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lunes, 7 de febrero de 2011

Cualidades de la oración


La oración supone una conexión de la mente humana con la Mente Divina.

Sencillamente, todo se resume en una cuestión de sintonía vibratoria, o sea, buscar la misma sintonía mental y sobre todo en cuanto a sentimientos, con la propia Vibración Divina que un día del pasado muy lejano en el tiempo, fué nuestro origen y punto de partida.

Por eso para orar no se necesitan palabras; basta con el pensamiento acompañado del sentimiento, y ambos desde la más sincera y profunda humildad, deben ser una vibración de gratitud, amor y admiración hacia el Padre, reconociendo y dándole gracias por Su magna obra, por Su bondad y por el Amor que plasma en toda Su creación en sus criaturas, unificando nuestro Amor con Su Amor.

La oración que parte del alma no necesita de palabras, solo de sentimientos, pues estos son la onda que mejor llega al Padre sin interferencias. Las interferencias que distorsionan la emisión del alma humana cuando por la oración trata de sintonizar con Dios, son las imperfecciones humanas, sobre todo el orgullo y la vanidad de creernos merecedores de algo, o mejores, o superiores a los demás. También lo es la falta de disciplina mental, incapaz de centrarse y controlar a la mente que no cesa de ir por sus fueros como un caballo desbocado.

No es necesario que pidamos a Dios con palabras. Sin ellas le podemos transmitir nuestros sentimientos , agradecimientos e inquietudes. El sabe de nuestras necesidades y siempre nos ayudará en la medida de nuestro merecimiento por como actuamos ante las pruebas de la vida que El permite o dispone para nuestro bien, según lo que nuestro espíritu requiere para evolucionar durante su estancia en este mundo.

De otra parte, la oración no puede ser sincera y sentida, y por tanto no puede llegar a Dios y ser eficaz, si cuando tratamos de orar sentimos que tenemos alguna deuda pendiente con alguien a quien por cualquier motivo guardamos algún resentimiento. Dios siempre escucha nuestro corazón y nos perdona en la medida en que nosotros somos capaces de perdonar a los demás. Cuando el caso sea al revés, o sea, que sean otras las personas quienes nos guardan resentimiento, si es con razones reconocidas, pidámoles perdón y si no lo son, ofrezcámosles nuestra amistad y nuestro diálogo para allanar esos baches que a veces surgen en las relaciones humanas. Siendo así, si somos rechazados, aunque nos pueda doler, sabemos que podemos seguir por la senda de la vida con la tranquilidad de una conciencia que ha cumplido con sus obligaciones morales.

En síntesis,  la oración es una necesidad espiritual, pero cuando oremos procuremos que nuestro corazón esté limpio de nada que sea negativo y contrario a la Caridad. Limpiemos antes nuestro corazón y transmutemos los sentimientos en Amor , perdonando y pidiendo perdón cuando así lo señale nuestra consciencia. Que nuestro sentimiento amoroso busque a Dios y que sepamos dejar en Sus manos nuestros asuntos terrenales, por los que deberemos luchar y trabajar, pero sabiendo que detrás de nuestro esfuerzo está Su ayuda a través de los hermanos y amigos del Plano espiritual.

Jose Luis

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