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martes, 18 de marzo de 2014

ALMA Y TEORÍA CELULAR

ALMA Y TEORÍA CELULAR
Gabriel Delanne



Todo el que sabe mirar la Naturaleza con ojos filosóficos descubre que ella es la gran educadora, donde reside toda la verdad, y observando ve los secretos que permanecen velados para los ignorantes. Nada aparece súbitamente  y en el estado perfecto, así lo dicen las leyes que rigen las múltiples evoluciones  de la materia física o viva.

El sistema solar, nuestro planeta, los vegetales, los animales, el lenguaje, las artes, las ciencias, todo, lejos de haber brotado espontáneamente, es el resultado de una larga y gradual ascensión, desde las formas rudimentarias hasta las modalidades que en nuestros días conocemos.

En el alma humana, sucede lo mismo, vemos en la Tierra que pasa por fases de diversas manifestaciones, desde el salvaje hasta el genio de las naciones civilizadas.

El alma tanto en el ser humano como en el animal  es indivisible, dado que  los primeros fulgores   del instinto  son los signos reveladores  de su acción. A partir de los animales simples como los zoófitos, ha adquirido sucesivamente  el periespiritu, mediante transformaciones incesantes, sus propiedades funcionales.

La envoltura del alma es el  “periespiritu”, tanto en los animales como en el hombre, individualiza al principio pensante por medio del fluido universal que lo constituye.
Este punto poco estudiado, ha sido corroborado y comprobado, con la intervención  de médiums videntes, que el alma animal no se destruye con la muerte.
 Si el principio inteligente del animal sobrevive a la materia, si goza de individualidad, es posible aplicarle  las mismas reglas que rigen al alma humana, explicándose así todo.
Por medio del Espiritismo  se comprobó  experimentalmente  la necesidad de la reencarnación del alma humana; la ley de continuidad  en los seres vivos, permite  creer que el alma del animal está sometida a ese mismo proceso: de este modo el principio inteligente  animaría sucesivamente  organismos y más organismos cada vez más perfeccionados, a medida que  fuera adquiriendo capacidad  para dirigirlos.

El Espiritismo, no inventa nada,  al proclamar la existencia del periespiritu, demuestra que tal órgano  reproduce fluídicamente la forma corporal de los animales, que es permanente  en medio del flujo perpetuo de células vivas y, consecuentemente  que en él es donde radican  los instintos  y las modificaciones de la herencia. Por ser inmutable, pese  a los incesantes  cambios de que  es testimonio el hombre contiene – digámoslo así -  los estatutos y las leyes  que dirigen la evolución del Ser; no se disgrega con la muerte, sino que se constituye  la individualidad  póstuma  del principio intelectivo; tomando en registro  todas las modificaciones que le proporciona  las numerosas y sucesivas existencias, acabando por hacerse apto, después de haber recorrido toda la serie, no solo para organizar y dirigir organismos  muy complicados, sino para hacerlo sin conocimiento del alma.

Si no sabemos como  están constituidos los seres vivos, es difícil comprender  el papel de periespiritu y del sistema nervioso. Los médicos, los naturalistas  y los filósofos hablan constantemente  en sus escritos de las sustancias vivas, de moléculas orgánicas, de materia organizada, de tejidos, de órganos, etcétera; pero pocos dan una definición precisa de tales frases. En los animales superiores se advierte la carne, los huesos, los tendones, los nervios, los vasos, las membranas, etcétera.  Se ha adquirido la certeza  de que el organismo de un vegetal o animal cualquiera, proviene  de la reunión,  de la asociación  de un número inmenso de células, y las partes diferentes del cuerpo animal o vegetal  son debido a las modificaciones  que las células sufren.  En química, por descomposiciones sucesivas, los productos más complejos pueden siempre reducirse  a los elementos primordiales, a los cuerpos simples  de que están formados; en historia natural, la célula aparece  como el residuo último  de toda clase de residuos. La molécula orgánica, es el elemento  anatómico por excelencia de que están formados todos los seres vivos.
La célula esta compuesta de tres partes: aunque varía en su forma, siempre  se compone de tres partes :

1ª) un núcleo solidó que está en el interior
2ª) un liquido que baña al núcleo,
y la 3ª) una membrana que lo envuelve todo.

La parte esencial, la parte verdaderamente viva, es el líquido, al que se ha dado el nombre de protoplasma; de manera que este líquido gelatinoso es el que constituye realmente el fundamento de la vida orgánica. En tanto él vive en los millones de células que forman un cuerpo, el cuerpo vive también; cuando él muere en una parte cualquiera de las células que componen un miembro, el miembro muere; si se destruye, en fin, el protoplasma en la totalidad de las células, el cuerpo entero muere.

Si la teoría de la evolución es exacta, la vida debió principiar en la Tierra por la formación del protoplasma. Este hecho se verifica en nuestros días. Las exploraciones de los grandes fondos submarinos han dado a conocer una sustancia gelatinosa que parece ser la primera manifestación vital". Los notabilísimos trabajos de Haeckel respecto a tales seres rudimentarios, confirman plenamente las deducciones de Darwin y dan al transformismo una base seria.

El modo de reproducción de las células  es muy simple: cuando a alcanzado cierto volumen, se producen  una o muchas divisiones en su masa, se fracciona en dos o más partes, y cada una de ellas, se hace independiente, se nutre y crece como la célula, madre, hasta que llega el momento que a su vez da  nacimientos a otras células semejantes. Algunas veces las células originarias de la primera nos se separan, sino que forman una serie de células  asociadas, que dan nacimiento a su vez a otras y otras,  también unidas, según el grado de vitalidad que posean. Esto es lo que acontece a los animales, vegetales  y al hombre.

Aun en las asociaciones más complejas las células que constituyen un ser vivo no pierden por completo su independencia: cada una de ellas vive por su cuenta, y las diversas funciones fisiológicas del animal, no son otra cosa que la resultante de los actos cumplidos por un cierto grupo de células.

El objeto de todo organismo es vivir, y cada parte concurre a la consecución de este resultado en la esfera que le es propia. Se puede comparar el cuerpo vivo a una manufactura, cada órgano a un conjunto de obreros y cada obrero a una célula. Cada obrero tiene que efectuar un trabajo especial, pero uniendo las piezas elaboradas de este modo, se obtiene el objeto manufacturado.

"La comunidad, como el individuo, tiene su unidad abstracta y su existencia colectiva; es una reunión de individuos, frecuentemente en número inmenso, que no obstante puede ser considerada como un individuo solo, como un ser único, aunque compuesto. Y es así, no solamente para la abstracción más o menos racional, sino para la realidad, materialmente, lo mismo para nuestra inteligencia que para nuestros sentidos, porque está constituida como un ser organizado, de partes continuas y recíprocamente dependientes, todas ellas fragmentos de un mismo todo, aunque cada una por sí sea a su vez un todo más o menos bien circunscrito; todas ellas miembros de un mismo cuerpo, aunque cada una constituye un cuerpo organizado, un pequeño colectivo...

"Como la familia y la sociedad, la comunidad puede estar muy diversamente constituida. La fusión anatómica, y, por consecuencia, la solidaridad fisiológica de los individuos así reunidos, puede estar limitada a unos pocos puntos y a unas pocas funciones vitales, o extenderse a la casi totalidad de los órganos y de las funciones. Todos los grados intermedios pueden presentarse también, y se pasa por gradaciones insensibles de seres organizados en quienes las vidas colectivas permanecen aún casi independientes y los individuos claramente diferenciados, a otras en que los individuos son de más en más dependientes y mixtos, y tras éstas a otras en que todas las vidas se confunden en una vida común y las individualidades propiamente dichas desaparecen más o menos completamente en la individualidad colectiva".

Los animales superiores son estas individualidades colectivas, aunque sólo desde el punto de vista vital. Hemos visto ya que la fuerza vital es un principio y un efecto: un principio porque es necesario un ser vivo para comunicar la vida, y un efecto, porque una vez fecundado el germen, las leyes físicas y químicas se encargan del mantenimiento de la vida. Aquí no caben equívocos: la fuerza vital tiene existencia propia, puesto que cada ser puede reproducirse en un semejante suyo, y puesto que no se puede dar vida artificialmente a un compuesto inorgánico. Más todavía: suponiendo que se llegara, por ejemplo, a fabricar un músculo sensible de manera que produjese los mismo fenómenos que un músculo ordinario, el músculo fabricado no podría regenerarse, como acontece incesantemente en el organismo vivo. Luego, aunque el principio vital opere y se mantenga por medio de leyes naturales, no cabe ninguna duda de que es distinto de tales leyes. Aquel principio es una fuerza, una transformación especial de la energía; no goza de existencia sobrenatural, pero sí es el producto necesario de la evolución ascendente, el primer grado, no de la organización, pero sí del mantenimiento, de la reparación de la materia viva. Pueden hallarse indicios de este principio reparador hasta en la materia bruta: un cristal está capacitado para cicatrizar sus heridas. Pasteur ha puesto este hecho en evidencia (véase Comptes rendus, del 16 de mayo de 1881).

Si a un cristal roto en cualquiera de sus partes se le coloca en la disolución a que debe su origen, se observará que no solamente crece en todas sus caras, sino que se inicia un trabajo de reconstitución mucho más activo en la parte lesionada, hasta que el daño queda reparado; una vez conseguido esto, se reestablece la simetría. Si se colora el agua madre con una sustancia violeta, por ejemplo, se verá distintamente el trabajo suplementario que se realiza para la reconstitución de la parte destruida.

El principio vital, por consiguiente, es una fuerza esencialmente organizadora y reparadora y, en los vegetales y los animales, él es quien repara las células destruidas por el uso, siguiendo un plan determinado. Podemos considerarle en cierto modo como el desenvolvimiento, el grado superior, la transformación exaltada de esa fuerza que en los cuerpos brutos conocemos por afinidad. Además, el fluido vital obra sobre las moléculas que produce el fantasma magnético. Si se niega la existencia de una fuerza vital, aunque invisible e imponderable, no es posible comprender cómo un cuerpo vivo conserva una forma fija, invariable, según la especie a que pertenezca, a pesar de la renovación incesante de las moléculas del cuerpo.

En tanto la vida es difusa, como en los animales inferiores; en tanto todas las células pueden vivir individualmente sin necesitarse unas a otras, el principio inteligente no se revela en ellas de un modo claro, puesto que en estos seres rudimentarios no se observa sino la irritabilidad, es decir, la reacción a una influencia externa sin sensibilidad apreciable; pero desde el momento en que el sistema nervioso aparece, se concentran en él las funciones animales, la comunidad viviente se transforma en individuo, y el principio inteligente toma a su cargo el gobierno del cuerpo, manifestando su presencia por los primeros fulgores del instinto.

Extraído del libro Evolución Anímica de Gabriel Delanne

Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta

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¿QUE ES EL ESPIRITISMO?
Por: Germán G. Bravo Machado

Cualquier persona cree que podría responder fácilmente esta pregunta. Pero en realidad  son muy pocas las que podrían hacerlo con exactitud, pues para definir correctamente el  ESPIRITISMO, es necesario poseer un saber intelectual y un conocimiento de connaturalidad, libre de todo prejuicio.
Por esta sencilla razón, es que un alto porcentaje de seres humanos tengan un conocimiento muy superficial de lo que verdaderamente es el ESPIRITISMO.
Lamentablemente, el común de la gente ha asociado al ESPIRITISMO con prácticas de brujerías y comunicaciones con los muertos. Esto es debido a que los detractores de la verdad lo hayan denigrado y mistificado tanto que éstas han sido las consecuencias y es por ello que muchísimas personas no conozcan lo que en realidad es el ESPIRITISMO.
 Pero afortunadamente existen organizaciones espiritistas, integradas por personas altamente ilustradas, que mediante libros y conferencias dan a conocer lo que en verdad es el ESPIRITISMO.
Antes de definir correctamente lo que es el ESPIRITISMO, veamos primero que nos dice la Real Academia de la Lengua Española:
Doctrina que consiste en provocar la manifestación de seres inmateriales o espíritus, sobre todo las almas de los muertos”. (Diccionario Pequeño Larousse).
          Es lamentable que esta prestigiosa institución cultural defina el ESPIRITISMO en estos términos. Obviamente manifiesta su desconocimiento al respecto, pues el ESPIRITISMO, lejos de ser una doctrina que se dedica a la provocación de la manifestación de las almas de los muertos, es una doctrina que posee un saber trascendental que colide con los dogmas y falsas creencias.
Desde las más antiguas concepciones religiosas hasta las últimas concepciones filosóficas y científicas de nuestros tiempos, siempre se ha sostenido el postulado de la existencia de una substancia única, absoluta, infinita eterna e inmutable denominada ESPIRITU, de la cual han emanado todas las cosas que existen en el Universo.
En el antiguo Egipto, el gran sabio Hermes Trismegisto la denominó Autum y afirmó que “Todo es Espíritu”. Los sabios griegos fundaron su sabiduría en función del Espíritu, al cual denominaron NousPneuma y Demiurgo. Jesús de Nazareth, en el Evangelio de Juan, nos dice que Dios es Espíritu (Jn. 04:24). En épocas recientes los grandes filósofos fundaron sus sistemas filosóficos en función del Espíritu (Eckhart, Kant, Schopenhauer, Hegel, Scheler, entre otros). La obra cumbre de Hegel se denomina La Fenomenología del Espíritu.
Obviamente, la doctrina que estudia la naturaleza, origen y manifestación del Espíritu, necesariamente tiene que denominarse ESPIRITISMO. Aunque esta definición es bastante sencilla, así como lógica, conceptualiza de manera inequívoca lo que realmente es el ESPIRITISMO, pues de ella se desprende que esta doctrina constituye un tratado de las causas  primeras de todas las cosas.
Veámoslo desde el punto de vista filosófico: “Doctrina que comprende una antropología filosófica trascendental que demuestra la unidad del mundo sensible (material) y el mundo inteligible (espiritual) en una síntesis dialéctica que conduce al hombre al conocimiento de la verdad”. ¡Esto es el ESPIRITISMO! Cuan equivocados  están los que creen que el ESPIRITISMO es práctica de brujerías y comunicaciones con los muertos. Aunque es muchísimo lo que se podría decir acerca de esta definición, veamos en esencia su contenido.
Es una Antropología Filosófica Transcendental porque estudia el Ser en la naturaleza humana y porque sus postulados esenciales  constituyen conocimientos universales y necesarios que 
pertenece a la razón pura a priori.
Es transcendental porque explica cómo el espíritu trasciende al alma humana, transmitiéndole sus facultades, para dar lugar a los denominados poderes psíquicos o poderes del alma.
Demuestra lógicamente la fusión del mundo sensible y el mundo inteligible en una síntesis dialéctica. Esta expresión significa que solo existe un mundo, denominado por la Física El Todo Total. Explica que el mundo material no es diferente del mundo espiritual, que sólo existe una energía que ni se crea ni se destruye, que sólo se transforma; que el mundo material es reflejo del mundo espiritual; que no concebir la Unidad implica deficiencia intelectual causada por dogmas, prejuicios y fanatismos que impiden el cabal desenvolvimiento de los hemisferios cerebrales (la Programación Neuro Lingüística y la Biofísica han hecho grandes demostraciones al respecto).
Este proceso se da mediante un movimiento dialéctico que demuestra que todo en la naturaleza, así como el pensamiento, está en función de una lucha de contrarios y de una negación de la negación que permite el paso de lo cuantitativo a lo cualitativo en una unidad sintética de apercepción.
Esta lucha de contrarios se produce en los seres humanos en virtud de las prescripciones del espíritu y las apetencias instintivas de la materia. Dicha lucha cesa cuando el hombre logra sublimar su alma, dominando los instintos y pasiones que la conforman. Entonces se habla del hombre evolucionado espiritualmente; del hombre que ha logrado exteriorizar su esencia.  
    Este es el gran arcano que mucha gente aún no ha podido comprender: que el hombre es la METAFÍSICA UNIVERSAL, UN MICROCOSMO: El día que comiereis del árbol de las ciencias se abrirán tus ojos y descubriréis que sois como Dios. Esta es la verdad a la que conduce el estudio del ESPIRITISMO, y precisamente por 

ello es que sus detractores lo han combatido y perseguido, porque forma a los hombres para la Verdad, para la Libertad y para la Justicia.
    Afortunadamente estamos en unos tiempos en que ya no existen las hogueras ni las mazmorras inquisitoriales que impidan elevar nuestro rbo y afinar nuestra pluma libremente para establecer la verdad sobre el ESPIRITISMO, pues, como decía Víctor Hugo: No hay ejército en el mundo que pueda detener una idea cuando ha llegado su tiempo”. El tiempo ha llegado, es hora del REINADO DEL ESPIRITU,  DEL REINADO DEL AMOR Y DE LA JUSTICIA. El ESPIRITISMO es la doctrina que regirá el porvenir de la humanidad.
Tomado del boletín espiritual “ELIPSE”- Nº1- 2.007
Adaptación: Oswaldo E. Porras Dorta
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Amalia Domingo Soler
EL QUE SIEMPRE NOS ESPERA
Llamó a mi puerta un anciano, yo le pregunté quién era, y en lugar de contestarme volvió a llamar con más fuerza.
Bajé a abrir y ya no estaba, y tan sólo vi en la puerta un letrero que decía:
"El tiempo llama y no espera"
Con el tiempo aprenderás a saber lo que es el tiempo, lo malo es que algunas veces llega muy tarde el remedio.
Es muy cierto, si no se acepta más que una existencia hay que convenir que el hombre es inmensamente desgraciado, porque la juventud la empleamos generalmente en solazarnos, en aturdirnos, en correr infatigablemente tras ese imposible llamado felicidad.
El ser humano se ama tanto a sí mismo en su primera edad que no se fija más que en aquello que puede complacerle, y cuando se ocupa de su prójimo, cuando piensa en los desgraciados, cuando procura enjugar las lágrimas de los desvalidos es cuando los desengaños han dejado hondas arrugas en su frente y la nieve de los años enerva sus fuerzas y le postra a veces por medio de dolencias físicas hundiéndole en el abismo del dolor, entonces es cuando el hombre con suficiente experiencia dice con amargo acento:
-¡Ay! ¡Si la juventud supiera y la vejez pudiera! Mas ¡Ay! Ya es tarde, el hombre enfermo es un buque sin timón, es un árbol que no presta sombra, y entonces a pesar suyo se vuelve egoísta y tiene que pensar más en sí mismo que en los demás, no puede ser útil a nadie, y sufre porque conoce lo improductiva que ha sido su existencia: que fue egoísta en su juventud por su descuido y aturdimiento, y egoísta en la ancianidad por el instinto de conservación. Se arrepiente sinceramente de sus errores pero con el arrepentimiento no hay bastante, y en esta lucha le sorprende la muerte, y exhala su último suspiro. ¿Qué ha vivido aquel hombre para su progreso? ¿Qué méritos ha contraído para su porvenir? Ninguno. Por larga que sea una existencia es muy breve el plazo que le queda al Espíritu para perfeccionarse, y llega como dice el poeta muy tarde el remedio, advirtiendo que hay millones de seres que mueren en la infancia y en la juventud sin haber dado un paso en la senda de su mejoramiento moral.
Considerando al hombre con una sola existencia es un libro sin prólogo ni epílogo, es el bosquejo de un cuadro, es la segunda escena de un drama, es algo dudoso, incompleto, imperfecto.
¡A cuántos seres conocemos que el mundo llama sabios, grandes y eminentes y que nosotros miramos con profunda compasión porque han vivido sin vivir!. En este número entran multitud de mujeres, que agotan los mejores años de su existencia sacrificándose en aras de una diosa más despótica que todos los Nerones y Calígulas que dominaron un día en la soberbia Roma, esa diosa es la Moda, y ella es la causa de la mayor parte de los desaciertos que cometen las mujeres, y esta subyugación domina a la mujer casi toda la vida; poco adelanto hace el hombre en una sola encarnación, pero muchísimo menos hace la mujer.
Cuantas veces la observamos en una reunión espiritista, mientras los hombres atienden a las comunicaciones o lecturas morales, ellas se miran unas a otras los trajes, los lazos, los peinados; se preguntan a hurtadillas cuanto les ha costado el abrigo, quien les ha hecho el vestido, si es muy cara la peinadora, al menor ruido vuelven la cabeza, parecen en fin el movimiento continuo, a todo atienden menos a lo que las puede instruir.
La murmuración es su más agradable entretenimiento, nada respeta la lengua de la mujer, empezando por murmurar de su marido, rara es la mujer que al hablar del compañero de su vida, no dice sonriéndose, -Mi esposo no es de los peores, no me puedo quejar, pero ¡Ay! Tiene un genio... que, ¡Bendito sea Dios! Y como la paciencia toda la agotó Job, francamente, hay ocasiones... que me iría lejos... y esto lo escuchan los hijos que se acostumbran a oír hablar mal de su padre, y así se forma la familia de la Tierra que no es más que una amarga irrisión de la verdadera familia.
¿Para qué habría sido creada el alma de la mujer sino la esperara el que siempre nos espera? ¡El tiempo! ¿Qué sería de esos espíritus rebeldes ayer, y volubles hoy si no tuvieran la eternidad y el progreso indefinido por patrimonio? ¿Responderían al pensamiento de Dios? No, y lo mismo sucede al hombre, si el tiempo no le esperara, desgraciado de él, mientras la mujer malgasta muchas horas de su vida cambiando de forma sus vestidos, él dominado por la ambición, estudia la mejor manera de oprimir a los débiles, y estos a su vez hacen cuanto les es posible por sacudir el yugo, y parece que la ley de la destrucción es la única que rige en el mundo.
Agota un hombre, (por ejemplo) parte de su existencia en buscar la solución de un problema científico, y apenas ha pronunciado la palabra mágica de Arquímedes, apenas ha dicho ¡Eureka! Cuando una multitud de sabios envidiosos dicen a voz en grito: -Ya lo sabíamos, esa idea no es nueva, lo será el procedimiento que ha empleado, la forma, pero no el fondo, y todos a la vez se conjuran para deshacer en un segundo los afanes de muchísimos años.
Ahora bien, ¿Responde esta humanidad envidiosa y antojadiza a la grandeza de su Creador? Sus mismos hechos demuestran que está tan lejos de asemejarse a su divino Padre, como la sombra a la luz, como lo finito a lo infinito.
El hombre tiene que tener existencias sucesivas para responder a la nobleza de su origen, por esto no hemos podido menos que sonreír al leer lo que dice Ferrán:
Con el tiempo aprenderás a saber lo que es el tiempo, lo malo es que algunas veces llega muy tarde el remedio.
Ignora el poeta que en la eterna vida del espíritu nunca se hace tarde, si se malgastan cien encarnaciones queda la eternidad, queda ese día cuyo amanecer nadie ha visto, cuyo crepúsculo vespertino nunca llegará.
¡Cuán consoladora es esta certidumbre! Y cuán lógica a la vez, que es lo que principalmente se debe buscar, la lógica en todas nuestras deducciones y creencias; porque si no atendemos más que al consuelo, las religiones también consuelan, prometen cielos, que es todo cuanto se puede prometer, y aunque también aseguran que existe el infierno, en cambio no titubean en hacernos creer que con un segundo de arrepentimiento quedamos limpios de la mancha, y entramos purificados en el paraíso y nos sentamos a la derecha del Eterno Padre. Este porvenir no puede ser más halagüeño ni tampoco más absurdo, considerado fríamente bajo el criterio de la razón, porque si así sucediera, sería muy cómodo satisfacer todos nuestros deseos, arrojarnos, si era preciso, en la senda del crimen para ver cumplidos nuestros propósitos, y luego cuando ya no pudiéramos gozar de la vida por que viéramos la diestra de la muerte suspendida sobre nuestra cabeza, darnos unos cuantos golpes de pecho, decir con voz compungida: ¡Señor! Me arrepiento de mis culpas y nos vamos al cielo derechos, quedando sin castigo todos nuestros crímenes, y esto es completamente imposible, preferimos la teoría materialista a creer en un dios, tan torpe que se contenta con tan poco. En cambio, la pluralidad de existencias del alma con el constante trabajo del Espíritu, es completamente racional. Si Dios da a cada uno según sus obras, para ejecutar esas obras necesariamente se necesita tiempo, una encarnación es insuficiente, y sucesivas existencias dan ocasión propicias para reflexionar, meditar, comparar, analizar, y con completo conocimiento de causa, inclinarse al bien después de haber sufrido todas las consecuencias del mal. Dice Jorge Sand y dice muy bien, que "El hombre que no ha sufrido no es nada. Es un ser incompleto, una fuerza inútil, una materia bruta y sin valor que el cincel del artífice romperá tal vez cuando pretenda darle forma".
Y es muy cierto lo que asegura el distinguido escritor. El Espíritu cuando está probado en las luchas de la vida se encuentra apto para todo, no conoce el imposible, llega hasta el sacrificio sin exhalar una queja, porque sólo después de haber naufragado, se aprecian en todo lo que valen los apacibles goces de la bonanza.
Queda demostrado que el tiempo siempre nos espera, imagen de Dios que para Él nunca se hace tarde; y si Ferrán asegura que el tiempo llama y no espera, las racionales enseñanzas del Espiritismo nos manifiestan que el hombre tiene ante sí el infinito del progreso y el infinito del tiempo, éste ¡Siempre nos espera!
AMALIA DOMINGO SOLER
LA LUZ QUE NOS  GUÍA