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sábado, 19 de febrero de 2011

Cristo: Unos versos del corazón

Cristo


Cristo en misión redentora
al mundo viniste a nacer
para ayudar a crecer
a las almas pecadoras

Maestro de Amor has venido,
y tu ejemplo nos has dado,
señalando que el pecado,
es un gran lastre adquirido.

Con Tu Voluntad constante
nos diste tan firme ejemplo,
yo quisiera ser Tu templo
y albergarte en adelante.

En la Tierra te encarnaste,
hará ya unos dos milenios,
y educado entre  esenios,
desde siempre nos amaste.

Fuiste un adorable niño,
de joven muy inteligente,
convivías entre las gentes
y les dabas tu cariño.

Con doctores discutías,
y al estudio te entregabas;
al Padre Tu así alababas,
hablando como sentías.

Joven bueno y  sometido,
a tus padres en tutela;
Maestro en esta escuela
de la vida a que has venido.

Vida sencilla y pura,
Entre humanos Tu llevaste;
siempre al Padre alabaste;
¡¡ Gloria a Dios en las Alturas !!

Y al final de la treintena
comenzaste Tu misión ,
camino de redención
del humano en su condena.

Por Ti fueron escogidos
doce humildes pescadores;
tus primeros seguidores
en el camino elegido.

Santas mujeres te amaron;
María, tu madre buena,
y María la Magdalena
que tu corazón llenaron.

Se obraron muchos prodigios
hechos por Tu Voluntad;
natural mediumnidad
que te dio un gran prestigio.

Un prestigio necesario,
que te habría de acompañar,
hasta llegar al altar
en lo alto del Calvario.

Resumiendo Tu enseñanza,
se podría sintetizar:
que al poner en la balanza
mucho Amor a los demás,
veremos con confianza
la felicidad llegar;
ya nada ocurre al azar;
tras la muerte hay esperanza,
el secreto está en Amar.

Que la entrega a los demás
hasta el mismo sacrificio,
finalmente es dulce hechizo,
 llave de felicidad .

Que Tu Padre, Su mansión,
la hizo de muchas moradas,
como premio a estas jornadas,
escuelas de evolución.

Con la misión concluída,
dejaste profundas huellas,
y miraste a las estrellas,
pensando ya en tu partida.

Despedida taciturna
a los tuyos ofreciste,
en aquella cena triste
de una velada nocturna.

Te embargaba la emoción
de aquellos tristes momentos,
y fue tu peor tormento
el no encontrar comprensión.

El Huerto de los Olivos;
los azotes; el Calvario,
fueron el largo rosario
de un horrible y cruel castigo.

Te abandonaste a tu suerte
en los maderos dolientes,
colgado entre delincuentes
te abrazaste con la muerte.

Y al tercer día del duelo;
perispíritu glorioso,
te mostraste esplendoroso,
rasgando a la muerte el velo.

Luego, al poco te marchaste,
con promesas de regreso;
te espero Señor, por eso,
porque nunca me dejaste.

- Jose Luis -

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