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viernes, 12 de abril de 2013

Envidia- / No somos infalibles



Uno de los más grandes pecados de la sociedad, y uno de los más comunes, es la envidia. Es un pecado bajo y despreciable. La envidia significa el mirar con mala voluntad a otra persona. El diccionario define la envidia de la siguiente manera: “Disgusto o pesar por el bien o prosperidad de otro”.
La envidia es síntoma de  inferioridad. Es un sentimiento aun muy común entre los hombres, debido a las diferencias  del estado de este, el no poder llegar a superarla puede ocasionarnos serios problemas y un estado obsesivo, difícil de erradicar. La envidia no está limitada a ciertos grupos de personas. Es asombroso notar como este pecado mortal existe en los corazones de hombres y mujeres de todas las esferas sociales.
La Biblia tiene mucho que decir sobre el pecado de la envidia. Está clasificada en la compañía impía de la injusticia, de la fornicación, la perversidad, la avaricia, el homicidio, la contienda, el engaño, la detracción, el odio a Dios, la desobediencia, y la mentira (Ro 1:29,30).
“El décimo mandamiento de la ley de Dios exige que se destierre del corazón humano la envidia.” Cuando el profeta Natán quiso estimular el arrepentimiento del rey David, le contó la historia del pobre que sólo poseía una oveja, a la que trataba como una hija, y del rico, a pesar de sus numerosos rebaños, envidiaba al primero y acabó por robarle la cordera
Todos los seres humanos sentimos envidia en mayor o menor grado, es un sentimiento negativo del que se habla muy poco, lo lamentable es que de ella pueden surgir  las mayores aberraciones en el sufrimiento personal como el proyectado hacia los demás.
La envidia es un fenómeno psicológico muy común que hace sufrir enormemente a muchas personas, tanto a los propios envidiosos como a sus víctimas. Puede ser explícita y transparente, o formar parte de la psicodinamica de algunos síntomas neuróticos. En cualquier caso, la envidia es un sentimiento de frustración insoportable ante algún bien de otra persona, a la que por ello se desea inconscientemente dañar.
Es la envidia la causante de muchos hechos vergonzosos, como podemos ver, en aquel que acude  a la magia negra  con el fin de destruir el ritmo armónico  de una familia, por el simple hecho de envidiar “la felicidad que emana de ellos”. Vemos  discutir a jovencitas a causa de sentirse inferior a otra amiga, llegando a ocasionar a esta, hasta incluso la muerte. La envidia es autora de crímenes y acciones macabras y nefastas.
La envidia hace pareja con los celos. Tienen una fuerte afinidad y muy raramente están separados.
Sin embargo, se pueden distinguir entre sí. Tenemos celos de lo nuestro; envidiamos las posesiones de otro. Los celos temen perder lo que tienen; la envidia sufre al ver lo que otros poseen.
Son sentimientos muy distintos. La envidia nace de las carencias del sujeto, que quiere destruir al objeto-espejo. Los celos, en cambio, nacen del miedo a perder el afecto de la persona amada, a la que se quiere conservar. No obstante, ambos sentimientos pueden ir juntos. Por ejemplo, cuando una persona ataca a su pareja infiel y al (o la) amante de ésta diciendo que lo hace por "celos", a menudo una gran parte de su rabia procede también de su envidia inconsciente, ya que el despechado/a deseaba secretamente ser infiel sin atreverse a ello, mientras que sus engañadores se le adelantaron. Por eso ahora se siente herido/a y humillado/a en su orgullo.
“El corazón apacible es vida de la carne; mas la envidia es carcoma de los huesos (Proverbios 14:30)
Este mal detestable aparece en los predicadores, doctores, abogados, políticos, banqueros, hombres de negocios, maestros, cantantes, músicos, deportistas, como también en los oportunistas, en los que ocupan cargos en la iglesia, y en miembros de la misma. Si la envidia sólo sirviera para espolear nuestra ambición hacia el bien, para alcanzar más altos ideales, entonces sería algo recomendable; pero generalmente lo opuesto es verdad.
Antiguamente se  decía, y hemos comprobado que es así, “Que la envidia es camino hacia el infierno”.
 La envidia empieza a surgir en los primeros años de vida, cuando el niño empieza a relacionarse con el grupo familiar y social , si el niño se siente amenazado en su terreno y en lo que más quiere tiene un sentimiento de vacío, deseara a toda costa conseguir todo lo que no posee o cree que no puede poseer, esto se manifiesta con pataletas, rabietas, es necesario calmar esos disgustos con explicaciones lógicas y enseñándole a dar, para que con ello vaya aprendiendo a tolerar sus frustraciones y controlar las conductas impulsivas, así pues de esta forma aprenderá a respetar las diferencias y valorar sus propias cualidades, es decir en definitiva empezará a madurar.
 Si al niño que ha pasado por episodios de envidia constante, nadie de su entorno le ha calmando esta ansiedad, crecerá con sentimientos de frustración y de vacío y será un adulto envidioso contaminado por el rencor a los éxitos ajenos, incluso de su propia pareja y amistades, llegando su vida a ser un verdadero tormento.
 El observar o reconocer que algunas situaciones o personas provocan envidia es "positivo", ya que ayuda a reflexionar sobre los propios recursos y con ello aceptar nuestra propia limitación
 La admiración a determinadas personas, no significa tenerles envidia, es saber valorarlas y valorarse.
  Si sufres las miradas y las palabras de una persona envidiosa trata de pasarlas por alto, no eres responsable de su sentimiento, intenta descubrir la envidia a tiempo, te evitarás muchísimos problemas, no desarrolles confianza con las personas envidiosas
Es difícil descubrir al envidioso pues a veces se esconde a través de una apariencia amable, acogedora y simpática y otras se camufla en conductas de excesivo respeto, o excesiva admiración, el envidioso se "alegra de los fracasos ajenos", "sufre con los éxitos ajenos", pero desaprovecha tanta energía que no es capaz de alcanzar sus propios objetivos.
El envidioso es un insatisfecho (ya sea por inmadurez, represión, frustración, etc.) que, a menudo, no sabe que lo es. Por ello siente consciente o inconscientemente mucho rencor contra las personas que poseen algo (belleza, dinero, sexo, éxito, poder, libertad, amor, personalidad, experiencia, felicidad, etc.) que él también desea pero no puede o no quiere desarrollar. Así, en vez de aceptar sus carencias o percatarse de sus deseos y facultades y darles curso, el envidioso odia y desearía destruir a toda persona que, como un espejo, le recuerda su privación. La envidia es, en otras palabras, la rabia vengadora del impotente que, en vez de luchar por sus anhelos, prefiere eliminar la competencia. Por eso la envidia es una defensa típica de las personas más débiles, acomplejadas o fracasadas.
Dicho sentimiento forma parte también de ese rasgo humano, el narcisismo, desde el que el sujeto experimenta un ansia infatigable de destacar, ser el centro de atención, ganar, quedar por encima, ser el "más" y el "mejor" en toda circunstancia. Debido a ello, muchas personas se sienten continuamente amenazadas y angustiadas por los éxitos, la vida y la felicidad de los demás, y viven en perpetua competencia contra todo el mundo, atormentadas sin descanso por la envidia. No es ya sólo que los demás tengan cosas que ellas desean: ¡es que las desean precisamente porque los demás las tienen! Es decir, para no sentirse menos o "quedarse atrás". Este sufrimiento condiciona su personalidad, su estilo de vida y su felicidad.
Las formas de expresión de la envidia son muy numerosas: críticas, ofensas, dominación, rechazo, difamación, agresiones, rivalidad, venganzas... A escala individual, la envidia suele formar parte de muchos trastornos psicológicos y de personalidad (p.ej., algunas ansiedades, trastornos obsesivos, depresión, agresividad, falta de autoestima...). En las relaciones personales y de pareja, está involucrada en muchos conflictos y rupturas. En lo social y político, su influencia es inmensa. Por ejemplo, la envidia del poder sexual, emocional y procreador de las mujeres alimenta el machismo. La envidia de la fuerza y libertad del varón refuerza el feminismo. La envidia de los pobres y resentidos estimula sus violentas revoluciones e igualitarismos. La envidia de los poderosos fomenta sus luchas intestinas. La envidia de los narcisistas y codiciosos nutre los concursos millonarios de televisión y sus audiencias. La mutua envidia de las mujeres robustece el colosal negocio de la belleza y la moda, así como la de los hombres excita su frenética competitividad. La envidia sexual es el combustible del morbo y la prensa rosa. Las envidias económicas desenfrenan el motor consumista... Etcétera.
En suma, cuanto más débil, insatisfecha o narcisista es una persona, tanto más envidiará a la gente que posea lo que a ella le falta. La envidia sólo se cura concienciando y resolviendo las propias carencias y facultades, a través de un proceso de crecimiento emocional. La persona madura no envidia a nadie.
"Nadie que confía en sí mismo, envidia la virtud del otro" – Cicerón
Las personas que sufren este mal, quizás lo hacen sin querer o sin darse cuenta, pero debe ser algo muy terrible de vivir pues se sufre, se cae en la hipocresía, se dicen cosas desagradables, y finalmente nos vuelve en personas destructivas.
Siempre que conoces una persona envidiosa seguro que te hará sufrir, pero es allí donde debemos saber manejar este sentimiento tan destructivo…
Hay que tratar de controlar tal resentimiento porque sólo traerá soledad a nuestras vidas…
Para poder lidiar con este sentimiento de frustración, recuerda que todos los seres humanos somos débiles, que todos tenemos algunos talentos que Dios nos regaló, y está en nosotras descubrir cuáles son.
Agradezcamos cada día por lo que tenemos y carecemos. Tratemos de actuar bien con los demás, esforcémonos, y no nos comparemos con nadie porque siempre sentiremos que perdemos dejando lugar a que florezca ese feo sentimiento que es la envidia.
 Haz cosas buenas y veras que muchas personas te admirarán más por tus lindas cosas que por tus feas actitudes.
Sé feliz y aleja esos malos pensamientos, recuerda que siempre habrá mejores y peores personas que tú.
¿Cuáles son algunos de los efectos de este pecado de la envidia?
I. LA ENVIDIA HACE QUE LA PERSONA NO APRECIE NI DISFRUTE DE LO QUE TIENE
Hay muchas personas que no aprecian ni disfrutan de lo que poseen porque tienen envidia de lo que otros poseen. La envidia es la raíz pecaminosa de la que brota la codicia. La Biblia dice claramente:
“No codiciarás” (Ex 20:17).
El codiciar lo que otro tiene o envidiarlo trae sólo la infelicidad. Hace que uno esté ciego a lo que uno mismo posee. La Biblia dice: “No nos hagamos vanagloriosos, irritándonos unos a otros, envidiándonos unos a otros” (Gá 5:26). “No te impacientes a causa de los malignos, ni tengas envidia de los que hacen iniquidad” (Sal 37:1). “No tenga tu corazón envidia de los pecadores, antes persevera en el temor de Jehová todo el tiempo” (Pr 23:17).
II. LA ENVIDIA NOS EMPEQUEÑECE
El tener envidia es una señal de pequeñez. El ser envidioso denota un alma estrecha. El ser envidioso es admitir francamente que no se tiene la habilidad ni la natural disposición y capacidad para competir con aquellos que se destacan, con aquellos que son superiores a nosotros.
        Si sufres las miradas y las palabras de una persona envidiosa trata de pasarlas por alto, no eres responsable de su sentimiento, intenta descubrir la envidia a tiempo, te evitarás muchísimos problemas, no desarrolles confianza con las personas envidiosas
        Si eres una persona envidiosa y quieres salir de ese estado porque te está consumiendo la vida, la única forma de conseguirlo es, primero conectar con DIOS y después:
        Primero: Sintiendo el cariño y el apoyo de los seres queridos.
        Segundo: Desarrollando tu sentido del humor.
        Tercero: Hallando tu propia identidad.
        Cuarto: Siendo consciente de qué es lo prioritario de tu vida.
        Quinto: Tolerando tus defectos y valorando tus cualidades.
          Sexto: Valorando las cualidades ajenas en su medida.
        O si prefieres seguir con ese sentimiento de envidia, lo que conseguirás será:
        Bloquear el pensamiento creativo.
        Generaras ansiedad, tristeza y rencor.

        Lo manifestarás a través de miradas y frases inoportunas, o frases calculadas para hacer daño.

        Es un sentimiento que nunca podrás controlar sin ayuda, y sin que tu mismo aceptes que lo eres.
        Es difícil descubrir al envidioso pues a veces se esconde a través de una apariencia amable, acogedora y simpática y otras se camufla en conductas de excesivo respeto, o excesiva admiración, el envidioso se "alegra de los fracasos ajenos", "sufre con los éxitos ajenos", pero desaprovecha tanta energía que no es capaz de alcanzar sus propios objetivos.
        Considera que los demás consiguen las cosas con facilidad y sin esfuerzo, no es una persona generosa, si triunfa nunca se siente satisfecho, este sentimiento es muy perjudicial para quien lo siente y "muy peligroso para la persona envidiada".
Acusamos a la envidia, de ser causante de las mayores desigualdades entre los hombres, ella ha provocado desordenes económicos y sociales. Somos testigos como la ambición y el deseo de arrebatar lo que tienen los demás, amenaza sin cesar la paz que merecemos, y está causando guerras inexplicables para el lógico razonamiento de cualquier cristiano, que con mucho dolor se angustia por estos sucesos.
Como cristianos y discípulos de Jesús, tenemos la obligación de no callar la verdad, desechar la mentira y hacer ver a nuestro prójimo los engaños. Jesús, nunca dejo de hablar contra la hipocresía y la envidia, seamos entonces buenos discípulos. Comencemos, ya mismo poniendo la envidia en el banquillo con el fin de desterrarla de nuestros corazones.

Dice Miguel de Unamuno: “La envidia es mil veces más terrible que el hambre, porque es hambre espiritual.”

A muchos les gusta ocupar los primeros puesto y sentirse más que los de atrás, pero mayor falta tiene aquel que se siente envidioso por no estar delante.

La envidia produce un sentimiento de disgusto a quien la siente, le quita paz en el corazón y es atrapado por el rencor consigo mismo por no lograr lo que tiene otro.

Es así como la envidia es entristecerse por el bien ajeno. Es un mal desde todo punto de vista censurable. Es una costumbre difícil de comprender, y nos aterroriza que nos atribuyan ser poseedor de ese defecto.

La envidia destruye el corazón de quien la padece y por tanto no puede gozar de la felicidad que debiera.

El envidioso, no disfruta de la vida, por estar pensando que su prójimo esta disfrutando algo más que él. Pero lo más triste, es el sufrimiento que siente por la felicidad ajena. El envidioso desprecia el éxito de los demás, y esta convencido que se las están  quitando injustamente a él.

Por los labios del envidioso, siempre esta el desprestigio de los que se destacan, siempre están echando a tierra a todo el que sobresale. Pero además, invita a los otros a pensar mal del modo como ha tenido éxito cierta persona. Es así como el envidioso critica duro y sin fundamento al que es admirado por alguna cualidad.

En el lenguaje del envidioso, siempre está presente el subestimar al adversario y si pierde, se justifica como víctima del robo del triunfo. Del mismo modo, que al que le ha ido bien en lo económico, lo trata de ladrón. También en su lenguaje acusa maliciosamente de interesado al que se ofrece para ayudar o hacer el bien

El admirar a alguien, no es envidia si se valora positivamente a la otra persona, y si destaca los bueno de sus cualidades.

Es así, como el remedio para superar la envidia, es ver en los demás  lo positivo que tienen. Es preciso tener un corazón generoso, con capacidad de admirar a quien lo que merece. En efecto, son muchas las cosas que podemos admirar en una persona. Es más confortable sentirse feliz porque a otro le vaya bien, que amargar el corazón por su éxito.

La envidia, no se levantará del banquillo de los acusados y estará por siempre ante el juez, que sanciona toda la iniquidad que ella produce.

No siempre nosotros seremos los mejores, no siempre nos irá bien,  pero no por ello nos llenaremos de odio y rencor por lo bien que se opere en el  otro. Todo aquel que admira las cualidades de su prójimo, es un alma noble y el que se entristece, está lleno de envidia, tiene enfermo el corazón, y, o se cura y trata de superar ese estado emotivo, negativo, o enfermará hasta el punto de obsesionarse, y cometer atentados contra su prójimo sea quien sea, de pensamiento, palabras y obras, cosa que lamentará, porque caerá en el foso de las frustraciones, lamentablemente de difícil salida.

Procuremos precavernos contra ella, y la mejor forma de hacerlo, es en los primeros síntomas, cuando estos son   leves, rechazándola con energía, pues ella como una enfermedad contagiosa, va poco a poco dominándonos hasta caer en un estado de difícil solución.

El discípulo de Jesús, aquel que desea desprenderse de las miserias que lo dominan , pide la luz de la sabiduría con el fin de aprender a amar a sus semejantes, esforzándose por hacer resurgir dentro de si, un hombre nuevo, reformado, dispuesto al bien, y para ello no cesa en combatir la imperfección que lo domina.

El Evangelio es el Sol de la Inmortalidad que el Espiritismo refleja, con sabiduría para la actualidad del mundo, aférrate a él, para que consigas vencer las tentaciones en todos los sectores de la vida.

- Merchita-
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Si haces lo que siempre has hecho, nunca llegarás más allá de donde siempre has llegado”
- Anónimo -

           
      No somos infalibles


Si lo programado para una vida es lo que necesitamos para evolucionar, ¿Significa esto que todo lo que decidamos hacer en esta vida es lo más adecuado ?.

      Los proyectos de planificación de la vida suponen proyectar de cara a la reencarnación, unas circunstancias de carácter general, sin pormenorizar los detalles que dependen solo del libre albedrío y la particularidad de las circunstancias. Los proyectos trazados en el Más Allá, en ningún caso son equivocados nunca, pues tenemos la magnífica ayuda y asesoramiento de los Guías Espirituales y de nuestro Espíritu Protector y estos siempre son sabiamente planteados y sopesados como realizables por el Ser espiritual que antes de regresar al mundo de la materia, se siente con las fuerzas necesarias para evolucionar y afrontar la nueva vida humana . Pero después, una vez sumergidos en la carne en donde como seres humanos solo nos queda la intuición de las decisiones o del camino a seguir que nos señala nuestro subconsciente y en uso de nuestra libertad, a veces no escuchamos la voz de la conciencia que nos señala el camino correcto a seguir ante los problemas de la vida que se nos plantean, y por eso nos solemos equivocar con cierta frecuencia, incurriendo facilmente en nuevas deudas con la ley de Consecuencias que deberemos saldar antes o después.
    Por ese motivo, los seres humanos somos tan propensos a equivocarnos en las encrucijadas de la vida, aun en contra de nosotros mismos, porque de otro modo seríamos infalibles siguiendo las directrices de esa programación previa, pero es evidente que no lo somos porque el olvido del pasado y nuestra limitada capacidad alcanzada con la evolución de cada Ser, son las circunstancias que nos llevan a tener que reconocer que el ser humano es falible y aun lejano a una aspirada perfección.
- Jose Luis Martín-



        NOTA IMPORTANTE: Los lunes,miércoles y jueves a las 22,30 horas, pueden participar en el 
       chat de la Federación Espírita Española.
      Los viernes a las 23,00 horas se os invita a asistir a una  interesante conferencia en la misma sala.
         Los domingos a las 21,30 horas se os invita a la clase de estudio del Espiritismo por "Grupo espírita Sin Fronteras" dirigida
         por Carlos Campetti.
        Ver también los  Blog  Inquietudes espíritas :inquietudesespiritas.blogspot.com.es
                                                 Albacete Espirita :  albaceteespirita.blogspot.com
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