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viernes, 30 de septiembre de 2011

¿ Por qué autodescubrirnos ?




Perturbada por las preocupaciones a las que presta demasiada importancia - la opinión de otros, la apariencia, la conquista de las cosas externas, la convivencia social y disputas insignificantes - la persona se descuida a sí misma y permanece ignorando su realidad profunda, sus potencialidades latentes.
Como considera con óptica pesimista que sólo la suya es una existencia laboriosa y difícil, pierde los parámetros del equilibrio para un análisis correcto sobre los acontecimientos y resbala en el abismo de la autocompasión, de las depresiones, de la desdicha.
Su autoestima se desvanece y vaticina la ruina de la jornada. Es por eso que no se esfuerza por revertir el orden de los pasatiempos pesimistas que vitaliza durante largos períodos de ocio físico y mental.
La vida se presenta con las mismas características para todos los seres vivos. Las ocasiones son más severas, las circunstancias surgen penosas, las enfermedades se manifiestan desgastantes, los problemas caracterizan períodos que deben ser enfrentados con naturalidad y valor, como si fueran impuestos que se deben rescatar por el honor de existir.
Con excepción de coyunturas expiatorias de la miseria socioeconómica, de las enfermedades congénitas y degenerativas, de los comportamientos físicos, mentales y morales consecuentes de las reencarnaciones marcadas por la locura, los acontecimientos aflictivos se convierten en experiencias iluminadoras para el crecimiento interior. Esas pruebas constituyen recursos que impulsan la evolución. Si no fuera así, la Tierra sería el paraíso anhelado, y la vida física se tornaría de naturaleza eterna. Su fragilidad e impermanencia, las transformaciones biológicas a las que está sujeta, dan testimonio de la limitación de su curso y de la finalidad educativa para el yo superior que la organiza.
Es necesario efectuar un examen profundo, serio, constante del , de su constitución, de los objetivos que debe perseguir, de los medios a utilizar, de cómo encontrar los recursos para lograrlo. Ese análisis tiene como meta lograr la auto concienciación, mediante la cual se liman las aristas y el curso del río existencial se desliza hacia el mar de la paz. Para ello, es imprescindible el autoexamen de los comportamientos mentales, emocionales y físico-sociales.
Todo comienza en la mente, y ahí están las matrices de las próximas acciones. El ejercicio de pensar bien, eliminando las ideas perniciosas con las que se está viciado, constituye el paso decisivo para el autodescubrimiento. Interrogarse con más asiduidad respecto de quién se es y de cuáles son las posibilidades de las que se puede valer para el desarrollo interior, significa un medio adecuado para inter penetrarse. Sistemáticamente, se debe estar atento contra los hábitos perjudiciales de la autocompasión, de la censura del comportamiento de los otros, del castigarse y desvalorizarse a sí mismo, de la envidia y de los otros componentes del grupo de las pasiones que corrompen e insensibilizan. Llenar los lugares que quedarán vacíos con la eliminación de esos sórdidos cómplices mentales, con la presencia del altruísmo, de la fraternidad, del amor a sí mismo.
Reconocerse destinado al triunfo y avanzar en su búsqueda sin afectación o presunción, es la próxima etapa del programa de autodescubrimiento. Reaccionar insistentemente contra los pensamientos que producen inquietud y establecer la confianza en el Poder del Creador, del cual procede, y en sí mismo, generará armonía y valor para los enfrentamientos, ante la convicción de que está destinado a la gloria estelar que logrará con el esfuerzo personal.
Aquel que se conoce, sabe cuáles son los recursos que puede utilizar para cumplir con las tareas y funciones que le cabe ejecutar, y las acepta como parte del proceso existencial en el cual está insertado. Esa comprensión le da dignidad y lo enriquece de entusiasmo ante cada conquista, como perspectiva para la próxima victoria.
Si identifica fragilidad en este o en aquel ángulo del carácter y de la personalidad, dirige sus resistencias morales hacia ese rumbo y se fortalece. Si se equivoca, no se lamenta, porque aprendió cómo hacerlo en otra oportunidad. Como no acepta el desequilibrio, no se culpa a sí mismo ni a nadie, porque descubre el valor del aprendizaje que inicia. Si acierta, no se jacta, pues sabe que largo es el camino a recorrer.
El autodescubrimiento facilita la humildad ante la vida sin una postura humillante, porque permite la irradiación del amor dentro del , consciente de su realidad y de origen divino.
Juana de Angelis - Divaldo Franco
Libro: Autodescubrimiento
"Desconocimiento de sí mismo"