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viernes, 10 de junio de 2011

Reencarnación, Espiritismo y Evolución



La reencarnación  no es un principio solitario y autónomo  en el pensamiento Kardecista. Forma parte de un corolario de leyes que se encadenan  y dan un nuevo sentido, una nueva visión de vida y de la persona.

El proyecto espirita es atrayente e innovador. El proyecta viejos conceptos sobre la naturaleza del ser humano, el progreso, sobre Dios  y los redefine, actualiza, dándoles nuevas dimensiones, desechando supersticiones y creencias.

La doctrina kardecista procura purgar sus principios  de las concepciones místicas procurando darles una base científica, camino que Kardec definió para dar validez a la propuesta doctrinaria.

La doctrina kardecista reformula el entendimiento sobre la Justicia Divina, que ha sido vista con una forma policial, punitiva, exigiendo pagamiento. Para eso, presenta una nueva comprensión de la ley de causa y efecto, generalmente tomada en su aspecto negativo, de expiación. Para la doctrina kardecista, la Justicia Divina, al contrario, solo tiene por objetivo dar oportunidad de crecimiento y ampliación de las cualidades del ser espiritual.

La reencarnación, como fue dicho, es un hilo en el proceso evolutivo de la Ley de Evolución, una concepción revolucionaria del Espiritismo, que ayuda a entender al ser humano y el mundo.

Detallaremos para seguir algunos conceptos  básicos del Espiritismo y las dificultades de la cultura cristiana en aceptarlos.

La existencia, evolución e inmortalidad del espíritu, conforme postula  el Espiritismo, es diferente de cualquier análisis o propuesta anterior o presente  a respecto de la naturaleza espiritual del ser humano.

Si en la visión univivencial, la esencia espiritual, el alma, tiene vida productiva limitada y su creación coincide  como el nacimiento del cuerpo,  para el Espiritismo el ser espiritual es creado por Dios sin cualquier ligación específica con determinado  cuerpo o determinada situación. Por la doctrina kardecista, la creación  de  espíritus es un proceso divino, inaccesible  a nuestro conocimiento, conduciendo la esencia espiritual por el camino del auto crecimiento, explorando sus potencialidades innatas.

Es básico en la Doctrina afirmar que el ser espiritual es creado simple e ignorante, como un principio espiritual.  Es generalmente aceptado que ese principio espiritual, inicialmente sin estructura, camina en lento progreso  y que va consolidándose y agregando factores instintivos en el reino animal hasta despertar la razón, eso es, aprender el conocimiento, discernir factores  y determinar el propio futuro, alcanzando  el nivel hominal.

Cuando se alcanza el nivel hominal, el principio espiritual se torna espíritu, definido como el ser inteligente del universo. Después del despertar de la razón,  comienza  a desenvolver la afectividad, lo que corresponde,  en términos genéricos, a la moralidad, a la civilización y a la cultura.

Ese principio espiritual, germen del espíritu, desenvuelve sus aptitudes innatas, potencias, en el conflicto de la formación y vivencia en organismos, hasta  eclosionar en la especie humana.

Por eso, se verifica que el ser humano actual es un producto de la evolución singular de los espíritus.

Jaci Regis


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