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lunes, 15 de noviembre de 2010

Causas anteriores de las aflicciones

Las tribulaciones y sufrimientos que enfrentamos en la vida, no son fruto del azar o de la mala suerte, sino que siempre se tratan de pruebas y sufrimientos, que sin la reencarnación para que el Ser espiritual evolucione hacia una perfección que le aproxime cada vez más a su Fuente de Origen, le son necesarias, como necesaria es la medicina amarga o dolorosa al enfermo que tiene que recuperar su salud. Desde un punto de vista humano, cuando la ignorancia ciega la razón y la fe, esto no tiene sentido y lleva a pensar en que la vida es una tómbola que da premios y castigos de un modo ciego o arbitrario. Pero cuando se penetra en el verdadero conocimiento de lo que somos, quienes somos, el por qué de nuestra vida y el para qué estamos aquí, las brumas que oscurecen el horizonte interior del ser humano, se van disipando.

El saber que hemos vivido antes muchas veces, y que hemos protagonizado tantos errores a lo largo de la pasada vida del espíritu inmortal, nos aclara estas situaciones de dolor que con tanta frecuencia vemos cebarse en seres humanos, inocentes desde el solo punto de vista de su actual existencia.

Cuando el Ser espiritual aun atrasado no comprende el alcance de sus errores, la vida en la materia, llena de aflicciones y sufrimientos, puede serle impuesta, siempre para su bien, pues la ley de evolución y la de causa y efecto, le impulsan de ese modo a superar lo que de otro modo no superarían jamás acomodados en la ignorancia de que su estatus como espíritus puede y debe mejorarse. Las tribulaciones, dificultades y pruebas dolorosas de su vida física, le van a sensibilizar el alma y le van a inducir a la conquista de virtudes y valores necesarios para seguir progresando.
Pero no significa esto que toda persona atribulada o sufriente sea un ser atrasado o condenado al sufrimiento por las deudas de un pasado espiritual lleno de errores. Muchas veces estas pruebas no son un castigo sino una libre elección del espíritu, que comprende la utilidad de esa experiencia, humanamente no deseable, y que se compromete a ella libremente cuando cree que le va a ser útil o necesaria la experiencia, pero no porque necesariamente deba saldar una deuda expiatoria. En estos casos saben y comprenden que una vida llena de tribulaciones y sufrimientos, les es necesaria para alcanzar un grado de mayor perfección y por tanto, de mayor felicidad, que el que han alcanzado en su vida normal como espíritus inmersos en un proceso de perfeccionamiento continuo.

No obstante, hay que tener en cuenta a la hora de evaluar estas situaciones humanas que encierran un trasfondo espiritual, que todas las expiaciones sirven a su vez pruebas que van a fortalecer para el futuro, pero que las pruebas humanamente difíciles no son siempre expiaciones. Tanto si se trata de expiaciones como de pruebas, en ambos casos siempre son indicio de la inferioridad del espíritu que las experimenta, ya que cuando el progreso evolutivo es el correcto y no hay deudas pendientes con la ley de Consecuencias, no son necesarias estas tribulaciones al Ser espiritual que ya no las experimenta más en otros mundos superiores al nuestro.

Otras veces, sin embargo, cuando en la Tierra vemos tantos casos, debemos también comprender que en muchos de ellos se trata de espíritus de sacrificio, que sin tener necesidad evolutiva propia, se someten a una vida difícil para ayudar en la prueba evolutiva a otros seres espirituales, que de este modo, se verán empujados a crecer en valores como solidaridad, abnegación, caridad y amor, gracias al sacrificio del Ser espiritual amigo que les acompaña y ayuda en las pruebas de la vida, bien empujados por la ley de Causa y Efecto, que les obliga a reparar errores del pasado, o bien porque a su vez se han comprometido libremente a esta experiencia en donde por amor son acompañados y ayudados.

Cuando vemos personas inmersas en el sufrimiento de pruebas difíciles o dolorosas de la vida, el indicio de que se trata para ellas de una expiación o de una prueba, está en el grado de protesta y de rebeldía ante ella, o por el contrario, el grado de resignación y aceptación de las mismas. En este segundo caso se puede tratar de una expiación pero, como dice Kardec, mas bien es un indicio de que esa vida con sus dificultades, fue escogida voluntariamente y no impuesta, y que su fuerte resolución en asumirla positivamente por encima de los sufrimientos humanos, es una señal de progreso.

Las pruebas expiatorias de la vida son de provecho cuando se llevan bien y dan sus frutos al espíritu, pero en caso contrario pueden con ellas, si fracasan asumiéndolas mal, endeudarse más aún con las leyes divinas que de ese modo le llevarán a expiaciones cada vez más difíciles, hasta que la dureza del castigo de esas vidas duras y dolorosas, ablande su orgullo y le lleve al deseo sincero de recuperar el camino perdido.

Lo que induce al Ser espiritual a someterse a esta clase de pruebas, no puede ser otra cosa sino el deseo de mejorarse y lograr un mayor grado de perfección que le permita una más perfecta felicidad que sabe que podrán alcanzar en la medida en que se perfecciones, hasta el punto de merecer por afinidad y sintonía vibratoria penetrar y existir en los Mundos Felices.

Recordemos que en las vidas, y en especial en los momentos más dolorosos y difíciles, nunca estamos solos porque en el plano espiritual siempre tenemos muy cerca aquellos seres espirituales amigos y queridos, que con sus influencias nos alientan a la superación de las pruebas y nos inspiran a tomar las resoluciones correctas.

Finalmente, recordemos que la caridad y la solidaridad con los demás, siempre es un obligación moral importantísima pues, ignorantes del pasado de cada uno, el posible criminal de otra existencia merece todo nuestro afecto y ayuda tal como el mismo Dios nos da ejemplo de ello cuando nos perdona siempre y nos permite tantas y tan variadas oportunidades para recomenzar y mejorar.



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