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lunes, 24 de noviembre de 2014

NO CREER



Emmanuel
NO CREER- (La fe )

"Mas quien no creyere será condenado." - Jesús. (Marcos, 16:16.)


Los que no creen son los que quedan. Para ellos, todas las expresiones de la vida se reducen a sensaciones finitas, destinadas a la oscura vorágine de la muerte.

Los que alzan el corazón hacia la vida más alta están salvos. Sus días de trabajo son escalones de la infinita escalera de la luz. A costa de valeroso esfuerzo y pesada lucha, se distancian de los semejantes y, a pesar de reconocer la propia imperfección, clasifican el paisaje que les rodea, e identifican los caminos evolutivos. Colmados de buen ánimo, se sienten en la tarea laboriosa de ascensión a la montaña del amor y de la sabiduría.


Sin embargo, los que no creen, limitan los propios horizontes y nada divisan sino es con los ojos destinados al sepulcro, adormecidos en cuanto a la reflexión y al discernimiento.


Por eso afirmó Jesús que ellos se encuentran condenados.


A  primera vista, semejante declaración parece en desacuerdo con la magnanimidad del Maestro.


¿Condenados a que y por quien?


La justicia de Dios se enfoca en la misericordia y el infierno sin fin es una imagen dogmática.


Sin embargo, es imperativo reconocer que cuantos no creen en la grandeza del propio destino, se sentencian a sí mismos a las más bajas esferas de la vida. Por el hábito de admitir solo lo visible, permanecerán besando el polvo, en razón de la voluntaria incapacidad de acceso a los planos superiores, mientras los demás caminan hacia la certeza de la vida inmortal.


La creencia es lámpara amiga, cuya claridad es mantenida por el infinito sol de la fe. El viento de la negación y de la duda jamás consigue apagarla.


La incredulidad, con todo, solo conoce la vida por las sombras que sus movimientos proyectan y nada entiende más allá de la noche y del pantano a que se condena por propia deliberación.



(Texto del libro "Camino, Verdad y Vida")




REFLEXIÓN Y COMENTARIO de este tema :

El hecho de ser creyente o no serlo,no condena a nadie. Sin embargo la creencia supone una fe, y la fe es el motor necesario para esforzarnos  en alcanzar unas metas y objetivos más elevados. Nadie consigue nada en la vida, si no sabe firmemente lo que quiere o lo que tiene que conseguir. Sin una fe y sin unas metas a alcanzar, el paso por la vida puede ser un eslabón más de la larguísima cadena de la evolución de espíritu, pero un eslabón desaprovechado que solamente es una pérdida de tiempo en la vida eterna del ser espiritual. Es una vida generalmente estéril y llena de sufrimientos.

   No hay personas que no tengan fe en unas creencias porque se nieguen a ello, sino que estas creencias aun no fueron contrastadas ni pasaron por el tamiz de la razón  y del corazón. No llegó aún el momento de que ese espíritu  como  fruta verde  que es ahora, esté  ya maduro y sienta la inclinación o la inquietud al comprender su necesidad de emprender un camino  de crecimiento espiritual  bajo la luz del conocimiento y de la  creencia apoyados en una fe sólida en este conocimiento espiritual, pero Dios no tiene prisa; el sentido del tiempo es nuestro y todo vendrá a su tiempo; ya madurará en su momento y  será capaz de ver y comprender aquello que ahora aún no ve ni comprende y ni se interesa tan siquiera  por ello.

   Y es que la creencia verdadera, cuando la sentimos como real y auténtica  se arraiga para siempre en el alma, influyéndonos o condicionándonos y entonces la llamamos fe. Pero esta fe  necesita estar sustentada por la razón y el discernimiento,  por la lógica  o las evidencias objetivas y por la voz interna del corazón.

   Se puede creer en Dios, no porque las religiones  u otras personas digan que existe tal Dios, sino por las evidencias que contemplamos en una obra que escapa a la acción humana, como lo es la naturaleza y el maravilloso orden de todo el universo.  Cuando el ser humano es capaz de admirar la  perfecta y gran obra del Creador,  significa que ya ha evolucionado lo suficiente como para llegar a sentirlo, e  indeleblemente  en su corazón siente que así es, y entra en un estado superior de conciencia  que llamamos fe, y esta fe supone la convicción  en esta creencia de rango superior. Esta es una creencia que le dará el horizonte, la meta y la fuerza necesaria para seguirla y alcanzarla.  

Se pude creer en Jesús como personaje histórico, pero sobre todo se debiera creer en sus obras y en su doctrina moral y ética, porque no hay mayor perfección que ella entre todas las doctrinas religiosas que existen en el mundo. Cuanto más se le comprende, más se cree en Él y en sus enseñanzas, y como consecuencia, más se le ama.

   A veces, en un momento dado de nuestras vidas,  desde lo Alto  nos  dan  la oportunidad de adquirir o fortalecer una creencia que nos de la fuerza espiritual de la fe en Dios y en el Más Allá, una Fe con Mayúsculas,  cuando  algunos nos hemos visto colocados  en la circunstancia de  ser testigos  de la evidente realidad de un hecho extraordinario o paranormal  que nos ha impresionado y nos ha  hecho  pensar por nosotros mismos, dándonos cuenta de que en el ser humano hay algo más de lo que se ve y se palpa,o sea de la materia, a la que si le falta esa energía que llamamos vida, no es nada más que materia, y eso nos lleva a querer saber más sobre esa verdad  o esa realidad que  vislumbramos que existe tras el fenómeno visto o vivido , pero sin embargo hay quien reacciona dando la espalda o cerrando los ojos del alma ante el hecho evidente y olvidándolo  voluntariamente por falta de madurez  o por miedos,  al comprender que tras lo que han visto ellos u otras personas, puede haber  algo  que  les obligue a modificar  la vida acomodada que llevan, envueltos en las cosas materiales y miópes voluntarios ante las realidades del espíritu. Sin embargo, ese mismo fenómeno, puede suponer  para  otras personas, un toque de atención a su  espíritu, haciéndoles reaccionar y despertar de un letargo espiritual, para luego retomar  a partir de ahí, un camino de estudio, análisis, e investigación, así como de una imperceptible y gradual transformación moral, para lo cual ya vino preparado a este mundo o comprometido desde antes de nacer.

   La verdad suele ser un concepto subjetivo, pues lo que para unos lo es, para otros no lo es, pero cuando el hecho que nos lleva a creer o a no creer , se muestra tal cual es, este concepto ya no es subjetivo, o particular de cada uno para poder ser o no  ser creído y aceptado, sino que  el mismo, supone  una  realidad incontestable y objetiva, ante la que solo queda  la opción de creer porque se ha visto, o el empeñarse en no creer y seguir dando la espalda y su no aceptación, a pesar de todas las evidencias palpables que existan. Por eso  se dice que “no hay mayor ciego que el que no quiere ver”.

   La fe no se regala;  no es un don gratuito que Dios otorgue a unos sí y a otros no, sino que se adquiere y conquista a lo largo de la evolución del espíritu, cuando este ya es capaz de desarrollar la razón y el análisis que lleva, en primer término,  a una creencia que aunque para los demás sea  subjetiva, para el que la alcanza es total e íntimamente objetiva , y  en segundo  lugar, conduce a una  fe   fuerte y consolidada  en dicha creencia.

    Cuando la fe ya es un patrimonio del alma, viene a ser como un motor de fuerza espiritual y psíquica que nos empuja hacia lo Alto con una intensidad que se desarrolla y aumenta progresivamente. Cuanto más nos elevamos espiritualmente, más aumenta la fuerza de nuestra fe en el ascenso evolutivo hacia Esferas Superiores de la Espiritualidad.

    Las personas que no han alcanzado aún este patrimonio del alma que es la fe, suelen deambular por la vida sin un horizonte elevado y sin una metas por las que poner su esfuerzo cada día. Esta es su incapacidad momentánea de acceder a  los Planos  Superiores  mientras otros  ya lograron esa fuerza interior que les indica el camino a seguir teniendo como meta la Vida inmortal.

     Pero la fe  a la que nos lleva la creencia en Dios, o en Jesús, o en los buenos Espíritus, es necesario mantenerla y aumentarla  por dos caminos paralelos y necesarios: La oración y el estudio  metódico y razonado del Evangelio de Jesús , de la Codificación de  Kardec, y los elevados mensajes espirituales de esos grandes Seres que desde el espacio, van dando amplitud a las enseñanzas de estas fuentes señaladas. 

    Asimismo,  la creencia religiosa y la fe en ella, es un primer paso positivo y necesario, pero que de nada vale si no está acompañada por las obras coherentes a la misma, y estas no son otra cosa que lo que llamamos Caridad, que no es dar limosna, sino que en cada detalle cotidiano, es el Amor puesto en acción. La fe en unas creencias religiosas,está muerta si permanece parada sin la acción de unas obras que le den dinamismo y Vida.  


Por último, es de señalar que  estas  obras que vitalizan nuestra fe,  en muchos casos no se refieren a grandes hechos externos a los que nos empuje esta  fe, sino a los  detalles pequeños  y cotidianos, íntimos  e inadvertidos para los demás, cual son la mejora o reforma  moral e íntima contra nuestras imperfecciones, que nos capacite para mayores y mas elevados  logros en el futuro.

José Luis Martín-



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Raúl Teixeira
Vida y valores 

(Sufrimientos y resignación)


Tenemos que admitir que en la tierra, todos sufrimos.  Este es un planeta de pruebas y de expiaciones. Eso no es bueno, ni es malo, es la condición evolutiva del planeta. Desde los mundos primitivos destinados a las primeras existencias humanas hasta los mundos divinos, celestes, conforme a la clasificación de los espíritus, encontramos los mundos de pruebas y expiaciones.

Afirman los Guías de la humanidad que, en los mundos de pruebas y expiaciones predomina el mal. El bien aun se elabora, mas predomina el mal. Si en esos mundos predomina el mal, todos aquellos que en ellos vivamos, estamos, de cierta manera, sujetos al mal de ese mundo. Es muy importante pensar en esa cuestión. Cada vez que vemos a nuestro alrededor encontramos sufrimientos de todos los niveles.

Sufrimientos en el área social. Hay individuos que nacen, que viven en estado de máxima pobreza, de miseria sociológicamente dicho, debajo de la línea de la pobreza, económicamente también entendido así. Y nos estamos preguntando: ¿Cómo es que en el mundo donde se excede, donde hay basura rica en las grandes ciudades, puede existir tanta hambre? Encontramos criaturas que, desde que nacen son marcadas por enfermedades groseras, individuos que son autistas, hidrocéfalos, microcéfalos, macrocéfalos, ciegos, sordos-mudos, criaturas que nacen con lesiones insuperables como los anencéfalos, sin cerebro; niños que nacen con parte del tronco cerebral apenas y, por eso, la vida orgánica no puede avanzar. Miramos para otro lado de este mismo mundo y hallamos criaturas que nacen en cunas de oro, ricas, de familias poderosas, pero marcadas por insidiosas parálisis, lesiones cerebrales, como esquizofrenias, tormentas en el campo psicológico, en el campo psiquiátrico. Entonces pensamos: ¿Qué mundo es este? Un mundo de pruebas y expiaciones. De esta manera, tenemos dos caminos: o entendemos por qué vivimos en este mundo y porque este mundo tiene esas características o nos desarbolamos  y nos perdemos en la revuelta.

Este segundo camino es completamente inútil. No nos sirve, no nos llevará a lugar alguno que no sea el enloquecimiento mayor. Nos resta la primera posibilidad: tratar de comprender porque en ese mundo se sufre tanto. Ahora, en la medida que entendemos que ese es un mundo de pruebas y de expiaciones está claro por que todos sufrimos, de una manera o de otra. No existe una sola criatura que no tenga sus lecciones. Personas bonitas, bien presentadas, pero cuando conversamos con ellas, son dadas a jaquecas, tienen problemas de columna, tienen crisis hepáticas, tienen mil y un problemas que en el rostro no reflejan.

Pensamos en las condiciones de este mundo. Si es un mundo donde el mal aun predomina, que estamos aquí  y aun cargamos muchas marcas de ese mal que en la tierra predomina. ¿Por qué cargamos esas marcas? Porque provenimos de otras existencias donde esas cosas fueron realizadas y Cristo afirmó que no saldríamos de aquí hasta pagar el último cuadrante, la ultima moneda, para usar un lenguaje figurado del mundo. Por causa de eso, vale la pena pensar en una salida para toda esa gama de sufrimientos, de males, que encontramos a lo largo de nuestro planeta. ¿Huir de ellos? Imposible. Para donde quiera que vayamos, allá estará el problema, la dificultad, el acicate de la Ley Divina, Leyes naturales funcionando. Y cada cual  precisará acostumbrarse con esas ocurrencias del planeta tierra, a driblar ese mal que exacerba en nuestro mundo y procuraremos, a lo largo de los días, trabajar para que la tierra sea más feliz de lo que es hoy.

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Cuando pensamos en esa gama de sufrimientos de nuestro planeta, muchas veces nos estamos preguntando al respecto del sufrimiento de los animales. ¿Por qué sufren? Llegamos a comprender  el por qué nosotros, los seres humanos, sufrimos. Por nuestros errores, nuestros delitos, nuestros crímenes cometidos en otras existencias, en otras experiencias aquí en el mundo, en esta misma vida, en vidas pasadas. ¿Pero y los animales? Los animales no erran, ellos no cometen errores. Los animales siguen la Ley del determinismo y, dentro de la Ley del determinismo, ellos no erran nunca. Jamás una serpiente ataca a alguien porque no le gustó su rostro, porque no simpatizó con la persona. Ataca para defenderse, porque se siente arrinconada. Así hacen todos los demás animales para defenderse. 

Cuando pensamos en el sufrimiento de los animales tenemos que percibir que, cada ser que sufre en este mundo, tiene un objetivo determinado por la Ley Divina. Los animales sufren no para rescatar los errores cometidos, sino para despertarles los centros psíquicos. Los animales son principios espirituales, son Espíritus en evolución y, ciertamente, precisan del dolor, del sufrimiento para acostumbrarse a buscar en el planeta los recursos salvadores. Jamás la Humanidad  colocó veterinarios, en los bosques. Mientras tanto, los animales sufrían y buscaban recursos en el bosque. Naturalmente que todo eso se debe a ese proceso evolutivo. El dolor, en los irracionales, no tiene el mismo objetivo que el dolor en el ser humano.

En el ser humano, el dolor nos fustiga el lado moral para que la gente aprenda a perdonar, a ser humilde, a bajar la cresta del orgullo. Pero en los irracionales no, el dolor tiene otro sentido. Los hacen crecer, los hacen progresar. Miramos nuestro gato en casa, nuestro perro y, de repente, ellos van a comer grama. La gente no saben lo que estaban sintiendo. Salen afuera, vomitan y se encuentran bien. ¿Quién fue quien les enseñó a esos animales a buscar en la naturaleza vegetal el remedio para sus problemas? Así pasa con las aves, con las fieras, en la intimidad de los bosques y, naturalmente, tenemos que convenir que hay un camino importantísimo que andar, el de la comprensión.

En la medida en que sabemos  esto, encaramos mejor los dolores del mundo, los dolores de la tierra, con una virtud que se llama resignación. La resignación, de modo alguno, será acomodación. No tenemos que cruzar los brazos porque sufrimos delante de los dolores y dejar que Dios lo resuelva. Si estamos desempleados, tenemos que buscar trabajo. Si estamos enfermos, tenemos que buscar medicina, la medicación, el tratamiento. Si tenemos cualquier problema en este mundo, en este mundo tendremos que resolverlo.

Pero la resignación no es sinónimo de acomodación, vale repetir que la resignación es el mirar que tenemos para esos fenómenos, es la manera como  los vemos. Si no tuviésemos la resignación, entraríamos en la ruta de la desesperación,  en el circuito de la desolación porque, cuando no comprendemos por qué sufrimos, sufrimos dos veces. La primera vez por el sufrimiento en sí, la segunda vez por la ignorancia al respecto de él. Por eso, es la Doctrina de los Espíritus  la que tiene, en su contexto y en los textos, esas explicaciones, esos recursos para hacernos pensar en la razón por la cual los seres humanos sufrimos y por qué razón los irracionales sufren en la tierra.

Vale la pena pensar que los animales sufren por un sentido: para despertarles la vida psíquica, el despertar de sus valores psíquicos, en cuanto el ser humano sufre para rescatar sus débitos y realizar aprendizajes en el campo moral. De ahí comenzamos a percibir como es importante esa virtud de la resignación. El evangelio según el espiritismo, la tercera obra de la Codificación de la Doctrina Espirita, hecha por Allan Kardec , nos explica que, en cuanto la obediencia corresponde al consentimiento del raciocinio o de la razón, la resignación corresponde al consentimiento del corazón. Es nuestro sentimiento que nos da la oportunidad de la resignación. Ser resignado no es ser paralizado, estancado, acomodado, inerme, inerte. Resignado es tener el entendimiento de la razón de las cosas, lo que no nos impide de sufrir, ni el de llorar, pero que nos da la alegría de saber que estamos dando cuenta de nuestro recado en el mundo.

José Raúl Teixeira


Traducido por Jacob

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¿ HACIA DONDE VA NUESTRAEVOLUCIÓN FÍSICA ?, ¿ EN QUE CAMBIARÁ NUESTRO CUERPO FÍSICO ?

  Será como ir cambiando de ropa, desde un traje de esparto hasta un traje de seda, pasando por la pana, la lana y el algodón como etapas intermedias. Se volverá más sutil, menos denso, y por tanto necesitará de una alimentación menos agresiva: será más energética y menos material. Seguirá aumentando la capacidad cerebral, lo cual, aparte de permitir un mayor desarrollo de la capacidad intelectual, servirá para dar sustento al desarrollo de las percepciones extrasensoriales como la telepatía, la clarividencia, la telekinesia, que para vosotros ahora sólo están en estado latente, hasta el punto de que la mayoría las desconocéis y negáis su existencia. De hecho, los pocos que las tienen desarrolladas, sea de forma innata o por su propia voluntad y esfuerzo,son considerados unos lunáticos por el resto. En general, será un cuerpo menos dotado para los trabajos físicos duros y más sensible a los sentimientos y a los pensamientos.
Aportación de :
Angeles Calatayud Martinez

                                         
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SEÑALES PRECURSORAS DE LA MEDIUMNIDAD

 Compromiso y Trabajo

Naturalmente, cuando ocurre uno u otro fenómeno ocasional, no significa que la persona tenga mediumnidad a ser desarrollada. Aprendemos con el Espiritismo que todos los hombre tienen algún grado de sensibilidad a la influencia de los Espíritus y, por tanto, pueden ser objetos o participantes de ocurrencias esparcidas.

Observamos también que no todos tienen compromisos en esa área. Muchas veces, la persona siente la presencia de los Espíritus,caracterizándose una persecución iniciada por un enemigo, que se juzga con el derecho de cobrar algún tipo de perjuicio que sufrió en el pretérito por la acción de la actual víctima.
Esta, por sí sola, o llevada por otra persona, va al centro espírita en busca de socorro. Allí es asistida, encuentra esclarecimiento, orientación, comienza a estudiar y , con el tiempo, se reequilibra. Como eran muy efetivos los fenómenos que con ella ocurrían, alguien podrá tener la expectativa de que, una vez reequlibrada, esa persona venga a ser una excelente colaboradora en el área de la mediumnidad. Puede que eso ocurra. Pero, puede también que ya no vuelvan a repetirse los fenómenos a través de ella. Puede que ella no tenga compromiso en ese aspecto y que los fenómenos solamente tenían por objeto llevarla al centro para que encontrase el camino de su propia iluminación, de su integración a la institución a través de otros trabajos que también sean productivos para ella y para otras personas.

Pero no podemos afirmar que, por el hecho de no poseer mediumnidad ostensible la persona no pueda colaborar en el trabajo mediúmnico. El grupo que trabaja con la mediumnidad no se compone tan sólo de médiums, psicofónicos, psicógrafos o videntes. Hay la necesidad de dirigentes, de otros miembros que actúen como esclarecedores,dialogando con los Espíritus; como pasistas o como elementos de apoyo vibratorio, cooperando para la buena marcha de las actividades.

De todas formas, cuando los hechos mediúmnicos empiezan a repetirse con alguna insistencia, la persona necesitará buscar esclarecimientos, pues, por sí misma muy difícilmente podrá entender lo que le pasa y encontrar el camino para el equilibrio y el buen aprovechamiento de la facultad. Necesitará orientaciones sobre que trabajos efectuar en el centro, que libros leer, que acciones emprender en el sentido del dominio de la facultad, entre otras cosas.

En el comienzo, el médium podrá desear un desarrollo excepcional de su facultad, sin darse cuenta de las implicaciones que de ahí pueden surgir. La mayor parte de lo hombres que habitan la Tierra, que es un planeta de expiaciones y pruebas, son Espíritus comprometidos con su pasado. La mediumnidad para ellos, casi siempre, no surge como misión o con las características de exhuberancia produciendo fenómenos que atraen la atención de la gente, permitiendo la realización de grandes trabajos en esa área.

Ese tipo de mediumnidad exige de su portador, para ser productiva en su plenitud, condiciones evolutivas que son raras en nuestro plano. Los médiums misioneros sufren mucho y tienen una carga de trabajo que pocos podrían soportar. La mayor parte de los médiums no están aptos para vencer ese desafío. Por eso, reciben la oportunidad de realizar trabajos más humildes, ligados a un grupo más reducido, a fin de que se preparen para otro trabajos de mayor amplitud en el futuro.

No se puede decir, por eso, que su tarea no tenga importancia. Su mediumnidad, con características más de expiación y, a veces, de prueba, que él ejercita todas las semanas en la institución que frecuenta con simplicidad y dedicación, ayudando a entidades sufridoras, ignorantes, atormentadas, obsesoras, es, para médium, de fundamental importancia. El no puede y no puede y no debe renunciara esa oportunidad, pues podrá estar dando pasos de gigante, dentro de su proceso evolutivo, al cumplir bien esa tareas humildes en la institución espírita. La mayor parte de los médiums están comprometidos con ese tipo de mediumnidad.

Carlos Campetti

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