Entradas populares

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Campos morfogenéticos.La Ciencia de la Vida


De algún extraño modo el universo
es un universo participativo.
(John A. Wheeler


Cuando el libro de Rupert Sheldrake Una Nueva Ciencia de la Vida apareció en Inglaterra, un editorial de Nature, la prestigiosa revista científica, le consideró "el mejor candidato a la hoguera que ha habido en muchos años", y sostenía que sería una pérdida de tiempo y dinero el contrastar sus conjeturas. El Dr. Sheldrake introdujo en este libro la teoría de los campos morfogenéticos, como él llama a los campos no-locales, aquellos no relacionados causalmente. Estos campos, según el investigador, permiten la transmisión de información entre organismos de la misma especie sin media efectos espaciales. Es como si dentro de cada especie del universo, sea ésta una partícula o una galaxia, un protozoo o un ser humano, existiese un vínculo que actuara instantáneamente en un nivel sub-cuántico fuera del espacio y el tiempo. Este vínculo es lo que Sheldrake denomina campo mórfico o morfogenético. Al tratarse de una transmisión de información y no de energía, ello no contradice la Teoría de la Relatividad. Por ejemplo, un
roedor australiano puede conocer sin que exista transmisión material, simplemente por resonancia mórfica, algo aprendido por un roedor de su mism  especie en Leningrado. Siguiendo con el ejemplo, si llevásemos desde Leningrado a Australia un enemigo natural del citado roedor, el pariente australiano del roedor reconocería al momento a su enemigo al igual que lo hacía su pariente ruso.

Esta teoría le fue sugerida en parte a Sheldrake por ciertos experimentos de psicología animal donde dicho efecto parecía tener lugar. Estos experimentos, realizados en los años 1920 en la Universidad de Harvard por el Dr. William McDougall, trataban de descubrir en qué medida la inteligencia de las ratas era heredada. El Dr. McDougall medía la inteligencia, en este caso, por la habilidad de los roedores en recorrer un pequeño laberinto. Las ratas "inteligentes", aquellas que resolvían el laberinto rápidamente, eran pareadas con otras ratas "inteligentes" y lo mismo se hacía con las ratas "torpes". Veintidós generaciones más tarde, en
vez de ser las ratas "inteligentes" las únicas más listas, todas las ratas resultaron poseer una mayor inteligencia a la hora de resolver los laberintos. Las ratas de la camada "menos inteligente" recorrían el laberinto diez veces más rápido que cualquier rata de la camada original.

Otro ejemplo citado por Sheldrake es el de los famosos monos de la isla de Koshima, en aguas de Japón. Un grupo de científicos alimentaba a estos mono con batatas o boniatos sin lavar. Una hembra que respondía al nombre de Imo, descubrió que lavando la batata en el mar, además de perder la piel la
molesta arenilla, éstas sabían mejor. Pronto todos los monos de la isla de Koshima aprendieron el truco. Pero, y esto es lo extraño, todos los monos del continente comenzaron a lavar sus boniatos, y ello a pesar de haberse evitado el contacto de los monos de Koshima con los del resto del país. Pero este extraño contagio no sólo funciona con animales, también tiene lugar con cristales. Algunas sustancias son muy difíciles de cristalizar en el laboratorio. Pero tan pronto como un laboratorio tiene éxito en la tarea, la sustancia en cuestión comienza a cristalizar con mucha mayor facilidad en otros laboratorios alrededor del mundo. Al principio se pensó que la causa pudiera ser que investigadores visitantes portaran diminutos trozos de
cristal en sus ropas o en sus barbas. Pero finalmente esta causa fue desechada. Aparentemente los cristales aprenden mediante resonancias mórficas.

El Dr. Sheldrake, luego de la publicación de Una nueva ciencia de la vida,realizó dos experimentos para refutar o verificar su teoría. El primer experimento fue patrocinado por la revista New Scientist, de Londres, y el segundo por la Brain/Mind Bulletin, de Los Angeles. Ambos experimentos parecieron confirmar su teoría.

En el experimento patrocinado por New Scientist, a personas de distintas partes del mundo se les dio un minuto para encontrar rostros famosos escondidos en un dibujo abstracto. Se tomaron datos y se elaboraron medias.
Posteriormente la solución fue emitida por la BBC en una franja horaria donde la audiencia estimada era de un millón de espectadores. Inmediatamente de realizada la emisión, en lugares donde no se recibe la BBC, se realizó el mismo "test" sobre otra muestra de personas. Los sujetos que hallaron los rostros dentro del tiempo de un minuto fueron un 76 % mayor que la primera prueba. La probabilidad de que este resultado se debiera a una simple casualidad era de 100 contra uno. Según el Dr. Sheldrake, los campos no-locales, o campos morfogenéticos, habían transmitido la información a toda la "especie", sin detenerse en aquellas personas que presenciaron la mencionada emisión de televisión.

En el experimento patrocinado por el Brain/Mind Bulletin de Los Angeles, a varios grupos de personas se les pidió que memorizasen 3 poemas distintos.
El primero era una canción infantil japonesa, el segundo un poema de un autor japonés moderno y el tercero un galimatías sin sentido. Tal como la teoría de los campos morfogenéticos predice, la canción infantil, habiendo sido aprendida por millones de niños durante muchas generaciones, aunque éstos fueran japoneses, fue memorizada notablemente más rápido que las otras dos alternativas.

Sheldrake no fue el único en realizar experimentos de este tipo. Gary Schwarz, psicólogo de la Universidad de Yale, patrocinó un experimento similar en el Tarrytown Executive Conference Center de Nueva York. A
estudiantes de Yale que no sabían hebreo se les mostraron palabras hebreas de tres letras, la mitad de ellas sin sentido. Los estudiantes obtuvieron mejores resultados en el reconocimiento de palabras "reales" en una
proporción superior a la que cabría esperar como mero fruto del azar.

Debido a que la ciencia institucional se ha vuelto conservadora, tan limitada por los paradigmas convencionales, algunos de los problemas más fundamentales son ignorados, tratados como tabú o puestos en el último lugar de la agenda científica.
(Rupert Sheldrake)

Nuestra conciencia, según Jack Sarfatti, puede percibir al instante y, al instante, influir sobre cualquier parte del universo. Puede abandonar el cuerpo y vagar más deprisa que un fotón a través de ámbitos infinitos sobre cualquier parte del universo. En palabras del propio Sarfatti: "Dudo de la existencia de poderes de psicoquinesis y de la transferencia supraluminal de información. Sin embargo acepto la posibilidad de su existencia, ya que la mecánica cuántica parece tener sitio para ellas".

Nuestra Luz

El cuerpo humano literalmente brilla, especialmente en el área del cerebro [núcleo de la vida mental] y emite luz visible en pequeñas cantidades que varían durante el día, atestiguan científicos de la Universidad de Kioto, en Japón conforme el artículo publicado en la revista  científica Plos One. Investigaciones anteriores ya habían demostrado que el organismo emite luz visible, mil veces menos intensa  que la que podemos percibir con el ojo nuestro.
En la realidad, prácticamente todos los seres vivos emiten una luz muy débil, que puede ser un subproducto de reacciones  bioquímicas, dicen los estudiosos. Cuando se dan algunas reacciones químicas exotérmicas la parte de la energía liberada se transforma en energía luminosa. El emisor de luz se mantiene frio (  a la temperatura  del medio donde se encuentra) Este fenómeno se  llama luminiscencia química. Veamos un ejemplo: en verano en la floresta, durante la noche es posible ver  un curioso insecto la luciérnaga (vaga-luz). Su cuerpo irradia una intensa luz verdosa. Esa luminosidad no quema los dedos, si tomamos una luciérnaga. La mancha  luminosa que se encuentra en el dorso de la luciérnaga tiene prácticamente  la misma temperatura que el aire a su vuelta. La propiedad de iluminarse es encontrada en nuestros organismos vivos a ejemplo de las bacterias, de los insectos y muchos peces, que existen a grandes profundidades, donde la luz solar no alcanza. En tiempo de sustentable progreso del `planeta, lamentablemente, hasta ahora no fue posible construir emisores de luz económicos, basados en los principios de la luminiscencia química.
Hay un grupo de investigadores que consiguió entender como determinadas encinas pueden adquirir bioluminiscencia, o la emisión de luz visible por organismos vivos. Los resultados  de la investigación fueron publicados en la revista Photochemical Sciences, en el artículo que trae informaciones inéditas sobre la estructura y funciones de esas encinas luminiscentes.
Sobre la luz humana “descubierta” por los japoneses, ella difiere de la radiación infrarroja (qué es una forma de luz invisible – que viene del calor del cuerpo). Los científicos japoneses trabajaron con cámaras muy sensibles, capaces de detectar  un único fotón (partícula elementaría mediadora de la fuerza electromagnética) . Cinco voluntarios sanos de sexo masculino fueron colocados al frente de las cámaras en cuartos completamente oscuros.  La exposición fue realizada de tres en tres horas durante  20 minutos – de las 10  a las 22 horas – por tres días. En el estudio se verificó el hecho curioso como dijimos antes, en la región rostro (cerebro) el brillo era más intenso que en el resto del cuerpo.
En verdad el sistema nervioso, los núcleos glandulares y los plexos emiten luminiscencia particular. Es, yuxtaponiéndose al cerebro, la mente surge como una esfera de luz característica, ofrece a cada persona determinado potencial de radiación. El pensamiento que es fuerza creativa, al exteriorizarse, de la criatura que lo genera, por intermedio de sutiles ondas, en circuitos de acción y reacción en el tiempo, es tan mensurable como el fotón que, arrojado por el fulcro luminiscente que lo produce, recorre el espacio con determinada velocidad, casualmente explica el Espíritu André Luiz. Los científicos Niels Bohr, Max Planck y Albert Einstein erigieron nuevas y grandiosas concepciones de irradiación de la luz. El vehículo carnal, a partir de esos tres exponente de la ciencia, no es más que una turbina electrónica, regido por la conciencia o sea, cada cuerpo tangible es un haz de energía concentrada. La materia es transformada en energía, y esta desaparece para dar lugar a la materia.

El tema nos remite a reflexionar sobre el aura humana que ha sido investigada hace mucho tiempo, por médicos, científicos e investigadores psíquicos. En el siglo XIX el Barón Von Reichenbach, químico austriaco, reveló investigaciones que le hicieron verificar la realidad de la emanación de energía [que podría ser llamada  aura o od] por los imanes, por los cristales y por los seres humanos. Allá en la época, el médico y científico norteamericano, James Rhodes Buchanan descubrió que había emanación por el cuerpo humano, a través de las manos y condicionada por la mente, de un aura nervina y que todo objeto que tocasen, de cualquier época, aun mismo de la más remota, podría ser identificado e interpretado. Tal fenómeno   se denominó de Psicometría. En 1852, el médico inglés, Benjamín Richardson, proclamó la existencia de aquella atmosfera nervina y que se irradiaba alrededor del cuerpo humano.
Collongues, psiquiatra francés, inventó el Dinamoscopio, aparato que se destinaba a probar la existencia de irradiaciones por el cuerpo humano vivo en contraposició n al fenómeno del estado  no vibratorio de la muerte. En 1872, creo el Bioscopio para probar la existencia de una irradiación vital por el cuerpo humano. El Conde Albert de Rochas de 1887 a 1896, publicó en dos obras el resultado de sus investigaciones  a las que llamó  “Exteriorizació n de la sensibilidad y exteriorizació n de la motricidad, por el cuerpo del ser humano (1891 – El Fluido de los Magnetizadores; 1895 – La Exteriorizació n de la Motricidad)
“A. Fanny, físico suizo, dio  a la irradiación alrededor del cuerpo humano el nombre de Anthroproeux (del griego antro – hombre y plus -  fluir, emanar), esto es, emanación humana; Sydney Alrutz, medico sueco,  comprobó la realidad de la irradiación de fluido magnético por el ser humano, principalmente a través de las extremidades digitales. Semion y Valentina Kirlian, pareja de científicos de la Unión Soviética, alrededor del año 1939, idealizaron un aparato para fotografiar la irradiación de la energía vital, expandida por el ser humano – La Bioenergía- método que después se extendió a los animales y vegetales conocido como Efecto Kirlian. No en tanto solo en 1974 fue reconocido su invento y autorizada la patente por el Presídium del Soviet Supremo.” (4)
Todos los seres vivos, desde los más rudimentarios a los más complejos se revisten de un “Halo energético” que les corresponde a la naturaleza. Es una irradiación prevenida de la vitalidad de los tejidos vivos tanto vegetales como animales. Este hecho puede ser comprobado  científicamente por los procesos Kirlian, donde experiencias realizadas, demuestran que el aura envuelve cuerpos celulares de vegetales y animales, y que esta irradiación está directamente ligada a la actividad celular, fuerte y radiante en una hoja viva, por ejemplo, y enflaquece y debilita a la medida que la actividad celular de esta se reduce.
Teniendo como fuente las tesis del Espíritu André  Luiz, cercioramos que en el hombre no solamente la irradiación surge profundamente enriquecida y modificada por los factores  del pensamiento continuo  que, ajustándose en si a las emanaciones del campo celular, lo modelan, alrededor de la personalidad o  del conocido cuerpo vital o doble etéreo de algunas escuelas espiritualistas, duplicará más o menos radiante a la criatura. (5)
En el aura humana a determinada conjugación de fuerzas fisicoquímicas y mentales peculiar  a cada  individuo. Pareciendo a un espejo sensible en el que todos los estados del alma se estampan con señales características y en la que todos los ideales se evidencian, plasmando telas vivas.
Llamemos de fotosfera psíquica, entretejida en elementos  dinámicos y que atiende a la cromática variada, según la onda mental que emitimos, retratándonos todos los pensamientos en colores e imagines  que nos corresponden a objetivos y escuelas, ennoblecedoras o deprimentes.
Por lo expuesto, observamos que todos exteriorizamos el reflejo de nosotros mismos, en los contactos del pensamiento a pensamiento, sin necesidad de palabras para las simpatías o repulsiones fundamentales. Por esa razón los Espíritus fácilmente identifican los valores de la individualidad humana por las irradiaciones luminosas que emiten, emanaciones esas que invariablemente tienen relación directa con la moralidad, el sentimiento, la educación y el caracter claramente perceptible, a través del aura que cargamos a nuestro alrededor.
Jorge Hessen