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sábado, 25 de octubre de 2014

¿ Y DESPUÉS DE LA MUERTE ?

Saludo matinal


Queridos amigos, hola buenos días, el progreso es una condición de la humana naturaleza, nadie tiene poder para oponérsele. Es una fuerza viva que las malas leyes pueden retrasar, pero no ahogar.

El hombre no puede permanecer para siempre en la ignorancia, porque debe llegar a la meta que la Providencia le señala.  El ser se va ilustrando por la fuerza misma de las circunstancias. Las resoluciones morales  como las sociales, se filtran de forma paulatina en las ideas, germinan durante siglos y después estallan de súbito y hacen que se desplomen  el carcomido edificio  del pasado, que ya no armoniza con las nuevas necesidades y las nuevas aspiraciones.

El hombre en esto solo ve la confusión y el desorden momentáneos que lesionan intereses materiales. Pero el que eleva el pensamiento por encima de su propia persona admira los designios  de la Providencia que del mal hace surgir el bien.

Todo  es armonía en la Creación, todo revela  una previsión que no se desmiente ni en las cosas pequeñas ni en las grandes.

Nuestro planeta, así como todo lo que existe, está sujeto a la ley del progreso. Progresa físicamente por la transformación de los elementos que lo componen y moralmente, por la depuración de los Espíritus encarnados y desencarnados que la pueblan.

Este doble progreso se verifica de dos formas el uno, lento gradual e insensible; el otro,  caracterizado por cambios más bruscos, marca con caracteres  ostensibles los periodos progresivos de la Humanidad.

Las leyes de Dios son eternas e inmutables y su voluntad es eterna y constante y su pensamiento anima a todas las cosas  sin intermisión. El pensamiento Divino, lo penetra  todo, es la fuerza inteligente y permanente que mantiene el universo en Armenia. Si este pensamiento dejase de actuar un solo instante, el Cosmos podría compararse a un reloj sin péndulo regulador.

La humanidad en los últimos días a progresado, gracias a su inteligencia, han obtenido resultados  jamás alcanzados en lo que respecta a la ciencia, el arte y el bienestar general; pero le queda aun por realizar  un inmenso progreso; hacer reinar  entre si la caridad, la fraternidad  y la solidaridad para asegurar el bienestar moral.

El periodo en el que va a entrar la Humanidad señalará una de las más importantes fases de la humanidad, serán los tiempos señalados por Dios.

No se tratará en esta ocasión de un cambio parcial, de una renovación circunscripta   a una nación a un pueblo, a una raza; se trata de un movimiento que se opera  en benficio del progreso moral.  Se establecerán un nuevo orden de cosas, y los mismos que a ello se oponen con más empeño, coadyuvan a el sin saverlo.

La generación futura, libre de escorias del viejo mundo y formada por elementos  más puros, está animada por ideas y sentimientos muy diferentes de los que nutren  a la generación actual, que se va a pasos agigantados .

Cuanto más avanzamos más sentimos  lo que nos falta, sin poder, no obstante,  definirlo claramente; es el efecto  del trabajo intimo que se opera para la regeneración; se tiene deseos  y aspiraciones que son como el presentimiento  de un estado mejor.

“Pero un cambio tan radical, como el que se está elaborando no se puede llevar a cabo sin perturbaciones;  hay una  lucha inevitable en las ideas. Ese conflicto origina forzosamente perturbaciones temporales, hasta que el terreno haya sido desbrazado y el equilibrio restablecido.

Los graves acontecimientos  anunciados surgirán de esa lucha de ideas y de ningún modo de cataclismos  o catástrofes puramente materiales. Los cataclismos generales eran consecuencia del estado de formación de la Tierra.

La civilización será completada  cuando haya desterrado de su sociedad los vicios que la deshonran, y cuando vivan  juntos como hermanos, practicando la caridad cristiana. En la actualidad aun seguimos  siendo pueblos instruidos  que solo recorrieron la primera fase  de la civilización. (Libro de los Espíritus 793)

Un pueblo civilizado se caracteriza por sus vahídos  intelectuales y morales más que materiales. Donde la inteligencia  puede desarrollarse con mayor libertad. Done haya más bondad y buena fe, más benevolencia y generosidad  reciprocas. Donde los prejuicios  de casta y de nacimiento estén menos arraigados pues son ellos  incompatibles con el verdadero amor al prójimo. Donde las leyes  no consagren  privilegio alguno  y sean las mismas  para el último  como para el primero de los hombres. Donde la justicia sea ejercida sin ninguna  parcialidad.  Donde el débil encuentre siempre  el apoyo del fuerte, y la vida del hombre, sus creencias y opiniones sean respetadas mejor. Donde, por último, haya, menos desdichados y todo hombre  de buena voluntad esté siempre seguro de no carecer de lo necesario.(Libro de los Espíritus 793)

 Trabajo realizado por Merchita
Extraído del libro Socialismo y Espiritismo de León Denis

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LA Eutanasia

Tema de frecuente discusión, por unos defendida, por otros censurada, la eutanasia, o "sistema que procura dar muerte sin sufrimiento a un doliente incurable", regresa a los debates académicos, frente a su aplicación sistemática por eminentes autoridades medicas, en criaturas incapaces físicas o mentales desde el nacimiento, internadas en Hospitales Pediátricos, sin esperanzas científicas de recuperación o sobrevivencia...
Practica nefasta que testimonia la predominancia del concepto materialista sobre la vida, que apenas ve la materia y sus implicaciones inmediatas, en detrimento de las realidades espirituales, refleja, también, la soberanía del primitivismo animal en la constitución emocional del hombre.
En la Grecia antigua, la hegemonía espartana, siempre armada para la guerra y la destrucción, insirió en su Estatuto el empleo legal de la eutanasia eugenésica en relación a los enfermos, mutilados, psicópatas considerados inútiles, que eran arrojados al Eurotas por pesar negativamente en la economía del Estado. Guiados por superlativo egoísmo y prepotencia, a pesar de los conflictos arbitrarios del exagerado orgullo nacional, se hicieron víctimas de la impulsividad belicosa que cultivaban...
Otros pueblos, desde la más remota antigüedad, se permitían practicar ese "homicidio ejercido por compasión"...
En circunstancia alguna, o bajo ningún motivo, cabe al hombre derecho de escoger y deliberar sobre la vida o la muerte en relación a su prójimo.
Los criminales más empedernidos, homicidas o genocidas entre los más hediondos, no deben tener cortadas sus vidas, sino antes ser aislados de la convivencia social, en celdas, o en trabajos rectificadores, en los cuales expurguen bajo la acción del tiempo y de la reflexión, que tarda más alcanza al infractor, haciéndolo expiar los delitos perpetrados. Aun cuando se trate de réprobos anatematizados por desconcierto mental, no faltan Nosocomios judiciales donde pueden recibir conveniente asistencia a la que tienen derecho, sin que sean considerados inocentes por los crímenes perpetrados... Recuperando la salud, eventualidad excepcional que puede suceder, cercados, por el peligro de probable reincidencia psicopática, podrán de alguna forma, retribuir de manera positiva a la Sociedad, los daños que hayan causado.
En lo que tañe a los enfermos considerados irrecuperables, conviene considerar que dolencias, ayer  detestables como incurables, son hoy capitulo superado por el triunfo de hombres-sacerdotes de la Ciencia Médica, que la ennoblecen por la contribución que sus vidas ofrecen en beneficio de la Humanidad. Siempre hay, pues, posibilidad de mañana conseguir la victoria sobre la enfermedad irreversible de hoy. Diariamente, para ese desiderata, se sumergen en la carne Espíritus Misioneros que se aprestan a aligerar e impulsar el progreso, realizando descubrimientos y conquistas superiores para la vida, fuente poderosa de esperanza y conforto para los que sufren, en nombre del Supremo Padre.
Ante las expresiones teratológicas, al revés de la precipitación de la falsa piedad en aliviar a los pacientes de los sufrimientos, se ha de pensar en la terapéutica divina, que se sirve del presidio orgánico y de las jaulas mentales para ajusticiar a los infractores de variados matices que pasaron por la 'Tierra impunes, inadvertidos, mas que no pudieron huir a las sanciones de la conciencia en falta ni a la Legislación Superior, a la cual rogaron enseñanza de recomienzo, recuperación y sublimación porque anhelaban la edificación de la paz intima.
Suicidas, - esos pobres rebelados contra la Divinidad - que despedazaron el cráneo, en embestidas de odio contra la existencia, reencarnan perturbados por la idiotez, sordo-mudez, conforme a la parte del cerebro afectada, o por hidrocefalias, mongolismos; los que tentaron ahorcarse, reaparecen con los procesos de la paraplejia infantil; los ahogados, padecen enfisema pulmonar; los que descerrajaron tiros al corazón, retornan bajo el yugo de cardiopatías congénitas irreversibles, dolorosas; los que se utilizaron de tóxicos y venenos, vuelven bajo el tormento de las deformaciones congénitas, de la asfixia respiratoria, o estertorosos por úlceras gástricas, duodenales y canceres devoradores; los que despedazaron el cuerpo en fugas espectaculares, recomienzan victimados por atrofias, deformaciones, limitaciones punzantes, en que aprenden a valorizar la grandeza de la vida.. .
Agresores, exploradores, amantes de la rapiña, de las arbitrariedades, de los abusos de cualquier naturaleza vuelven a los escenarios en que se empecinaron, o corrompieron, o se hicieron infelices, alcanzados por la impronta de las soberanas leyes del orden y del equilibrio, rehaciendo el camino antes recorrido criminalmente y atesorando los sagrados valores de la paciencia, la comprensión, el respeto a si mismos y al prójimo, la humildad, la resignación, armándose de bendiciones para futuros cometidos dichosos.
¿Quien se podrá atribuir el derecho de interrumpirles la santificadora existencia preciosa?
Las personas que se les vinculan en la condición de padres, cónyuges, hermanos, amigos, también les son participes de los dramas y tragedias del pasado, responsables directos o inconscientes, que ahora se rehabilitan, debiendo extenderles manos generosas, auxilio fraterno, por lo menos migajas de amor.
Nadie se deberá permitir la interferencia destructiva o liberadora  por medio de la eutanasia en tales procesos redentores. Personas que se dicen penalizadas por los sufrimientos de familiares y que desean que les sean luego cesados, casi siempre actúan por egoísmo, presurosos de liberarse del compromiso y de la responsabilidad de ayudarlos, sustentarlos, amarlos más.
No faltan terapéuticas médicas y quirúrgicas que pueden amainar el dolor, perfectamente compatibles con la caridad y la piedad cristianas.
A nadie es dado precisar el tiempo de vida o sobrevida de un paciente. Son tan escasos de exactitud los pronósticos humanos en este sector del conocimiento, cuanto no sucederá en otros!
¿Cuántos enfermos, rudamente vencidos, desesperados recobran la salud sin aparente razón o lógica?
¿Cuántos otros hombres en excelente forma, portadores de sanidad y robustez, son victimados por sorpresas orgánicas y sucumben imprevisiblemente?
El conocimiento de la reencarnación proyecta luz en los más intrincados problemas de la vida, dirimiendo los equívocos y dudas en torno a la salud como a la enfermedad, a la desdicha como a la felicidad y contribuyendo eficazmente para la perfecta asimilación de los postulados renovadores de los que Jesús Cristo se hizo abanderado por excelencia y el Espiritismo, el Consolador encargado de demostrarlo en los tormentosos días de la actualidad.
Argumentan, en tanto, los utilitaristas que las importancias prodigadas con los pacientes irrecuperables podrían ser utilizadas para pesquisas valiosas o para impedir que hombres sabios enfermasen, o para asistir convenientemente a los que, dolientes, pueden ser salvados ... Y desvarían, utopistas, insensatos sin considerar las fortunas que son tiradas en espectáculos ruidosos y funestos de exaltación de la sensualidad, del Fausto exagerado, de las disipaciones, sin que se les ocurra la necesidad de la aplicación correcta de tales patrimonios en medidas preventivas saludables o socorro a las multitudes famélicas y desnudas que pululan en todas partes, pereciendo, a modo de migaja de pan, revolviéndose en la desesperación por la ausencia de una gota de luz o una insignificante contribución de misericordia.
Cada minuto en cualquier vida es, por tanto, precioso para el Espíritu en rescate bendito. ¿Cuántas resoluciones nobles, decisiones felices o actitudes desdichadas ocurren en un relámpago, imprevistamente?
Penetrándose el hombre de responsabilidad y caridad, iluminado por la fe religiosa, fundada en hechos de la inmortalidad, de la comunicabilidad y de la reencarnación, abominara en definitivo la eutanasia intentando todo para cooperar con su hermano en los justos resarcimientos que la Divina Justicia le otorga para la conquista de la paz interior y de la evolución.
Extraído del libro “Después de la Tempestad” de Divaldo Pereira Franco

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                         ¿ Y DESPUES DE LA MUERTE ?.........
 1. En qué se transforma el Espíritu en el instante de la desencarnación?
En Espíritu, que ya libre de los lazos de la materia, regresa a la dimensión espiritual.

2. Conserva el Espíritu su individualidad después de la separación del cuerpo?
-“Sí, jamás la pierde; de otra manera, qué sería el Espíritu?
¿ Cómo hace el Espíritu, no teniendo más el cuerpo material, a reconocer su individualidad?
-“Si no tiene el cuerpo físico, conserva, empero, el fluídico, que había adquirido de la atmósfera de su planeta, el cual conserva la figura de la última encarnación: es su alma o periespíritu”-.

Además del alma, el Espíritu no lleva nada más de la dimensión física?”-.
-“Nada más que el deseo de un mundo mejor y el recuerdo de éste, todo dulzura o amargura, según las obras de su vida. Cuanto más haya sido su vida pura, tanto más comprende la vanidad de lo que deja sobre la tierra”-.
3. Cómo se debe entender la opinión, según la cual el Espíritu después de la desencarnación vuelve a entrar en el Todo universal?–“Que el conjunto de los Espíritus forma un todo, constituye un mundo. Cuando intervenís en una asamblea, sois parte integrante de la misma, pero, siempre conserváis vuestra individualidad”-.

4. Podemos tener pruebas de la individualidad después de la desencarnación?
-“Y, no la tenéis, acaso, en nuestras comunicaciones? Si mirad bien, veréis, y, si prestad atención, oiréis, por cuanto, con frecuencia os habla una voz, que os revela la existencia de un ser diferente de vosotros mismos”-.

Quienes piensan que con la desencarnación el Espíritu vuelve a entrar en el Todo universal, yerran si entienden que, a semejanza de una gota de agua que cae en el océano, él pierde su individualidad; empero, dicen la verdad si entienden por el Todo universal el conjunto de los seres incorpóreos, del cual cada Espíritu es un elemento.
Si los Espíritus estuviesen reintegrados en la masa, tendrían las cualidades del conjunto, en cuyo caso nada le distinguiría entre uno y otro. Ellos carecerían de inteligencia y de cualidades propias; mientras que, en todas las comunicaciones, nos dan prueba de tener la conciencia del yo y una diferenciada voluntad; la variedad infinita que presentan bajo todo respecto es consecuencia de personalidad innegable. Si después de la desencarnación hubiese, de verdad, este gran Todo absorbedor de la individualidad, sería uniforme, y entonces, todas las comunicaciones espirituales resultarían idénticas. Empero, por cuanto de hecho nos permiten comprender que provienen de seres buenos y malos, doctos e ignorantes, felices e infelices, alegres y tristes, serios y ligeros, está claro que estas comunicaciones provienen de entes espirituales que conservan su individualidad y su conciencia. Esto resulta todavía más evidente cuando prueban su identidad con signos incontrovertibles y con particularidades personales relativas a su vida terrestre, las cuales pueden verificarse, lo cual se vuelve incontrastable cuando se manifiestan a la vista en las apariciones, La individualidad del Espíritu nos era enseñada, en teoría, como un artículo de fe; el Espiritismo la demuestra de un modo evidente y positivo.

5. Qué se debe entender por vida eterna?

-“La vida del Espíritu, por cuanto la del cuerpo es transitoria y pasajera. Cuando el ser humano desencarna, el Espíritu –eterno e inmortal- regresa a la dimensión espiritual”-.

¿No sería más exacto llamar vida eterna la de los Espíritus puros, que, habiendo alcanzado el supremo grado de perfección relativa, no tienen más pruebas por las que pasar?
-“Ésta sería, más bien, la felicidad eterna. Empero, ésta es siempre cuestión de palabras; llamad las cosas como queráis, si con ello lográis entenderos”-.
SEPARACIÓN DEL ESPÍRITU DEL CUERPO

6. Es dolorosa la separación del Espíritu del cuerpo?
-“No; el cuerpo sufre, frecuentemente, mucho más durante la vida que en el instante de la desencarnación. El Espíritu, sin embargo, no participa en modo alguno a aquellos dolores; más bien, si es bueno, goza, por cuanto le anuncian el fin de su exilio”-.
En la desencarnación por causas naturales, que avienen por el agotamiento de los órganos a consecuencia de la edad, el ser humano deja la vida física sin darse cuenta: es como una lámpara que se apaga por falta de corriente eléctrica.


7. Cómo ocurre la separación del Espíritu del cuerpo?
-“Rotos los ligámenes, que le retenían, el Espíritu se separa del cuerpo”-.
¿La separación se produce instantáneamente sin preparación? Existe un límite claramente fijado entre la vida y la ausencia de ella?
-“No: el Espíritu se desvincula gradualmente, y no escapa como un pájaro cautivo restituido inesperadamente a la libertad. La vida va confundiéndose con la ausencia de ella, por cuanto el Espíritu se libera poco a poco de los lazos, que se desatan, sí, pero no se rompen”-.

Mientras dura la vida, el Espíritu se encuentra ligado al cuerpo mediante su envoltura semi-material, periespíritu –o alma-; la desencarnación conlleva la destrucción o transformación del cuerpo y no del periespíritu, que se separa cuando en aquel cesa la vida orgánica. La observación enseña, que en el instante de la desencarnación la separación del periespíritu no se efectúa de una sola vez, sino gradualmente y con mayor o menor lentitud según las personas; en algunos es muy rápido, y a un día próximo a la desencarnación se encuentra también el de la liberación; en otros, y especialmente en aquellos cuya vida fue toda materia y sentidos, es mucho más lento, pudiendo durar días, semanas, y también meses, la cual cosa no implica, en el cuerpo, la mínima vitalidad, ni la posibilidad de un regreso a la vida, sino una simple afinidad entre el cuerpo y el Espíritu, afinidad siempre en razón de la preponderancia que, durante la vida, el Espíritu ha concedido a la materia. Está claro y es lógico que, cuanto más el Espíritu se identificó con la materia, tanto más rehúse a separarse; mientras la actividad intelectual y moral y la elevación de los pensamientos hacen sí que el desprendimiento se inicie mientras el cuerpo se encuentre, todavía, en vida, por lo que, ocurrida la desencarnación, aquel se cumple casi instantáneamente.
Esto es el resultado de los estudios de gran número de personas observadas en el instante del traspaso. Estas observaciones prueban, por otra parte, que la afinidad persistente en algunos, todavía perdurable entre el Espíritu y el cuerpo extinto es penosísima, por cuanto aquel puede probar el horror de la descomposición de éste. Un tal caso, empero, constituye una excepción, y es particular a ciertos géneros de vida y a algunas variantes de desencarnaciones; se tenía, por ejemplo, en algún tipo de desencarnación auto-provocada.


8. La separación definitiva del Espíritu del cuerpo, puede ocurrir antes de que cese completamente la vida orgánica?
-“En la agonía, el Espíritu alguna vez ya ha dejado el cuerpo, por lo cual a éste no le queda más que la vida orgánica. El ser humano, entonces, no tiene más consciencia de sí mismo, aunque, todavía, le queda un soplo de vida. El cuerpo es una maquina puesta en movimiento por el corazón, por lo cual existe hasta cuando el corazón hace circular la sangre en las venas, para cuya función no tiene necesidad de Espíritu”-.

L.E.- ALLAN KARDEC