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sábado, 30 de abril de 2011

Para aprender de la adversidad

José Maitre, ciego

   José Maitre pertenecía a la clase media de la sociedad. Gozaba de un modesto bienestar que le ponía al abrigo de las necesidades. Sus padres le habían hecho dar una buena educación y le destinaban a la industria, pero a los veinte años se quedó ciego. Murió cuando tenía unos cincuenta años.


    Una segunda dolencia vino a herirle. Cerca de diez años antes de su muerte se quedó completamente sordo. de modo que sus relaciones con los vivos sólo podían tener lugar por medio del tacto. No ver era ya muy penoso, pero no oír era un cruel suplicio para aquel que, no habiendo
gozado de todas sus facultades, debía sentir aún mejor los efectos de esta doble privación. ¿Por qué había merecido esta triste suerte? No sería por su última existencia, porque su conducta había sido siempre ejemplar. Era buen hijo, de un carácter dulce y benévolo, y cuando se vio, para colmo de males, privado del oído, aceptó esta nueva prueba con resignación, y nunca se le oyó pronunciar una queja. Sus conversaciones denotaban una perfecta lucidez de entendimiento y una inteligencia poco común.


     Una persona que le había conocido, presumiendo que se podían sacar útiles instrucciones de una conversación con su espíritu, le llamó, y recibió de él la comunicación siguiente, en contestación a las preguntas que se le dirigieron.


París, 1863

     Amigos míos, os doy gracias por haberos acordado de mí, aunque quizá no hubierais pensado en ello, si no hubieseis creído sacar algún provecho de mi comunicación. Pero sé que os anima un objeto formal. Por esto vengo con gusto a vuestro llamamiento. Puesto que se me permite, dichoso soy en poder servir a vuestra instrucción. ¡Ojalá que mi ejemplo pudiese aumentar las pruebas tan numerosas, que los espíritus os dan, de la justicia de Dios!. 



     Me habéis conocido ciego y sordo, y os habéis preguntado lo que había hecho para merecer semejante suerte. Voy a referíroslo. Sabed desde luego que es la segunda vez que he sido privado de la vista.


     En mi precedente existencia, que tuvo lugar a principios del último siglo, quedé ciego a la edad de treinta años, a consecuencia de excesos de todas clases que habían arruinado mi salud y debilitado mis órganos. Ya era un castigo por haber abusado de los dones que había recibido de la Providencia, porque estaba ricamente dotado, pero en lugar de reconocer que yo era la primera causa de mi dolencia, acusaba de ésta a la misma Providencia, en la que, hablando francamente,creía poco. He blasfemado de Dios, le he renegado, le he acusado, diciendo que si existía, debía ser injusto y malo, puesto que así hacía sufrir a sus criaturas. Por el contrario, debía haberme considerado feliz por no verme en la necesidad de mendigar el pan como otros desgraciados ciegos.


     Pero no, no pensaba sino en mí, y en la privación de los goces que se me había impuesto. Bajo el imperio de estas ideas y de mi falta de fe, me había vuelto áspero, exigente, insoportable, en una palabra, para aquellos que me rodeaban. La vida en adelante no tenía objeto para mí. No pensaba en el porvenir, que miraba como una quimera. Después de haber agotado inútilmente todos los recursos de la ciencia, viendo mi curación imposible, resolví acabar más pronto, y me suicidé.


     Cuando salí de mi estupor estaba sumergido en las mismas tinieblas que durante mi vida. No
tardé en reconocer que no pertenecía al mundo corporal, pero era un espíritu ciego. ¡La vida de
ultratumba era, pues, una realidad! En vano trataba de quitármela para hundirme en la nada.
Chocaba en el vacío. Si esta vida debía ser eterna, como había oído comentar, ¿estaría, pues,
durante la eternidad en esta situación? Este pensamiento era horrible. No sufría dolor físico, pero
explicaros los tormentos y las angustias de mi espíritu, es algo imposible. ¿Cuánto tiempo duró
esto? Lo ignoro. ¡Pero qué largo me pareció!


     Extenuado, fatigado, me puse sobre mí. Comprendí que una potencia superior me dominaba.
Me dije que si esta potencia podía oprimirme, podía también aliviarme, e imploré su piedad. A
medida que rogaba y que mi fervor aumentaba, alguien me decía que mi cruel situación tendría
término. La luz se hizo, en fin, mi alborozo fue extremo cuando entreví las celestes claridades, y
distinguía los espíritus que me rodeaban, sonriendo con benevolencia, y a los que se mecían
radiantes en el espacio. Quise seguir sus pasos, pero una fuerza invisible me retuvo. Entonces uno
de ellos me manifestó: “Dios, a quien has desconocido, ha tomado en cuenta tu conversión a Él, y
nos ha permitido restituirte la luz, pero no has cedido sino a la fuerza y al cansancio. Si quieres en
adelante participar de la dicha que se goza aquí, es necesario probar la sinceridad de tu arrepentimiento y de tus buenos sentimientos volviendo a empezar tu prueba terrestre, en tales condiciones, que estarás expuesto a caer en las mismas faltas, porque esta nueva prueba será más ruda todavía que la primera.” Acepté solícito, prometiéndome con firmeza no faltar a ellas.


     Volví, pues, a la Tierra con la existencia que conocéis. No tuve trabajo en ser bueno, porque no era malo por naturaleza. Me rebelé contra Dios y Dios me castigó. Vine a ella con fe innata, por esto no murmuré de Él, y acepté mi doble dolencia con resignación y como una expiación que debía tener su origen en la soberana  justicia. No me desesperaba por el aislamiento en que me encontraba en los últimos años, porque tenía fe en el porvenir y en la misericordia de Dios. Me ha sido, además, muy provechoso, porque durante esa larga noche en que todo era silencio, mi alma, más libre, se lanzaba hacia el Eterno, y con el pensamiento entreveía lo infinito. Cuando ha venido el fin de mi destierro, el mundo de los espíritus no ha tenido para mí sino esplendores y goces inefables.
  

     La comparación con el pasado me hace encontrar mi situación relativamente muy dichosa, y por ello doy gracias a Dios. Pero cuando miro adelante, veo cuán lejos estoy todavía de la dicha perfecta.  He expiado, me es preciso reparar ahora. Mi última existencia ha sido provechosa sólo para mí. Espero volver pronto a comenzar una nueva en que podré ser útil a los otros. Ésta será la reparación de mi inutilidad precedente. Solamente entonces avanzaré en el camino bendecido,abierto a todos los espíritus de buena voluntad.


     He aquí mi historia, amigos míos. Si mi ejemplo puede iluminar a algunos de mis hermanos encarnados y privarles de caer en el fango en que he caído, habré comenzado a satisfacer mi deuda.


José

Tomado del libro..El Cielo y el Infierno o la Justicia Divina según el Espiritismo
 - Allan Kardec



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viernes, 29 de abril de 2011

Ingratitud de los hijos


Amigos y compañeros en el ideal espirita, corren malos tiempos para esta juventud loca que en nada cree.

Deshumanizados por la brutalidad desenfrenada en la que desarrollan sus vidas, fingen ser ateos, no creen en un Dios  al que nadie ha visto y, dicen que los que creen en Él son presas de una idea a la que ellos se han entregado porque han querido. ¡Que lamentable oír esto en boca de los jóvenes que lo tienen todo para cambiar sus vidas, que con las oportunidades de que otros hemos carecido no son capaces de luchar con uñas y dientes para limpiar la ensuciada tierra en la que viven. Desarrollan los instintos inferiores, que son autores de tantas catástrofes y dejan a un lado la bondad y el bien encajonados  para que luego, en las grandes pérdidas y padecimientos, lamentarse inútilmente por su equivocado proceder; son destructores de su entorno; en nadie confían ni a nadie creen; sólo piensan en sí mismos y se encierran en su coraza de la que sólo salen para satisfacer sus apetitos a costa de lo que sea, caiga quién caiga y dañen a quién dañen.

      Hoy es una difícil tarea trabajar en ellos; se les ha dejado caminar solos desde bien pequeños y salvados unos pocos, porque no hay regla sin excepción, ellos se han hecho mayores antes de tiempo, porque en vez de jugar, han tenido que pelear en las naciones tercermundistas . En los países más civilizados la ausencia de sus madres, el poco calor de los autores de sus vidas; la soledad temprana les ha hecho crecer sin amor;  los más liberales han visto las escenas macabras de unos padres viciados que en sus caídas les han maltratado, teniendo que huir de los nidos domésticos presos del miedo y del temor de ser dañados por quienes les dieron el ser, los únicos de quienes ellos podrían esperar algo; estos los decepcionan y los empujan a castigar y pelear con todo lo extraño que en su futuro les asome; desconfiados y dolidos atacan a todo lo que se les resista a su forma y manera de pensar.

      Es muy difícil convencer y trabajar con esos jóvenes, a los que  les han dado  todo , dándole más valor a las monedas y  al confort que los padres han salido a buscar para satisfacer las necesidades materiales y  habiendo dejado de lado al amor, el refugio, la enseñanza, el consuelo, la educación, esa entrega a todo auxilio a los hijos.  La  mayoría de las madres ponen en manos extrañas esa atención y esos cuidados procurando que estén bien atendidos, pero mientras crecen faltos de amor y de cariño, y cuándo el tiempo pasa nos damos cuenta del gran error. Ellos han crecido, se han hecho hombres o mujeres y convivimos con ellos pero ni nos conocen, ni los conocemos, y reconocemos, aunque tarde que hemos sido nosotros los culpables, entretenidos en los intereses mundanos, hemos enfermado el hogar despojándolo de los verdaderos valores, los mismos que pueden ayudarnos a hermanarnos con los adversarios del ayer.

         Hemos descuidado los años sensibles de las almas de esos niños y han crecido despertando en ellos los instintos de sus anteriores existencias; no hemos aprovechado esos años para inducirlos a cambiar sus tendencias  del pasado, con nuestra labor maternal, con nuestro amor, sacrificio, cuidado desinteresado, con la educación y los buenos principios  ahora ellos serian otros; en  algo les hubiéramos hecho cambiar. Pero dejándolos en manos extrañas esa posibilidad  es en la mayoría nula.

         Crecen con los instintos latentes del ayer, sin nada que les detenga; reincidentes muchos, lloran más tarde cuándo retornan al mundo espiritual por su nuevo fracaso; incluso algunos, con más cargas en sus conciencias y nosotras  las madres nos sentimos deudoras de ellos, pues no cumplimos  con nuestra labor principal para con ellos. El cuerpo material es como un vestido que  se destruye cuándo no sirve, pero el Espíritu no, y nos sentimos mal las madres que después sentimos nuestra culpa  ante el fracaso de quién tanto amamos (Los hijos).

         La labor más importante de una madre es la que realiza en el hogar; rodeada de adversarios del ayer debe ser el punto de apoyo, la fuente de sabiduría y el ejemplo a imitar por los que Dios les ha puesto bajo su amparo. Las madres que abandonan a sus hijos son la mayoría débiles ante su tarea, fracasan porque no lo han calentado en sus almas, vienen por primera vez a desarrollar esa difícil labor, y se espantan huyendo espantadas ante la responsabilidad que se asoma ante sus ojos.

         Todos sabemos que Dios no nos manda nada que no podamos hacer, por ello hemos de llenarnos de fuerzas y valor para resistir esa difícil tarea. La más importante, la de moldear   desde pequeños, a los que torcidos ya venían para enmendarse y ver en su nulidad cuándo son pequeñitos, el inicio a costumbres y comportamientos distintos para que cuándo les lleguen mas tarde  las pruebas, sean capaces de resistir gracias a esa fuente de enseñanza y sacrificio que debe ser toda madre.    

      Hoy en día algunos jóvenes agreden a los mayores  y lo hacen porque en el fondo están la mayoría resentidos con los autores de sus vidas,  y en vez de tener con ellos el auxilio y el calor, tienen el desdén y la indiferencia, incluso no les sirven de ejemplo;  a veces estos son autores de las mayores de hazañas que los han puesto en ridículo, y se avergüenzan de ellos  por no poder tomarles como ejemplo.

Todo está muy desorganizado, el hombre se ha dejado llevar de la materia y hoy son los padres los que se lamentan de los errores, no pueden controlar a sus hijos y se dan cuenta tarde, de que no los aman como deberían, no los conocen, no los han rozado apenas, son en sus vidas escasas las horas  de convivencia , comparten una casa para el reposo y en este reposo no suelen tratar con sus hijos; sólo unas escasas palabras para callar las conciencias que les avisan del error que están cometiendo. Por amor a la obra cristiana debéis de despertar y comenzar a crear esas instituciones pequeñas que son el hogar.

        Ellas podrán ser autoras de mucho bien, ellas pueden formar en el futuro una Humanidad más civilizada y más sensata; aun estáis a tiempo, pensar madres que sois un colegio en pequeño, que vosotros sois los profesores para enseñar a esos alumnos que son el fruto de vuestro amor y al mismo tiempo dirigir bien todo lo que en él suceda. Porque sois las responsables y a vosotros se os pedirá cuentas de lo  que en él se realice. Durante la vida con vuestros hijos tenéis el deber de enseñar y dirigir, y tenéis la obligación de practicar con el ejemplo y la virtud el desarrollo de esa enseñanza.

      No escandalicéis para no inducir a vuestros hijos a las malas acciones. Amar y entregaros con sacrificio y abnegación  para que ellos con vuestro ejemplo lo hagan por inercia.

         Instruirlos en la senda Cristiana, para que se evangelicen y aprendan de Cristo lo que a vosotros os sirvió para despertar a la verdadera vida, ellos como vosotros debéis vivir con Jesús, confiar en Él y despertar  para la nueva vida, la del Espíritu.

         No deis por perdido vuestro tiempo, cuándo ellos dialoguen con vosotros por muy insignificantes que os  parezcan sus palabras, ellos exteriorizan así su cariño y nada les conforta más que ser escuchados.

No debéis de recriminar sólo sus malos hechos, sí no que debéis alabar sus buenas acciones para con lo primero hacerles ver el mal que hacen y sembrar en ellos el pesar, y en lo segundo hacerles sentir desde pequeños la satisfacción que deja en uno las buenas obras. Es un barco pequeñito, cárgalo de amor  con sacrificio y abnegación, dirigirlo despacito pero con firmeza, por la senda recta y los llevareis a puerto seguro donde ellos navegaran con la confianza de los que tienen mucho aprendido para saber navegar, no serán piratas lanzados al mar sin saber a donde dirigirse, ellos enseñados en la escuela del hogar donde el amor los enseña desinteresadamente, sabrán leer en los libros Sagrados, en el libro de los autores de sus vidas, los Padres.

Es muy fácil  dar a los hijos lo que piden para que nos dejen en paz, pero no sabemos muchas veces que gran error es el no hacerles ver que lo pide, lo que seria mejor para él, es un tiempo que juzgamos de muy poco valor, cuándo les decimos toma y déjame en paz; sembramos para el mañana que será inestable, sí no podemos seguirles dando lo que piden, y luego serán ellos los que no querrán oírnos.

Cuándo intentemos pararles en sus deseos desenfrenados será demasiado tarde; ellos dirán y nos echaran las culpa por nuestra mala costumbre de no analizar antes de tolerar  lo que ellos nos piden. Muchas veces  vale más disgustarse por enseñar, que lamentarse por no haberlo hecho, cuándo ya no tiene remedio y lo hecho, hecho está, y nosotros los padres somos los culpables por no ser enérgicos en la enseñanza de nuestros hijos, los maleducamos con nuestra pereza y luego ya más tarde es casi siempre causa perdida.

 Todos los padres dan cumplimiento a una ley natural instituida por Dios para la perpetuación de la raza humana, con ella enriquecen sus vidas, los hijos por un lado les imponen obligaciones, restricciones  en los goces mundanos y por otro lado proporcionan las puras alegrías y conducen a las mayores motivaciones para que mantengamos encendida la antorcha de renovados ideales.

Un hogar sin hijos, por fastuoso que sea, es incompleto, especialmente para la mujer que hace de la maternidad la mayor razón de su existencia. Todo espirita sabe que no hay efecto sin causa y, que las contrariedades o alegrías de hoy son la continuación de nuestras vidas pasadas; en su familia, el espirita debe ver un grupo que le fue dado en custodia y para el cuál tiene muchos deberes a cumplir y muchos sacrificios a realizar.

         Todo espirita que tenga hijos no debe olvidar que no los tiene por acaso. Y sí un buen padre tiene malos hijos, no se trata de castigo sino de las consecuencias de una ley justa; el espirita no puede considerar la vida como un simple paseo y sí como una secuencia de hechos que lo podrán herir hasta lo más profundo del alma, por ello, sufrirá y derramará lágrimas, por eso deberá ser fuerte, firme, compasivo y abnegado, caritativo para con todos y más especialmente para con las imperfecciones de sus hijos, depósitos sagrados que el Padre les concede para que sean sus protectores y sus guías para hacerlos avanzar, por lo menos, un pasó en el caso de no poder hacer más.

El espírita, en definitiva, debe amar, amar y amar. Sí, amar a los que no le quieren, a los que nos odian, a los que nos protegen y a los que nos persiguen, a los que nos hacen el bien o a los que nos desean el mal.

         Él espírita que consiga tener el amor como ley y lo ponga en práctica, no estará en tinieblas. Su vida terrena fluirá plácidamente y después de ella alcanzará la felicidad.

         Cuándo el espírita no tiene esposa e hijos, pero tiene aún a los padres, no debe olvidar el deber de tributarles todo el respeto, cariño y amor.

         El espírita en todas las situaciones de la vida ha de portarse como un buen hijo, buen esposo, buen padre, buen hermano y buen ciudadano , así como practicante de la ley Divina cuyo sentido práctico está en la enseñanza y en el ejemplo del Señor y Maestro Jesús. Será luz para iluminar a los que están a su alrededor, será mensajero de paz y amor para todos y llevará la paz de las moradas de la Luz hasta los hombres de la Tierra.

- Merchita-

jueves, 28 de abril de 2011

Libre albedrío

Sor Juana de Angelis 
          

 Comunicado de Juana de Ángelis a través de Divaldo P. Franco


      A cada momento el Espíritu está  modificando y renovando su destino. Los pensamientos y los actos son sus agentes importantes, responsables de las alteraciones que le concernirá vivir en el suceder de los días.

     Y esto es porque a cada acción, le corresponde una reacción equivalente.

     No obstante el destino feliz que a todos nos está reservado por las leyes divinas, el avanzar, el estacionarse en el camino o el retrasar el momento de disfrutar, de beneficiarse con la felicidad, depende del ser, de su decisión.

     ¿Destinado a la gloria espiritual ? Determinismo irreversible-

¿ El ser marcha por la senda que más le place, dado que adquirió el discernimiento ?.-  Libre albedrío.

     No existe nadie que se encuentre predestinado al mal, a la desgracia. La ingenua concepción en torno de los que fueron creados para la desdicha, no posee la menor fundamentación.

     La escala evolutiva, en su inabordable ascensión, se sostiene de las conquistas personales en las que el Espíritu se afirma en un peldaño de victoria, a fin de poder subir al siguiente peldaño, y así sucesivamente. Cada paso le da más fuerza y experiencia para el cometido inmediato. Cada nueva empresa, es el resultado de la conquista anterior.

      No retrocediendo nunca, por cuanto que las conquistas son adquisiciones inalienables que se graban en lo íntimo, puede, sin embargo, estancarse por tiempo indefinido en cualquier situación a la que se ligue por procesos negativos y gravámenes de los que solamente se liberará cuando decida superar el impedimento y resarcir los males que haya hecho.

      Hay personas que se embrutecen de tal forma y de manera tan sorpresiva, y tanto se comprometen con los errores, que parecen haber retrocedido en la escala evolutiva  hasta la faja primitiva. Con todo, pese a la suma de desaciertos o al impulso hacia la locura que de ellas se posesiona, sus experiencias nobles y sus conquistas  no se pierden, imponiéndoles por el contrario y gracias a ello, una mayor suma de responsabilidad, una más severa necesidad redentora, que se exigirá más tarde en el crisol del futuro depurador.

      ¿No vemos madres, padres, o  hijos duramente humillados, maltratados en su amor por aquellos afectos que les amargan todos los minutos y que los cubre de injurias en todos los instantes, sin descorazonarse en su dedicación, sin una palabra de queja o de censura, justificando, más bien, a los que los escarnecen y flagelan, excusándolos con argumentos, que no corresponden a la verdad? ¿No encontramos criaturas inmovilizadas en prolongadas parálisis o lamentado dolorosas cegueras, o siendo mudas con el semblante iluminado por dulce resignación, con lo cual bendicen al dolor? ¿No sabemos de encarcelados, sufriendo penas injustas, sin quejas ni pruritos de autopiedad, en elocuentes posiciones heroicas? ¿No admiramos a portadores de enfermedades irreversibles, dolorosas, abiertas en llagas purulentas y nauseabundas, durante años, sin irritación ni rebeldía?

      ¿Y qué decir de los que transitan en la miseria económica o social, portando buen humor y esperanza, pareciendo felices? ¿Cuántos otros soportan las dolorosas imposiciones de un trabajo exhaustivo y humillante, dando gracias por tener el honor de conseguir honradamente el magro pan de cada día? ¿No hay muchos que deambulan en medio de una soledad asfixiante, con el alma pronta a estallar de ternura, sedientos del cariño que no encuentran, transformando las horas de su propia angustia en sonrisas en los labios ajenos?

      Ellos sienten o saben que se están irguiendo del abismo al que se precipitaron por egoísmo, por el descrédito de las soberanas leyes, en la ansiosa búsqueda de la ascensión. En la noble tentativa en que se encuentran, no les faltan manos espirituales generosas que los socorren, benévolas, en nombre del Padre. Cayeron, sí, pero no obstante, se esfuerzan por seguir evolucionando, recuperando el tiempo mal aplicado en la saña de la locura.

       Vienen a este mundo voluntariamente, aquellos que expían problemas equivalentes, pero viven bajo la lluvia de hiel e injurias que exteriorizan, o azotados por sorda rebeldía que los humilla, porque no pueden huir del yugo purificador al que están sometidos por las actitudes groseras y el desacato que tuvieron  anteriormente para con la vida.

      Evolucionan penosamente, en trances de difícil superación. Beben la copa llena de ácidos que escaldan el corazón y la mente como brasa viva, pero  que son los elementos que precisan para templar sus propios sentimientos.

      Evolucionan, por medio del dolor, en aquello que no supieron o desdeñaron conseguir por amor.

      El atentado al orden resulta de la desarmonía del equilibrio que rige en todo y en todas partes. Quien arbitrariamente lanza golpes contra el orden, sufre la natural consecuencia, y ese es el azote del dolor que despierta y corrige, educa y eleva hacia el aprendizaje elevado y los emprendimientos trascendentales.

     No es necesario que alguien se transforme en instrumento de la justicia cuando es herido. La opción de hacerlo, le acarreará lamentables problemas que deberá soportar más tarde.

      El mal perpetrado contra alguien, no se dirige solamente hacia el indivíduo, sino al organismo  humano general en el que aquel se desenvuelve. El problema pasa, entonces, a pertenecer al grupo afectado. Por esa razón, a la víctima le cabe siempre la actitud del perdón, por cuanto  si responde al mal que sufrió con otro mal, se torna agresor, actuando así en la orbita de aquel que lo hirió,quedando a su altura. Aún así, si no perdona y su agresor se renovó en la práctica del bien, ya está reparando el mal antes realizado; no se le aplica el impedimento del progreso, porque el afectado original permanezca en la porfía del desagravio personal... El odio que se consagra a otro, no es dificultad para el acceso a escalas superiores de quien  es blanco de ese odio.

      Las acciones edificantes, los gestos de renuncia, de abnegación, sacrificio, y caridad se sobreponen a las labores tumultuosas, perjudiciales y viciosas.

      El bien es más importante que el mal. La luz tiene más poder que la sombra.

     Para alcanzar las conquistas del espíritu, en cada experiencia reencarnatoria, le son previstas, en razón de las adquisiciones logradas en uno como en otro campo del bien o del mal practicado, determinadas imposiciones punitivas por las que deberá pasar, a fin de eliminar los gravámenes desdichados que lo tornaron infeliz. Sin embargo, esto nunca sucede con carácter absoluto. El determinismo es flexible, salvo raras excepciones que siempre son examinadas, coordinadas y alteradas por los responsables en los procesos reencarnatorios de los que buscan la Tierra para un aprendizaje edificante y libertador.

      En los planes de las experiencias humanas, debido a los cambios de comportamiento de los reencarnados, que se producen por su libre albedrío, son alterados con asidua frecuencia, sucesos y socorros, dolores y problemas programados, abreviándose o concediéndose moratoria al descanso de aquellos que se sitúan en uno o en otro campo de ésta o de aquella necesidad...

      Jamás se debe olvidar que las leyes que rigen la vida son de amor, pero también son la base de justicia donde se asienta la misericordia de Nuestro Padre Creador.

     Lo que parece un determinismo infeliz y que resulta de las llamadas desgracias terrenales: desastres, desencarnaciones inesperadas, enfermedades, abandonos, sufrimientos, pobreza, de manera alguna son infortunios reales, sino procesos metódicos de disciplina moral para los condenados, los deudores inveterados, mediante los cuales son advertidos por las fuerzas superiores, a fin de que se inclinen hacia los deberes nobles y se reconcilien con sus conciencias y con el prójimo que pisotearon y  maltrataron.

      Como auxiliares valiosos del libre albedrío, el hombre posee el discernimiento, la razón, la tendencia al bien, la irresistible atracción hacia la felicidad... contra él, está el pasado espiritual, el atavismo animal, la preferencia al error como resultante del hábito y del comodismo al que se aferra... A fin de que no se demore por tiempo indefinido en el error, las leyes sabias determinan las experiencias dolorosas que funcionan como técnicas de evaluación de las conquistas morales para su progreso, su evolución.

      Ningún espíritu conseguirá marginarse indefinidamente, entregándose a sí mismo en una postura de egoísmo. Cuando su opción infeliz lo embrutece y la vileza lo maltrata, es alcanzado por los impositivos del progreso y, a través de penosas y santificantes expiaciones, desarrolla las superiores aptitudes innatas con que abre las alas de la santificación, alzando vuelo rumbo al progreso.

     Redescubre y reencuentra el placer del bien del que se distanció y anhela  la emoción de recuperarse más fácilmente. De aquí surgen las conmovedoras pruebas que solicita en las cuales se agiganta, ganando la redención y enseñando  ejemplos de valor a los debilitados en la lucha, a los derrotados  en el esfuerzo rehabilitador, puesto que tal es la conciencia de que se hace portador, en el ansia de ser dichoso...

      Gracias a los esfuerzos realizados y a los triunfos logrados luego de las sucesivas pruebas victoriosas, obtiene méritos para poder realizar tareas misioneras que lo traen nuevamente a la tierra, a la que dignifica y bendice con  sacrificios estóicos conmovedores y abnegaciones insuperables.

      Muchos de ellos no se permiten alegrías mientras  no recompensan  a los que ofendieron, rehaciendo el camino a su lado, ofreciéndoles venturas sobre el dolor y alegría mas allá  de las lágrimas.  Así, se sumergen en un cuerpo somático en sublimes anonimatos, dotados de elevados valores que brillan en el lodo donde aquellos se manifiestan, salvando a las antiguas víctimas aún intoxicadas por la rebeldía y por la venganza.

      Solamente después de elevarlos a la planicie de la esperanza y de rescatar directamente con ellos los errores, aunque ya se hayan  rectificado y ennoblecido frente a la vida, es  cuando  parten hacia otros rumbos...

      Por lo tanto, las pruebas espontáneamente aceptadas, representan conquistas, ajustes entre los Espíritus Tutelares y los espíritus que reencarnan, consustanciados en el libre albedrío de éstos.

      Las expiaciones, son las terapéuticas quirúrgicas enérgicas, rigurosas, impuestas por el determinismo de las leyes por el bien de aquellos que se dejaron arrastrar en las mallas del egoísmo descontrolado, de las locuras indebidas, de la insensatez prolongada.

     Estas se yuxtaponen, se coordinan, se comprometen en un bienaventurado programa que tiene como objetivo la felicidad y la paz de los hombres.

      Por lo tanto los pensamientos y  los actos, son los agentes responsables de los éxitos y desdichas que pesan sobre la conciencia de cada criatura.

      Lo que haya sucedido de mal, no está irremediablemente hecho, ya que enseguida fulge la oportunidad de la recuperación.

      Es verdad que el tiempo precisa  ser aprovechado y que no vuelve en las mismas circunstancias, con semejantes requisitos, en iguales condiciones. Entretanto, el esfuerzo personal, aliado del  interés por la edificación íntima, crea los factores propicios para que en otro espacio de tiempo, se modifiquen las estructuras negativas, se deshagan las construcciones perjudiciales, se minimicen las consecuencias de lo ya hecho, produciéndose los mecanismos favorables en pro de lo positivo que se irá a hacer.

      Siempre hay esperanza en el cielo del hombre que se decidió por la verdad.

        La luz del bien brilla imperecedera en la cúpula de la vida.

      Podéis hacer todo lo que yo hago y mucho más, si quisierais" afirmó Jesús.

      A pesar del destino de glorias imprevisibles que está reservado para todos, la decisión de usufructuarlas hoy o más tarde dependerá de cada ser, sin olvidarnos que el   " reino de los cielos es tomado por asalto ", perteneciendo a aquellos que se resuelven romper con la indecisión, con la incertidumbre y con el comodismo, avanzando  con intrépido amor, en una libre opción por alcanzar la culminación del determinismo de las leyes divinas.

Juana de Ángelis - Mensaje Psicografiado por Divaldo Pereira Franco


( Ver blog:   inquietudesespiritas.blogspot.com )










Misión de los espiritistas



 LA  MISIÓN DE LOS ESPIRITISTAS

¿ No percibís ya la gestación de la tormenta que debe arrasar al viejo mundo y sumergir en la nada la suma de las iniquidades terrestre?;   ¡ Ah! Bendecid al Señor., vosotros que habéis depositado vuestra fe en su soberana justicia y que, nuevos apóstoles de la creencia revelada por proféticas voces superiores, vais a predicar el dogma nuevo de la reencarnación y de la elevación de los espíritus, conforme éstos hayan cumplido bien o mal sus misiones y soportando sus pruebas terrenales .

     ¡ No tembléis más !  Las lenguas de fuego están sobre vuestras cabeza. ¡Oh , verdaderos adeptos del Espiritismo, sois los electos  de Dios !   Id y predicad la divina palabra.

El  Evangelio según el Espiritismo


( Visitar el Blog,  inquietudesespiritas.blogspot.com )
     Hermanos mios, que el Maestro de Nazaret os guié,  hoy quiero hablaros de la unidad, con la fuerza de  la oración  para que cada día el campo vibratorio de los espiritistas sea más poderoso, más fuerte más radiante, pero para ello necesitamos de la unidad, de la solidaridad, de la fraternidad, de la caridad y del amor, para  ir caminando  sin el fantasma de nuestro ego, descansando en las manos de nuestro Señor. 
     La forma es nada, el pensamiento es todo. Rogad cada uno según vuestras convicciones y del modo que más os conmueva, del libro de oraciones.

     Oremos con toda las fuerzas de nuestra alma, por la humanidad y  unos por otros, yo  he de confesaros que siento en mi espíritu  efluvios reconfortantes con vuestra amistad.
Con respeto y amor
Marco Antuan

miércoles, 27 de abril de 2011

La gran transición de la Tierra



  Según el calendario Maya, coincidiendo con  las predicciones de Ramatis sobre el llamado final de los tiempos, hoy presento este trabajo interesante  de una  compañera  colombiana que  este tema.


La Gran Transformación de la Tierra

     El planeta Tierra está siendo sacudido por cambios, tanto en su estructura física a través del ajuste de sus capas tectónicas que generan los movimientos sísimicos y los tsunamis, pasando por las condiciones climáticas afectadas por el efecto calentamiento y el consecuente aumento de la temperatura a nivel global, sobre la constitución moral de sus habitantes. Desde un lejano intervalo de tiempo se realiza la gran transición del planeta anunciada por las Escrituras y confirmada por el Espiritismo.
     La enseñanza de los Espíritus dice que los diversos mundos están en relación a los demás en condiciones diferentes según el grado de adelantamiento o de inferioridad de sus habitantes. La Tierra, que actualmente pertenece a la categoría de los mundos de expiación y pruebas en los cuales aún prevalece el mal, está en proceso de transición hacia un mundo de regeneración, dando lugar a una nueva era de paz y de felicidad.
     Confome una instrucción del Espíritu Juana de Angelis, por intermedio de la psicografía del médium Divaldo Pereira Franco, los espíritus que permanecen en la perversidad, en el descontrol, en la infamia y en la sensualidad, están siendo llevados lentamente hacia mundos inferiores donde enfrentarán las consecuencias de sus despreciables actos, hasta que se recuperen y decidan cumplir las leyes del amor. Al mismo tiempo, espíritus nobles están reencarnando a fin de promover el bien y alargar los horizontes de la felicidad.
     Un artículo de la revista Presença Espirita hace referencia a Divaldo Franco en una reciente conferencia en Río de Janeiro, hablando sobre los destinos de la Tierra, cuando Divaldo dice a los presentes que, aproximadamente, a partir del año 2012 nuestro planeta, en su movimiento, entrará física y psíquicamente en la psicosfera del aniño de Alcione (estrella en torno de la cual gira el sistema solar), donde no hay sombras y, siendo así, nosotros, empezaremos a vislumbrar más fraternidad y amor. Esto estará ocurriendo poco a poco hasta el año 2020 y, posiblemente, en el 2100 las nuevas generaciones tendrán dificultad en saber que los pueblos primitivos, es decir, los habitantes actuales, actuábamos los unos contra los otros generando pérdidas para todos. Habló también que los benefactores espirituales nos han enviado niños diferentes - los niños cristal -, que desean ser y no tener y nos ayudarán a mejorar nuestro paisaje mental, lleno de orgullo, envidia, egoísmo, maledicencia e infidelidad.
     El Espíritu Juana de Angelis nos dice que la gran transición prosigue, y porque es necesaria, la única alternativa es examinarnos para saber como cooperar para que las sombras que impregnan el mundo sean disminuidas por el sol de la inmortalidad. No debe cultivarse ningún recelo, porque, aúnque ocurra el fenómeno natural de la muerte, la vida se manifestará en otra dimensión. Hasta llegar al periodo de la armonía, nos recomienda la Benefactora, que todos los actos sean de bondad, ternura, abnegación y profunda confianza en Dios.

 KATHERINE ISABEL ZABALETA MEZA


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Momentos históricos de la ciencia ante el Espiritismo

Jorge Hessen



MOMENTOS HISTORICOS DE LA INVESTIGACIÓN CIENTIFICA ANTE LA PERSPECTIVA ESPIRITA

 La tecnología está tan presente  en la vida cotidiana que no imaginamos el mundo sin su contribución. Ya sea en la tecnología de la información (ordenadores), las telecomunicaciones (Teléfonos celulares), la genética (investigación con células madre), la biotecnología (OMG) en la conquista del espacio. La Ciencia, propiamente dicha, es una conquista reciente; no ultrapasa más de tres siglos, aunque sus primeras pruebas han comenzado en Grecia de la edad de oro VI, V a. C. Lo hemos representado por Arquímedes, cuya investigación dio base para la mecánica, por Pitágoras de Samos, por Thales de Mileto, Euclides de Alejandría en el desarrollo de las matemáticas y la estructura numérica.
     Hemos encontrado en los investigadores Jónico escolares, como Leucipo, Demócrito y Empédocles, quien explicó los fenómenos naturales enraizados en la reducción de los elementos físico-atómicas, expresando el materialismo más avanzados (1). Destacamos al filosofo Sócrates que supero  en inteligencia a su profesor Anaxagora, legando para la humanidad discípulos de la envergadura intelectual de Antistenes, Xenofonte y Platón. En su contexto, Aristóteles vio obligado a explicar los fenómenos astronómicos en el sesgo de la Eudoxo cosmológico geocéntrico Eudoxo (antiguo alumno de Platón), a diferencia de Aristarco que caminaba por instigar la teoría heliocéntrica.
     Un milenio después de esas apoteósicas realizaciones griegas, ocurrió, en Europa, la desagregación del Imperio romano, en el siglo V,  y el liderazgo cristiano surgió como los "bárbaros invasores" y se convirtió en una iglesia soberana de destino absoluto "espiritual" en Occidente. En sus anfitriones  destacaban pensadores a quién Clemente, Orígenes, Tertuliano, San Agustín, ambos regresaron a la 
filosofía platónica y contribuyó al apoyo de una ética rígida 
bajo los auspicios de la trascendencia mística.
     En el siglo IX, el emperador Carlomagno incrementó  las bases culturales, la  fundación de escuelas y templos, y desde el siglo XI, se han generalizado en Europa, universidades que se tornaron núcleos de reflexiones filosóficas. En el siglo XIII, Tomás de Aquino se destacó proponiendo la síntesis  del cristianismo vigente  con la visión aristotélica del mundo. En sus dos Súmame (2), sistematizó el conocimiento teológico y filosófico de entonces. En el siglo XIV, la Iglesia romana,  bajo los guantes tomasistas, entronizó una teología (fundada en la revelación) y una filosofía (basada en el ejercicio de la razón humana) que se fundieron en una tesis  definitiva: fe y razón, unidas en su orientación común rumbo al Creador. La tesis de Aquino afirmaba que no podía haber contradicción entre fe y razón y estableció el pensamiento filosófico- teológico manifestado en la truculenta filosofía de “Roma locuta causa finita ".
     Durante los siglos XV y XVI, se intensificó en Europa, la producción literaria y artística. Este período se conoció como el Renacimiento o Renacentista. Mientras que en siglos pasados la vida humana debía estar centrada en Dios (teocentrismo),  a partir de los siglos XV y XVI, el hombre se convierte en el personaje principal (antropocentrismo). Los pensadores  criticaron y cuestionaron  la autoridad  de esa autoritaria Iglesia romana. En esa coyuntura la apropiación del conocimiento partia de la realidad observada por la experimentación, por la constatación, y, por fin, por la teoría, dando lugar  a una ligación entre ciencia y técnica. En el siglo XVII, la primera gran teoría que  se tiene  noticia en la moderna ciencia versó sobre la gravitación universal elaborada por Newton, separada de las leyes de los movimientos planetarios de Kepler y en la Ley de Galileo sobre la caída de los cuerpos.
     En el siglo XX, Albert Einstein propuso la teoría de la relatividad y otros presupuestos de las tesis newtonianas sobre la gravitación universal, llegando a conclusiones inusitadas en el abordaje sobre las realidades del micro o del macrocosmos, sobre todo en lo que reporta a tiempo y espacio en la dimensión material. Hasta entonces, la física tradicional era considerada la llave de las respuestas de la vida en el mundo palpable, estribado en el determinismo mecanicista. Todavía, en la década de 1920, las investigaciones de Brooglie, Bohr, Plank, en el universo de la física quántica, re direccionaran  el pensamiento científico en la formulación heisenberguiana el "principio de indeterminación o incertidumbre “y con él se irrumpió un “irracionalismo” en la ciencia redimensionando la distancia del hombre  de las realidades naturales de la vida.
     El investigador no podía afirmar más que nada existía en la vida que la ciencia no explicase y que todas las cosas, fenómenos y ocurrencias podrían ser esclarecidos a través de causas materiales. En medio de esas trayectorias históricas, surge, en el escenario terrestre, en el siglo XIX, la personalidad luminosa de Allan Kardec, que, inspirado por los Benefactores del Más Allá, sentenció: “Fe  verdadera es la que frente  a frente enfrenta la razón en cualquier época de la humanidad”, esclareciendo los enigmas que desafiaban a las inteligencias de aquellos mismos que confiaban en los determinismos del non plus ultra académico.
     ¿Quién somos? ¿Por qué nacemos? ¿De dónde venimos y para donde vamos después de la desencarnación? Eran cuestiones que el racionalismo académico no respondía en la época. El Espiritismo surgió en un momento de descubrimientos científicos y desequilibrios morales, y trajo luz a la propia razón que estaba nublada momentáneamente por los excesos de sus postulados. Los principios  de la investigación científica se iniciaron con la rebelión contra la intolerancia y el dogmatismo religioso, pero la arrogancia  del racionalismo la hizo camisa de fuerza del conocimiento, arrojándola en la misma mala dirección trillada por el agresivo y alienante dogma de la Iglesia.
     El maestro de Lyon afirmó en otras palabras que “el Espiritismo independe de cualquier creencia científica o religiosa y no propone fuera del Espiritismo no hay salvación; tanto como no pretende explicar toda la verdad, razón por la cual nos propone  fuera de la verdad no hay salvación”(3). Los preceptos Kardecianos  se consustancian en el manantial más expresivo de las verdades eternas. La misión de la Doctrina Espirita se mueve a través del proceso de levantar el edificio desmoronado de la creencia cristiana.
     Distante de los conflictos ideológicos, resultantes de batallas  estériles en el campo intelectual con el objetivo de endosar el racionalismo para justificar “certezas” de las llamadas ciencias “exactas”, la lección espirita, como ciencia del alma, representa el asilo de los afligidos que escuchan aquella misericordiosa exhortación  del Maestro: “Venid a mí, todos los que estáis cansados y sobrecargados, y yo os aliviare”. Sin embargo, para que seamos consolados, urge estar dispuestos acompañar a Cristo tomando-Le la cruz siguiendo Sus pasos.
Jorge Hessen


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