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lunes, 11 de mayo de 2015

Adquisición de las propiedades funcionales del Periespíritu



EL ESPIRITA Y LA CUESTIÓN SEXUAL

El sexo es un departamento divino para la preservación de la vida en la tierra. Los hombres hicieron del sexo un motivo de escándalo. Lo convirtieron en una cosa impura y repelente.

Frente a las finalidades elevadas a que se destina, tales como la encarnación y las reencarnaciones, la permuta de hormonas físicas y psíquicas, la unión de los sentimientos y la fijación de los efectos, cualquier infracción a sus finalidades superiores se tornan factores de desequilibrios, de desajustes, de perturbaciones, generando odios inopinables, rudos embates, sufrimientos dolorosos, secuelas espirituales demoradas...
El sexo es una manifestación del poder creador, de las fuerzas productivas de la Naturaleza. El espirita no puede encarar la cuestión sexual como un asunto prohibido. El sexo es la propia dialéctica de la Creación y existe en todos los Reinos de la Naturaleza.

El Paganismo llegó a hacer del sexo motivo de adoración. Los pueblos primitivos manifiestan un gran respeto y asumen una actitud religiosa delante del sexo, allí no está sujeto a los desreglamentos, a los abusos y a la deturpación del mundo civilizado, el cristianismo condenó el sexo e hizo de él la fuente de toda perdición.

El Espiritismo reconsidera la cuestión, colocándose en un medio término entre las exageraciones de paganos y cristianos. El Espirita sabe que el sexo es un gran campo de experiencias para el espíritu en evolución, y que es a través de él que la ley de reencarnación se procesa, en la vida terrena. ¿Cómo, pues, considerarlo impuro y repelente?.

En el libro de los Espíritus; Kardec comenta: Los espíritus se encarnan hombres o mujeres, porque no tienen sexo. El hombre debe progresar en todo, en cada sexo, como en cada posición social, les ofrece pruebas y deberes especiales, y nuevas ocasiones de adquirir experiencias.

El sexo es considerado por el espiritismo en su justo lugar, como un medio de evolución espiritual. El Espirita no a de encarar el sexo como lo hace el común de los hombres. No puede abusar del sexo, ni despreciarlo. Debe antes considerar su valor y su importancia en el proceso de la evolución.

Todavía existe, en el medio espirita, mucha prevención contra los asuntos sexuales. Pero no hay que hacer del sexo un asunto- tabú, más no se debe exagerar en ese terreno, pues muchas criaturas se escandalizarían.
Debemos recordar que, por millares de años, a través de generaciones y generaciones sucesivas, el sexo fue considerado, entre los cristianos, un campo de depravación, de perdición de las criaturas. La simple palabra sexo provoca en mucha gente una situación de ambivalencia: interés oculto y repulsión instintiva. Por eso mismo la educación sexual debe ser encarada seriamente en los medios espiritas y no puede ser dejada al margen de la pedagogía espirita.

La mayor dificultad para la cuestión sexual está en el hogar, en la vida familiar. Los padres espiritas no saben, generalmente, como preparar a los hijos para la llamada < Revelación del sexo> El régimen del silencio continua a imperar en nuestros hogares, creando mayores dificultades para la solución del problema. La simple prohibición del asunto crea un clima de misterio en torno de la cuestión sexual, aumentando los motivos de desequilibrio para los adolescentes.
En la familia, la actitud, más acertada es la de no responderse con mentiras doradas a las indagaciones de los niños sobre cuestiones sexuales. Mas no se debe, responder de manera cruda, tampoco.
Hay que hacer sentir a la criatura que el problema sexual, no es más importante ni menos que los demás. Cada madre o padre tienen que descubrir la manera más conveniente a emplear en su medio familiar. La mejor manera es dando la respuesta verdadera, de manera indirecta. Si la criatura pregunta: ¿cómo nace la gente?, se debe responder, por ejemplo: de la misma manera que los gatitos. Comenzando así poco, a poco, los propios padres van descubriendo las técnicas de vencer las dificultades, sin crear un ambiente de excitación peligrosa.
En las escuelas Espiritas, el problema debe ser colocado con el mayor cuidado, pues la situación es aún más melindrosa; los niños de una clase pertenecen a diversas familias, con diferentes costumbres.
Los jóvenes tienen necesidad de buena orientación sexual, pues están en la fase de mayor manifestación de esas exigencias, y si no son bien orientados, podrán caer en lamentables equivocaciones. El joven espirita, aunque esclarecido por la doctrina, no está menos sujeto a desequilibrios sexuales. Esos desequilibrios tienen dos fuentes principales: los abusos y vicios del pasado, en encarnaciones desarregladas y las influencias de entidades peligrosas, muchas veces ligadas a los jóvenes por el pasado delictivo. Por eso mismo, el problema solo puede ser tratado de manera elevada, con gran sentido de la responsabilidad.

Cuando los adultos, son víctimas de una educación defectuosa, de un ambiente dominado por la hipocresía en materia sexual, y traen a veces grabadas por ese ambiente las herencias del pasado. Precisan acostumbrarse, en el medio espirita, a encarar el problema sexual de una manera seria, evitando las actitudes negativas, que dan entrada a las influencias peligrosas.
En el sexo se encuentran las matrices de muchos fenómenos que se transfieren de una existencia para otra, atando o liberando a los espíritus conforme la pauta de la utilización, que se le posibilite”.
De esa forma, cuanto más lucido es el ser, más responsable se torna por la función, conducta y ejercicio sexual”.
Lamentablemente, en razón del placer que proporciona en todas las épocas y particularmente hoy, el sexo ha sido instrumento de vicios indignos, de explotaciones sórdidas, de crímenes inimaginables, convirtiéndose en vehículo de promoción social, comercial, artística y cultural, con graves e imprevisibles consecuencias.
Combatido tenazmente por los preconceptos religiosos durante más de mil años, finalmente en nuestros días se libero bajo el estandarte de las conquistas humanas, empero, envileciéndose, corrompiéndose, agotando vidas y transformándose en factor esencial al que casi todos aspiran.
Encarando el sexo sin malicia, como una función natural y una necesidad vital, el espirita, al mismo tiempo, se corrige y modifica el ambiente en que vive, alejando de el mismo los espíritus viciosos y maliciosos, que no encuentran más pastos para sus abusos. El mejor medio de ahuyentar a esos espíritus, y de encaminarlos también a una reforma intima, es la creación de una actitud personal de respeto por los problemas sexuales y el cultivo de un ambiente de comprensión elevada en el hogar.
Esa misma actitud debe ser llevada para los ambientes de trabajo, por más contaminados que ellos se encuentren. El Espirita no debe huir despavorido delante de las conversaciones impropias, pues con eso demostraría incomprensión del problema y provocaría mayor interés de los otros en perturbarlo. Mas no debe, tampoco estimular esas charlas, con su participación activa.
Su actitud debe ser de completa naturalidad, de quien conoce el problema y no se espanta con las conversaciones de mal gusto, pero también de quien no encuentra motivos para alimentarlas y de ellas participar. Siempre que sea posible, y con sentido de la oportunidad, el debe procurar mudar el rumbo de la conversación, para asuntos más provechosos o mismamente para los aspectos más serios del problema sexual.
La mente viciosa se complace en las conversaciones deletéreas, en las imágenes grotescas, en las expresiones carentes de respeto. Escandalizarse delante de esas cosas, o rechazarlas con violencia, es siempre perjudicial y anti caritativo, pues esas personas son las que más necesitan de amparo y orientación.
Lo más acertado es procurar un medio de ayudarlas a libertarse de esa biciación . y lo más eficaz es orientar la conversación viciosa para aspectos respetables, como las consecuencias de los vicios, las situaciones dolorosas en que se encuentran personas conocidas y la conveniencia de tratarse el sexo con el respeto debido a las fuerzas de la Naturaleza.
Conducido correctamente y dignificado por el amor, se torna en fuente de alegría, generando felicidad, armonizando y produciendo belleza junto a las creaciones que proporciona.

La verdadera castidad y la noble conducta sexual no se restringen al uso o no del aparato genético, sino a la actitud mental y al comportamiento emocional. La simple abstención física, acompañada del tormento interior, es solamente una fuga de la realidad, una transferencia en el tiempo.
En los casos de inversión sexual, el espirita se ve generalmente en dificultad. Lo más cierto es apelar para los conocimientos doctrinarios y para el poder de la oración. Ayudar al hermano desequilibrado a luchar con coraje para su propia recuperación, procurando corregir la mente viciosa y mantenerse lo más posible en actitud del que espera y confía en la ayuda de los Espíritus Superiores.

El sexo se puede utilizar por instinto o corrupción de costumbres, sin que se ejercite la sexualidad. El sexo atiende a impulsos de la etapa primitiva del ser, mientras que la sexualidad obedece al equilibrio de la razón, que establece las condiciones para su aplicación.
Se hace indispensable considerar y comprender que el sexo es un departamento del cuerpo- como el estomago u otro órgano cualquiera- que cumple su función. La concientización debe caracterizarse por la disciplina mental, verbal, superando las fantasías eróticas muy del agrado de las mentes viciosas. Habituándose el individuo a los pensamientos equilibrados, los llamados orgánicos son fácilmente bien dirigidos y tranquilizados.
Lo importante no es el ejercicio de su función, el acto sexual en sí mismo, por cuanto los líderes del placer normalmente se encuentran cansados de su  uso, pero, nunca satisfechos.
Toda función se expresa a través de su respectivo órgano, como es evidente. Mediante el ejercicio funcional en las relaciones orgánicas, indispensables a la creación, sino también en la canalización de las fuerzas genéricas hacia los ideales del bien, de lo bello y de lo noble, la función sexual se manifiesta y enriquece al ser, armonizando y facilitándole amplias posibilidades en las áreas psíquicas, emocionales y físicas.
Los Espíritus Nobles, por esa razón, respondieron a la pregunta de Allan Kardec, en torno del efecto que tendría sobre la sociedad humana la abolición del casamiento, fueron concisos, esclareciendo que esto sería una regresión a la vida de los animales, con el agravamiento del uso de la razón perturbada e insaciable.
En la sexualidad se hace indispensable el amor, que se manifiesta por medio de los sentimientos y que alcanza las expresiones que se canalizan a favor de la función sexual.
Para dichas realizaciones – la sexualidad y el sexo –la mente es factor de vital importancia, puesto que es la estimuladora de las funciones pertinentes a ambas.

Normalmente se practican actos sexuales sin el equilibrio de la sexualidad, así como sin amor, aunque se informe que sexo y amor son cosas idénticas

Los animales se unen y reproducen sin que el amor, que es la expresión del sentimiento de la razón que aun no poseen esté presente.

Con la mente, el hombre utilitarista está agotando sus funciones genésicas, porque estando insatisfecho, siempre recurre a actividades viciosas en detrimento de las funciones y de la plenitud que el amor, en su elevado contenido, propicia.

Entregándose al sexo, antes de poseer la madurez emocional que le facilita el equilibrio hormonal, muy pronto daña la sexualidad de intrincados y sutiles mecanismos que, en el futuro y aun bajo acción del amor, no logrará responder a la llamada del sentimiento

El uso desordenado del sexo hace que él pase a regir la mente – el placer continuado fijándose en los paneles mentales – en vez de conducir ella la función sexual.
Entonces, cuando llega el momento del matrimonio, los individuos no habituados a una disciplina correcta, se entregan a excesos, destruyendo la primera finalidad de la unión, que es la vivencia del amor, desmoronando así la construcción de la posible felicidad que, cada día, se hace más difícil.
Por desequilibrio moral, uno de los esposos, el más vicioso, o los dos, comienzan a buscar experiencias nuevas fuera del hogar, traicionando al compañero y cayendo así, en el innecesario adulterio, que más corrompe al ser, hasta llevarle de retorno a la vida vulgar que antes mantenía. La separación, entonces, se producirá automáticamente, provocada por el alejamiento emocional y el desinterés sexual, adviniendo las antipatías y rechazos que acaban en escenas muy lamentables.
El sexo tiene una función específica que es la reproducción de los seres La Divinidad le ha propiciado reacciones de placer y bienestar para que el acto de la procreación se realice en un clima de satisfacción, atrayendo las criaturas una a las otras.
Sin embargo, puso al amor como mediador indispensable, para que la pareja pueda ayudarse en los momentos difíciles, renunciando cada uno, cuando sea necesario, en beneficio del otro, o sacrificándose a favor de la prole, del conjunto familiar.
Hay quienes dicen que el matrimonio en este instante es una institución fallida, pero no presentan ninguna alternativa para la construcción de la familia, haciendo de la criatura humana un animal sexual que usa y abusa, dejando, en consecuencia, la prole en abandono...

Si el matrimonio no es todavía un medio perfecto para el mantenimiento de la armonía de los seres, la culpa no es suya, sino de los individuos que se comprometen antes de tiempo, o que lo utilizan como fuga, sin la necesaria reflexión que exige tal actitud..

Cuando el amor dirige las sensaciones, se hace más fácil superar problemas conyugales, reorganizándose los programas afectivos y reencontrándose el placer de la convivencia. Toda unión fraternal, comercial, matrimonial, o sea cual fuera, experimenta crisis, que resultan de las dificultades que los hombres tienen de entenderse todo cuanto deben.
El orgullo, el amor propio, la inseguridad personal responden por las desconfianzas, las inferioridades que producen sospechas y propician la separación precipitada antes de que el problema pase por el cedazo de la razón, y de una meditación más profunda, mediante la cual se calma la situación y se renueva el compromiso, que prosigue, más seguro y más profundo.
Además, es posible que una persona pueda explotar a otra sexualmente, sin sentir nada por ella. Pero no siempre es igual a la reciproca y si la otra, por acaso, se apasiona, vinculándose emocionalmente a quien le perjudica, se crea una situación Karmica para el explotador, de la que no se libertara fácilmente.

La vida humana es muy importante para ser malbaratada con indiferencia. Quien se convierte en victima de otra persona, se imanta a ella espiritualmente, creándole problemas de tardía solución. El sexo y la sexualidad merecen respeto y buena utilización, para atender la finalidad para la cual la Vida los ha organizado.

Cuando un espíritu reencarna por múltiples existencias en un sexo y lo cambia por necesidad evolutiva, vuelve con la anatomía deferente pero mantiene la psicología anterior, produciéndose una serie de dificultades de adaptación al nuevo cuerpo. Pese a eso, el respeto por la forma actual debe ser mantenido, evitándose así compromisos morales negativos, que impondrán necesarios rescates futuros.
El sexo es un medio y no el fin primero de la vida. Solamente con el amor, el sexo consigue atender correctamente el fin para el cual fue creado por Dios, como instrumento momentáneo de la reproducción de la vida. Por esto, el amor es fundamental , es la vida de todos.
Diariamente, millones de criaturas mal formadas o desavisadas, fascinadas por las ilusiones del placer se arrojan a los despeñaderos de la locura, por frustraciones y desasosiegos sexuales. Sublime campo de experiencias superiores normalmente se convierte en pantano sombrío de miasmas asfixiantes y tóxicos nefastos.
A través del sexo, mientras tanto, el espíritu comienza su caminata en la Tierra, encuentra el regazo materno, las manos vigorosas de la paternidad, los brazos fraternos transformados en alas de socorro, el ósculo de la amistad pura y la seguridad del reequilibrio en la nueva oportunidad, que se asemeja a puerta bendita para la propia redención.
No debemos olvidarlo en los cometidos humanos en que nos encontramos. No lo malgastemos imprudentemente, buscando las expresiones de su violencia. Sublimémoslo por la continencia, mediante la corrección del comportamiento, a través de la disciplina mental.

No esperemos la senilidad para presentarnos serenos. Muchas personas de edad expresan amarguras, que son consecuencias de frustraciones coercitivas a las que se vieron obligadas; otras se caracterizan por conducir excesivas dosis de pudor, después de la travesía lamentable por los peligrosos ríos del uso desequilibrado, de lo que se arrepienten dolorosamente, pasando para la aversión sistemática; diversas fingen ignorarlo, después de perder las exigencias naturales por el cansancio y la defunción que la ancianidad impone...
Muchos males que no pueden ser fácilmente catalogados se originan de inquietudes intimas en los departamentos del sexo atribulado, desde los días de la juventud...

En razón de esto, amemos, mientras lo permitan las fuerzas. Sin embargo, no esperemos que el ser amado esté compelido a responder a nuestras aspiraciones. Probablemente ese espíritu está vinculado a otro espíritu y llegaste tarde, por lo que no estamos facultados para separarlo de las uniones que se permitió prender espontáneamente.

Si llegamos antes, no lo atormentemos con exigencias, porque es posible que su compromiso esté aun delante suyo. Si nos aproximamos tardíamente y deshacemos los lazos que ya mantiene, no tendremos la fruición de la felicidad, y si impedimos que marche en dirección a las tareas para las que reencarno, sufriremos más tarde, el sabor amargo de la desilusión, cuando pase el deseo desenfrenado inmediato..
Entreguemos nuestro amor a la vida y envolvámoslo en vibraciones de la ternura que hace feliz y dulcifica aquél que ama, mientras es amado.
Si aun, no poseemos fuerzas para el cometido, no nos permitamos la conjetura de sueños esclavistas. Antes oremos y roguemos socorro de lo Alto, para que los Ángeles guardianes vigilantes nos extiendan manos compasivas y bálsamo tranquilizador
Nuestro amor limpio resplandecerá un DIA, después de la superación del tormento sexual, en paisaje festivo en el que nuestro espíritu cantará la música de la libertad y de la paz.
En la Erraticidad, hay mentes ociosas, atormentadas y sedientas, victimadas por pasiones que aun no se aplacaron, que se encuentran realizando incesante intercambio obsesivo con los que se permiten, en la tierra, las alucinaciones sexuales y los desavisas afectivos.
Por sus poderosa hormonas y vibraciones en el campo de la emoción, merece ser considerado el intercambio con los Espíritus, respectivamente aquellos que se encuentran aprisionados en las fajas grotescas de la animalidad, de las pasiones viles.

Atraídos por las mentes encarnadas, se fijan en ellos produciendo fenómenos obsesivos de largo curso y vampi rizando a sus presas atormentadas. Otras veces, necesitados de proseguir en las manifestaciones tormentosas, inspiran a los inadvertidos y pasan a utilizarlos, volviendo a disfrutar el placer voluptuoso, en cuanto el ser orgánico se siente frustrado, insatisfecho, como ocurre también en el alcoholismo, en el tabaco, en la toxicomanía, etc. La muerte no libera a aquellos que se convirtieron en esclavos por libre opción, de las pasiones degradantes.

En uniones terribles, se asocian a los encarnados con virulencia, explotándoles los centros genésicos y destruyendo en ellos la alegría y la esperanza de vivir. Sutilmente instalan los pensamientos depresivos o azuzan falsas necesidades, absorbiendo por procesos muy complejos las expresiones del placer fugaz e instalando las matrices de desequilibrio irreversible.
Vigilemos la mente y controlemos el sexo. Cuando inusitados pensamientos nos ensombrezcan las estructuras mentales con ideas infelices; cuando los dulces afectos se transformen en recesos de nuestro corazón en horno de deseos; cuando la ternura con que envolvemos a los que estimamos o amamos se nos presente ardiente o angustiosa; ¿Cuándo pasemos a sufrir dolorosas constricciones en la organización genésica tengamos cuidado!.

Ciertamente estaremos siendo obsesionados por otros Espíritus, encarnados de mente vigorosa o desencarnados infelices, en trama continua para arrojarnos a los precipicios de la alucinación.
Levantemos el pensamiento a Jesús y entreguemos a ÉL EN CLIMA DE DONACIÓN TOTAL, seguros de que el Vencedor de todos los embates nos ayudara a salir de la cruel constricción, encaminándonos en dirección a la armonía. Para tanto, oremos y trabajemos por el bien común, y el bien de todos nos ofrecerá el lenitivo y la fuerza para la liberación a la que aspiramos.

Pues de los corazones proceden malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, hurtos, falsos testimonios, blasfemias etc. Vallamos por tanto, caminando sin tergiversaciones, sin pensamientos ocultos, en la ruta bendita que tomamos. Vallamos, siempre, sin temor, alejemos cuidadosamente todo lo que nos pueda estorbar la marcha hacia el objetivo eterno”.

Si nos encontramos en un capitulo punitivo de la sexualidad, fuera de la actividad santificante para la cual la doto el Creador, no nos corrompamos y nos degrademos, aunque la mentalidad de la época nos sea favorable o nos aplauda...
Preservemos las fuerzas morales y mantengamos el equilibrio. Cuando el ardor de los deseos nos queme, acordémonos del lenitivo de la oración y reconfortémonos quedamente. No nos hundamos en la alucinación ni sorbamos la taza licorosa, envenenada con satisfacciones torpes... no nos tornemos cómplices, ni nos enredemos en el problema de la emotividad sexual, manteniendo el comercio mental, inspirando pasiones, provocando tormentos, desequilibrando...
No seamos factor de desdicha para nadie. Si estamos en régimen de orden, examinemos los que están agonizantes, bajo constricciones que no imaginas, los que padecen frigidez, exacerbación; los marcados por anomalías de esta o aquella naturaleza; los inquietos, los perseguidos en sí mismos.
Si nos enfrentamos en campo de prueba con una u otra imposición psíquica o física, esperemos el mañana, no nos apresuremos. El problema no será resuelto de un golpe, y sin el debido cuidado, más se agrava. La vida no termina en el túmulo, ni se encierra toda, solamente, en la cápsula carnal.
Transformemos las limitaciones en fuerzas y amemos los ideales de ennoblecimiento, así nos liberaremos de la incomprensión, encontrando la felicidad que anhelamos.

Amemos sea cual fuera la situación en que nos deparemos y esparzamos amor por el camino, sembrando estrellas de esperanzas. Ellas mañana brillaran para nosotros.
En cualquier circunstancia y especialmente en el análisis del acto sexual, debemos consultar al amor y el nos dirá que es lo que no debemos hacer a nuestro prójimo, lo que no nos gustaría que el nos hiciese. Y cuando debamos dirimir cualquier dificultad, se debe recurrir a la oración, que es el tónico de la vida y el hilo invisible de luz que nos liga a las dinamos generadoras de fuerza vital y de paz.
El rechazo sexual desvaría a los desequilibrados de la emoción y los tornan capaces de cualquier alucinación, porque se creen necesitados del plasma genético, que piensan que no pueden dispensar, cuando en realidad, se trata de un capricho personal, de torpeza moral.
A veces, nos causa extrañeza que Entidades perversas se introduzcan en recintos cuidadosamente preservados y dedicados a la acción del Bien. Sin embargo, cuando son atraídas por las mentes viciosas que las prefieren, no se puede evitar su presencia. Ya que se trata de una elección personal y como cada ser respira el clima psíquico que le place, es inevitable la comunión espiritual, tornándose responsable el imprevisor por los daños que se impone, así como por aquellos que produce en otras almas.
Infelizmente, nuestros más peligrosos adversarios se encuentran en nosotros mismos, que les damos guarida y los sustentamos con nuestros caprichos, orgullo y pequeñeces.

El problema del sexo es del espíritu y solamente del espíritu vendrá, para él, la solución.
De ese modo, cultivemos el hogar, atendamos la familia, hagamos cocreadoras en la Obra de Nuestro Padre, cooperemos con los que transitan con dolores y edifiquemos en la mentalidad general el concepto según el cual el sexo es para la vida y no la vida para el sexo.

- Merche-
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MISTERIOS OCULTOS A LOS 

SABIOS Y LOS ENTENDIDOS. 

7. En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Doy gloria a Ti, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los sabios y entendidos y las has descubierto a los párvulos. (San Mateo, Cáp. XI, v. 25). 
8. Puede parecer singular el que Jesús dé gracias a Dios por haber querido revelar estas cosas "a los sencillos y a los pequeños", que son los pobres de espíritu, y haberlas ocultado a "los sabios y entendidos", más aptos en apariencia para comprenderlas. Se ha de entender por los primeros a los "humildes" que se humillan ante Dios y no se creen superiores a todo el mundo, y por los segundos, a los "orgullosos" envanecidos con su ciencia mundana que se creen prudentes porque niegan y tratan a Dios de igual a igual cuando no lo desconocen; - porque en la antigüedad, "entendido" era sinónimo de sabio -; por esto Dios le ha dejado buscar los secretos de la tierra, y revela los del Cielo a los sencillos y a los humildes que se inclinan ante El. 

9. Lo mismo sucede hoy con las grandes verdades reveladas por el Espiritismo. Ciertos incrédulos se admiran de que los espíritus hagan tan pocos esfuerzos para convencerles; y es que éstos se ocupan de aquellos que buscan la luz de buena fe, y con humildad, con preferencia a aquellos que creen poseer toda la luz y que piensan, al parecer, que Dios debería tenerse por feliz si pudiese conducirles a El, probándoles que existe. El poder de Dios se ve tanto en las cosas más pequeñas como en las más grandes: no pone la luz debajo del celemín, puesto que la esparce a torrentes por todas partes: ciegos son, pues, los que no la ven. "Dios no quiere abrirles los ojos a la fuerza, puesto que les gusta tenerlos cerrados". Ya les vendrá su hora, pero antes, es menester que sientan las angustias de las tinieblas y "reconozcan a Dios y no a la casualidad en la mano que hiere su orgullo". Emplea para vencer la incredulidad los medios que le convienen, según los individuos; no hay necesidad de que la incredulidad le prescriba lo que debe hacer y decirle: si quieres convencerme, es preciso que lo hagas de éste o del otro modo, en tal momento más bien que en tal otro, porque éste me conviene más. Que no se maravillen, pues, los incrédulos, si Dios y los espíritus que son los agentes de su voluntad, no se someten a sus exigencias. Que se pregunten qué es lo que dirían si el último de sus servidores quisiera imponérseles. Dios impone sus condiciones y no las recibe; escucha con bondad a los que se dirigen a El con humildad, y no a los que creen ser más que El. 

10. Se dirá ¿No podría Dios advertirles personalmente con señales palpables, ante las cuales el incrédulo más endurecido habría de inclinarse? Sin duda que lo podría, pero entonces, ¿dónde estaría el mérito, y por otra parte, para qué serviría esto? ¿No vemos todos los días quien se niega a la evidencia, diciendo: si viese, no creería, porque yo "sé" que eso es imposible? Si se niegan a conocer la verdad, es porque su espíritu no está aún en disposición de comprenderla, ni su corazón para sentirla. "El orgullo es la catarata que obscurece su vista"; ¿para qué sirve presentar la luz a un ciego? Es, puesto, preciso, primero, curar la causa del mal; por esto, como un médico hábil, castiga primero el orgullo. No abandona a sus hijos extraviados, porque sabe que tarde o temprano se abrirán sus ojos; pero quiere que sea por su propia voluntad, y después de vencidos por los tormentos de la incredulidad, se echarán ellos mismos en sus brazos y, como el hijo pródigo, le pedirán gracia. 

Extraído del libro: 
El evangelio según el Espiritismo. 
Allan Kardec

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Adquisición de las propiedades funcionales
del PEIRESPIRITU

La Naturaleza es la gran educadora: Solo en ella reside la verdad, y el que sabe mirarla con ojos filosóficos descubre los secretos que permanecen  velados para las muchedumbres ignorantes. Nada aparece súbitamente y en el estado perfecto. Lo demuestran las leyes que rigen las múltiples evoluciones de la materia física o viva.
 El sistema solar, el planeta tierra, los vegetales, los animales, el lenguaje las artes, las ciencias, todo, no han brotado espontáneamente, es el resultado de una larga y gradual ascensión, desde las formas rudimentarias hasta las modalidades que en nuestros días conocemos.
 El alma humana no es una excepción de esta ley general y absoluta: en la Tierra advertimos que pasa por fases que abarcan  las manifestaciones  más diversas, desde las humildes y mezquinas concepciones del estado salvaje hasta las magnificas cimas del genio de las naciones civilizadas.
 Es preciso remontarnos al origen de la vida inteligente para hallar, si no el origen del alma, al menos  el posible punto de partida de su evolución a través de la materia.
 El alma  es indivisible en el hombre, y en la serie animal, nada nos dice que sea distinto, dado que los fulgores del instinto son los signos reveladores de su acción.
El periespíritu es la envoltura del alma que, en los animales como en el hombre, individualiza el principio pensante por medio del fluido universal que lo constituye.
 El estudio serio de mediums videntes, ha comprobado que el alma animal no se destruye con la muerte.
 La revista Espirite de 1984 refiere el caso de la aparición de un perro, que fue fielmente descrito por un vidente  en el momento en que su dueño, el conde Luvoff, recordaba el afecto que le tenia. El animal, ante aquel cariñoso recuerdo de su antiguo dueño, se agitaba y saltaba alborozado como lo hubiera hecho viviendo con su cuerpo terrestre.
 En la misma  Revista Spirite de 1865, hallamos otra narración  de la aparición póstuma de otro perro.
 Dice el narrador, que estando en cama,  pero no durmiendo, el débil quejido que exhalaba su perra cuando quería alguna cosa. Le sorprendió tanto el quejido, que extendió el brazo fuera de la cama con el propósito de atraer hacia el a la perra. No la palpo, pero creyó en verdad sentir sus caricias.
Al levantarse al día siguiente contó el caso a su señora. La que le dijo, que ella también había sentido el mismo quejido, pero no solo una vez sino dos, y que le parecía partir del dormitorio. Lo primero que pensó el hombre es que su perra no estaría muerta, que el veterinario se la habría apropiado por su gentileza, y ella, escapándose, fue a pedirle que le abriera para poder entrar.
La hija que por estar enferma tenia su camita en el mismo dormitorio que su madre, afirmo también haber oído el quejumbroso aullido de la perra”.
 Este fenómeno no puede atribuirse a la alucinación, puesto que fue percibido por tres personas que no estaban reunidas en el mismo sitio.
 Si el principio inteligente del animal sobrevive a la materia, si goza de la individualidad, es posible aplicarle  las mismas reglas que rigen  al alma humana, y en este caso todo se explica.
 Por medio del Espiritismo se comprueba experimentalmente  la necesidad  de la reencarnación del alma humana; y la ley de continuidad que hemos señalado  en los seres vivos, nos permite creer que el alma del animal está sometida a ese mismo proceso. De este modo el principio inteligente animaría sucesivamente organismos más y más perfeccionados, a medida que fuera adquiriendo capacidad par dirigirlos.
 Admitiendo que en el animal  hay un principio inteligente este está revestido de un periespíritu en el que se graban los instintos y las sensaciones, y que la memoria provienes de un despertar de tales instintos y tales sensaciones. Los animales domésticos son los mismos seres que vivieron antiguamente en el estado salvaje; y el olor de la fieras despierta en su envoltura fluidica el recuerdo del sufrimiento y de la muerte bajo los dientes  y las uñas de aquellos carniceros: de hay su terror. En el hombre, el  movimiento instintivo de repugnancia  que siente por ciertos  animales, como los reptiles, proviene  de los yacimientos más profundos de su yo: son las sensaciones experimentadas por el ser humano a su paso a través de la serie animal. 
 El Espiritismo al proclamar  la existencia del periespíritu, demuestra que tal órgano reproduce fluìdicamente la forma corporal de los animales, que es permanente  en medio del flujo perpetuo de las moléculas vivas y, consecuentemente, que en él  es donde radican los instintos y las modificaciones de la herencia. Por ser inmutable, no obstante  los incesantes  cambios de que es testimonio el hombre, contiene –digámoslo así -  los estatutos y leyes que dirigen la evolución del Ser; no se disgrega con la muerte, sino que constituye  la individualidad  póstuma  del principio intelectivo; y tomando  en registro todas las modificaciones que le proporcionan las numerosas y sucesivas existencias, acaba por hacerse apto, después de haber recorrido toda la serie , no solo para organizar y dirigir organismos muy complicados, sino para hacerlo sin conocimiento del alma. Es parecida con la analogía que observamos a diario con el pianista  acostumbrado a interpretar  a primera vista partituras nuevas. Como este se ha posesionado  por un largo mecanismo del cerebro, del brazo, de los dedos, doblegándolo a su voluntad, no tiene porque preocuparse de las dificultades materiales que estos órganos ofrecen, y que son insuperables para un principiante: a el le basta leer la partitura y sus órganos obedecen automáticamente a su alma; pero esto ha sido a través de mucho estudio y de mucho trabajo. Consideremos la indispensable necesidad del periespíritu; para que se nos haga más patente las acciones de  las vidas físicas e inteligentes en los animales y en el hombre.
 Si no tenemos ideas precisas de cómo están constituidos los seres vivos, es difícil comprender claramente el papel del sistema nervioso, e igualmente  el del periespíritu.
 Los resultados a que ha llegado la ciencia respecto a la naturaleza intima de los vegetales y de los animales ha sido la de adquirir la certeza de que el organismo de un vegetal o de un animal cualquiera proviene de la reunión, de la asociación de un numero inmenso de células; las partes diferentes del cuerpo del animal o de la planta son debidas a las modificaciones que las células sufren. En químico, por una serie de descomposiciones sucesivas, los productos más complejos pueden siempre reducirse a los elementos primordiales, a los cuerpos simples de que están formados; en historia  natural, la célula aparece como el residuo ultimo de estudio de más en más profundo de toda clase de tejidos. La molécula orgánica, es pues, el elemento anatómico por excelencia de que están formados todos los seres vivos.
La célula se compone de tres partes: la 1ª de un núcleo solido que está en el interior; 2ª un liquido que baña el núcleo; y 3ª una membrana que envuelve todo. La parte esencial, la parte verdaderamente viva, es el líquido, al que se le ha dado el nombre de protoplasma; de manera que este líquido gelatinoso es el que constituye realmente el fundamento de la vida orgánica. Mientras el viva en los millones de células que componen un cuerpo, el cuerpo vive también; cuando el muere en una parte cualquiera de las células que componen un miembro, el miembro muere; si se destruye, en fin, el protoplasma en la totalidad de las células, el cuerpo entero muere.
 Si la teoría de la evolución es exacta, la vida debió principiar en la Tierra por la formación del protoplasma. Este hecho se verifica en nuestros días. Las exploraciones de los grandes fondos submarinos han dado a conocer una sustancia gelatinosa que parece ser la primera manifestación vital.
Las moneras no son todas del mismo grado de simplicidad. Hay algunas que tienen en el interior de su masa un núcleo bien caracterizado: son células desnudas a quienes se ha dado el nombre de amebas, y se las halla  de ordinario en el agua  común y en la sangre de los animales; otras hay que además de poseer el núcleo de las amebas, están envueltas  por una cubierta: estas son las células propiamente dichas.
 El modo de reproducción de la célula es muy simple: cuando ha alcanzado cierto volumen, se producen una  o muchas divisiones en su masa, se fracciona en dos o más partes, y cada una de estas, haciéndose independiente, se nutre y crece como la célula madre, hasta que llega el momento en que, a su vez, da nacimiento a otras células semejantes. Algunas veces las células originarias de la primera no se separan, sino que forman  una serie de células asociadas  que a su vez, dan nacimiento  a otras y otras, también unidad, según el grado de vitalidad que posean. Esto es lo que acontece en los vegetales, en los animales y en el hombre. Todos los organismos empiezan en la actualidad por una célula única: el huevo vegetal  o el huevo animal y, según la complejidad más o menos grande del ser que debe nacer, las células se diversifican más o menos, guardando siempre su autonomía  especial.
 Aun en las asociaciones más complejas las células que constituyen un ser vivo no pierden por completo su independencia: cada una de ellas vive por su cuenta, y las diversas funciones fisiológicas del animal, no son otra cosa que la resultante de los actos cumplidos por un cierto grupo de células.
 El objetivo de todo organismo es vivir, y, cada parte concurre a la consecuencia de este resultado en la esfera que le es propia. Se puede comparar el cuerpo vivo a una manufactura, cada órgano a un conjunto de obreros y cada obrero a una célula. Cada obrero tiene que efectuar un trabajo especial, pero uniendo las piezas elaboradas de este modo, se obtiene el objeto manufacturado.
 En la escala de los seres se encuentran las asociaciones de células en todas las fases de desenvolvimiento.
 El individuo, tiene su unidad abstracta y su existencia colectiva; es una reunión de individuos, frecuentemente en numero inmenso, que no obstante puede ser considerada como un individuo solo, como un ser único, aunque compuesto.
 Los animales superiores son estas individualidades colectivas, aunque solo desde el punto de vista vital. La fuerza vital es un principio y un efecto: un principio porque es necesario un ser vivo para comunicar la vida, y un efecto, porque una vez fecundado el germen, las leyes físicas  y químicas se encargan del mantenimiento de la vida. La fuerza vital tiene existencia propia, puesto que cada ser  puede reproducirse  en un semejante suyo,  y puesto que no se puede dar vida artificialmente a un compuesto inorgánico.
 El principio vital, es una fuerza esencialmente organizadora y reparadora y, en los vegetales y en los animales, él es quien repara las células destruidas por el uso, siguiendo un plan determinado. Podemos considerarle en cierto modo como el desenvolvimiento, el grado superior, la transformación exaltada de esa fuerza que en los cuerpos brutos conocemos por afinidad. Además, el fluido vital obra sobre las moléculas y produce el fantasma magnético. Si se niega la  existencia de una fuerza vital, aunque invisible e imponderable, no es posible comprender  como un cuerpo vivo  conserva una forma fija, invariable, según la especie a que pertenezca, a pesar de la renovación incesante de las moléculas del cuerpo.
 La vida es difusa, como en los animales inferiores; en tanto todas las células pueden vivir individualmente sin necesitarse unas  a  otras, el principio inteligente no se revela  en ellas de un modo claro, puesto que en los seres rudimentarios  no se observa sino la irritabilidad, es decir, la reacción a una  influencia  externa sin sensibilidad apreciable, pero desde que el sistema nervioso aparece, se concentran en él funciones animales, la comunidad viviente se transforma en individuo, y el principio inteligente  toma a  su cargo el gobierno del cuerpo, manifestando su presencia por los primeros fulgores del instinto.

 Desenvolvimiento correlativo del ganglio cerebral y de la inteligencia en la serie animal

Ciertos zoófitos (animales plantas), tales como las medusas y los rusitos, tienen algunos lineamientos de sistema nervioso; también se distinguen en ellos algunos rudimentos del instinto.
En el mar es un inagotable receptáculo de las formas más inferiores de la vida, en la arena húmeda, es raro no pisar alguna masa glutinosa y azulada como el engrudo, sin forma aparente alguna. Tal masa gelatinosa no ofrece a la mirada ningún carácter de animalidad; pero si se coloca en una vasija grande  llena de agua del mar o en un charco profundo para que pueda devolverse a sus anchas, pronto se la verá extenderse, redondearse y tomar formas concretas que no carecen de elegancia. Es un ser singular, cuyo cuerpo está compuesto de un disco más o menos  bombeado como un hongo y de muchos apéndices colocados en su parte inferior o cóncava, que le sirven  para la respiración o para la presión de los alimentos. Estos órganos son colgantes  o flotantes en muchas especies, de manera  que recuerdan  las serpientes que constituían la cabellera de Medusa, personaje mitológico de quien han tomado el nombre. Normalmente se les llama ortiga de mar.
Fuera de su elementos se convierten  en masas informes y confusas, en la que la mirada atónita  no puede hallar rastro alguno del animal que causaba admiración momentos antes, debido  a que sus tejidos son muy espumosos  para que puedan  guardar en contacto con el aire su lugar respectivo, mientras que en el agua, pediendo una parte de su peso igual a la del volumen del liquido que desaloja, no tienen  necesidad de ofrecer sino muy débil resistencia para conservar su estructura y para impedir que las diversas partes de su cuerpo se precipiten unas sobre las otras.
 En estos animales simples, aun en aquellos que no se distingue muy bien el sistema nervioso, ni miembros, ni órganos sexuales, se encuentra siempre el estomago. Esto revela que el estomago es el órgano por excelencia de la animalidad, el fundamento de la vida física, y hasta se puede decir que el estomago  es el primer profesor en artes del Universo, puesto que es el que ha enseñado  a los hombres y a las bestias todo lo que es preciso para existir, suscitando todas las necesidades y con ellas todos los instintos.
 Las actinias, semejantes a las flores vivas cuyos brillantes pétalos están dotados de gran movilidad, no son, con seguridad, sino estómagos organizados, verdaderos sacos que transmiten  al resto del cuerpo, por inhibición, los jugos nutritivos. Tampoco  se ven en ella otros instintos que los que son necesarios para este importante acto. Estos pólipos no tienen diferenciado el sistema nervioso: la sustancia de este se la ve diseminada por todo el cuerpo y como petrificada en la materia gelatinosa de que está formado el animal; de manera que las facultades activas, tales como la visión, la audición, etcétera, que nosotros poseemos especializadas en órganos distintos, están diseminadas uniformemente y en estado latente en estas organizaciones primordiales.
 Las especies se transforman concentrando en órganos particulares las diferentes facultades que en un principio poseían confundidas, gracias a la influencia  permanente  y sin cesar activa del medio que rodea al animal, que le crea necesidades siempre nuevas e imperiosas; los órganos  de los sentidos pierden una parte de sus propiedades generales  y no conservan  y desenvuelven sino aquella de su especialidad.
 La fuerza nerviosa esparcida por todo el cuerpo en los zoófitos, se centraliza parcialmente en los moluscos mediante  filetes nerviosos. Las diversas ramificaciones de los nervios con sus raros pequeños cerebros o ganglios, empiezan la concentración, la coordinación, la unidad del individuo; pero esto  no tiene lugar sino progresivamente. El sistema nervioso  en los tipos mejor definidos, está formado principalmente  por dos ganglios situados por encima  y por debajo del esófago: el situado en la parte superior  ha recibido el nombre de ganglio cerebral, y está unido al otro por cordones nerviosos que forman el collar del esófago. A medida que el organismo  se complica, que equivale a decir se eleva, el ganglio cerebral se hace doble; y las dos partes que lo componen pueden separadas o unidas.
 Se ha observado que en los animales-planta, la ausencia de casi todos los sentidos; los moluscos se hallan,  en escala de progreso, un peldaño por encima de los primeros. Los moluscos en general poseen el tacto, bastante la vista y quizá el olfato, y algunos la audición. Este principio de perfeccionamiento orgánico da lugar a los instintos de nutrición y propagación, y aun a otros instintos especiales; prueba de ello son los equinodermos, que perforan las rocas para proveerse de habitación.
 Si estudiamos a los seres colocados un poco más alto en la serie animal, veremos que en los, articulados, el desarrollo del ganglio cerebral es muy marcado.
 La progresión de las facultades la podemos ver  clasificada de la siguiente manera, según Lauret, en su obra: (Anatomía comparada del sistema nervioso)
 1ª) Se ven en primer lugar a los animales que parecen establecer una transición con la clase inferior: sus instintos se limitan a buscar alimento (anélidos, sanguijuelas)
 2ª) Sensaciones más extendidas y más numerosas, ardor extremo para la generación, voracidad, crueldad ciega (crustáceos, cangrejos)
 3ª) Sensaciones todavía más extendidas, construcción de un domicilio, voracidad, artificio, astucia (arácnidos, arañas)
 4ª) Sensaciones mucho más extendidas, construcción de un domicilio, vida de relación, aprovisionamientos de guerra y defensa común, en una palabra, sociabilidad (insectos, hormigas y abejas)
 Antes de pasar a los vertebrados, hemos de darnos cuenta de cómo se han podido formar los instintos y del papel que el periespíritu ha debido desempeñar en la evolución cuyos puntos principales acabamos de poner sumariamente de manifiesto.

 El periespíritu
 Hemos visto que hay lazos que unen a todos los seres vivos, de tal manera, que los animales suceden a las plantas sin transición sensible, y hay órganos  también en aquellos que parecen participar también de la naturaleza de estas. Hemos visto que el principio vital desempeña un papel más importante en los vegetales, y que la citada fuerza no es una entidad vaga, sino una energía perfectamente definida, cuya asociación con el periespíritu es indispensable para podernos explicar la forma típica que conservan los seres vivos desde que nacen hasta que mueren. Pero el principio vital que impregna al germen y dirige su evolución, no es suficiente para darnos cuenta de los instintos que observamos en los animales, ni nos explica tampoco  las manifestaciones inteligentes de que hemos hecho merito; y por esta circunstancia atribuimos nosotros tales hechos, que diferencian tan profundamente al reino animal del reino vegetal, al desenvolvimiento del principio anímico.
 En los organismos ambiguos que se hallan en los confines  de los reinos vegetal y animal, se observa una concentración más o menos grande, una individualidad más o menos perfecta o definida, según sea más o menos intensa la unión de la fuerza vital con el principio espiritual; pero tan luego como el principio espiritual prepondera sobre la fuerza vital, la evolución se cumple rápidamente , las formas se acentúan, y en lugar de ser flojos, blandos, indefinidos, toman contornos determinados, precisos, y adquieren instintos que acusan con energía.
 También se ha establecido que el principio inteligente se haya siempre revestido de una envoltura fluidica, y los hechos referidos por Dossier y confirmados por la lógica, no permiten poner en duda la existencia del doble periespirítico. Examinemos ahora sus funciones en los seres vivos.
 Al principio de la vida, el fluido periespiritual está mezclado con los fluidos más groseros del mundo imponderable: se le puede comparar a un vapor fuliginoso que contiene las radiaciones del alma. Ésta, aunque  posee en germen todas las facultades que la evolución le va desenvolviendo, no puede manifestarlas, cohibida como se halla  por su unión intima  con el periespíritu, con esa especie de vaina fluidica  cuya materialidad es sobradamente densa. Precisa, pues, que en esta primera edad del alma, los fuertes estímulos del hambre acudan a sacarla de su atonia. Ya sabemos que los fluidos son estados diversos de la materia etérea,  y que la rapidez de su movimiento molecular es proporcional  al grado de rarefacción de las moléculas; de manera  que cuanto más groseros, opacos y en cierto modo  viscosos sean los fluidos, tanta mayor resistencia opondrán a toda modificación, y tanto más tendrá que trabajar el alma si es que quiere manifestarse al exterior, a efectos de cambiar los movimientos de su envoltura y regularizar su acción.
 Podemos formarnos una idea  de los fenómenos sucesivos que las diferentes encarnaciones determinan en el periespíritu, suponiéndonos un gran manantial de luz, por ejemplo un foco eléctrico, producido en un globo de cristal  que contuviera un espeso vapor negro formado por una enorme cantidad de partículas sólidas. El resplandor de esa luz quedaría atenuado por aquel velo sombrío, que no irradia ninguna luz al exterior; a lo sumo se vería  débil claridad. El alma es el foco eléctrico, y el periespíritu, en los primeros tiempos de la vida terrestre, es el vapor denso y fuliginoso contenido en el globo.
 Renovando frecuentemente la experiencia y suponiendo que cada vez se descarte el vapor  de una cantidad muy mínima de partículas sólidas, tendremos una idea  aproximada de lo que acontece con el alma y su envoltura, en tanto evoluciona  en la serie animal. Las facultades  superiores que se observan en los vertebrados  no son sino momentáneas, carecen de continuidad: se diría que son ráfagas de luz que atraviesan vertiginosamente  la nube oscura.  El principio espiritual  solamente puede manifestar sus facultades sin intermitencias, cuando, habiendo  manipulado  lo suficiente su órgano fluídico, esta casi a punto  de pasar al reino hominal.

Formación de los órganos de los sentidos: papel del periespíritu
Toda sensación se traduce siempre en movimiento. Esta verdad, por analogía, como las otras partes del sistema nervioso ha tomado poco a poco la dirección de la vida vegetativa y orgánica.
 La vida de relación comprende dos términos: por una parte, la acción del mundo exterior sobre el animal,  que se traduce en este por fenómenos sensoriales;  por otra parte, la acción del animal sobre el mundo exterior, que se manifiesta por el movimiento.
La propiedad de responder con un movimiento a una fuerza exterior es general y característica en los seres vivos, y se la denomina irritabilidad.
 Cuando una fuerza cualquiera actúa sobre un cuerpo, lo modifica en determinado sentido.  Esto nos conduce a admitir que aun cuando una fuerza no determine movimientos aparentes en un cuerpo, no por esto deja de modificar  siempre su constitución molecular, ni deja ella de transformarse  imprimiendo al cuerpo  un nuevo estado diferente del primero.  E animal , es muy sensible,  la materia de que está formado  es muy delicada,  por eso podrá ser irritado  por fuerzas menos enérgicas  que las que actúan sobre  los cuerpos brutos,  y las nuevas formas que  estas fuerzas determinen, bien podrán  también dejar  en el ser vivo rastros  de más en más perdurables, a medida que  se ejerzan con más frecuencia. El calor, la electricidad, la combinación química y la pesantez, que tan diferentes parecen, no son en realidad sino formas del movimiento; movimientos moleculares, atómicos, vibratorios, imperceptibles a nuestros sentidos como movimientos, es cierto, pero reducibles a leyes  mecánicas, según la ciencia a podido demostrar.
 El punto esencial, que es preciso que no olvidemos jamás, es el que se centra en la unión intima, molecular, del periespíritu con el cuerpo; unión que se inicia antes de nacer y que persiste hasta algo después de la muerte. Ya sabemos que solo mediante  el fluido vital de que está impregnado el germen  ha podido tener lugar esta encarnación, porque ya sabemos también que el Espíritu no puede obrar sobre la materia  si no es por mediación del fluido vital. Hay, pues, fusión intima entre el periespíritu y el fluido vital, siendo este último el motor que determina la evolución manifestada en estas tres etapas: juventud, edad madura, vejez. Cada célula, a pesar de participar de  la vida general en los organismos compuestos, goza de cierta autonomía, de manera que todo movimiento que se produce en ella cambia  su equilibrio vital y tiene su repercusión inmediata en el doble fluídico,  en donde aquella modificación dinámica determina  un movimiento. Luego, toda acción interna o externa del animal, producirá un movimiento en su envoltura periespiritica.
En todos los seres vivos, así como en el zoófito como en el hombre, la materia viva se destruye y se regenera incesantemente por la nutrición, la cual, en un tiempo muy corto, renueva todas las moléculas del cuerpo. Es indispensable, pues,  que quede en el animal un principio permanente  en el que residan  las modificaciones adquiridas, sin lo cual las nuevas moléculas no serian más aptas que las antiguas para vibrar de un modo más rápido y el animal no podría adquirir ningún órgano sensorial diferenciado. Todo lo que abría en el serian órganos adventicios, y estos órganos no podrían proporcionarle su progreso.
 El periespíritu es, pues, la causa directa del progreso animal, sin el, nada es explicable, y la teoría precedente, que es la ciencia, no la puede resolver. El movimiento s indestructible, afecta a las células que encuentra a su paso y las  conmueve, conmoción que ellas conservan. Pero cuando las células conmovidas desaparecen, se lleva consigo la modificación adquirida, y las nuevas células que las reemplazan no poseen el mismo movimiento vibratorio. Por tanto, si admitimos que el principio vital está íntimamente unido a todas las partes  del periepiritu  y que este reproduce exactamente todas las partes  del cuerpo,  la incógnita  queda despejada, porque se comprende que las nuevas células sean organizadas por la fuerza vital  modificada según el movimiento  de las líneas de fuerzas periespirituales y, por consecuencia, que el organismo físico reproduzca tales modificaciones  y dibuje en el ser celular el lugar del sistema  nervosensitivo al par que el motor, puesto que el ser reacciona constantemente contra su medio.
 De este modo es como las células llegan a diferenciarse  y a manifestar sus propiedades particulares en relación con su género  de excitación especial, es decir, con el género de movimiento  que las modifica con más frecuencia. Las vibraciones calóricas son menos rápidas que las lumínicas, y las conducciones sonoras difieren  también de las primeras; de manera que tales movimientos, acabaran por adquirir  una facultad de irritabilidad apropiada a la naturaleza especial de cada uno de los irritantes; en una palabra especificació n de los órganos de los sentidos.
 Los fenómenos se van complicando a medida que uno se eleva en la serie animal, y el sistema nervioso se perfecciona correlativamente, pero el procedimiento es siempre el mismo.  El estudio de las propiedades fisiológicas del aparato nervioso, nos ara comprender mejor las propiedades del periespíritu.

El sistema nervioso y la acción refleja
 El sistema nervioso no es sino la condición orgánica terrestre de las acciones psíquicas del alma,y que, por si mismo, ni es inteligente, ni instintivo, puesto que el alma, tanto humana como animal, sobrevive a su destrucción; pero recordemos también que el sistema nervioso, durante la vida,  es la reproducción material del periespíritu, y que toda alteración grave de su sustancia engendra los desordenes consecutivos en la manifestaciones del principio pensante.
 Si lesionamos gravemente una parte del cerebro de un individuo, no podrá este individuo producir, por ejemplo, la palabra articulada: luego, la facultad de la palabra quedará destruida. Esto ha sucedido simplemente  porque el alma  no se puede servir de su instrumento,  y por tanto,  no puede acusar su presencia de aquella manera. La experiencia demuestra, ciertamente, que  ha desorganizado al alma en sus funciones objetivas; pero no demuestra, realmente, que se haya destruido parcialmente.
 El aforismo – mente sana en cuerpo sano – es exacto: es necesariamente preciso que los órganos estén en perfecta salud para que el Espíritu puede servirse libremente de ellos; pero debemos cuidarnos  mucho de sacar como conclusión de esta verdad, que una alteración del órgano  entrañe una alteración del alma. Lo que hace aquella es determinar una alteración de la manifestación  de esta, y ambas cosas, ciertamente equivalen a lo mismo. Es cierto que los límites entre los cuales se conserva la integridad del sistema nervioso, son muy estrechos: dependen de la circulación, de la respiración, de la nutrición,  de la temperatura y de si estado sano o enfermo.
 El sistema nervioso, sirve a las manifestaciones de la inteligencia.  Se compone de nervios o cordones nerviosos,  y de centros, siendo estos últimos, en los vertebrados, la médula espinal y las diferentes partes que constituyen el cerebro.
 El movimiento en un principio tan penoso, se hace fácil enseguida, luego natural, y, finalmente, automático e inconsciente, y cuando el organismo responde maquinalmente  e inconscientemente  a una excitación externa, sucede lo que los fisiólogos llaman  una acción refleja.
Nada es de más fácil comprensión que un acto reflejo elemental, así sea un nervio excitado en su extremidad periférica. La irritación se extiende a lo largo del nervio, remonta a los centros nerviosos, y ya allí, propagándose  por grados y pasando por el periespíritu, desciende a los nervios motores para transmitirse al músculo que se contracta.
 La conciencia puede perfectamente ignorar este movimiento sin  que por ello deje de producirse con una regularidad absoluta, dado que,  el hábito adquirido durante un lapso  considerable, acaba por dar  carácter automático. Lo mismo que cuando leemos  sin acordarnos por todas las fases que hemos pasado para llegar a conocer la letra, formar silabas, unir estas con las palabras, etcétera, así también una irritación  del sistema nervioso determina un movimiento de respuesta, que puede perfectamente  ser ignorado del alma y hasta independiente de su voluntad.
 Las acciones reflejas son de diferentes clases. El Doctor Richet las clasifica del siguiente modo:
A.    – Reflejas, teniendo como punto de partida una excitación exterior, y produciendo:
1.)     Sobre los músculos de la vida animal, movimientos reflejos de relación;
2.)     2.) Sobre los aparatos de la vida vegetativa, movimientos reflejos de nutrición.
B.    – Reflejos teniendo por punto de partida una excitación interior visceral y actuando:
1.)   Sobre los músculos de la vida animal.

La médula espinal es considerada por los fisiólogos bajo un doble aspecto: como cordón conductor que transmite al encéfalo las sensaciones y  conduce las excitaciones motrices; como centro nervioso, es la sede de las acciones reflejas. La acción refleja simple, que podemos definir por aquella en que una excitación simple es seguida de una contracción simple, es el primer acto de automatismo e inconsciencia que se nos ofrece. La acción refleja consiste especialmente  en el movimiento de una parte del cuerpo provocado por una excitación externa en esa misma parte, en cuyo movimiento interviene un centro nervioso que no sea el cerebro.
 A medida que el principio inteligente  pasa de uno a otro organismo más complejo, el sistema nervioso se habitúa, mediante las innumerables reencarnaciones que cumple en cada forma, al manejo cada vez más perfeccionado  del cuerpo material, y como estos actos acaban por hacerse automáticos a causa de la frecuencia reiterada  de las mismas necesidades, se establece una estrecha relación entre el organismo y el periespíritu y, al mismo tiempo, una apropiación, a cada instante más perfecta, del ser con su medio.
La vida del animal, se puede casi decir, es toda ella una acción refleja, si dejamos aparte los fenómenos psíquicos superiores y los automáticos normales del corazón y de la regularidad en el complicado mecanismo orgánico. Se puede comparar el cuerpo  con una nación, y el mecanismo fisiológico con las leyes que la rigen. Las personalidades cambian constantemente, unas mueren y otras nacen; pero las leyes subsisten siempre, bien que puedan perfeccionarse a medida que el pueblo se haga más moral.

El instinto
El instinto es la forma inferior bajo la cual se manifiesta el alma. El animal  tiene tendencia a reaccionar contra el medio externo, y la sensación determina en el  emociones agradables o desagradables. La aptitud  para traducir al exterior  estas reacciones,  se transmite hereditariamente, periespiritualmente , diremos nosotros, puesto que son los seres modificados  quienes vienen a habitar los cuerpos nuevos. Tal es, según nosotros, la génesis de los instintos naturales primitivos, y en esta categoría  colocamos a los instintos que tienen por objeto la nutrición la conservación y la generación. Los instintos naturales, son más o menos modificados  o perfeccionados por la inteligencia.
Es indispensable que el principio espiritual pase por tales tamices sucesivos con el fin de fijar en su envoltura las leyes que dirigen inconscientemente la vida, y para poderse entregar  a continuación a los trabajos de perfeccionamiento intelectual y moral que deben  elevarle a una condición superior. La lucha por la vida, por áspera  y cruel que nos parezca, es solo el medio natural y lógico para obligar alarma, en su infancia, a manifestar sus facultades latentes,  del mismo modo que el sufrimiento es indispensable para el progreso espiritual; y a no ser  que veamos en el alma  el efecto de un milagro, una creación sobrenatural, debemos reconocer el esplendido  encadenamiento de las leyes que dirigen la evolución de los seres hacia un destino siempre mejor.
Hay pues, progresión continua  a medida que uno se eleva de la ramificación inferior a la superior, pero a condición de que la pesadas abracen el conjunto de cada ramificación, y no tal o cual especie examinada  por separado, dado que es un hecho hoy ya patente que el progreso en la serie tiene lugar, no en solo una línea recta, sino en las líneas desiguales y paralelas.
Esto es solo un resumen  breve de todo lo que se refiere a la especie animal, señalando de paso la utilidad del periespíritu para la comprensión de los fenómenos.  Es imposible seguir en todos  sus detalles los numerosos hechos que convendría colocáramos bajo los ojos del lector; parra ello se necesitaría escribir numerosos volúmenes.

UN RESUMEN DE LO EXPUESTO
 Hemos dejado claro que es muy posible, con los datos de la historia natural, que el alma humana haya pasado a través de toda la serie animal. El principio espiritual  ha evolucionado lentamente desde las formas más inferiores a los organismos más complicados. Durante el inmenso periodo de las edades geológicas, las facultades simples del espíritu, se han desenvuelto sucesivamente actuando sobre el periespíritu, modificándolo y dejando cada vez en él las trazas del progreso adquirido.
 La envoltura fluidica podría compararse con esos árboles seculares en los cuales cada año, aumenta su diámetro, deja el tiempo una señal imborrable de su curso en la trama de su tronco,  en razón de que la energía se transforma, pero nos e pierde nunca.
 Bajo los impulsos del alma, excitada por el medio cósmico y la lucha por la vida, el organismo fluídico ha creado, por diferenciació n la propiedades del protoplasma, todos los órganos materiales  sometidos a la dirección progresivamente  preponderante del sistema nervioso; y, por el mismo mecanismo de más en más desenvuelto y coordinado de las acciones reflejas, han podido manifestarse los instintos. A medida que la ascensión se pronuncia, aparecen los  primeros fulgores de la inteligencia, y, por una notoria transformació n, el habito,  combinado con la ley de  la herencia – que nosotros consideramos como el regreso de la misma individualidad, cada vez más modificada, al propio tipo -, convierte en inconscientes los fenómenos al principio voluntarios y conformes con la conservación y utilidad del individuo. Así como gran número de actos conscientes se hacen automáticos, entrando de lleno en la física del alma, por decirlo así, y ser asimilado por el periespíritu.
Creemos pues, que hemos pasado por la bestialidad. Lejos de ser criaturas angélicas exoneradas, lejos de haber habitado un paraíso imaginario, hemos conquistado con mucha dificultad el ejercicio de nuestras facultades  y el poder de vencer nuestra propia naturaleza. Nuestros tatarabuelos  de la época cuaternaria – débiles en comparación con los grandes  carniceros contemporáneos suyos -, que iban errantes en pequeños grupos buscando su alimento y el árbol o la anfractuosidad  de la roca en que abinad e guarecerse, achicharrándose bajo los rayos del sol o temblando con los mordiscos del viento o las frías caricias de la nieve, estaban lejos de aquella edad de oro que las leyes religiosas han hecho reverberar  con engañosos resplandores. La lucha del hombre primitivo contra las grandes especies zoológicas tuvo que ser terrible: necesitó por fuerza declarar guerra a muerte a todas las bestias  salvajes, dominarlas y purgar de ellas los contornos del lugar en que habitaba, pues solo de ese modo, solo mediante esta labor digna de titanes, pudo triunfar poco a poco de tan numerosos y formidables enemigos.
¡Quien no admira esta marcha lenta, pero gloriosa, hacia la luz; esta evolución producida por el aguijón de impecables necesidades que, arrancando al hombre de su abyación primitiva, le elevan progresivamente hacia las regiones  más altas y más serenas del mundo del pensamiento! Las sociedades modernas están  en progreso muy por encima de aquellas  que las han precedido,  y, si comparamos nuestro estado con el de nuestros padres, nos cabe el derecho de estar orgullosos del resultado del esfuerzo colectivo de la humanidad; pero si fijamos nuestras miradas sobre la eterna justicia, entonces veremos todas nuestras imperfecciones y el camino que nos falta recorrer para aproximarnos a este ideal.
La lucha por la vida, necesaria al desarrollo del principio espiritual, tenia razón de ser en un mundo brutal e instintivo, en el que no se revelaba ninguna conciencia ni ninguna inteligencia clara; pero hoy, que el alma se manifiesta ya en sus modalidades más elevadas, aquella lucha debe desvanecerse poco a poco. Tenemos derecho a reclamar un reparto más  equitativo de las cargas y de los bienes comunes, tenemos derecho a sublevarnos contra los funestos consejos de la ambición que precipitan a unos pueblos contra otros, y tenemos derecho en fin, a reivindicar aquellos que son imprescriptibles  de la solidaridad y del amor. Nuestra Doctrina, mostrando la igualdad perfecta, absoluta, del punto de partida de todos los hombres, borra las separaciones ratifícales elevadas por el orgullo y la ignorancia, y perentoriamente prueba que nadie  tiene derecho a más respeto ajeno que aquel que se haga acreedor por la nobleza de su conducta. El nacimiento y la posición social no son sino accidentes temporales de los que nadie puede envanecerse, puesto que del mismo modo se pueden adquirir que perder en cualquier momento de la evolución. Verdades tan consoladoras es bueno que las esparzamos sin cesar en torno nuestro. Demostremos que solo ele esfuerzo individual puede proporcionarnos el progreso colectivo, y que la misma Potencia que nos ha conducido al estado de hombres, nos abrirá perspectivas infinitas de la vida espiritual, desenvolviéndose en la extensión sin limites del Cosmos.
 Realizado por Merchita, miembro fundador del centro Espirita Amor Fraterno
 Trabajo extraído del libro: La Evolución Anímica de Gabriel Delanne

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   RECUERDA :


Que siempre existen tres enfoques en cada historia: mi verdad, tu verdad y la Verdad.
Que toma mucho tiempo llegar a ser la persona que deseas ser.
Que es más fácil reaccionar que pensar.
Que podemos hacer mucho más cosas de las que creemos poder hacer.
Que no importan nuestras circunstancias, lo importante es cómo interpretamos nuestras circunstancias.
Que no podemos forzar a una persona a amarnos, únicamente podemos ser alguien que ama. El resto depende de los demás.
Que requiere años desarrollar la confianza y un segundo destruirla. 
Que dos personas pueden observar la misma cosa, y ver algo totalmente diferente.
Que las personas honestas tienen más éxito al paso del tiempo.
Que podemos escribir o hablar de nuestros sentimientos, para aliviar mucho dolor.
Que no importa qué tan lejos he estado de DIOS, siempre me vuelve a recibir.
Que todos somos responsables de nuestros actos.
Que existen personas que me quieren mucho, pero no saben expresarlo.
Que puedo hacer todo o nada con mi mejor amigo y siempre gozar el momento.
Que a veces las personas que menos esperamos, son las primeras en apoyarte en los momentos más difíciles.
Que la madurez tiene que ver más con la experiencia que hemos vivido, y no tanto con los años que hemos cumplido.
Que hay dos días de la semana por los que no debemos de preocuparnos: ayer y mañana. El único momento valioso es AHORA.
Que aunque quiera mucho a la gente, algunas personas no me devolverán ese amor.
Que no debemos competir contra lo mejor de otros, sino competir con lo mejor de mí.
Que puedo hacer algo por impulso y arrepentirme el resto de mi vida.
Que la pasión de un sentimiento desaparece rápidamente.
Que si no controlo mi actitud, mi actitud me controlara a mí.
Que nunca debo decirle a un niño que sus sueños son ridículos, que tal si me cree?
Que es más importante que me perdone a mi mismo a que otros me perdonen.
Que no importa si mi corazón está herido, el mundo sigue girando.
Que la violencia atrae más violencia. 
Que decir una verdad a medias es peor que una mentira.
Que las personas que critican a los demás, también me criticarán cuando tengan la oportunidad.
Que es difícil ser positivo cuando estoy cansado.
Que hay mucha diferencia entre la perfección y la excelencia.
Que los políticos hablan igual en todos los idiomas.
Que es mucho mejor expresar mis sentimientos, que guardarlos dentro de mí.
Que al final de la vida me doy cuenta que las únicas cosas que valieron la pena son: Dios, mi familia, un grupo muy selecto de amigos y unas experiencias que me dieron crecimiento personal. 
Para ser exitosos no tenemos que hacer cosas extraordinarias. Hagamos cosas ordinarias, extraordinariamente bien. 
"Si alguna vez no te dan una sonrisa esperada, se generoso y da la tuya, porque nadie tiene tanta necesidad de una sonrisa como aquel que no sabe sonreír".

Mahatma Gandhi- shanti om, paz y amor para todos...

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