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lunes, 6 de junio de 2011

Espiritismo y abolición de la esclavitud

EL ESPIRITISMO Y LAS GRANDES TRANSICIONES
LA ABOLICIÓN DE LA ESCLAVITUD


El siglo XIX se caracteriza por sus numerosas conquistas. A la par de los grandes fenómenos de la evolución científica e industrial que destacan en él, se observan igual-mente acontecimientos políticos de suma importancia, renovando las concepciones sociales de todos los pueblos de raza blanca. Uno de esos grandes acontecimientos es la abolición de la esclavitud.

Cumpliendo las determinaciones del Divino Maestro, Sus mensajeros del plano invisible trabajan junto a los gobiernos, para facilitar la victoria de la libertad. Las decisiones del Congreso de Viena, decretando la ilegalidad del tráfico de hombres libres, encontraron una honda repercusión en todos los países.
En 1834, el parlamento inglés resuelve abolir la esclavitud en todas las colonias de Gran Bretaña. En 1859, Brasil suprime el tráfico africano. En la revuelta de 1848, Francia decreta la extinción de la esclavitud en sus territorios. En 1861, el zar Alejandro II de Rusia declaraba libres a todos los campesinos que trabajaban en régimen de esclavitud y, de 1861 a 1865, una guerra civil devasta el suelo hospitalario de los Estados Americanos del Norte, en la lucha de secesión, que termina con la victoria de la libertad y de las ideas progresistas de la gran nación de América.

EL SOCIALISMO
Grandes ideas florecen en la mentalidad de entonces. Resurgen, allí, las antiguas doctrinas de igualdad absoluta. Aparece el socialismo proponiendo reformas viscerales e inmediatas.

Algunos idealistas recuerdan la Utopía de Tomás Moro o la República perfecta, idealizada por Platón.
Se fundan las alianzas del anarquismo, las sociedades de carácter universal. Una revolución sociológica
 de consecuencias imprevisibles amenaza la estabilidad de la propia civilización, condenándola a la más
 completa destrucción. El fin de ese siglo es el escenario amplio de esas luchas poco gloriosas. Todas las
ciencias sociales se involucran en los grandes debates entre el capitalismo y el trabajo. ¿Dónde se
encuentran las fuerzas morales capaces de realizar el gran milagro de ofrecer la luz a todos los espíritus? La Iglesia Romana, que alimentaba a la civilización occidental desde su cuna era, por todas las circunstancias, la entidad
 indicada para resolver el gran problema.
Pero, después de las afirmaciones del Syllabus (documento recopilatorio de los errores más comunes
de ese tiempo) y del famoso discurso del obispo Strossmayer, en 1870, en el Vaticano, cuando Pío IX
decretaba la infabilidad pontificia, semejante ecuación era muy difícil por parte de la Iglesia. León XIII
vino al campo de la lucha con la encíclica “Rerum Novaron” intentando conciliar a los trabajadores y al
 capital, indicando a cada uno sus más sagrados deberes. Si el efecto de ese documento tuvo una
considerable importancia para las clases más cultas del Viejo y el Nuevo Mundo, no tanto fue con las
clases más desfavorecidas, hartas de palabras.

RESTABLECIENDO LA VERDAD
    El Espiritismo venía, de esa forma, en la hora psicológica de las grandes transfor-maciones, alentando
 al espíritu humano para que no se perdiese el fruto sagrado de cuantos habían trabajado y sufrido en el
esfuerzo penoso de la civilización. Con las pruebas de la supervivencia, venía a rehabilitar el Cristianismo que la Iglesia había corrompido, sembrando de nuevo las eternas enseñanzas de Cristo en el corazón de los hombres.

    Con las verdades de la reencarnación, explicaba el absurdo de las teorías iguali-tarias absolutas,
 cooperando en la restauración del verdadero camino del progreso humano. Encuadrando el socialismo
 en los postulados cristianos, no se ilusiona con las reformas exteriores, para llegar a la conclusión que
la única renovación apreciable es la del hombre interior, célula viva del organismo social de todos los
tiempos, pugnando por la intensificació n de los movimientos educativos de la criatura humana, y la luz
 eterna del Evangelio de Jesús.

Enseñando la ley de las compensaciones en el camino de la redención y de las pruebas del individuo y
de las naciones, establece el régimen de responsabilidad, en el que cada espíritu debe enriquecer la
catalogación de sus propios valores. No se engaña con las utopías de la igualdad absoluta, ante el
conocimiento de la ley del esfuerzo y del trabajo individual, y no se transforma en instrumento de
 opresión de los magnates de la economía y el poder, por ser consciente de los imperativos de la
solidaridad humana.

Despreocupado de todas las revoluciones, porque solamente la evolución es su campo de actividad y de
experiencia, distante de todas las guerras por la comprensión de los lazos fraternos que reúnen a la
comunidad universal, enseña la fraternidad legítima de los hombres y las naciones, de las familias y los
 grupos, agrandando los conceptos de justicia económica y corrigiendo el espíritu exaltado de las
ideologías extremistas. En estos tiempos dolorosos en que se anuncian las más penosas transiciones al
 espíritu del hombre. Sólo el Espiritismo puede representar el valor moral donde se encuentre el apoyo
 necesario para la construcción del porvenir. Mientras los utópicos de la reforma exterior se entregan a
la tutela de dictadores despiadados, como los de Rusia y Alemania, en sus siniestras aventuras
revolucionarias, prosigue el Espiritismo su obra educativa junto a las clases intelectuales y las masas
anónimas y sufridoras, preparando el mundo del mañana con la luz inmortal de las enseñanzas de Cristo.

DEFECCIÓN DE LA IGLESIA CATÓLICA

     Desde 1870, año que señaló para el hombre la decadencia de la Iglesia, en virtud de su abandono
espiritual en el cumplimiento de los grandes deberes que le habían sido
confiados por el Señor, en los tiempos apostólicos, marca todas las actividades hu-manas un período de
 transiciones profundas. Fue inútil que el mundo esperase las realizaciones cristianas, iniciadas en el
 imperio de Constantino.
   
    Aliada del Estado y viviendo a la sombra de sus intereses económicos, la Iglesia no cuidó de otra cosa
 que no fuese su reino perecedero. Olvidada de Dios, nunca buscó equiparar la evolución del hombre
 físico a la del hombre espiritual, atándose a los intereses rastreros y mezquinos de la política temporal.
 Por eso planean sobre su frente los más siniestros vaticinios.

LUCHAS RENOVADORAS
   
    El siglo XX surgió en el horizonte de la Tierra como un amplio escenario de luchas renovadoras.   Las
 teorías sociales continúan su camino, llegando en muchas ocasiones a la curva tenebrosa del extremismo, pero las revelaciones del Más Allá descienden a las almas, como un rocío inmaterial, preludiando la paz y la luz de una nueva
 era.
    Se aguardan numerosas transformaciones y el Espiritismo esclarece los corazones, renovando la
personalidad espiritual de las criaturas para el futuro que se aproxima.

    Las guerras ruso-japonesa y la europea de 1914-1918 han sido los antecedentes de una lucha mayor,
 que no tardará mucho, y dentro de la cual el planeta se despojará de todos los espíritus rebeldes y
 galvanizados en el crimen, que no supieron aprovechar la dádiva de numerosos milenios, en el
 patrimonio sagrado del tiempo. Entonces la Tierra, como aquel mundo lejano de Capela, se verá libre de
 las entidades endurecidas en el mal, porque el hombre de la radiotelefoní a y el transatlántico necesita
alma y sen-timiento, para no pervertir las sagradas conquistas del progreso.

    Quedarán en el mundo los que pudieron comprender la lección de amor y frater-nidad bajo la
protección de Jesús, cuya misericordia es la palabra de vida y luz, desde el principio.

    Una época de luchas amargas, desde los primeros años de este siglo, se asentó con carácter
permanente en casi todas las regiones del planeta. La Liga de las Naciones, el Tratado de Versalles, así
como todos los pactos para asegurar la paz, no han sido sino fenómenos de la propia guerra, que
solamente terminará con el apogeo de esas luchas fratricidas, en el proceso de selección final de las
realizaciones espirituales de la vida terrestre.

AMÉRICA Y EL FUTURO

    Aunque impulsada a participar en las luchas próximas, por las circunstancias de su vida política,
América está destinada a recibir el cetro de la civilización y la cultura en la orientación de los pueblos
del porvenir. Alrededor de sus graneros económicos, se reunirán las experiencias europeas,
 aprovechando el esfuerzo penoso de los que cayeron en la obra de la civilización de Occidente para la
construcción del hombre espiritual, que de sobreponerse al hombre físico del planeta, en el pleno conocimiento de los grandes problemas del ser y del destino.

   Con ese objetivo grandioso, se apresta el plano espiritual, en el afán de la educa-ción de los nobles
deberes continentales. El esfuerzo sincero de cooperación en el trabajo y de construcción de la paz, no
es una utopía, como en la Europa saturada de preconceptos multiseculares. En los campos exuberantes
 del continente americano están plantadas las simientes de luz del árbol maravilloso de la civilización
del futuro.

JESÚS

    Hay un movimiento inédito de armamento en el mundo. ¿Ha comenzado en este momento? No. La
 carrera armamentística del siglo XX comenzó antes de la lucha de Port Arthur13

    Debemos admitir que el esfuerzo del Espiritismo es casi superior a sus propias fuerzas, pero el mundo
 no está a disposición de los dictadores terrestres. Jesús es Su único director en el plano de las realidades
 inmortales, y ahora que el mundo se entrega a toda clase de expectativas angustiosas, los espacios
próximos a la Tierra se mueven a favor del restablecimiento de la verdad y la paz, en marcha hacia una
 nueva era. Espíritus abnegados y esclarecidos nos hablan de una nueva reunión de la comunidad de las
potencias angélicas del sistema solar, de la que Jesús es uno de sus miembros divinos. Se reunirá, de
nuevo, la sociedad celeste, por tercera vez, en la atmósfera terrestre, desde que Cristo recibió la sagrada
misión de abrazar y redimir a nuestra humanidad, decidiendo nuevamente sobre los destinos de nuestro mundo. ¿Qué resultará de ese cónclave de los ángeles del infinito? Dios lo sabe. En las grandes transiciones del siglo actual,
aguardemos Su amor y Su misericordia. , en 1904. Las industrias bélicas alcanzan cimas imprevistas. Los
 campos están despoblados. Los hombres están en las zonas de concentración militar, esperando al
enemigo, sin saber que el adversario está en su propio espíritu. Europa y Oriente constituyen un amplio
campo de agresión y terrorismo, con excepción de los países democráticos, que se ven obligados a
realizar grandes programas de rearme, ante el Moloch del extremismo. ¿Dónde están los valores morales
 de la humanidad? Las iglesias están amordazadas por las imposiciones de tipo económico y político.
 Solamente el Espiritismo, prescindiendo de todas las garantías terrenas, ejecuta el esfuerzo tremendo
de mantener encendida la luz de la creencia, en ese barco frágil del hombre ignorante de su glorioso
destino, barco que amenaza volver a las corrientes de la fuerza y la violencia, lejos de las playas
 iluminadas de la razón, la cultura y el derecho.

13 Se refiere a la guerra ruso-japonesa de 1904-1905 (nota del traductor).


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