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lunes, 20 de diciembre de 2010

Bautismo

 "Y los que oyeron fueron bautizados en nombre del Señor Jesús." - (Hechos, 19:5.)

En los distintos departamentos de la actividad cristiana, en todos los tiempos, surgen controversias relativas a los problemas del bautismo en la fe.

El sacerdocio creó para eso, ceremonial y sacramentos. Hay bautismos de recién nacidos, en la Iglesia Romana; en otros centros evangélicos  hay bautismo de personas adultas. No obstante, el creyente podría analizar debidamente el asunto, extrayendo mejores  hilaciones con la ascendencia de la lógica. La renovación espiritual no se verificara tan solo con el hecho de aplicarse más agua o menos agua o con la circunstancia de procesarse la solemnidad exterior en esa o en aquella edad física del candidato.

Determinadas ceremonias  y liturgias, en ese sentido, eran comprensibles en las épocas remotas en que fueron empleadas.

Sabemos que el curso primario, en la instrucción infantil, necesita de colaboración de figuras para que la memoria del niño atraviese los umbrales del conocimiento.

El Evangelio, entretanto, en sus luces ocultas, hace inmensa claridad sobre la cuestión del bautismo.

"Y los que oyeron fueron bautizados en hombre de Jesús. "

Ahí reside la sublime verdad. La bendita renovación del alma pertenece a aquellos que oyeron las enseñanzas del Maestro Divino, ejercitándoles la práctica. Muchos reciben noticias del Evangelio, todos los días, mas solamente los que oven estarán transformados.

   El bautismo  constituye un  ceremonial  de iniciciación que se forjó  en el seno de algunas religiones y viene a significar  simbólicamente un inicio oficialmente reconocido, una renovación, un  peldaño más que se asciende en la infinita escalera evolutiva espiritual. En la actualidad la idea del bautismo como iniciación, se ha extendido también a otros ámbitos sociales. Así se habla de bautismo en el deporte, en los acontecimientos de inauguración empresarial, en  las experiencias bélicas cuando se habla de “ bautismo  de fuego”, etc.

    Al mismo tiempo, la idea de este ceremonial supone muchas veces  la significación de una entrada en algo más grande, mejor o más perfecto.  Significa también estreno, prueba de algo por primera vez. En definitiva, lo que se  supone  la palabra bautismo, referido en  su aspecto religioso,  es que es un cambio de etapa en la vida de una persona.

   El bautismo en si mismo, no está libre de fuertes connotaciones religiosas, pues las religiones lo  crearon y lo adoptaron como ceremonia de iniciación, aportando cada una sus particulares rituales diferenciadores, que indicaban que el neófito entraba  a formar parte de la iglesia  o comunidad en cuestión, o que sus pecados le eran perdonados por este ritual que ,como todos, tiene algo de mágico o de sobrenatural.

    Puesto que en el caso de las religiones el bautismo supone la admisión de un nuevo ser que aumenta el número de los fieles de tal religión, esta ceremonia que le acompaña supone una ceremonia  festiva  de bienvenida,  porque para todas las sociedades humanas y para todas las iglesias, el tener más miembros, les hace sentirse mas fuertes y mas seguros en medio de sus convicciones y de la sociedad en donde existen.

    Se dirá: “ Pero si el propio Jesús quiso ser bautizado, por qué no lo íbamos a ser nosotros también?”.
Las iglesias cristianas a esta ceremonia le han dado el significado de que no solo se pasa  formar parte de  ellas por  este modo, al que han dado el título de “Sacramento”,  sino de que  el  llamado pecado “original” que a todos se nos achaca por el hecho de existir, como herencia maldita del pecado de nuestros primeros padres,  desaparece con la ceremonia,  que significa el  “lavado” del alma  el agua, que así queda limpia y perdonada.( Es de hacerse notar que este agua, normalmente no es un agua cualquiera, sino un agua “bendecida”, esto es, que contiene unas propiedades sobrenaturales o místicas especiales otorgadas en otro ritual por un ministro eclesial o un sacerdote.

     En primer lugar he de decir que en los tiempos de Jesús esa ceremonia ya existía entre los judíos  junto a la de la circuncisión ( a la que Jesús también  fue sometido, como  todos los niños varones de su entorno), y con ella iniciaban o admitían a los “conversos”. Jesús  siempre fue del criterio  diferenciador de dar a Cesar lo que es de él y a Dios lo que es de Dios, por tanto dando ejemplo de sumisión a las leyes y normas religiosas establecidas por la sociedad de su época,  se sometió de buen grado al bautismo en el río Jordán de manos de su primo Juan,  sin embargo   Jesús no tenía por si mismo necesidad alguna de someterse a esa ceremonia, porque El ya estaba desde el nacimiento   formando parte de  la comunidad y religión judaica,  en la que estaba  censado, y  había sido sometido a la circuncisión . Por lo demás, si el bautismo lavaba el pecado original, Jesús estaba  libre de él por ser un Ser Superior en misión entre los humanos, por tanto lo hizo como ejemplo de sumisión a las normas religiosas establecidas.  Por otra parte ese pecado original que se pretende que borre el bautismo, nunca ha existido, porque  si tal cosa pudiese ser admitida, si tal pecado original  existiese,  esto  contradeciría la infinita perfección del Creador.

El  auténtico pecado original que portamos al nacer, es el de nuestro propio pasado deudor como espíritus inmortales que somos,  con la ley de Causa y Efecto, y este pasado o karma, no se lava con agua ni con ceremonias religiosas, sino rectificando conductas y comportamientos y haciendo el bien en donde antes  faltamos a él haciendo el  mal.

  Al respecto, hace tan solo tres años, la Iglesia Católica rectificó el dogma del bautismo en los recién nacidos, de modo que para estos,uando  habán fallecido antes de ser bautizados,  tenía creada la figura del "Limbo", o sea que hasta entonces en estos casos, el alma de esas criaturas  quedaba condenada para siempre a no gozar de un cielo, que hubiesen logrado si les hubiesen bautizado antes de morir, cosa que no dependió de ellos. Es todo este laberinto dogmático, de cielos, infiernos, condenaciones, bautismos, cielos e infiernos, etc, un auténtico embrollo que al final no se sustenta por ningún lado, y lo mismo que ya han quitado el Limbo, también debieran rectificar los dogmas de cielo, infierno, condenación eterna, y descanso eterno, aceptando sin embargo la realidad de la reencarnación y sus por qués. Si pretenden ser portadores de unas verdades espirituales esclarecedoras para el ser humano, tal vez debieran desprenderse de tantos rituales y ceremonias como esta del bautismo, y aceptar las grandes verdades aceptadas en todas las latitudes del mundo, y aun demostradas como una realidad por muchas personas de ciencia que lo han confirmado ya en su estudio de miles de casos.

   El verdadero bautismo bien entendido, no debe ser un ritual con el agua como elemento simbólico, sino que debe ser el  compromiso de la persona que no solo conoce el Evangelio de Jesús, sino que además  responde a su  llamada,  haciendo y asumiendo siempre la Voluntad del Padre, lo que indefectiblemente conlleva un proceso de  cambio y perfeccionamiento del espíritu,  que a la postre  es la meta de todos y el sentido final de esta vida.  Y siendo  este bautismo algo íntimo en el espíritu encarnado , que es la transformación íntima que experimenta el Ser cada vez que se humilla ante Dios al que  pide perdón y ante el que desea rescatar su falta;  cada vez que  tropezamos y  caemos en el camino de la evolución que suponen las pruebas en las  vidas terrenales, y nos queremos levantar de nuevo  poniendo los ojos y la fe en la misericordia del Padre, estamos renovando ese bautismo auténtico  e íntimo del espíritu que no  necesita de ceremonias ni de  aguas ni rituales simbólicos,  para ser lo que en realidad es el bautismo del alma: Una nueva oportunidad  que el Creador nos otorga  una y otra vez, para  rectificar los errores  con su  ayuda , que es la que  en Su nombre nos brinda continuamente  el mundo espiritual.

- José Luis -.

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