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miércoles, 17 de agosto de 2011

Vuelta a la vida




Cuando reencarna el espíritu se adormece para despertar en la nueva experiencia, en los círculos de la vida humana.

El mismo Jesús, cuando penetró en la región terrena,. Fue obligado a aniquilarse en sacrificios pungentes. Las leyes planetarias no afectan solamente  a los espíritus en aprendizaje o en reparación, sino también, a los misioneros, de la más elevada estirpe.

El Espíritu elevado, experimenta igualmente  el olvido transitorio del pasado y aunque no tan agravados en virtud de sus conquistas, siente el mismo deseo de comprensión  y la misma sed de afecto que palpitan en los otros mortales. Para esclarecimiento de esos problemas, el Maestro dejo a sus discípulos  profundas enseñanzas en el Evangelio.  El mundo, representado  por malos sacerdotes  y falsos doctores, buscó tentar al mismo Jesús.

Hay hermanos que sacrificándose  y volviendo a la Tierra para  auxiliar a sus hermanos  y afectos queridos, después de pedir esa misión tan arriesgada, vuelven al plano espiritual cargados de mil  problemas para resolver, retardando así preciosas adquisiciones. En esas misiones sublimes, la criatura disputa  el derecho de acompañar al Maestro en sus pasos divinos. El discípulo  de la verdad y del amor, en el mundo, es algo de Jesús y de Dios, y la masa vulgar no le perdona tal condición, sobrecargándolo de pesadas amarguras, porque sus sentimientos  no son análogos a aquellos que conducen a incoherencias y desatinos. No podrá haber acuerdo entre la virtud y el pecado. Y como el pecado aun domina  al mundo, la tarea apostólica en sus trámites será siempre un doloroso estectaculo de sacrificio para las almas comunes.

Todos los que siguieron  a Jesús  fueron obligados a identificar el destino con la señal del martirio. Los que no se desprenden de la Tierra, crucificados  en dolores públicos,  se retiran  al desamparo, amargados por los oprobios humanos, calumniados, humillados, encarcelados, heridos, raros son los que triunfan  conservando la serenidad  y el amor inmaculado  hasta el final.

El hombre común, en sus intereses mezquinos, no considera el dolor sino como rescate y pagamiento, desconociendo el gozo de padecer por cooperar sinceramente en la edificación del Reino de Cristo

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Recordemos los sacrificios  de los pioneros del progreso que nso procedieron en la jornada humana, para que avances en la Tierra sin la ceguera de la ingratitud.

Recordemos las manos anónimas que nos irguieron el hogar, los brazos que nos mecieron la cuna  y las voces amigas que nos enseñaron a mover los labios en el idioma del entendimiento.

No olvidemos aquellos que lloraron y sufrieron, labrando el suelo en el que ingerimos   la primera bendición del pan no te olvides de cuantos se vieron estimulados  en el trabajo para que el confort y la higiene  nos sustentasen el cuerpo.

No releguemos a la indiferencia  los que se vieron en suplicio para que tuviésemos el orden legal, garantizándonos la seguridad,  y los que murieron  en las cárceles, muchas veces, calumniados y traicionados, para que la libertad nos bendiga la existencia.

Consagremos en la memoria un altar de reverencia para aquellos que nos donaron los tesoros de la educación, a fin de que el aprendizaje en la Tierra se nos haga camino hacia la Espiritualidad Superior.

Usufructuarios del campo en el que fuimos acogidos por la bondad y la esperanza de los que nos vieron nacer, recogimos de ellos la experiencia que el sufrimiento les otorgó, reclamándonos tan bien sudor y buena voluntad en el mundo, para que la vida en el mundo se haga mejor.

No nos perdamos en los laberintos de la indagación sin provecho, preguntando si la crueldad es hoy mayor que la de ayer en el camino de las criaturas.

Cedamos a la Tierra lo mejor de nosotros, en el servicio desinteresado y constante para que el bien prevalezca, iniciando en la propia alma  la obra redentora del amor que todo lo abarca, y, volviendo mañana a la gran escuela de la experiencia humana, la encontraremos más  noble y más bella,  convertida,  con la parcela de nuestro esfuerzo, en antecámara para la Vida en  Los cielos.

Trabajo realizado por Merchita  extraído del Libro “Nacer y Renacer” y del  de  “Renuncia” ambos de Francisco Cándido Xavier


( Ver Inquietudes espiritas.-  inquietudesespiritas.blogspot.com )

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