Alrededor de hace dos mil años atrás vivió entre nosotros alguien que nos amaba mucho y que Se tornaría, indudablemente, nuestro mayor Modelo de vida.
A pesar del corto pasaje como hombre encarnado, Jesús dejo un mensaje que crecería a través de los siglos. Hoy, numerosas religiones Lo tiene como referencia en casi todos los puntos de la Tierra.
El habló a todos sin distinción: pobres, ricos, poderosos, gente del pueblo. No demostraba preferencias, eligiendo entre Sus apostales a pescadores sin instrucción formal y hombres letrados, como Mateo.
El habló a todos sin distinción: pobres, ricos, poderosos, gente del pueblo. No demostraba preferencias, eligiendo entre Sus apostales a pescadores sin instrucción formal y hombres letrados, como Mateo.
Eligió entrar en las casas de personas de haberes materiales humildes más, también en casa de hombres ricos, pues entendía que todos precisaban oír Sus palabras.
Valoró a las mujeres en una época en al cual ellas eran consideradas una posesión de los padres o de los maridos. Entre Sus seguidoras estaba Juana de Cusa, esposa de un hombre de poder político de la época y María de Magdala, que cambio de vida al conocer-Lo.
Jesús usaba unas veces palabras dulces, otro lenguaje figurado, o palabras duras. Recibió, para dialogar, doctores de la ley tales como Nicodemo a quien no negó enseñanzas.
Su vida de predicación fue corta, más El era un perfecto ejemplo de lo que hablaba y, sin duda, esto impresionaba a todos los que Lo conocían.
En Sus últimos momentos no mostró rebeldía o deseo de venganza, al contrario, pidió a Dios que perdonase a todos, en una inmensa demostración del amor.
Muchos de los primeros cristianos, aun mismo sin haber-Lo conocido directamente, muchos Lo miraban y no titubeaban en abdicar de la vida física en nombre De Aquel a quien seguían.
Juana de Cusa, en el momento que era martirizada por medio del fuego, responde a su verdugo cuando le preguntó si su Maestro solo la enseñó a morir, diciendo que El también la había enseñado a perdonar a quien le quitaba la vida.
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Hoy, después de tantos siglos, amar a Jesús no nos hace correr riesgos. Los tiempos son otros.
Hoy, el gran desafío es vivir conforme las enseñanzas de Jesús, en un mundo en el cual prospera el materialismo, el apego al poder a cualquier costo y, en el cual los valores morales parecen desconocidos para muchos.
La decisión es personal: nadie puede obligarnos a seguir-Lo, ya no más como los apóstoles o como los mártires, más si como las personas que valorizan la rectitud moral y que saben amar.
Si, la gran enseñanza del Jesús fue el amor. Si amamos realmente a nosotros mismos, no nos permitimos la autoagresión a través de los vicios, sean morales o físicos. Si nos amamos, buscamos la educación moral e intelectual.
Si amamos a nuestros semejantes, nunca nos permitiremos ser deshonestos, la rabia, la envidia, y, mucho menos, la indiferencia.
Si amamos a Jesús, buscamos la luz dentro de nosotros mismos, comprendiendo que vivir es aprender a servir para el bien.
No es difícil entender que para vivir con el Guía de la tierra en integrada experiencia, debemos desenvolver en nuestro carácter lo que existe de más sobrio, de más lucido y grandioso, encajándonos en la verdadera educación.
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Cuando la educación del intelecto y del sentimiento se constituya en una ruta bien aventurada para todos, la aproximación real con nuestro Sublime Conductor se hará de manera consciente, noble e irreversible.
Reflexionemos sobre Jesús y sobre la decisión de vivir con Él, en la búsqueda de la felicidad real y verdadera.
Redacción de Momento Espirita
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