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martes, 1 de julio de 2014

Para alcanzar la Paz


                                             

 PARA ALCANZAR LA PAZ

Todos ansiamos la paz, si  pudiéramos quitar del mundo las guerras, las discusiones, las  amarguras que se derivan de las guerras materiales, como de las espirituales, conseguiríamos estabilizar muchísimo nuestro estado emocional, pero lamentablemente, esto no sucede, cada día que abrimos los ojos a la luz, descubrimos nuevos casos de violencia, de maldad ejecutada con la más cruel frialdad.
 Ante tanta violencia mostrada en televisión en el día a día, como son los secuestros, asaltos, asesinatos, guerras y terrorismos. Todos nos preguntamos  ¿cómo podremos vivir bien en días como estos? ¿Cómo tener paz ante tamaños caos?
La paz ha sido siempre la gran ansiada, el gran deseo de la criatura humana desde los principios de la humanidad. Aun un en día  todos esperamos  que algo o alguien nos traiga esa paz que tanto ansiamos. Sin embargo nos escondemos  por detrás de conceptos ultrapasados, del tipo “la tierra es un valle de lagrimas! Y quedamos esperando un milagro, algo mágico o   alguna religión   nos de la paz que ansiamos.
Precisamos reaccionar y ver que la violencia, el tumulto  y el desequibrio de allá fuera es reflejo directo de nuestra violencia y desequilibrio  internos, y que nadie tiene el poder de darnos la paz  tan soñada, a no ser nosotros mismos. Aun resuenan las palabras de Jesús  de hace dos mil años “los hombres desean la paz, más no buscan las cosas que proporcionan la paz” entras tanto, no debemos apenas desear la paz, debemos buscarla y hacerle en el lugar cierto.
La paz no está en vestirnos de blanco, en romper las armas y darnos abrazos simbólicos en monumentos. La paz  es vestirnos interiormente de armonía desarmarnos interiormente y abrazarnos  verdaderamente unos a los otros.
La paz es la ausencia de luchas, violencias o perturbaciones sociales; tranquilidad pública; concordia; armonía. Es ausencia de conflictos entre las personas; buen entendimiento, armonía. Ausencia de conflictos íntimos; tranquilidad en el alma; sosiego. Todas estas cosas, son  la paz según Aurelio Buarque en su diccionario.
En la visión espirita la paz colectiva  es conquista individual, fruto del esfuerzo de cada uno, en ser mejor hoy que ayer y así sucesivamente. Allan Kardec percibió en las enseñanzas de los Espíritus  dichos importantes para facilitarnos ese proceso de crecimiento espiritual. Es sin duda la reencarnación la gran respuesta para la mayoría de nuestros desasosiegos, tormentos y conflictos íntimos.
Reencarnación consiste en admitir para el hombre  muchas existencias sucesivas. Siendo que cada nueva existencia el espíritu da un paso en el camino del progreso; Cada  uno en su propio ritmo hacia aquellos que avanzan rápidamente  y otros   que se demoran más. Sin embargo todo tienden  a la perfección, y Dios proporciona todos los recursos para que lleguemos allá. Y es en eso en lo que consiste la justicia divina. Somos nosotros los constructores de nuestro propio destino. León Denis dice: “Tu obra más bella  es tu mismo”.
La reencarnación nos muestra el sentido para la vida, explica el porque de los acontecimientos, más también nos llama  la atención hacia nuestra propia responsabilidad ante de nuestro fanal evolutivo que es la felicidad, la paz, la perfección. Todo el conocimiento que adquirimos con la reencarnación ya podría estar facilitando nuestras vidas, proporcionándonos la paz interior y consecuentemente la paz social, pues según Juana de Angelis cuando un hombre se eleva la humanidad se eleva también con él.
La espiritualidad nos muestra que los conceptos de la reencarnación pueden ayudarnos a encontrar la paz interior, simplemente alterando nuestra manera de ver  y valorar a las personas y acontecimientos de la vida.
La reencarnación nos enseña: Que nadie es perfecto. Tenemos los gérmenes de la perfección, estamos fijados a ella, sin embargo aun  estamos  aun en el camino y quien está a camino de algo aun no ha llegado. Tenemos el mismo origen, fuimos creados simples e ignorantes. Tenemos el mismo destino la perfección. Sin embargo estamos en estados diferentes, precisamos respetar esa realidad  en nosotros y en los otros. Los otros son como son. Cada uno tiene su propio bagaje evolutivo, lo que hace que tengamos gustos diferentes, valores diferentes  y  principalmente opiniones diferentes.  Sin embargo tenemos que aprender  a usar la alteridad, o sea, aprender a convivir con el diferente, dándole el  derecho de ser diferente. Los otros solo son los otros. Todo es transitorio, la vida  no se resume  a ese corto intervalo de tiempo entre la cuna y el túmulo. Viviremos varias experiencias y en esas varias experiencias pasaremos en la vida de muchas personas  y muchas personas pasaran en nuestra vida. Más no somos de nadie y ni nadie nos pertenece. Tenemos que aprender a despegarnos. La vida es cíclica  y trae alegrías y tristezas.  Estamos aquí reencarnados para experiencias y aprendizajes, dentro de esa realidad iremos a vivencias momentos  buenos y ruines, sin embargo con el mismo objetivo. Sacar lo mejor de todo, aprendiendo siempre. La vida tiene turbulencias. Estamos aquí para aprender a utilizar nuestros potenciales, uno de ellos es la serenidad. La serenidad es nuestro farol, para iluminar  la conciencia  para mejores actitudes  en los peores momentos. La vida es ambivalente. En la vida hay cosas que podemos y debemos modificar. Sin embargo, también hay cosas que solo nos resta aceptar. Debemos buscar la lucidez necesaria  para distinguir una cosa de otra. La vida siempre cierta. Solo recibimos de las leyes soberanas lo que a ella hemos ofertado. Es la ley de acción y reacción. Dijo Jesús “no cae un solo pelo de tu cabellos si no está dentro de la voluntad del Padre”.
Todos los conocimientos que la espiritualidad  nos ha traído hasta hoy son recursos  para aprender a crear la paz que tanto deseamos. Piense en esto: La paz comienza en mí.
Amigos, es una hermosa acción el que al volver a la vida, en cada despertar, cada uno en sí mismo, cree la paz, pacificando la vida que se desarrolla a nuestro alrededor. Miremos la adversidad de frente, y lejos de crear armas para vencerla, procuremos buscar armas para redimirla, haciéndola fructificar en sectores de paz y armonía, frente a los panoramas de agresividad y  defensa que cada luchador crea en si en su campo de batalla.  Os deseo un lindo martes con mucho amor y cariño.  
José Antonio Ferreira da Silva

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                       LA MÁXIMA LECCIÓN DE LA VIDA
     

"La máxima lección de la vida es el amor.
Sin él, los objetivos para alcanzar pierden su finalidad y dejan al ser humano a merced de sus pasiones inferiores.
El amor diluye las sombras de los sentimientos negativos e imprime el sello de la mansedumbre en todos los actos.
Entonces, ama todo y a todos.
Ejercítate en el amor a la Naturaleza, que se irradia en el sol, el aire, el agua, los árboles, las flores, los frutos, los animales y los hombres.
Déjate enternecer por las invitaciones silenciosas que el Padre Creador te hace y dilata tus emociones sobre todas las cosas, dulcificándote interiormente.
Mientras más ames, menos serás alcanzado por las astillas del mal, pues tu comprensión dilatada abrirá espacios a la vida, al cosechar solamente los efectos de la paz."

(Vida Feliz -- Joanna de Angelis)

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EL MAYOR MANDAMIENTO

Jesús recomendó que el amor deba ser la piedra angular de todas las construcciones. Lo consideró el mandamiento mayor y sintetizó toda la ley  a los profetas en el amor a Dios por sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismo.

En esa instrucción de aspecto triple está presente la totalidad de las realizaciones humanas, las ambiciones y las metas.

El amor a Dios significa  el respeto y la acción preservadora de la vida en sus más variadas expresiones, del cual el ser llega a formar parte, integrante  del conjunto cósmico.

La responsabilidad ante la Naturaleza sin agredirla ni despreciarla, antes bien, colaborando por su desarrollo y armonía, expresa el amor que contribuye a la obra divina y rinde homenaje a su Autor.

El amor al prójimo es consecuencia de aquel que se profesa a su Progenitor; muestra la fraternidad que nos debe unir a todos, por ser Sus hijos  predilectos que marchamos de regreso a Su seno.

Sin este sentimiento hacia nuestros hermanos, nos desorientamos en la soledad y nos debilitamos, perdiendo el entusiasmo por las actividades esclarecedoras.

Cuando le preguntaron a Jesús cual era el mayor mandamiento, Jesús respondió que Amar a Dios sobre todas las cosas y el segundo  tan importante como el primero Amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

 En estos dos mandamientos  se encierra la Ley de Dios  y el ejemplo que Jesús puso a sus discípulos lo define con mucha claridad:

Se trataba de un rey que decidió ajustar cuentas con sus siervos,   uno de ellos, fue llamado y este le debía  diez mil talentos, y no teniendo este con que pagarle, mando apresarlo a el y a su familia, tomar sus posesiones  y todo venderlo para pagar su gran deuda.

El siervo poniéndose de rodillas, lloro y suplico pidiendo piedad, y el Rey se compadeció de aquel siervo deudor, perdonándole la deuda. Al salir para fuera, se cruzo con un compañero de el, que le debía cien denarios, sin pensarlo, lo tomo por el cuello, profiriendo las siguientes palabras, ¡págame lo que me debes! Este se arrodillo y le suplico tuviese piedad y que tuviera paciencia, que le pagaría lo que le debía, el sin embargo ni lo escucho, lo mando hacer preso, hasta que le pagase la deuda.

Los siervos viendo esto fueron al rey y se lo contaron. El rey lo llamo de nuevo y le dijo: Siervo malo e infiel, yo te perdone la deuda, porque me lo pediste, ¿no deberías tu haber hecho lo mismo? ¿Haber tenido piedad de tu compañero, como yo la tuve de ti? Herido el rey por su mala conducta, lo mando apresar hasta que le pagase la deuda.

“Así sin duda ara Dios con todo aquellos que no perdonen a sus hermanos”
(Mateo, XVIII, 21 – 35)
Esta parábola explica muy claramente la concesión que debemos hacer  a nuestro prójimo, para que nosotros podamos recibir de Dios la recompensa en la misma moneda.

Jesús  escogió esta parábola, con el fin de demostrar al hombre la bondad de Dios,  y la naturaleza de la Doctrina que en nombre del El estaba transmitiendo a todos.

No fue necesario escoger a otro deudor para explicar el significado de la parábola, uno bastaba para completar totalmente la lección.

Amar a nuestro prójimo, como a nosotros mismos, es hacer a los otros lo que nos gustaría  que se nos hiciese a nosotros, es la expresión más completa de la caridad, porque resume todos los deberes para con el prójimo.

Cumpliendo esta máxima, eliminamos el egoísmo  que hay dentro de nosotros,  cuando la tomemos como regla de conducta, comprenderemos la verdadera fraternidad, no tendremos odios ni disensiones, porque siempre haremos brillar la paz a nuestro alrededor y la justicia, porque no abra odios ni disensiones, sino unión, concordia y benevolencia mutua.

Debemos procurar  no causar prejuicios  materiales o morales a nuestros hermanos, no debemos violar sus intereses, y si respetar los derechos de cada uno, como nos gustaría que se respetasen los nuestros, este cumplimiento se extiende  a la familia, a la sociedad, a la autoridad, lo mismo con los individuos.

Todos tenemos unos deberes que cumplir, y no debemos faltar a ellos, debemos procurar ejercer sobre ellos una acción correcta, para que la vida no nos pida el pago  por el incumplimiento de ellos.

Jesús al decirnos que demos al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo que es de Dios, nos lo dio a entender claramente.

El amor es el sentimiento por excelencia, y los sentimientos son los instintos elevados a la altura del progreso realizado. El hombre en su origen solo tiene instintos; más adelantado  y corrompido, solo tiene sensaciones, pero instruido y purificado, tiene sentimientos  y el punto exquisito del sentimiento es el amor, no el amor en el sentido vulgar de la palabra, sino esa luz interior que  condensa y reúne   en su ardiente foco todas las aspiraciones y todas las revelaciones sobrehumanas.

Jesús nos trajo el amor, una palabra que hizo estremecer a los pueblos y a los mártires, es la virtud por excelencia, ya que el amor lo puede todo, solo por el amor será salvado el hombre.

El Espiritismo, a su vez viene a pronunciar la segunda palabra del alfabeto divino, “reencarnación” sabiendo que no morimos , nos revela a los hombres nuestro patrimonio espiritual, el cual no se pierde, y nos da la esperanza de donde hicimos mal, poder hacer el bien, edificando nuevas construcciones. Tratando de limar las malas inclinaciones,  de hacer el bien, para poder  elevarnos, y así comprender la ley de amor, que nos ha de unir a todos, como hermanos,  a través de ese amor gozar aquí en la tierra de los suaves goces del alma, que solo  son  preludios de lo que será allí en el cielo.

Todos poseemos en el fondo de nuestro corazón la chispa del amor, y lo podemos observar  muchas veces, en los seres más perversos, en los criminales, donde siempre existe un punto, por el cual se hace más vulnerable, más débil, puede ser un objeto, una persona, ante el cual se siente debilitado, y ante el cual  se rinde.

Moralizándonos y con el desarrollo de la inteligencia, todos, un día  lo habremos hecho germinar dentro de nosotros, pues muchas veces está comprimido por el egoísmo, desmedido con el que contrajimos grandes deudas y que estamos a tiempo de rectificar, a través de la pluralidad de las existencias, que es la única que nos facilita esa oportunidad.

El amor que es de origen divino, es el arma más eficaz para matar el egoísmo, bajo cualquier forma que se presente, pues no debemos olvidar, que además del egoísmo personal, lo hay de familia de casta, de nacionalidad. Jesús nos dijo que amasemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos, y no debemos olvidar que nuestro prójimo no es la familia,  la nación, el pueblo donde vivimos, es la Humanidad entera.

Solo cuando seamos capaces de amarnos como hermanos, podremos llamarnos discípulos de Cristo. Solo entonces habremos mejorado nuestras tendencias  inferiores, y procuraremos el bien en todas partes, nuestro ejemplo dará sus frutos, cuando en la Tierra  se practique la caridad, la paciencia, la humildad, el perdón, la resignación en una palabra todas las virtudes estará purificada. Mientras tanto es un  planeta de expiación y de pruebas, y el hombre estará aprendiendo la  gran lección de amar a su prójimo como así mismo.

Nada podemos hacer de cara a engañar a los hombres, porque los primeros engañados seremos nosotros, no fructificara la planta del amor, en aquellos que solo sean de apariencia, Dios ve nuestro fondo, y por eso  es a El a quien hay que rendir testimonio, cuanto antes terminemos la gran obra de nuestra redención, antes gozaremos del bienestar que da el bien, antes podremos ayudar y formar parte del cortejo de las almas sublimadas a través de las cuales, reciben ayuda aquellos que aun no se decidieron, que no se decidieron a amar para merecer ser amados.

Aquellos en que el egoísmo aun es la nota predominante, debemos tratar de destruir esa hierva dañina, es un monstruo devorador que domina a las inteligencias, las doblega a sus mezquinos intereses, y no les deja ver, que es el causante de las miserias por las que pasa, y que hacen que no pueda sentir en si la felicidad, si todos nos amasemos, la caridad se practicaría mejor, sentiríamos más el dolor ajeno.


No debemos olvidar, que no solo son enfermos los que piden ayuda para sanar sus llagas, también son los ladrones y los perversos, que hacen un gran mal a sus semejantes, todos son enfermos, con distintas dolencias,  por eso Jesús nos lo demostró no rechazando a la mujer adultera, el criminal todos eran atendidos por el, y así debemos hacerlo también nosotros, pues todos necesitamos a veces de auxilio, y de perdón, y cuando seamos contrariados, cuando la ingratitud sea la moneda que recibamos del hombre, por un bien realizado, dejemos siempre la justicia a Dios, nunca demos el odio, la indiferencia, el desden como respuesta a esa dadiva ,siempre acordémonos de que el amor cubre la multitud de los pecados, todos los  disfraza , los oculta, para hacer crecer en ellos el amor que es el bálsamo reparador y que elimina todo el mal producido.


El orgullo y el egoísmo son la plaga de la Humanidad, ellos hacen que el hombre este siempre guiados por intereses y sean pisoteados los afectos mas sanos, y que los lazos de la familia sean destruidos que son sagrados.

Es imposible la caridad sin la fe. Podemos tener gestos generosos, pero estos siempre serian austeros, no es lo mismo la caridad ejercida por un hombre guiado por su fe, ella es la única que nos facilita el llevar con resignación la cruz que cada uno cargamos.

El hombre que goza de todo en la Tierra, piensa que  solo debe ocuparse de procurar su felicidad, aquí en la tierra, en cambio aquel que tiene fe en Dios, procura edificar aquí el reino dentro de si mismo, venciendo sus pruebas, ejerciendo la caridad, luchando para mantener su armonía dentro de los diversos ámbitos que le toca vivir, venciendo su egoísmo, su vanidad y orgullo, sabe que triunfará, y la felicidad verdadera será en el por haber vencido los  impedimentos para serlo. Que son los defectos morales que lo entorpecen y no lo dejan ver la realidad de las cosas.

Sin la caridad no hay salvación, siempre hay alguien que nos perturba, que nos  inspira, resquemor, que nos pone la zancadilla, que no nos comprende, que nos hace mal, y si no ejercemos la caridad con ellos, perdonándolos y devolviéndoles bien por mal, seremos juguetes en sus manos, dejándonos llevar por las sensaciones que ellos nos inspiran, por eso Jesús nos dijo que debíamos a esos amarlos, como a criaturas de Dios, perdonándolos y tratándolos como enfermos especiales que necesitan de nuestro mayor comprensión, pensando siempre que a nosotros se nos pedirá más porque hemos recibido más,  ellos son ciegos que no ven y sordos que no oyen, por eso a través de nuestro auxilio y comprensión sincera, es que despertaran.

 No defraudemos nunca a los débiles, para ellos somos el espejo a través del cual se miran para ver sus defectos, procuremos siempre ejercer la caridad con ellos, despertando a través de nuestro ejemplo y neutro cariño, en ellos el sentimiento de la fe, que vean  nuestro esmero en alcanzar la plenitud de la luz de Dios, trabajando para El, sin intereses de ninguna clase, solo ejerciendo el bien, por el bien mismo.

Imaginemos que somos hijos todos de un mismo Padre, y que en el seno de la familia, nadie somos iguales, Dios siempre permite que los fortalecidos con conocimientos, sean un auxilio para los débiles, e ignorantes, pues de hay que a nuestro alrededor haya hermanos tan diferentes a nosotros, sin ninguna fe en Dios, todos nos abastecemos en la gran viña. Todos somos  necesarios y útiles en algún sector de la vida, lo realmente importante es que la espiga, alimente con su fruto y el ser también con su trabajo. Seamos buenas semillas, creciendo para Dios, tratemos con total desinterés a la planta enferma, ella también dará un día sus frutos, pero mientras tanto, en todo lugar podemos  ejercer la caridad, siendo siempre tolerantes y solidarios con aquellos que no son como nosotros, y que crecen para Dios igual que nosotros aunque a distinto nivel.

No debemos juzgar a nadie, eso es cosa de Dios que nos dio la vida, por eso cuando veamos a un malhechor no evitemos el ayudarle si nos es permitido, pues el juzgarle es cosa de Dios, y el de nosotros el hacer el bien en todas partes, sin mirar a quien, sin ver el color de la piel, sin interés, porque solo así, es como el Padre devolverá ciento por uno, el más mínimo interés, puede hacer perder esa buena acción todo merito, pues solo el bien es las miras que deben regir nuestros actos.

Cuando Jesús nos hablo de la “pureza de corazón” nos enseño a adquirir los tesoros inalienables del espíritu, con los cuales el hombre es feliz.

- Mercedes Cruz -
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" Cada mañana trae una bendición escondida; una bendición que sólo sirve para este díay que no puede guardarse o desaprovecharse. Si no usamos este milagro hoy, se perderá.

Este milagro está en los detalles de lo cotidiano; es preciso vivir cada minuto porque allí encontramos la salida de nuestras confusiones, la alegría de nuestros buenos momentos, la pista correcta para la decisión que ha de ser tomada. No podemos dejar nunca que cada día parezca igual al anterior porque todos los días son diferentes."

Paulo Coelho

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