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lunes, 10 de noviembre de 2014

La cruel indiferencia



PANDEMIA DEPRESIVA

En el momento,  cuando las conquistas libertadoras de la inteligencia alcanzan elevados  índices  de superior tecnología  y de grandiosa comprensión científica  en torno de la vida  y de sus complejidades, así como del macro y del microcosmos, los desvaríos de la emoción se muestran por angustias desbastadoras en las existencias vacías de significado.
Paradójicamente,  nunca hubo tanto confort,  así como tantas concesiones al placer,  al poder,  al trabajo o al reposo,  a la alimentación bien balancea, a los relacionamientos sexuales,  a las comunicaciones y recreo, presentándose, simultáneamente, incontables aflicciones, graves desastres,  trastornos de comportamiento, alineaciones mentales que se expresan  de manera sutil o vigorosa, segando la alegría y el encantamiento de las criaturas humanas.
Cual  morbo invisible, una voluminosa onda de desespero, silencioso en unos momentos y gigante en otros, toma cuenta de la sociedad terrestre, diezmando las bellas floraciones de la esperanza y  lanzando a las personas desprevenidas   a los hondos pozos del desinterés por la vida  y por las luchas renovadoras…
 La adquisición de todo cuanto parece constituir una meta, victoria existencial, súbitamente cede lugar al tedio,  al debilitamiento de la voluntad, al desanimo,  con indiscutibles perjuicios para la sociedad.
Al principio,  se presenta  en forma de tristeza pertinaz  que se hace acompañar  por un sequito  de inflexibles adversarios de la paz, exaltando las emociones  o amorteciéndolas, anulando los intereses  por la permanencia de los objetivos esenciales, dando lugar a la melancolía  que se instala, perniciosa,  convirtiéndose en grave depresión.
El ser humano debe alcanzar  los niveles  superiores del  conocimiento y del amor,  viviendo la sabiduría,  en una síntesis armónica de conquistas de la inteligencia y del sentimiento.
No obstante, a las aspiraciones exageradas  y el movimiento continuo acaban  en ansiedad, desgastando las energias nerviosas, dando lugar al desfallecimiento de las fuerzas, fragilizando al individuo.
De cierto modo, los acontecimientos psicosociales,  tales como la desintegración de la familia,  la perdida de las tradiciones, la soledad en el grupo social voluminoso, contribuyen  para el aumento de los disturbios de la emoción y de trastornos psíquicos  más severos.  Aunque  esos factores también ocurran en las familias ajustadas, en los grupos armonicos, en las sociedades equilibradas, se manifiestan más cuando esos valores son despreciados.
 Innegablemente, el ser humano se encuentra  enfermo,  a veces en transitorio estado  de bienestar que cede lugar  a sucesivos desequilibrios, cuando surgen  ocurrencias  que predisponen  al surgimiento de las disturbios…
Si  desconsideráramos  las causas que se originan en el interior , que son  propiciadas por el Espíritu  desde el momento de su reencarnación, aquellas que provienen del exterior   como las perdidas,  el miedo,  las antes mencionadas  facultan  abrirse el abanico inmenso de la  nefasta psicopatología depresiva.
 Las estadísticas alarmantes de los suicidios encuentran  su génesis, casi siempre, en la depresión, desencadenada por circunstancias aleatorias…
Sin objetivos bien delineados y sin seguridad intima que proporcionen  el equilibrio real, el ser humano desfallece y se deja arrastrar por la  virosis perversas y destructiva.
La depresión es enfermedad del espíritu, y en el espíritu debe ser tratada.
El surgimiento  en la depresión, sin embargo,  no tiene como finalidad esencial vivenciar apenas el dolor,  el sufrimiento, más si proporcionarse el encuentro  del ser con el mismo.
Depresión significa  empujar para abajo permitiendo al Espíritu  refugiarse  en las reflexiones internas,  para rehacer observaciones, para recorrer nuevos caminos.
Invitado el ser humano  para las conquistas externas, casi todas sus aspiraciones  se  limitan  a tener, a adquirir, a aparecer… Es en ese momento cuando ocurre el fenómeno  de la melancolía, en razón del vacío que las conquistas externas  proporcionan al ser interior, que no se siente pre henchido  de objetivos reales, siendo conducido a la meditación profunda, de cuyo abismo podrá salir renovado y feliz.
Todo aquel que atraviesa  esa fase natural de la existencia  física, manteniéndose  lucido  y resuelto  a escudriñar  el abismo de las reflexiones melancólicas, consigue superar  las densas sombras  y alcanza la claridad del día  de la paz y la alegría de vivir.
Lamentablemente, el enfermo se entrega   a la lamentación  y al auto abandono, pasando a cultivar la auto compasión y la rebeldía  en relación a los demás   que tienen en cuenta como saludables,  considerándolos  inmerecidamente privilegiados.
 Permitiéndose la auto conmiseración, piensa apenas  en huir, desistiendo de la lucha, en razón de los conflictos  que  lo  enseñorea y del desencanto que lo domina.
La vida impone  esfuerzos que deben ser aplicados a beneficio de las desafiantes conquistas,  que aguardan a aquellos  que las desean alcanzar.
Quien se detiene en la marcha, señalando dificultades,  o rechaza   la tenacidad en el trabajo,  se pierde en el camino de la evolución.
Aplicar el tiempo en el pesimismo,  en las conjeturas deprimentes, es una manera de ampliar  el cuadro de angustia  malbaratando la oportunidad de liberarse  de la presión penosa en que transita.
Todos los individuos experimentan dificultades  y luchas, sufren tristezas y desencantos,  negándose algunos a permanecer en ese estado de aflicción injustificable.
Cuando ocurre  la aceptación pasiva de la dificultad y la sumisión  a los fenómenos internos afligentes, el enfermo necesita  de asistencia médica,  no apenas de la natural psiquiatría, sino también del auxilio psicológico, con el fin de salir de la apatía,  de romper las esposas  opresoras  de la emoción enfermiza…
La depresión puede ser superada, en el caso  que el paciente opte por la lucha y a ella se entregue con ahínco.
La concentración mental en los ideales  del bien lentamente  llena  el vacío existencial,  estimulando los neuronios las sinopsis, restableciendo el ritmo y producción  de los neuropeptidios  responsables por la alegría y dinámica de la existencia.
En esos caminos, la oración debe ser transformada  en habito de reflexión, utilizándola con frecuencia, de modo que pueda sintonizar  con las fuentes del bien, de donde proceden las energías saludables,  renovadoras.
Cualquier actividad, aun mismo constituyendo un gran esfuerzo, llevando   a la transpiración, constituye  también eficiente procedimiento terapéutico, al lado de los ejercicios físicos,  tales como la gimnasia, la natación, el caminar…

Se torna indispensable que el enfermo realice  la parte que le dice al respecto,  de ese modo cooperando para el propio restablecimiento.
En la raíz del trastorno depresivo,  existe siempre  una psicogénesis  de naturaleza espiritual de carácter obsesivo, resultante  de la infeliz conducta anterior  de la actual víctima, razón por la cual las psicoterapias del amor,  de la oración, de la caridad, de la paciencia y de la resignación se tornan indispensables.
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Cuando sientas agravarse el desanimo en tu currículo de acciones, cuando seas victima de continuos episodios  de insomnio  con pensamientos conflictivos; cuando experimentes indiferencia afectiva  con relación a las personas queridas; cuando el mal humor en forma  negativa  pase a caracterizarse; , cuando  la indisposición para cualquier actividad se torne frecuente; cuando la irritación  o el deseo de aislamiento social comiencen a dominarte; ten cuidado , puesto que estás en un proceso depresivo.
Atenta para la renovación interior, busca auxilio espiritual y el especializado,  no apartándote del Psicoterapeuta  sublime, porque estas caminando por la noche oscura  a la que se refiere San Juan de la Cruz…
Libérate  de la sombra morbosa  e inúndate de  la luz del sol de la alegría, rumbeando  en dirección a la salud que te aguarda.
 Naciste para conquistar el infinito,  y eso depende  exclusivamente de tí.

Extraído del libro  “Entrégate a Dios” de Divaldo Pereira Franco
Traducido por M. C. R

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Síntomas de la obsesión espiritual y posible ayuda.-

En principio el identificar un caso de obsesión, no es muy sencillo, pues entramos en un campo en el que los psiquiatras y psicólogos, deben intervenir solamente cuando estén seguros de que están ante problemas mentales o psicológicos del orden de la salud, pero cuando el caso escapa a una solución por parte de la ciencia y no se definen claramente los síntomas en el campo de la salud, la intervención solo cabe a espiritistas experimentados en hacer trabajos de esta clase con el apoyo de alguna mediumnidad que facilite la comunicación y consulta con el plano espiritual.
Al respecto, son diversos los cambios en los comportamientos que se pueden observar en personas que comienzan a padecer esta clase de mal espiritual, por ejemplo los hábitos y reacciones habituales de la persona se modifican, llegando a asumir posiciones y actitudes extrañas y perjudiciales, inducidas sobre aquellos que se les someten , por mentes obsesoras, cayendo como en un bosque  de sombras del que es muy difícil y penoso salir.
Conforme sea la constitución temperamental, que es un factor de relevante importancia, el obsesado se vuelve apático, o tiende a la depresión y a la melancolía, en razón del mensaje telepático deprimente que recibe, así como a los clichés mentales pesimistas que resuenan en su conciencia.
En el otro extremo, con una constitución nerviosa excitable, se producen casos de agresividad y violencia . En desarmonía con sus actitudes habituales explota frecuentemente por tonterías, de lo cual luego se arrepiente, exponiendo la constitución psíquica a altas cargas de energías que dañan los nervios, con los correspondientes perjuicios para su organismo físico-psíquico.
A los hábitos saludables habituales, van sucediendo las reacciones intempestivas, perdiendo los criterios de concepto y de valor que dan lugar a extravíos y extrañas formas de conducta.
Cuando la Subyugación es insistente, puede llevar a una especie de locura que no responde a tratamientos psiquiátricos con una medicación normal. Esta “locura” solo se puede tratar con grandes posibilidades de cura, mediante el adoctrinamiento y la formación moral que se pueden ofrecer al Espíritu obsesor, llevándole al arrepentimiento, así como también a su víctima ; sin embargo el solo tratamiento con medicamentos puede terminar por dañar su cerebro y entonces la víctima es cuando se convierte en un auténtico lisiado mental.
La Subyugación puede ser física o psíquica, o de ambas formas a la vez, según la forma como se manifieste. La primera no implica la pérdida de lucidez mental e intelectual, porque actúa directamente sobre los centros motores, obligando al individuo aunque se niegue a obedecer y a ceder ante la violencia que le oprime el obsesor. Llegado a este punto es donde pueden aparecer las enfermedades orgánicas ante el cambio de condiciones celulares adecuadas que facilitan sus enfermedades orgánicas por el acceso de virus y bacterias.
Mediante esta vigorosa y contínua acción fluídica, pueden terminar por dañar los tejidos orgánicos, perturbando tanto el anabolismo como el catabolismo, influyendo así en el trastorno del metabolismo en general con los consiguientes perjuicios físicos.
En el segundo caso el paciente se ve dominado mentalmente permaneciendo en un estado de pasividad, no siendo extraña la tortura emocional y llegando a perder por completo la lucidez.. Así pierde temporal o definitivamente el área de la consciencia, siendo incapaz de expresarse libremente, permaneciendo aturdido. Su visión, su audición y los demás sentidos confunden la realidad objetiva con el imperio de tantas vibraciones que registra desordenadamente en la esfera física y en la espiritual.
Estos casos se pueden ayudar a través de un diagnóstico espiritual hecho por alguna persona con una facultad intuitiva y de videncia muy experimentada en tratar esta clase de problemas, y que pueda llegar a establecer el origen del conflicto entre el espíritu obsesor y el obsesado para definir las causas del problema existente entre ambos.
Una vez comprendida la dinámica reencarnatoria que nos relaciona a todos desde unas vidas a otras, se puede llegar a la solución del caso mediante el adoctrinamiento y esclarecimiento de ambos , desmontando así los vínculos de odio y de venganza que les unen, y que actúan como un imán entre el obsesor y su víctima; y , por supuesto, con mucha oración por ellos y a ser posible, junto a ellos. Hay que hacerles sentir que la única salida para sus respectivos sufrimientos generados en un pasado común, es el perdón y el reconocimiento fraterno mutuo como hijos de un mismo Padre. Hay que hacerles comprender a los obsesados que permaneciendo en la construcción del bien, difícilmente podrán asimilar las inducciones perversas o criminales procedentes de los estadios de las regiones inferiores del astral, sin embargo si permanecen en posiciones de vulgaridad, placer, impiedad, vicio o desorden, reciben mayor influjo de ondas mentales equivalentes, cayendo cada vez más hondo en precipicios de aturdimiento y desequilibrio.
Tales personas acuden al descanso físico buscando revivir y recrear en su mente las ambiciones desenfrenadas o las pasiones perturbadoras, vitalizándolas cuando no encuentran medios de realizarlas físicamente. Después durante el sueño se desdoblan reencontrándose con afines- encarnados o desencarnados- con los cuales se identifican, recibiendo una mayor carga de sensaciones de esas necesidades falsas, o dando cabida a esos estados anhelados que les turban o afligen. Cuando despiertan encuentran su mente atribulada con estas emociones, así como un incómodo cansancio físico y psíquico, encontrando dificultad para fijarse en las oportunidades de realizaciones positivas que la vida les ofrece, mientras tanto la idea obsesora fijada y viciosa , ya ha quedado establecida a través de ese intercambio mental nocturno.
Sin los ejercicios de reflexión mas profunda y sin los hábitos saludables de edificación del bien en si mismos; sin el constante ejercicio de la oración como intercambio de fuerzas parafísicas, llegan a aparecer esas actitudes sorpresa que le llegan a empujar hacia la idea engañosa del suicidio en medio de cuadros neuróticos, psicóticos o esquizofrénicos.

- Jose Luis Martín-

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Entre las causas más comunes de la obsesión encontramos las siguientes: Malos hábitos y conductas desordenadas”.
- Juan Luis Sánchez -

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   ¿ Qué es la “Obsesión sonorizada”?

Parece ser que esta variedad de obsesión en cuanto a su forma de manifestarse, es particularmente frecuente entre las personas que tienen una facultad mediúmnica. Y esto es así no solamente por constituir la mediumnidad una ventana natural que facilita la relación con el otro lado de la vida, sino por el fastidio que a los obsesores les causa el que otros seres espirituales puedan acceder a esta ventana que les comunica con este mundo.
Consiste en que la persona con este problema,  escucha dentro de su cabeza, murmullos como griterios de gentes, entre los que aparecen a veces de forma nítida voces que provienen de los espíritus obsesores.. Esto supone para el medium un transtorno psíquico que les causa cierto desconcierto por el barullo característico que sienten dentro de su propio cráneo, alterando el estado emocional que les impide la necesaria concentración para ejercer la psicografía, causándoles intranquilidad.
Pueden cesar por un tiempo y reaparecer más tarde  con mayor intensidad. En este barullo de voces y sonidos, se llega a distinguir la voz nítida de los obsesores enemigos que perturban la tranquilidad interior con sugestiones desagradables e inducciones al desequilibrio, burlas y sarcasmos, insultos y calumnias maledicientes dirigidas al círculo de sus amistades, etc. Todo este conjunto y modos de ataques llegan a impedir la normalidad del pensamiento.
Se debe tener mucha calma ante esta situación, intentando conversar con esos hermanos infelices que son los obsesores que acosan, rogándoles paciencia y comprensión ante la actividad mediúmnica. De este modo se ha llegado a comprobar que hasta un 80% de los casos desisten de sus siniestros propósitos para pretender retardar y entorpecer las tareas normales de la mediumnidad.
Aunque se pueden solapar, no se debe confundir esta clase de obsesión con la “Clariaudiencia”, pues en esta última no suelen haber entidades perturbadoras que insistentemente traten de desequilibrar a la persona y a su mediumnidad psicográfica. Tampoco se le debe confundir con la esquizofrenia, enfermedad mental que presenta unos síntomas parecidos en cuanto a lo de oír voces, solo que en este caso son inconexas y carentes de sentido, presentándole al enfermo un estado acentuado de mayor confusión entre la realidad que le rodea y lo que no lo es. Así, cuando en primera instancia el sujeto es tratado por un psiquiatra que lo medica convenientemente con arreglo a la enfermedad esquizofrénica, y tras un tiempo no mejora nada o incluso empeora, es entonces cuando se debe pasar a considerar que el problema pueda tener un origen espiritual.

-- Jose Luis Martín -

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Están llevando a cabo una solapada invasión de nuestras mentes, inculcándonos todo tipo de ideas extrañas, con el fin de convertirnos en sus marionetas humanas, y en algunas cosas lo están consiguiendo”.
  • Juan Luis Sánchez –

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LA CRUEL INDIFERENCIA

Basta mirar en las grandes ciudades  y allá esta el retrato de la indiferencia. Gente maltratada, infeliz, enferma, paupérrima si están caminando por las calles, extendiendo las manos, pidiendo, suplicando.
Del interior de los coches, con las ventanas cerradas,  refrescados por el aire acondicionado, perfumados y alimentados, miramos esas escenas como si estuviésemos viendo una película.
Algunos hasta reaccionan con cierta irritación. Culpan al Gobierno, reclaman de las diferencias sociales, llaman a los vagabundos los andrajosos que miran  para ellos con aire cabizbajo o infeliz.
Otros viran el rostro, enojados por el espectáculo de la miseria y del abandono.
Y hay los que se compadecen, más tiene miedo de abrir la ventana, de extender la mano, se sonreír.
Todos esos, invariablemente, olvidan los espectáculos de la pobreza enseguida que llegan a casa, a la oficina  o a los locales de ocio.
¿En los restaurantes, quien se acuerda de los hambrientos? Delante de los platos fragantes meticulosamente adornados, quien habría de recordar  a los niños esqueléticos, a las madres que mueren de hambre?
En los cines, las lágrimas nos vienen a los ojos ante las películas que retratan la desigualdad social avasalladora, más  salimos de allá impasibles ante el hombre torturado que sufre a nuestro lado.
¿Que hicimos de nuestra sensibilidad ante el dolor ajeno? ¿En qué punto de nuestra vida  la indiferencia se instaló en nuestro pecho y, con manos de hielo, nos tomo el corazón?
Ciertamente que la caridad  no excluye la prudencia. Y es claro que no debemos responsabilizarnos por todos los dolores del Mundo.
Más, reflexionemos: ¿Estaremos haciendo  de hecho  todo lo que nos es posible hacer?
De momento damos las sobras de nuestra mesa, las ropas usadas, algunos pocos reales para una institución, todo muy loable.
¿Más estaremos aun mismos así contribuyendo para reducir la desigualdad aterradora que se ve en el Mundo?
Cada uno de nosotros, en el papel que desempeña, en el ambiente profesional,  puede contribuir, si, para cambiar  ese estado de cosas.
¿Quién de nosotros  vive  tan aislado que no pueda estimular a alguien al estudio, al trabajo? ¿Quién de nosotros, de excelente condición financiera, escoge un niño pobre y le da  la  oportunidad de estudiar en buenas escuelas?
¿Cuantas veces tenemos la oportunidad de cambiar la vida de alguien  desvalido y nos callamos, nos omitimos, encojemos?
Para aquel que tiene voluntad real de contribuir, la vida ofrecerá oportunidades impares de hacer la diferencia.
Por eso, abra su corazón para el amor. Desde hoy, deje que sus ojos contemplen el Mundo con mucha más bondad.
Procure ver en cada criatura sufrida a un hermano que  tantea, ciego, en busca de la mano amiga que le ofrezca apoyo y seguridad.
La indiferencia es la oscuridad del alma. Encienda la candela de un corazón sensible  y traiga luminosidad para su vida y para la de sus compañeros de jornada.

Redacción de Momento Espirita

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