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domingo, 9 de noviembre de 2014

Educación para la muerte


DIVERSOS ASPECTOS DE LA MEDIÚMNIDAD

La vida física es una escuela de elevado merito y proporciona al espíritu sumergido en la carne transitoria el desenvolvimiento de su conciencia, y la realidad es que las  profundas raíces adquiridas por el instinto animal retardan al hombre por mucho tiempo bajo la capa del sufrimiento redentor.

 El dolor en la vida material casi siempre, resulta ser el corolario inmediato de los placeres descontrolados. El hombre debe despertar la centella sideral emanada del creador y situada en la carne humana, para liberarse lo más pronto posible de las formas esclavizantes de la materia.

Si el estado Angélico es la condición definitiva que Dios fijo para todos sus hijos, es justo que el espíritu se sirva eficientemente de los laboratorios planetarios que le facilitan las pruebas redentoras; pero debe ser sensato y trabajar eficientemente para lograr su ventura, a la que tanto e indiscutible derecho tiene.

Todo espíritu vive en la carne las mismas experiencias. El hombre ha sido invitado innumerables veces por la Espiritualidad Mayor a que despierte contra antes de su negligencia y acelerar sus pasos, pues están próximos de la vida angelical. Los que se demoran les esperan muchos inconvenientes, por estar atados a las hogueras de las pasiones devoradoras y pecaminosas del mundo de la carne.

El Espiritismo es la reaparición del Cristianismo en toda su pureza inicial y simplicidad conmovedora, los Mediums que se disponen servirle bajo su égida doctrinaria también precisan cumplir su mandato espiritual en el siglo atómico, como nuevos apóstoles, pregonando la inmortalidad del espíritu.

El éxito del servicio mediúmnico depende mucho de la renuncia, desinterés, humildad y ternura de sus mediadores, desechando cualquier manifestación de tipo espectacular que opaca los sentidos físicos, y que de ningún modo convierte al espíritu hacia el Bien.

El médium precisa comenzar su desenvolvimiento mediúmnico orientado por las lecciones básicas de la doctrina espirita. El hombre puede llegar a ser ingeniero, abogado, médico o magistrado, pero no puede eludir la alfabetización. Si la facultad Mediúmnica está destinada para objetivos sublimes, también es más compleja e importante que las profesiones comunes del mundo, debiendo dedicarse con esmero y cariño por parte de sus cultores.

En ese perfeccionamiento mediúmnico están en juego las elevadas enseñanzas de la vida evangélicas y su finalidad es proporcionar al hombre a la brevedad posible su liberación espiritual.

El médium debe apartarse de todo asunto que lo induzca al ridículo, a la censura o al sarcasmo sobre la doctrina espirita. El médium bien desenvuelto, en la acepción de la palabra es el fruto de largas experimentaciones a favor del prójimo; solo el servicio desinteresado, la imaginación disciplinada, el equilibrio emotivo y moral es el que garantizara el trabajo en sus comunicaciones con lo Alto.

El desenvolvimiento mediúmnico correcto, supervisado por gente sensata y experimentada, garantizara los trabajos provechosos y evitara las espinas de las decepciones prematuras o el desencanto de las tareas fracasadas.

No se puede confiar en la capacidad, seguridad y entendimiento de cualquier médium que ignore los principios más elementales sobre la mediúmnidad, expuestos en el libro de los Médiums. Son más peligrosos e importantes los contactos entre los vivos y los muertos, que con los profesionales de la tierra, pues el médium no puede prescindir de un curso seguro para su desenvolvimiento tal como lo estableció Allan Kardec en sus obras fundamentales.

El espiritismo es el conjunto de leyes morales que disciplinan las relaciones del “mediumnismo “entre el plano visible e invisible y coordina el progreso espiritual de sus adeptos. El fenómeno mediúmnico se comprobó antes de codificarse la doctrina espirita y actúa en forma independiente. Sin embargo, se debe distinguir, el mediumnismo es una manifestación que puede presentarse ajena a todas las doctrinas y creencias, es una facultad y el espiritismo es “ doctrina “ moral y filosófica codificada por Allan Kardec, con la elevada finalidad de liberar a los hombres de los dogmas  asfixiantes y de las pasiones esclavizantes.

La mediúmnidad es un patrimonio del espíritu, es una facultad que se engrandece en su percepción psíquica, tanto como evoluciona y se moraliza el espíritu del hombre. Es de origen esencialmente espiritual y no material, proviene de las interioridades del alma, donde la mente, a semejanza  de una eficiente usina, organiza y responsabiliza por todos los fenómenos de la vida orgánica, que se inician en la cuna física y terminan en la tumba.

La mediúmnidad es una facultad extraterrena e intrínsecamente espiritual, su manifestación en la vida terrestre se vuelve en un elemento receptivo de las energías sublimes y constructivas, provenientes de las elevadas esferas de la vida angélica. Cuando se aplica bien, se transforma al contacto magnánimo de la Angelitud, trabajando a favor del progreso humano. Es un recurso que faculta el intercambio entre los “ vivos “ de la tierra y los “ muertos “ del Más Allá, también sirve como puente o ligazón para que los espíritus de las sombras actúen con éxito sobre el mundo material. Muchos Médiums que abusan de su facultad y se entregan al servicio mercenario, exclusivamente a sus intereses particulares, no se demoran en ligarse imprudentemente a las entidades malhechoras de los planos inferiores, de cuya compañía difícilmente consiguen liberarse.

La mediúmnidad es una percepción espiritual cuya manifestación varia de una persona a otra, pues en su esencia depende del tipo psíquico o del grado espiritual del ser, que la posee. Aunque todos los hombres son creados  por Dios, se diferencian entre sí, porque son conciencias individualizadas en el Cosmos, pero que conservan sus características peculiares, que varían, conforme a su  mayor o menor edad sideral. Existe un tono espiritual propio y especifico en cada alma, que se pone de manifiesto durante el trabajo mediúmnico. Es como la flor, que revela su perfume particular, o la lámpara que expone su luz característica.

Nos encontramos en los umbrales de la “Era del Espíritu “donde la humanidad ha de sentirse impulsada hacia el estudio y el cultivo de los bienes de la vida eterna, con acentuado deseo de solucionar los problemas de origen espiritual. El hombre en la actualidad desequilibra sus nervios y súper excita su psiquismo, perdiendo terreno sobre su control espiritual, volviéndose un instrumento dócil en manos de los espíritus desencarnados y malévolos. La relación constante de los “vivos “con los “muertos “aunque los primeros sean inconscientes del fenómeno, termina por sensibilizarse, con el gravamen de que se efectúa en ellos un verdadero desenvolvimiento mediúmnico de inferior calidad. Esa es una de las causas y también la necesidad urgente para que el hombre prudente y bien intencionado se integre definitivamente en los preceptos salvadores del Cristo y los viva siempre a la luz del día.

Crece la sensibilidad psíquica entre los terrícolas, se acentúa la eclosión de la mediúmnidad común, porque se vive bajo la constante presión de los espíritus desencarnados, que explotan esa oportunidad para actuar inquisidoramente sobre la materia.

Se confirman los vaticinios de Jesús cuando decía que en el “ fin de los tiempos “ los viejos y los jóvenes y hasta los niños  tendrían visiones, oirían voces extrañas y profetizarían, a todo eso, después del advenimiento del Espíritu de Verdad.

La mediúmnidad es una facultad que no pertenece al organismo carnal, sino al recurso sublime que debe fluir y difundir el esclarecimiento espiritual entre los hombres, y se refina y exalta según la dedicación de su portador con el intercambio superior del espíritu inmortal.

La mediúmnidad más evolucionada es la intuición. No es una facultad ostensible, pero es sublime y oriunda de la elevada sensibilidad espiritual. Es natural y definitiva, es una especie de percepción panorámica que se afina conforme el espíritu se ajusta a sus relaciones e inspiraciones de las esferas elevadas. Es el  “eslabón “que une al alma encarnada con la Mente Divina que la creo, facultándolo para transferir hacia la materia el sentido y entendimiento de la vida espiritual superior.

La intuición, por lo tanto, es la etapa más elevada del espíritu, es el corolario de la gran escala que comenzó en el curso primitivo del instinto, hasta alcanzar la razón angélica. Solo la intuición pura le dará la percepción interior de la realidad cósmica, o le permitirá la concepción panorámica del Universo. En realidad es la facultad inconfundible que “religa “a los seres humanos con el Creador. Es la divina lente que amplía la visión humana para observar la sublimidad de la vida inmortal.

La pureza cristalina de la intuición fue el atributo de los seres de elevada estirpe espiritual, que delinearon los caminos de luces para el orbe terrestre, tales como Krishna, Confucio, Pitágoras, Buda, Jesús, Francisco de Asís muchos otros, que en su peregrinación por la vida física, se conservaron constantemente ligados a las esferas sublimes del espíritu superior, cual puente vivo que une al mundo exterior de la materia a la intimidad del Espíritu Cósmico. La intuición pura es la “voz sin sonido”, la “           voz interior “, la “voz del sonido espiritual “que habla en la intimidad del alma, es el lenguaje misterioso verdadero y exacto del Yo Superior guiando al ego que fuera puesto en la corriente evolutiva  de las masas planetarias.

La intuición permite al hombre “sentir “ todas las leyes ocultas y “ saber “ cuál es la naturaleza original del Espíritu Creador del Cosmos. La intuición es el divino y elevado camino para alcanzar la Conciencia Cósmica de su autor Eterno, dice el lenguaje poético de los yogas: “antes que el Alma pueda ver, deberá alcanzar la armonía interior y los ojos de la carne volverse ciegos a toda ilusión”. Antes que el Alma pueda oír, la imagen (el hombre) tiene que volverse sordo a los rugidos de las fieras, a los secretos, a los gritos de los elefantes furiosos, como al susurro de la “luciérnaga de oro”. Antes que el Alma pueda comprender y recordar, primero debe unirse al Conversador Silencioso, como la forma que se dio al barro para unirse o identificarse al espíritu del escultor. Porque así el Alma oirá y podrá recordar. Entonces el oído interior escuchara la Voz del Silencio.

Todas las personas son Médiums. La mediúmnidad no es un patrimonio particular o exclusivo de los espiritas, pero sí de todos los hombres encarnados, siendo estos intermediarios de las buenas o malas inspiraciones del Más Allá de la tumba. La facultad Mediúmnica se manifiesta conforme al entendimiento y el progreso espiritual de cada criatura humana.

La mayoría de los hombres ignoran o no perciben su facultad Mediúmnica, porque es el fruto de la sensibilidad psíquica, ni la mayoría tampoco tienen noción cuando participan en los fenómenos del mundo oculto, confundiéndolos fácilmente con hechos comunes y naturales de la vida terrena. Los hombres que dicen ser ateos o descreídos de la inmortalidad de su propia alma, no justifican que estén exceptuados de la mediúmnidad. Ellos también pueden ser instrumentos inconscientes de innumerables acciones, fenómenos e inspiraciones de los desencarnados.

La mediúmnidad generalmente aparece en el hombre produciéndole disturbios mentales o perturbando su organismo físico. La mediúmnidad apacible y natural es el fruto equilibrado de la espiritualidad del alma y se manifiesta en forma serena y espontánea, como un don  innato y sin producir sensaciones desagradables en el ser. Lo contrario sucede cuando se trata de una “concesión “provisoria otorgada por la Administración Sideral, siendo comúnmente la denominada “mediúmnidad de prueba “despertada excepcionalmente por los técnicos del mundo astral a fin de favorecer a los espíritus endeudados para su pronta recuperación espiritual.

Durante el periodo de desarrollo de la mediúmnidad, la mayor o menor perturbación psíquica u orgánica del médium depende mucho del tipo de sus amistades espirituales y su forma y conducta de vida con el mundo material. Las alegrías, sufrimientos o tristezas que les embargan súbitamente, se deben a la aproximación del ser invisible que se sintoniza perfectamente a sus pensamientos y sentimientos manifestados.

Los Médiums han de procurar vivir una existencia digna y sublime, para conseguir sintonía con los elevados espíritus responsables por la redención del hombre. Toda imprudencia, desarreglo, rebeldía, mala voluntad o pasiones viciosas por parte de los Médiums en prueba, genera toda clase de disturbios psíquicos y sufrimientos físicos incontrolables, por eso el proceso de desarrollo mediúmnico se vuelve torturante.

La mayoría de los Médiums, inician el despertar de sus facultades bajo la actuación de los espíritus sufrientes, imperfectos u obsesores que aprovechan la “puerta Mediúmnica “ para satisfacer sus objetivos impuros y crueles. Si el médium es poco celoso e indisciplinado  de su condición Mediúmnica y estuviera comprometido por su estado de rescate Karmico, entonces se convertirá en el instrumento deseado para el vampirismo de los desencarnados, que se inclinan ávidamente sobre el mundo material.

La mediúmnidad, en el sentido general, se despierta en los seres humanos a través de los sufrimientos que les afecta la carne y el psiquismo, para después docilitarse por medio de un desenvolvimiento ordenado en los ambientes favorables y dirigidos por elementos capacitados.

Así entonces, el médium neófito y perturbado, poco a poco se irá ajustando a la tarea fenoménica y controlará el psiquismo para conducir su cuerpo, mientras procura sintonizarse vibratoriamente con el espíritu guía y benefactor, que deberá protegerlo en su trabajo de intercambio con el mundo invisible.

La facultad Mediúmnica debe ser desenvuelta conforme a la técnica y orientación dejada por Allan Kardec en el “Libro de los Médiums “pues bien aplicada siembra esperanzas, orienta a las almas en medio de los caminos peligroso, de las seducciones de la materia y soluciona los motivos de innumerables problemas dolorosos de los destinos humanos. Mal usada, perturba, falsea y deforma el verdadero sentido de las cosas, causando desilusiones inolvidables.

La mediúmnidad evoluciona tanto como el psiquismo del hombre, dado que es correlativo a su progreso y evolución espiritual. Es necesario distinguir   que la base evolutiva de la mediúmnidad no debe llevarse a cuenta de la manifestación ostensiva de los fenómenos in comunes del mundo material. Pues aunque el médium de efectos físicos demuestre una fenomenología espectacular y sorprendente para los sentidos carnales, no sobrepasa  al médium altamente intuitivo, que es el fruto de elevado grado espiritual, alcanzado por el hombre. Con respecto a los fenómenos físicos en sí, dependen fundamentalmente de la mayor o menor cuota de ectoplasma producido por el médium, para permitir la materialización de los desencarnados en el ambiente físico; el médium intuitivo, de elevado nivel espiritual, es capaz de transmitir mensajes que ultrapasan los niveles comunes de la vida humana. Aunque no sorprenda ni satisfaga los sentidos físicos en sus comunicaciones de carácter espiritual, puede trazar derroteros definitivos para el progreso sideral de los hombres.

La mediúmnidad de efectos físicos, es un acontecimiento transitorio que convence a muchos sobre la realidad espiritual, pero no siempre los convierte al reino amoroso del Cristo. En el caso de la intuición pura y elevada, el ser pone de manifiesto la realidad críptica de los planos superiores, despreocupado en probar si el alma inmortal, pues, siente en sí mismo, que su ventura está más allá de las formad perecederas del mundo fenoménico de la materia.

Francisco de Asís tenia para sí mismo la facultad divina que le hacía vislumbrar los mundos angélicos de Jesús sin necesidad de demostraciones espectaculares, fenómenos de materializaciones o voz directa de los desencarnados. En consecuencia, la mediúmnidad intuitiva, o mejor dicho” la mediúmnidad espiritual “es una facultad superior, que sobrepasa a todas aquellas que dependen de la fenomenológica del mundo transitorio de la carne para probar la realidad del espíritu inmortal, es la que ayuda al hombre a relacionarse directamente a la fuente de su origen divino.

Los espíritus desencarnados en su mayoría se arrastran por la superficie terrena, encadenados a las pasiones y deseos carnales que no pueden satisfacer desde su plano astral, ni tampoco se dedican  o preocupan en mejorar su situación aflictiva. Algunos ambulan victimas de su propia incuria espiritual, siendo esclavos de las emociones animalizadas y primitivas, a causa de su relajamiento y desinterés por su suerte; otros, bastante experimentados en los trabajos repulsivos de la obsesión y la perfidia, tratan de entrometerse en nuestra vida material, insuflando ideas erróneas y orientaciones confusas para precipitarnos al ridículo y desesperación. No retroceden delante de los mayores obstáculos, siempre que puedan perjudicar nuestra estabilidad moral o situación financiera.

Ociosos, exigentes, sensuales y esclavos de los vicios terrenales, vampirizan las energías, haciendo de sus víctimas la prolongación viva y viciosa para saciar algunas de sus pasiones impuras. Pablo de Tarso, en su epístola a los romanos, afirma lo citado anteriormente, cuando dice: “Estamos rodeados de nubes de testimonios “confirmando que  los hombres están rodeados de masas de espíritus que los vigilan en todos sus actos y actividades de la vida física. En medio de la masa que conforma los espíritus malévolos, livianos y viciados, se infiltran algunas almas benefactoras, dispuestas para la lucha tenaz a los fines de convertir y menguar la acción perniciosa sobre los encarnados.

Son almas que salen del mundo oculto para inspirarnos hacia el Bien y hacen todo lo posible para ayudarnos satisfactoriamente en los problemas justos de la vida humana, para liberarnos de las tristezas ocasionadas en las vidas planetarias. Cuando un espíritu consigue desviarnos de la senda tortuosa, existen desgraciadamente decenas de almas pervertidas que realizan ingentes esfuerzos para arrastrarnos a los peores deslices y equívocos espirituales. Y aunque todas las personas son Médiums, su mayor o menor sintonía con los espíritus desencarnados depende de la sensibilidad Mediúmnica de orden superior o inferior.

Toda persona es un médium en potencia, y puede relacionarse ostensiblemente con los desencarnados por medio de la fenomenológica Mediúmnica, visible para el mundo material, como recepcionarlos en la intimidad de su conciencia inmortal. Los hombres buenos, atraen a los buenos espíritus, y los hombres malos atraen a los malos espíritus. Esa relación se ejerce a través de la “afinidad electiva “que es responsable por la atracción y armonía entre los astros, al igual que rige la simpatía entre las sustancias y el amor entre los hombres.

Un día nosotros también dejaremos nuestro cuerpo en la sepultura terrena, y según haya sido nuestro trato con las pasiones, vicios o virtudes expuestas en la superficie del mundo físico; seremos espíritus desencarnados, malignos o benefactores. Los desencarnados respiran por afinidad en nuestro halito mental, sintonizándose a nuestra esfera emotiva en correspondencia del alimento adecuado que les ofrecemos, ellos se nutren con nosotros o en la efervescencia de las pasiones delictuosas, o intercambian los pensamientos crípticos recepcionados en la esfera del Cristo.

Todo depende de nosotros, pues así como los gérmenes nocivos son atraídos por la fruta podrida, los espíritus mal intencionados también acuden presurosos junto aquellos que les ofrecen el alimento impuro y adecuado.

El espiritismo trata la mediúmnidad a las claras, sin tabúes iniciativos o nomenclaturas complejas. Las expone a la  luz del día  y las examina sin ritualismos complicados. El hombre que es beneficiado desde lo Alto con la “dadiva “ de la facultad Mediúmnica, conoce por medio de la doctrina espirita sus deberes ante el mundo físico y sus responsabilidades para consigo mismo. Por encima de todo, su deber es servir en la medida de sus fuerzas, pues la causa principal que lo debe impulsar es su redención espiritual.

El espiritismo es un movimiento popular y de amplitud general, destinado a todos los hombres. Mucho antes de atender con preferencia a quienes se encuentran en el “camino de la Verdad “ está destinado en sus principios a amparar a los hombres incrédulos, desajustados y torturados por la eclosión de la mediúmnidad de prueba.

El espiritismo es una doctrina disciplinada por un conjunto de leyes, principios y reglas, que tanto orienta las relaciones entre los espíritus encarnados y desencarnados, como promueve la renovación filosófica y moral de sus adeptos.

La mediúmnidad es uno de los talentos que los genios del Bien conceden a los espíritus endeudados, necesitados de urgente rehabilitación espiritual. Esa facultad puede desaparecer en cualquier momento, si su portador la profana para satisfacer su vanidad con provechos ilícitos.

Ningún médium está facultado para servirse de la mediúmnidad para uso exclusivo o aprovechamiento egocéntrico, ni exponerla en público en forma comercial. Es uno de los bienes concedidos por Dios a sus hijos, tal como lo dijera Jesús en su parábola, profundamente espiritual.

Las fuerzas psíquicas no deben degradarse con las manifestaciones espectaculares que exaltan la personalidad humana transitoria, y se desfiguran para transformarse en mercadería destinada a crear facilidades o atender los caprichos de la vida física.

Los valores legítimos de las facultades mediúmnicas, cuando son desenvueltos  y practicados con el Cristo, no producen caídas ni humillaciones que testimonian la vida equivoca de los Médiums imprudentes. El médium, como instrumento fiel de la voluntad del Señor revelada en el mundo de las formas, crea destinos crueles para el futuro, cuando la negligencia o mala fe invierte el programa espiritual que prometió divulgar en la superficie de la Tierra. Siempre existe atenuante para aquel que peca por ignorancia, pero es indigno e intolerante quien lo hace deliberadamente, después de haberse comprometido para la realización de un servicio que es fuente de Bien y progreso para muchas criaturas.

El reino transitorio es el del mundo del Cesar el de los interese de la vida material para la educación del espíritu imperfecto, el don mediumnico es la dadiva espiritual del reino de Cristo, antes     que una mercadería de especulación mundana.

El hecho de comprobarse la actuación de los espíritus en cualquier tipo de trabajo medianímico, no quiere decir que allí se practique Espiritismo. La doctrina espirita se confirma en sus prácticas, cuando sus adeptos aceptan y cultivan las reglas y principios morales en el trato con la vida material, sin utilizar los dones de la facultad Mediúmnica.

No es suficiente que el hombre frecuente los centros espiritas, que escuche a los espíritus en palestras sobre el espíritu inmortal, solicite recetas y pases, para considerarse excelente espiritista. De la misma forma hacen los católicos y demás religiosos, que consideran confusamente la devoción interesada y la mendicación a los santos y profetas, como si fuera su propia renovación espiritual.

Es necesario que los adeptos de la doctrina espirita, antes de ser meros espectadores de las reuniones mediúmnicas y “pedigüeños “incorregibles de los beneficios ofrecidos por el Más Allá, han de integrarse en el cumplimiento incondicional de sus postulados morales, que por encima de todo, deben mejorar la conducta del hombre.

El Espirita, como decía Allan Kardec se conoce por la modificación moral que efectúa a través de todos los días los hombres cultos e ignorantes, ricos o pobres que sufran la insidiosa perturbación que les afecta el psiquismo y desequilibra sus nervios, no son más que criaturas necesitadas de urgente ayuda de los trabajos espiritas para lograr ajustarse nuevamente en su dirección psíquica y armonizarse definitivamente con sus viejos adversarios.

En algunos encarnados, la mediúmnidad repunta súbitamente, con síntomas obsesivos y entonces requiere los cuidados urgentes de otro médium bien desenvuelto, pues han reencarnado con la obligación Karmica de cambiar las convicciones infantiles o ateístas de su familia carnal. Al ser responsables en el pasado por acontecimientos morales,  que llevaron a algunos seres a la desesperación, la locura,  el suicidio, están obligados a soportar las pruebas de la obsesión y curar posteriormente, a fin de modificar las convicciones de su parentela, que generalmente fueron sus víctimas.

Aunque todos los hombres más o menos son influenciados por los espíritus desencarnados, no se debe olvidar que existen espíritus buenos, dedicados o benefactores que actúan con todos los que en la vida física buscan su rehabilitación espiritual.

Es necesario que el hombre se renueve constantemente en la estructura de sus pensamientos y manifestaciones, debiéndose introducir tanto como le fuera posible, en el curso superior de la vida espiritual.

Los que desean liberarse de las entidades opresoras de las sombras, no deberán descuidar su reajuste moral, el estudio superior y su control emotivo y mental, sobre sus deseos inferiores y pasiones violentas.

Mercedes Cruz Reyes, de varias obras espíritas

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EDUCACIÓN PARA LA MUERTE
J. Herculano Pires

Para los materialistas, el título “Educación para la Muerte” significa “Educación para la Nada”. Sin embargo, para aquel, que entrevé la inmortalidad del alma, Este título se torna grandioso, pues comprende que la muerte, solo es el término de una experiencia material y el retorno a la vida libre del Espíritu.

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Voy a acostarme para dormir, mas puedo morir durante el sueño. Estoy bien, no tengo ningún motivo especial, para pensar en la muerte, en este momento. Ni para desearla. Mas la muerte, no es una opción, ni una posibilidad. Es una certeza.
Cuando el Jurado de Atenas condenó a Sócrates a la muerte, al contrario de premiarlo, su mujer corrió afligida hacia la prisión, gritándole: “Sócrates, los jueces te condenaron a la muerte”. El filósofo respondió calmadamente: “Ellos también ya están condenados”. La mujer insistió en su desespero: “Mas es una sentencia injusta” Y él le preguntó: ¿Preferirías que fuese justa?
Sócrates
La serenidad de Sócrates era el producto de un proceso educacional: “La Educación para la Muerte”.
Las religiones nos preparan bien o mal, para la otra vida. Y después que morimos, encomiendan nuestro cadáver a los dioses, como si él no fuese precisamente, aquello que dejamos en La Tierra al morir, el fardo inútil que no sirve para más nada.
Quien primero se preocupó por la “Psicología de la Muerte” y de la “Educación para la Muerte”, en nuestro tiempo, fue Allan Kardec.
El realizó una pesquisa psicológica ejemplar, sobre el fenómeno de la muerte. Por años consecutivos habló al respecto, con los espíritus de los muertos. Y, considerando al sueño como hermano o primo de la muerte, investigó también, a los espíritus de personas vivas durante el sueño. Esto, porque según verificara, los que duermen, salen del cuerpo durante el sueño.
Algunos salen y no vuelven; mueren.
Llegó con anticipación de más de un siglo, a esta conclusión y a las que las ciencias actuales también llegaran, con la misma tranquilidad de Sócrates, a la conclusión de Victor Hugo: “Morir no es morir, sino solo mudarse”.
Las religiones podrían haber prestado un gran servicio a la Humanidad, si hubiesen colocado el problema de la muerte, en términos naturales. Mas, nacidas de la magia, amamantadas por la mitología, solo lograron complicar las cosas.
-victor Hugo-
La mudanza simple de que habló Víctor Hugo, se transformó, en las manos de los clérigos y teólogos, en un pasaje dantesco por la selva sel-vaggia de la Divina Comedia.
En las civilizaciones agrarias y pastorales, gracias a su contacto permanente con los procesos naturales, la muerte era encarada sin complicaciones.
Los rituales suntuosos, los ceremoniales y sacramentos, surgieren con el desarrollo de la civilización, en el zarpe de la imaginación creadora. La mudanza se revistió de exigencias antinaturales, complicándose con la burocracia de los pasaportes, las recomendaciones, el tránsito sombrío en la barca de Caronte, los procesos de juicios, seguidos de condenaciones tenebrosas y así por delante.
Más tarde, para satisfacer el deseo de sobre vivencia, surgió la monstruosa arquitectura de la muerte, con mausoleos, pirámides, momificaciones, que permitían la ilusión del cuerpo conservado y de la permanencia ficticia, del muerto sobre la tierra y  los gusanos.
Morir, ya no era morir, sino metamorfosearse, volverse momia en los sarcófagos o terror maléfico en los misterios de la noche. Las momias, por lo menos, tendrían utilidad posterior, como vemos en la Historia de la Medicina, sirviendo para los efectos curadores del polvo de momia. Y cuando las momias se acabaron, no encontrándose ninguna para remedio, surgieron los fabricantes de momias falsas, que suplían la falta del polvo milagroso.
Jesús enseñó y probó que la muerte se resuelve en la Pascua de la resurrección, que ninguno muere, que todos tenemos el cuerpo espiritual y viviremos más allá del túmulo, como vivos más vivos, que los encarnados.
Pablo de Tarso, proclamó que el cuerpo espiritual, es el cuerpo de la resurrección (Cáp. 12 de la primera Epístola a los Corintios), mas la permanente imagen del Cristo crucificado, de las procesiones absurdas del Señor Muerto – herejía clamorosa –, las ceremonias de la Vía-Sacra y las imágenes aterradoras del Infierno Cristiano – más impío y brutal que los Infiernos del Paganismo – marcados a fuego en la mente humana a través de dos milenios, aplastan y envilecen al alma supersticiosa de los hombres.
En vano el Cristo enseñó, que las monedas de César solo valen en la Tierra. Hace dos mil años estas monedas impuras vienen siendo aceptadas por Dios, para el rescate de las almas condenadas.
¿Quién podría, en sana consciencia, creer hoy en día en una Justicia Divina, que funciona con el mismo combustible, de la Justicia Terrena?
Es curioso señalar, que en nuestro tiempo, solo nos preocupamos de la Educación para la Vida. Nos olvidamos de que vivimos para morir. La muerte es nuestro fin inevitable. Mientras tanto, llegamos generalmente a ella, sin la menor preparación.

Tomado del libro, “Educación para La Muerte”
De Herculano Pires

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¿ En la “Posesión”, el Espíritu invasor está 

dentro del cuerpo del poseído?


Los términos “dentro” ó “fuera” se refieren a lo físico, pero en este caso, se trata de Espíritus, y ellos no están dentro ni fuera porque no ocupan un espacio físico. Lo que sí hay es una influencia o dominio mental de unos sobre otros. Si la influencia llega a ser total, el obsesor puede llegar a desplazar temporalmente de su organismo físico al obsesado, expresándose y manifestándose transitoriamente a través del organismo físico del mismo como si fuera su propio cuerpo. En este caso el espíritu del obsesado o poseido, no es que se va a ninguna parte, sino que permanece al lado de su cuerpo físico,aunque desplazado de él pero unido a él, permaneciendo en un estado de anonadamiento.
Debemos tener en cuenta que a cada Espíritu corresponde un solo cuerpo físico cuando está afrontando una etapa en este mundo físico, y dicho cuerpo solo es abandonado completamente tras la muerte; por lo tanto ningún Espíritu obsesor puede echar a otro Espíritu fuera de su cuerpo para “entrar” y quedarse “dentro”del mismo, como el que expulsa fuera de un vehículo a su conductor para entrar y conducirlo momentáneamente él solo, aunque validando el símil, sí que puede desplazarlo a otro asiento para seguir conduciendo él.
Siguiendo con símiles, la Obsesión en sus diversos grados viene a ser comparable al que atraca a un conductor dentro de su coche y le obliga a maniobrar y a conducir según su propio deseo, y la posesión es como el que coge los mandos del coche para conducir él mismo, mientras que el conductor ocupa el asiento trasero, pero en ningún caso pueden echar fuera al conductor, porque el vehículo se pararía de inmediato y dejaría de funcionar.

- Jose Luis Martín-

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La palabra subyugación expresa 

perfectamente el pensamiento.De este modo 

para nosotros no hay poseídos en el sentido 

vulgar de la palabra, sólo hay obcecados, 

subyugados y fascinados”.

- El Libro de los Mediums-

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