisis. Hoy con tres años  y ocho meses, Giovanna frecuenta un curso de evangelización y hace una oración siempre que alguna entidad la asusta.

Desde los ocho años; Camila no conseguía dormir en su propio cuarto. La visión de un cachorro feroz la impedía quedarse allí. La madre, Carla de Almeida Olivera, no olvida los gritos que la niña, hoy con cuatro años, daba cuando iba para la cuna. “Ella lloraba mucho,  con los ojos siempre cerrados. Sólo paraba con mucha oración”. Carla siendo espírita, no entendía como durante las sesiones del culto del evangelio en el Hogar, el  miedo que su hija sentía. Pues en esas ocasiones, Camila acostumbraba a ver una bruja por la casa, lo que la hacía sufrir. Cuenta su madre: “Cuando tiene visiones, mi hija se transforma en otra persona. Queda con una fuerza tan grande que ella mal conseguía dominarla.

Relatos como estos,  de comunicaciones con espíritus revelan que la mediúmnidad es común en la infancia. Y los padres precisan a prender a lidiar con la situación.

En el inicio del retorno al cuerpo físico se generan una serie de procesos en el que el espíritu encarnado va acoplándose y amoldándose al nuevo cuerpo que habita, en ese momento de la vida el vehículo físico va sufriendo cambios en vías de su acondicionamiento a la vida material, y por supuesto, direccionándose para lo que será el cumplimiento de las necesidades del espíritu. A su vez el espíritu debe pasar también por muchos cambios a nivel periespiritual y psíquicos, pues debe ir elaborando nuevas facetas de su personalidad con el fin de ir mejorando sus condiciones para el cumplimiento de sus compromisos adquiridos en la vida espiritual que le permitirán el adelantamiento moral y el equilibrio.

Estudiada por religiosos, psiquiatras y hasta neurólogos, la mediúmnidad es la capacidad de ver y oír espíritus o realizar fenómenos paranormales – como incorporación y clarividencia – por intermedio de agentes externos. O sea, de entidades espirituales que utilizan el cuerpo del médium como vehículo para manifestarse.

La psicología y la medicina, entretanto, buscan otras formas de justificar esos fenómenos. Si la criatura parece poseída por una entidad sobrenatural, por ejemplo, es tomado como un trastorno  de la personalidad o estado de trance o posesión, cuyo tratamiento es la psicoterapia y medicamentos.  La comunicación con los amigos invisibles a los ojos de los padres acostumbra ser encarada como mera fantasía. Hay momentos que la ilusión predomina y la criatura transforma en real lo que apenas es un deseo  inconsciente”.

Todos sabemos que la mediúmnidad es el canal que liga a todas las criaturas vivas al mundo invisible o de los Espíritus. Su finalidad básica es la de excitar al espíritu encarnado en la materia, a vivir  sus experiencias evolutivas. En los vegetales y animales la mediúmnidad se encuentra apenas en estado rudimentario. Se va tornando más amplia y compleja a medida en que se considera la evolución de esos seres animados  a través de las reencarnaciones.

La criatura es un adulto en potencia. Como nacemos trayendo pre disponibilidad que nos posibilitan el intercambio mediúmnico, en algunas criaturas la Mediúmnidad se presenta precozmente.

El libro de los Médiums nos dice en el capitulo XVIII  ítem 221 que es muy peligroso el desarrollar la mediúmnidad en los niños; porque estos son organizaciones demasiado tiernas y delicadas se conmoverían demasiado y su joven imaginación se sobreexcitaría; los padres por esta razón deben alejarlos de estas ideas o al menos sólo les hablaran de ellas bajo un punto de vista de las consecuencias morales.

Cuando la mediúmnidad en el niño es espontánea es porque esta, está en su naturaleza y que su constitución se presta a ella; eso no es lo mismo que cuando es provocado y sobreexcitado. El niño que tiene visiones, se impresiona generalmente poco por ellas; le parece una cosa muy natural, en la cual sólo se fija débilmente, más tarde el hecho se le presenta en la memoria  y se lo explica fácilmente si conoce el Espiritismo.

El desarrollo del ser humano puede dividirse en ciclos de 7 años en donde podemos observar los cambios y las adaptaciones orgánicas necesarias para la madurez del cuerpo, pero en estos ciclos está incluido también el proceso de maduración del espíritu quien es el que define las modificaciones del vehículo carnal cumpliendo con la planificación establecida en los planos espirituales, en donde la definición de las características de su cuerpo orgánico le permitirá ciertas condiciones en provecho de la mejoría de sus deficiencia, sirviendo este nuevo cuerpo para la prueba o expiación.

En el primer ciclo, comprendido entre el alumbramiento y los 7 años de edad, el niño se encuentra en una condición ambivalente al respecto de estado de libertad espiritual, pues en esa etapa su espíritu y su cuerpo físico aún no establecen los lazos finales que le permitirán la culminación efectiva de la encarnación.

Su cuerpo aun inmaduro es apenas un vehículo en desarrollo en donde los controles periespirituales no son tan definidos, permitiendo al espíritu gozar de cierta libertad en cuanto a la percepción sensorial del entorno, experimentando por igual ambos estados de la existencia, es decir que el espíritu del niño al no haber establecido los vínculos profundos con la carne tiene la posibilidad de vivir en dos mundo a la vez, pues en su naturaleza espiritual puede verificar todo lo que le rodea en el plano físico, pero también puede percibir todo lo que se produce en el entorno invisible, siendo su espíritu protector el primero en mantener un contacto permanente con su tutelado.

En base a esto, las características presentadas por el niño definen mas una condición anímica que mediúmnica, pues lo que se produce no es otra cosa que la manifestación de las propiedades espirituales que todos poseemos al encontrarnos liberados de los lazos físicos, siendo en el caso del infante la expresión de sus propias condiciones espirituales.


La visión, la audición, incluso la posibilidad de conversar con los espíritus, son sólo eventos naturales para el niño, pues al no tener la posibilidad de diferenciar ambos estados de la existencia no existe en él ningún tipo de temor o de rechazo hacia algo que le parece normal, es luego en su crecimiento cultural e intelectual que se van estableciendo las convenciones sociales que le pueden dirigir su percepción sobre las cosas, generando según su educación ciertas fobias sobre la vida espiritual que en su mayoría son proyectadas por los adultos de su entorno, producto de la ignorancia y de los preceptos culturales sin fundamento.

Durante la niñez pueden presentarse eventos mediúmnicos relevantes, pues hay seres que en sus planificaciones establecieron la posibilidad del trabajo mediúmnico desde el inicio de su encarnación, ya sea por un proceso probatorio o por una misión en particular, expresando pues el espíritu encarnado desde el principio sus condiciones de medianero, teniendo sus padres la necesidad de auxiliar y dirigir estas manifestaciones en beneficio del crecimiento moral e intelectual del niño.

La práctica de la mediúmnidad no tiene una edad prefijada  para el niño, eso depende enteramente del desarrollo físico y mucho más del desarrollo moral; hay niños de doce años que se afectaran menos  que muchas veces los adultos. Si los hombres son víctimas de los espíritus mentirosos la infancia y la juventud están aun más expuestas por su inexperiencia. La edad está subordinada  a las circunstancias, al temperamento y al carácter del niño.

La constatación de la edad es muy difícil pues hay  bebés que tienen incorporaciones. Cada criatura tiene sus características propias y su mediúmnidad aflora de acuerdo con sus condiciones. La práctica de la mediúmnidad entretanto, debe ser incentivada cuando el joven estuviera maduro lo suficiente  para un ejercicio seguro dentro los padrones de comportamiento conducidos con seriedad y responsabilidad de que se reviste el trabajo mediúmnico.

LA mediúmnidad en los niños es más común de lo que se piensa. El adulto, por ya ser dueño de sí mismo, entiende mejor el surgimiento de la misma, y procura una  forma de ajustarse a ella. Sea en los diversos Centros Espíritas o no. Cuando los hechos mediúmnicos estén surgiendo en la niñez de nuestros hijos, sabemos con seguridad, que su ángel protector estará atento para tal hecho. Esa asertiva, no nos excluye, entre tanto, a los padres y educadores, de nuestra responsabilidad de buscar la mejor forma de disminuir esos efectos. Deberemos estar siempre dentro de las orientaciones   de la codificación Kardeciana, y seguros del amparo de nuestros amigos espirituales para conducirnos con claridad hacia el camino marcado por Jesús.

La práctica de la mediúmnidad presenta peligros e inconvenientes contra los cuales debemos precavernos. Muchos que trabajan en actividades mediúmnicas improductivas están bajo el imperio evidente de obsesión y de fascinación.

Lo que el libro de los médiums nos dice bien claro es que no se debe excitar el desarrollo de la mediúmnidad en los niños cuando no es espontánea, y que en todos los casos es preciso usar de esta con gran circunspección; que tampoco se debe alentar en personas débiles, a los que den señales de excentricidad en las ideas o debilidad en las facultades mentales, porque hay en ellas predisposición evidente a la locura que cualquier  causa sobre excitante puede desenvolver.

Aunque no se vea u oiga a los espíritus, es la mediúmnidad la que hace que una criatura sea capaz de sentir si un ambiente está cargado y hacerla llorar cuando un extraño con energías ruines la pega en el cuello. Es preciso antes de afirmar que una criatura está bajo la influencia de un espíritu, descartar las hipótesis de fantasía  y de disturbios psíquicos. La primera etapa es entrevistar al paciente en busca de elementos que no podrían ser dichos por él. “Es difícil diagnosticar como fantasiosa una criatura  de  tres años que se pone a analizar cuadros de Botticelli o a conversar  en francés sin conocer ese idioma” por poner un ejemplo. Finalmente, exámenes neurológicos facilitarían el verificar si la actividad en el cerebro es equivalente  a la registrada en convulsiones o ataques de epilepsia. Normalmente la reacción es otra.

Algunos médicos y pensadores materialistas clasifican a los médiums como personas enfermas. Generalmente, esos científicos emiten pareceres fundamentales en los conceptos de ciencia materialista y no se dan al trabajo de examinar los libros espíritas, puesto que ni los conocen.

 Estudiada por los religiosos, psiquiatras y hasta neurólogos, la mediúmnidad es la capacidad de ver u oír a los  espíritus o realizar fenómenos para normales – como la incorporación y la clarividencia- por intermedio de agentes externos, o  sea, de entidades espirituales que utilizan el cuerpo del médium como vehículo para manifestarse.


Normalmente en esos casos, el fortalecimiento por el pase, el agua fluidificada y la oración son poderosos instrumentos de los que se vale la espiritualidad para la solución del problema. Nuestros mentores espirituales, con certeza,  miraran el tratamiento de forma que, siguiendo correctamente las instrucciones de la espiritualidad superior, podamos tener ayuda y seguridad.

Los padres deben mostrarse aptos para efectuar cambios en la conducta diaria en su recinto doméstico. Todo lo que sea para elevar el padrón vibratorio  debe ser cultivado, al mismo tiempo en que se ofrecen para apartar toda conducta que lleve a lo contrario. Buenos libros, buenos films, comportamiento mental pautado en las enseñanzas del Evangelio, aliados al respeto y cariño mutuo, son factores de envolvimiento de los hijos en un halo protector, beneficiando así,  a todos los espíritus que conviven en el núcleo.  El hábito de la oración y la institución de una pequeña reunión para el estudio doctrinario del evangelio a la luz de las revelaciones espíritas son de fundamental importancia. Con certeza, en los Centros espíritas, existen equipos formados para enseñar a los neófitos como se instituyen esas pequeñas reuniones, recordando que el objetivo no es el desarrollo mediúmnico, y si la evolución espiritual  del grupo familiar, y que el intercambio entre espíritus encarnados y desencarnados debe ser efectuado dentro de los locales apropiados en las Casas espíritas.

Si el pequeño demuestra miedo es bueno que los padres acompañen en las sesiones necesarias al tratamiento espiritual, hasta que ellos se acostumbren con naturalidad a tal hecho. El ambiente de la sala de pases, o locales destinados para tal, a pesar de ser locales simples, destituidos de mucha decoración, puede ser intimidante  para un niño que ya debe estar asustado con los hechos que por ventura ya le están ocurriendo. Normalmente luego ellos se acostumbran, desde que los padres estén tranquilos y pasen para ellos esa tranquilidad. Si la criatura ya está alfabetizada, un buen libro  conveniente a su edad le ayuda mucho, principalmente porque contiene enseñanzas morales propias a su elevación espiritual. En las librerías espíritas, existen ya un buen número de títulos dedicados a los niños.  Si el niño no está en la edad de leer, se le pueden contar cuentos e historias basadas en los libros infantiles para que el se familiarice poco a poco con la Doctrina. Vigilar los síntomas ver si van disminuyendo y al mismo tiempo apartados hasta que la normalidad se establezca a la espera de la hora apropiada para el correcto desarrollo  y ejercicio de la mediúmnidad.

Cuando un jovencito descubre que tiene mediúmnidad, la forma mejor de desenvolverla es frecuentando las reuniones apropiadas para los jóvenes en los Centros espíritas, pues allí los dirigentes experimentados podrán orientarle sobre esa cuestión. Sin olvidar que no se puede atribuir mediúmnidad a cualquier disturbio que la criatura presenta.  Sólo el estudio de la Doctrina Espirita dará subsidios para la identificación de los fenómenos pues es una observación bastante cuidadosa.

Cuando un niño pequeñito mira a su alrededor como viendo algo, con gran temor en el rostro, o se asusta como observando a alguien que no se ve, es aconsejable darle pases magnéticos, agua fluidificada y concienciación de la familia para los actos relacionados con la Doctrina Espirita.

Muchos niños son sonámbulos  y presentan alguna alteración en un determinado estado del sueño.  Durante esa fase el niño está en un estado intermediario entre el sueño y la vigilia. A pesar de no mostrarse consciente de todo lo que pasa a su alrededor, la persona puede realizar pequeñas tareas, como alimentarse, vestirse, sentarse, mirar para algún lugar, conversar. Siendo cuestionada verbalmente  las respuestas son incoherentes y murmuradas.

Usualmente ocurre en las primeras horas del sueño pudiendo durar algunos segundos o pocos minutos. Durante el episodio el paciente se muestra apático estableciendo poco contacto con el medio, pareciendo no reconocer a las personas y familiares. Raramente realiza un procedimiento más elaborado como cambiarse de ropa u orinar en el lugar adecuado.

Para un sonámbulo, despertar durante la crisis puede ser un momento difícil. Principalmente en el adulto, existe la posibilidad de tener una reacción violenta  si es abordado, si juzga estar sufriendo alguna amenaza. A la mañana siguiente, normalmente, no recordará el episodio.

También se sabe que ese es un trastorno típicamente de la infancia, siendo presentado esporádicamente en hasta un tercio de los niños entre los tres y diez años de edad. En esta misma faja están los episodios  que acostumbran a ser regulares. A lo largo de la pubertad van disminuyendo y apenas un pequeño grupo continua teniendo episodios de sonambulismo durante la edad adulta.

No se debe en las Casa espíritas en los trabajos de pases para los niños, admitir que el pase sea efectuado también por los niños,   el Libro de los Médiums ítem 222, aborda la cuestión, cuando hace referencia a los peligros e inconvenientes de la Mediúmnidad practicada por los niños.

El equipo debe estar formado por adultos, que por  fuerza de la madurez y el estudio sabrán conducir con seguridad cualquier caso que se presente. Una criatura por muy acostumbrada que esté con los fenómenos espíritas, no tendrá condiciones de tratar y salir bien ante la sutileza enmascarada con que se revisten algunos obsesores. El estimulo para la espiritualización de los niños debe ser dado de acuerdo con la edad de cada uno, al conducirlos a una sala de conocimientos evangélicos doctrinarios, existentes en los diversos ciclos de mocedad en las Casas espíritas.

Muchos niños juegan con amiguitos imaginarios. Ese procedimiento es común en las criaturas que se sienten solitarias  y carentes.  Algunas criaturas realmente tienen contacto con entidades. Ese fenómeno tiende a desaparecer cuando llegan a la edad de los siete u ocho años.

La manifestación de los fenómenos mediúmnicos no está sujeta a la voluntad de los padres. Ese es un atributo exclusivo de la criatura. Ella nació dotada de ese don. Los padres el deber que tienen para sus hijos y lo que pueden hacer en el caso de ellos tener mediúmnidad  es tratar de que ellos reciban un tratamiento espiritual, para que los fenómenos sean apartados y puedan seguir su curso normal, reapareciendo, cuando el individuo este en una fase más madura.


Muchas criaturas demuestran tener una sensibilidad mayor que otras, y captan del ambiente y de las personas de su alrededor, las energías que se presentan, tanto positivas como negativas.  Para estar seguros y ver esta constatación en los niños es preciso un examen minucioso de los hechos y llevarlos a una casa espirita. En las horas de crisis es aconsejables mucha paciencia y una dosis extrema de amor para ella, para que con seguridad puedan ayudarla. Algunas veces es aconsejable consultar a una psicóloga infantil para auxiliarla en esos procesos. Existen buenos profesionales en ese área médica, que abrazan los principios espíritas y son de gran ayuda

Muchos niños no les gusta frecuentar la casa Espirita. Normalmente a esa edad algunas criaturas precisan mucha persuasión. Muchos dicen que sólo van bajo “libre y espontánea presión”. Luego más tarde lo asimilan mejor  y se convierten en jóvenes trabajadores en las Casas espíritas que frecuentan. Los jóvenes  al ver el comportamiento de los más viejos también se integran en la medida de lo posible.

Cuando nos encontramos en un caso de mediúmnidad en una criatura de catorce años con la aparición de fenómenos mediúmnicos, es preciso buscar orientación segura. Descartado la cura por la Ciencia es hora de buscar la ayuda de la Doctrina Espírita. Mientras tanto tales fenómenos pueden darse simultáneamente. Se debe buscar ayuda  en la ciencia aliada a un tratamiento eficaz en la casa espírita.

 Antes de cualquier actitud, los padres deben concienciarse de la responsabilidad ante esa criatura, y conducir el caso con naturalidad y racionalidad. Muchos por desconocer el fenómeno mediúmnico tratan de forma inadecuada la cuestión, lo que acarrea perjuicio para la criatura en el futuro. Como consecuencia, cuando adulto, la criatura  podrá tener una visión distorsionada  de los fenómenos que envuelven la mediúmnidad. Es muy común los padres que castigan físicamente a sus hijos en esa fase.

La naturalidad debe ser la tónica para envolver la cuestión.  El desarrollo mediúmnico es desaconsejable, visto que la criatura no posee defensas que la ayuden cuando se encuentren con algún enemigo del pasado.  Como ya hemos dicho anteriormente, un tratamiento efectuado dentro de una casa espírita dará subsidios para que sean apartados esos síntomas, que volverán a aflorar en momento oportuno, cuando las condiciones de madurez física de la criatura permitan que ella haga buen uso de sus fuerzas mediúmnicas.

¿Se sabe que la mediúmnidad en los niños perturba el desenvolvimiento de los mismos, más cuando  ella  trae una tarea predeterminada en el plano espiritual, se debe bloquear este desarrollo?

Aquí no diremos bloquear. Conforme sea la edad de la criatura puede ser que ella presente condiciones de madurez que le permitan el uso de sus facultades de forma que no la perjudique en nada.

Se sabe por experiencia, que la mediúmnidad puede aparecer en cualquier edad, más existen médiums, que por su aptitud natural presentan condiciones  para el ejercicio de la mediúmnidad aun en criaturas  o adolescentes, haciéndolo de forma consciente y responsables. Citamos aquí el caso de las hermanas Baudin que auxiliaron  a Kardec en la fase de la Codificación, o nuestro bondadoso Chico Xavier y otros que se esparcen por Brasil o por el mundo.

Médicos adeptos del espiritismo afirman que la infancia es el periodo en que la acción de la glándula pineal está en el auge, aunque la criatura no tenga el armazón intelectual necesario para interpretar los estímulos de forma consciente. Con el desarrollo  completo del cerebro, la mediúmnidad sería sublimada en la mayoría de las personas. La volvería aun más fuerte en aquellos que aprendieron a ejercitarla. Muchas criaturas sienten dolor porque el cuerpo no está preparado para recibir ese impacto. Por ese motivo, en general los padres son orientados a no incentivar a los hijos a ejercerla.

La dedicación, la paciencia y renuncia son los caminos del crecimiento mediúmnico. El orgullo y los malos Espíritus son sus obstáculos.

La mediúmnidad es cuchillo de dos filos. Si por un lado es fuente de benditas alegrías, por otro, puede ser también de profundas decepciones, para orientarse en el desarrollo mediúmnico, podría ser hecha citación de innumerables obras respetables. Sin embargo, lo más correcto es la utilización del viejo y buen Libro de los Médiums. Por lo tanto los que se ven afectados por ella, deben comenzar por el principio, conociendo las obras de Kardec y estudiarlas con profundidad.

En todas las situaciones, nuestra postura debe ser la de la más absoluta tranquilidad, una vez que la relación entre encarnados y desencarnados hace parte del propio contexto evolutivo de cada ser. Estamos, siempre, rodeados de espíritus, creamos en ellos o no, siendo espíritas o no. Al percibir las “conversaciones” de criaturas con la “nada”, tengamos serenidad y procuremos “entender” el proceso, y hacernos dueños de la situación.

Se recomienda a los padres y pariente más próximos el diálogo con las criaturas sin interrogatorios o curiosidad excesiva, más, procurando ”entrar” en la historia, participar del contexto, para percibir, en la naturalidad de la conversación, cuales son los “personajes” que efectivamente se hallan presentes junto a la criatura.

 Como se trata de cosas naturales, cuanto mayor sea la naturalidad con que encaremos tales acontecimientos, menos las criaturas  y nosotros los adultos, quedaremos asustados o “con miedo”. Al final, en términos de envolvimiento espiritual, los lazos que nos ligan a los espíritus (encarnados o desencarnados) no son rotos  en razón de la alteración de nuestro estado vivencial (en la carne o fuera de ella) por el contrario se fortalecen y perduran.

Ame a su hijo con problemas del cuerpo o de la mente, o de ambos, cooperando con ellos, con mucha paciencia y con el gesto de ternura, para que puedan salir victoriosos de la expiación terrena, avanzando para más altos vuelos rumbo a nuestro Creador.

Llénese de cariño, de paciencia, de tranquilidad interior, viendo en estos hijos las joyas bendecidas que el Padre confía a nuestras manos para que las pulamos.

Usted podrá haberlos recibido por renuncia y  elevado amor de su parte, más,  puede ser que usted esté ligado directamente a las causas que determinan la situación que viven hoy, debiendo auxiliarles e incentivarlos para la  propia recomposición, usted, igualmente avanza para el Creador, sufriendo a su vez, al verlos rescatar, sin otra opción que no sea abrazarlos y colocarse, usted y ellos, bajo  la Luz del amor de Dios, resignadamente.

- Mercedes Cruz-
                                                                      *******************************