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viernes, 2 de marzo de 2012

¿Dónde está el Cielo de las religiones?



    Sobre esta cuestión podemos imaginar todo cuanto seamos capaces, al igual que ante la del infierno, tal como han hecho tantos líderes religiosos.
     No hay ningún cielo eterno, pero  en los planos astrales, sí que existen regiones espirituales diferenciadas según los diversos grados de evolución de los espíritus que las pueblan. Pero en todos estos planos mas o menos elevados, hay algo en común: La actividad constante y el trabajo y aprendizaje contínuos, aunque en los menos elevados, los espíritus también tienen sus periodos de descanso,que les son necesarios al igual que también el descanso en imprescindible en nuestro mundo físico.

     Sin el trabajo, la actividad y la evolución contínua en todos los planos espirituales y en los mundos que los componen, no se podría comprender que Dios, que obra continuamente, dejase a los espíritus creados de Su Esencia, estacionados e indolentes, mientras estamos comprobando que en nuestro mundo material, la Evolución de todos los seres y las formas, incluido el ser humano, es una realidad palpable.
     En Espiritismo, la palabra “Cielo” poco tiene que ver con el cielo teológico de las religiones que lo señalan como una suerte estacionaria y definitiva de los espíritus que lo hayan merecido en una sola vida humana.
La palabra “Cielo”, siempre fue utilizada para referirse a las regiones astrales superiores, plenas de mundos habitados por Espíritus buenos, y felices, colaborando con toda la Creación de Dios y con sus hermanos espirituales.

     El Cielo no es un lugar físico o delimitado del Universo, sino un estado vibratorio de unas altas frecuencias de energía espiritual muy elevadas, que está ubicado en los Mundos espirituales existentes en los Planos mas elevados donde se reúnen los Espíritus que gozan de un estado de total felicidad y dicha; este estado al que se le ha calificado muy acertadamente como de “glorioso”, es experimentado por el Ser con arreglo a las cualidades conquistadas que ha hecho suyas y le capacitan para experimentar ese estado de dicha. Cuando digo lo de los planos elevados, efectivamente, son los más elevados o alejados con respecto a la superficie de la Tierra, en la que se superpone o mezcla uno de los planos más inferiores, conocido como “la Costra”. De ahí la presencia más habitual de seres espirituales inferiores que facilmente sintonizan con los seres humanos con un inferior desarrollo espiritual y a los que influyen negativamente en un proceso de vibración semejante y atracción mútuas.

Este estado reagrupa a los Espíritus en los mundos que existen en los más elevados planos de existencia ; por supuesto, que no hablo de mundos físicos, sino pertenecientes a una dimensión espiritual de frecuencia mucho más alta de la que tenemos naturalmente los humanos en la Tierra.

En este estado existen Seres de Luz que sintonizan con la vibración propia de esos elevados mundos, lo cual les permite permanecer existiendo en ellos. Estos Seres viven y se relacionan entre sí , pudiendo relacionarse también con los de otros planos inferiores a los que ayudan en su ascenso evolutivo. Es una relación que hacen posible porque se les permite la reducción a voluntad de sus propias vibraciones, hasta ponerlas a nivel de los seres y mundos inferiores a quienes desean ayudar o manifestarse. Esta actividad les supone una constante colaboración con la Obra de Dios cual es la Gran Obra de la Creación y su Evolución , lo que les tiene inmersos en una constante actividad que les proporciona un inimaginable estado de dicha. En esos planos y mundos astrales es imposible imaginar en toda su realidad, para el Ser humano en este mundo, cómo es este estado de permanente gozo ; esto les supone como un premio que lograron por los méritos propios de su esfuerzo en conquistar unos valores que les permitieron sintonizar y permanecer en esa elevada frecuencia.

Este estado de felicidad no tiene nada que ver con un estado de anonadamiento o indolencia, como podría parecer por la idea del “Nirvana” budista; por el contrario se debe comprender como un estado de actividad contínua y una ausencia de las ataduras por las deudas contraídas con la Ley de Causa y Efecto, que nos sujetan a los demás Seres que aún estamos en los planos físicos, y por supuesto , tampoco tiene nada que ver con un estado de eterna contemplación estática y ociosa de Dios y es admitida por el Cristianismo a modo equivalente al “Nirvana”.

Tal vez esto cueste comprenderlo a nuestras mentes racionales, pero a través de la meditación, podemos llegar a sentir que esta dicha viene dada por la propia conciencia expandida, y el Ser se siente implicado en una constante actividad, colaborando en la gran Obra Divina de la Creación infinita de los mundos y seres, formando parte activa e integrada en una infinita escala de Amor y Solidaridad que enlaza y relaciona los mundos y a los Seres que los habitan.

El grado de felicidad alcanzado por los Seres cuando llegan a conquistar ese Plano, es proporcional a su grado de elevación y de pureza, que conlleva el profundo conocimiento de muchas cosas. Asimismo carecen de cualquier clase de sentimiento negativo, de necesidad ni de deseo físico , ni tampoco de las pasiones o frustraciones que hacen infelices a los Seres humanos.

El Amor que les une es el motivo de su enorme felicidad, y sobre todo son felices por el bien que hacen, en sintonía con El Creador.

     Si esa felicidad no la pudiesen compartir con otros, no sería auténtica o total felicidad sino solamente un gozo egoísta y limitado. Por eso la felicidad en esos niveles espirituales viene dada por la comunión de pensamientos y sentimientos que unen a los Seres afines entre sí.

- José Luis Martín -


No Juan, no hay tal lugar. El cielo no es un lugar, ni un tiempo.El cielo consiste en ser perfectos”
                             -“Juan Salvador Gaviota”-Richard Bach-