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domingo, 13 de marzo de 2011

Un mensaje de Andre Luiz



Has tenido recientemente  los primeros contactos con la Doctrina Espírita y ahora estás deslumbrado con las nuevas perspectivas espirituales de la existencia.

Ideales redentores.

Conversaciones edificantes.

Lecturas nobles.

Promisorias oportunidades de prestar servicio a la fraternidad.

Ten presente, no obstante, el compromiso con la disciplina en todas las realizaciones, de modo que la osadía no te cree frustraciones.

Llegar a ser espírita no es volverse santo automáticamente, tampoco significa privilegio ni expresa cárcel interior.

Es una oportunidad de liberación del alma con responsabilidades mayores ante las Leyes de la Creación.

Es reencarnar de nuevo moralmente, dentro de la propia vida humana.

La convicción espírita es un galardón bendito en el aprendizaje multimilenario de la evolución.

De tal modo, ni prevención ni falta de vigilancia constituyen caminos para tal conquista.

Urge sustentar perseverancia y paciencia en la concreción adecuada de cada uno de los deberes.

Evita arrancar abruptamente de tus actividades, las raíces defectuosas pero profundas; emprende algo de renovación poco a poco.

Contén los ímpetus de defensa intempestiva de tus nuevas ideas; sedimenta primero tus conocimientos.

Espiritismo es Claridad Eterna.

Gradúa la intensidad de la luz que vislumbras, para que tus ojos no sean atacados por la ceguera del fanatismo.

Mucho de nuestros hermanos todavía se debaten en las luchas de bajo nivel, porque no se han dispuesto a admitir la realidad que tú ya aceptas, pero también muchos otros han recorrido la ocasión hacia la experiencia que hoy recorres tú, y no por eso alcanzaron éxitos mayores, en la batalla íntima e intransferible que entablamos con nosotros mismos, a causa de la negligencia a la que todavía están habituados.

La creencia no nos exime de la conciencia.

El éxito y el fracaso son problemas personales.

Todo depende de ti.

Quien persiste en la fantasía, se aferra a la terquedad.

Cuanto más se deifica la inteligencia, más se intensifica el placer de servir.

Obedece pues, el llamado del Señor, aportando buena voluntad para el crecimiento de la redención humana, a través del trabajo activo e incesante en los diversos sectores en que se puede desarrollar la colaboración.

Conserva el coraje y la confianza.

La alegría complementada con la serenidad durante la marcha regular es la fórmula ideal para llegar a la meta buscada.

Eleva tus anhelos y esperanzas, con el fin de sublimar las emociones y los cometidos.

Por encima de todo, consolida en tu corazón la certeza de que la revelación mayor es la que nos prescribe el deber que nos propongamos junto a Jesús nuestra liberación del mal y que, para nuestro propio beneficio, comprendamos la real posición del Maestro como Excelso Conductor de nuestro mundo, con cuyo infinito amor estamos edificando el Reino de Dios en nosotros.

ANDRÉ LUIZ.

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